Homenaje de Cotarro en un nuevo aniversario de la Batalla de Las Piedras.
El material que sigue
a continuación tiene por búsqueda aportar, en vísperas de los
mayores sucesos de 1811, (Grito de Asencio,
Batalla de Las Piedras), una visión si se quiere sesgada con la mirada de un
trabajador Oriental migrante, radicado en la “Banda Occidental del Uruguay”.
El pretexto, pensar
en voz alta (y escribir a falta de una rueda de mate) algunas cosas entre
Orientales de aquí y de allá.(click en el título para ensayo completo)
Por lo tanto, dista
de ser un ensayo académico o tener pretensiones literarias, se trata en todo
caso de un enfoque con una lente propia que amalgama algunas lecturas de la
historia de los Orientales y la información disponible de los medios masivos
con el vivir día a día y el compromiso asumido
con el país que nos cobija.
Todo un asunto, en lo
político implica el desafío de interpretar otras coordenadas fruto de la propia
historia de los Argentinos. Podría decirse que el bagaje de aprendizajes y
experiencias que portamos en la mochila al cruzar el río, a poco quedo reducido
a las cosas esenciales: voluntad de trabajo, ética solidaria, mayor o menor
predisposición a comprender las particularidades nacionales (incluyendo lo
porteño) que se presentan a cada esquina, y con el paso del tiempo, para cada
uno de nosotros, echar raíces.
Como individuos, como
Orientales, las perspectivas pueden ser diversas, cruzadas si de ideas se
trata, ante un horizonte que se ensancha, no solo por la inmensidad de la
llanura pampeana como por las posibilidades que se que se abren en la lucha por
el diario vivir o en materializar legítimos sueños.
Los refugiados
económicos y la situación de los uruguayos en estas tierras, merece a nuestro
entender, algunas reflexiones como para despejar un rosario de mitos enraizados
a ambas orillas del Río de la Plata.
Algunos, fruto de la mirada inocente y fraterna de los pueblos, otros,
consecuencia de la visión estructurada de determinadas ideologías, dogmaticas
por profesión de fe, o por la interpretación interesada de nuestra historia
compartida o independiente.
Los migrantes en la
Argentina no escapamos a las generales de la ley. Sobre el particular, muchas
de nuestras historias personales no solo han sido atravesadas por la migración
de la campaña al pueblo y de éste a la capital y puerto montevideano, si no que
también la herencia de los migrantes proviene de nuestros ancestros oriundos
del Viejo Mundo, o del África, o de Oriente, y el consiguiente aporte, diverso,
profundo, y sustancioso.
Muchos de nosotros
hemos descubierto en estos parajes a los pueblos originarios, Mapuches, como
una cultura viva y vivificante, como así de otros pueblos originarios del
continente; Guaraníes, Quechuas, Aimaras, por la misma situación de migrantes a
esta tierra.
Y también, haber
incorporado la noción del mestizaje cultural cuya expresión en el siglo XIX fue
el gaucho y los caudillos, y en el presente bien podría ser la diversidad e
identidad de los pueblos de nuestra América morena y los gobiernos populares
que así lo interpretan en la lucha contra las desigualdades y la injusticia.
Que a esta altura, el
tercer milenio echa por tierra las novedades y espejismos del mundo global,
salvo claro está la globalización económica, la impunidad de las corporaciones
transnacionales y la cascara de las instituciones internacionales.
El espíritu que nos
anima toma prestado el prologo de “El país de la cola de paja” Mario Benedetti:
“Este modesto alerta es en primer término un alerta a mi mismo, un puesta al
día con mi propia conciencia. Quiero verdaderamente a mi país, por eso desearía
que fuese bastante mejor de lo que es. Confió en que el lector sepa reconocer
aún las formas indoctas de la sinceridad; por eso he decidido hablarle claro”.
Junio 1960.
Nuestro convite es
observar y aportar, de ser posible, en estos asuntos de por si complejos,-300.000
mil orientales radicados en la Argentina, incontable descendencia nacida y
criada a ambas márgenes del Plata, búsqueda de nuestra identidad nacional
etc.-Con la mirada serena de quienes al mirar no dejamos atrás el amor por
nuestro “paisito verde y querido”, pero que también somos agradecidos de
nuestra particular situación de “Orientales en tierras argentinas”.
Decía el `poeta que, “El
camino es para el que viene y el que va”, y en efecto, es así para muchos
compatriotas, pero la inmensa mayoría, por distintas causas y razones, no
tenemos la mínima posibilidad de poner fin al destierro.
Prólogo
“El hombre ha nacido para ser libre y está
encadenado por todas partes”.
J.J. Rousseau
La República Oriental
del Uruguay es un país que se puede tildar de peculiar, a partir de sus
particularidades genésicas, o de nacimiento, tanto como Nación o como
República. Comienza el proceso independentista, en Febrero de 1811, con el
Grito de Asencio, iniciado por los paisanos, Viera, y Benavidez. La dominación
española a través de la Junta Central De Sevilla, se podía considerar
mínimamente como en un paréntesis sin final previsible a partir de que toda
España había caído bajo dominio Napoleónico. En ese contexto se realiza la
“pretendida Revolución de Mayo” en Buenos Aires. Y se puede decir pretendida,
al menos hasta ese momento, porque se hizo un cambio de mando, donde la
administración del estado pasa de un Virrey nombrado por las autoridades
españolas, a manos de una junta de gobierno, que ejerce tales funciones a
nombre de Fernando VII, integrada por mayoría de criollos.
La Banda Oriental,
era por entonces una provincia más del virreinato. En sus orígenes se puede
decir que era poco menos que una enorme estancia, desde donde se contrabandeaba
carne para los esclavos de Portugal, junto con cebo, y cuero.
Don Bruno Mauricio de
Zabala, ante las invasivas partidas portuguesas, que ingresaban al territorio,
para matar y apropiarse del ganado cimarrón, funda Montevideo en 1726. En el
lugar se establecen familias que tendrán su descendencia en ese suelo,
comenzando un proceso en el cual, se relacionan fundamentalmente, por sus
actividades económicas que obviamente tenían que ver con trabajos relacionados,
con el campo y particularmente, con la cría y matanza del ganado
Dadas las
características del mercado, que se daban en el momento, era muchísimo más
conveniente, vender de contrabando eludiendo el monopolio español que hacerlo
legalmente. Para algunos descendientes de personajes de esa época, el futuro
prócer de la nacionalidad Oriental, será un bandolero facineroso, por dedicarse
al contrabando, en una época donde sus propios ancestros hicieron fama y
dinero, con la misma actividad, únicamente que practicada detrás de un
mostrador con guantes blancos, y más adelante mediante el saqueo, asesinato y
exterminio de pueblos originarios. Como siempre, algunos de sus miserias hacen
flores y jardín. Pero ese tema se vera con mayor exhaustividad más adelante, como asimismo la
coincidente realidad entre pasado y futuro, si recordamos las épocas de ajuste
económico, que nos toco vivir en el siglo XX, que obligo a más de uno a vivir
del “bagayo”, tan solo que según fluctuara el cambio, se bagayeaba de Brasil a
Uruguay, o de Uruguay a Brasil.
Veamos si lo podemos
decir rápidamente. Los hombres y mujeres del territorio de la Banda Oriental,
establecían sus relaciones, a través de la vecindad, y debido a coincidir en el
mercado ilegal de la venta de ganado, ya sea faenado, o en pie. Las autoridades
de la época crean a tales efectos cuerpos represivos de las actividades
ilegales, como asimismo para reprimir la incursión de partidas sueltas que
ingresaban de territorio portugués. Cuerpos como los Blandengues entre cuyos
primeros integrantes se encuentra el futuro prócer de la Orientalidad, Don José
Gervasio Artigas. Don José se integra a pedido del Gobernador, por su
conocimiento, de la campaña y su gente, como también por su reconocido
liderazgo del paisanaje por aquellas dotes que mencionaba José Zorrilla de San
Martin, en “La Epopeya de Artigas”: “Era caudillo entre los intelectuales, e
intelectual entre los caudillos”. LLamalo gil al Gobernador.
Con los antecedentes
ya establecidos, podemos decir sin temor a equivocarnos que, la rebelión
natural de todo ser humano ante cualquier norma de convivencia, aún en términos
aristotélicos, como aquel malestar en la cultura, que obliga al hombre a
ciertos formalismos y represiones. El odio que generaba el dominio español, al
reprimir la única forma de producción, que permitía a los habitantes de éstas
tierras, vivir y reproducir sus condiciones de vida, era algo visceral e
irreprimible.
Es en éste contexto
que Alberto Zum Felde, nos escribe que: “El levantamiento de la campaña contra
el poder español es una rebelión de los instintos. Nada sabe el gaucho de
régimen de gobierno, ni de Leyes de Indias, ni de derechos políticos, ni de
libertad económica, ni de autonomía nacional, solo sabe una cosa, que odia al
godo”.
El godo es opresión,
cobro de impuestos, y represión. El hombre de la época tiene enormes
extensiones a recorrer sin más límites que su antojo, desarrolló estrategias de
sobrevivencia acordes al medio, se hizo
libertario por instinto y naturaleza.
Ahora nos metemos en
terreno humano árido, muy árido, pero para eso estamos; pasemos.
El ser humano está
condenado a ser libre. Esta frase, tan breve y llena de contenido hace
coincidir a dos filósofos del siglo XX, que se caracterizan entre tantas cosas
por ser polos opuestos. Jean Paul Sartre, y
Martín Heidegger, uno libertario extremo de izquierda, el otro, nazi,
pese a quien le pese. Pero coinciden, que le vamos a hacer, coinciden en varias
cosas, pero sobre todo en el tema de la libertad. Libertad como extrema
autodeterminación de los seres humanos. En esto no profesan para nada la
búsqueda del justo término medio, como Norte orientador de las acciones
personales, al modo que pregonaba Aristóteles.
Despacito por las
piedras. Empecemos por Don Martin, que será nazi, pero hay que reconocer que
hizo una de las mejores, si no la mejor antropología existenciaria que se haya
visto hasta el día de hoy. El hombre se encuentra en el mundo abierto a sus
posibilidades, pero también está expuesto a la imposibilidad, y racional o
instintivamente todos lo supieron y lo sabemos. Existe una posibilidad que nos
angustia; y esta es la posibilidad de la imposibilidad de todas nuestras
posibilidades. Dicho rápidamente, nos angustia la muerte. Podemos tener todos
los proyectos en la vida que se nos ocurran, y todos podrán ser, o no. Pero hay
algo que se cumple inexorablemente, y es que vamos a morir. Atenti!, hablamos
de angustia, no temor. Sartre dirá que estamos condenados a ser libres, siempre
podemos elegir, y cuando no elegimos, también estamos eligiendo. Llevado al
extremo el argumento sartreano, lo hacemos coincidir con Heidegger, y se puede
decir que cuando ni siquiera podemos elegir nada, absolutamente nada, aún
podemos elegir. Podemos elegir ante la falta de todas las posibilidades,
nuestra última y posible elección; morir. Acá viene a cuento lo que decíamos
anteriormente, esto es angustia no
temor.
Y ahora volvemos a
esas masas gauchas, que antes que nada eligieron como su gran posibilidad, sin
saberlo racionalmente quizás. Pero por sobre la autoridad del rey español,
optaban por una razón, por la gran aspiración de libertad. Desde su primer
grito libertario, el primero y ya mencionado Grito de Asencio, hasta la
absoluta independencia de la Banda Oriental, por razón o instinto, optaron por
superar la angustia sin temor, y luchar hasta lo último bajo la gran consigna:
“LIBERTAD O MUERTE”.
Algunos, con
desprecio y soberbia, tildan a nuestra patria de estado tapón, un invento a
medida de los intereses ingleses.
¿Y que?
¿Qué país de nuestra
América puede decir hoy, que no fue creado o influido por los intereses del
mercado y las potencias mundiales?
¿Quién puede mirar
por arriba del hombro y decir que su patria es lo que quiso ser?
¿Alguien es capaz de
decir que los fragmentos hoy existentes, son la patria de Bolívar, San Martin,
Artigas, y tantos otros?
Se discute desde
siempre, cual es la gran fecha de la patria, la más importante, la más
relevante o significativa. Desde 1923, a partir del informe Blanco Acevedo,
donde se decide festejar el centenario patrio en 1930, con la inauguración del
Estadio Centenario, y el campeonato del mundo para Uruguay. Hasta las
consideraciones ante el senado del Dr. Julio María Sanguinetti, del 2005, donde
proponía la fecha de 1813.Nosotros, haciéndonos cargo de nuestra condena a ser
libres, optamos por 1811, como fecha fundante de nuestra nacionalidad que dará
lugar al futuro Estado Oriental; y de ésta posibilidad estamos seguros.
Por eso hemos de
empezar, por hablar de ARTIGAS, padre de nuestra patria, y nuestra
nacionalidad. Hace ya largos 200 años que sufrimos embates de dentro y fuera,
para convencernos de nuestro rol en la vida. Separador geográfico de los dos
gigantes de América del Sur, y proveedores de materia prima para Europa y
Norteamérica.
NO. Ni lo uno, ni lo
otro. Iguales ante todos. Soberanos e independientes.
LIBERTAD O MUERTE.
ARTIGAS,
BAQUEANO DE LA UTOPIA
José Gervasio
Artigas, es uno de los colosos latinoamericanos que han sido victimas de
intentos de desaparición; cual coloso de Rodas, lo han querido anatemizar,
defenestrar, y desaparecer. Pero cual figura paterna, odiada y temida, amada y
reverenciada en la temprana infancia de nuestras naciones, vuelve en nuestra
madurez como ejemplo de pensar y actuar.
Don José, el General,
o el Padre, como se le conocía entre sus paisanos, nació un día 19 de Junio de
1764, en Montevideo, localidad de la Banda Oriental de las Provincias Unidas
del Río de la Plata. Hoy capital de la República Oriental del Uruguay, lugar
desconocido para el mismo José. Su abuelo, José Antonio, fue de la partida del
celebre manco Don Bruno Mauricio de Zabala. Aquel ilustre y valiente fundador
de Montevideo. Ocasión en la cual es perseguido por una partida de Charruas que
le dan alcance allende el Río de la Plata, a orillas de otro río más pequeño,
donde es muerto en venganza por su invasión a territorio de la Nación Charrua.
Hoy, en conmemoración de tan magna acción, ese río se llama Matanza, y nomina a
un partido del conurbano bonaerense.
Volviendo a Don José,
diremos que su padre Martín José, casose con Francisca Pasqual Arnal, y el
tercero de sus vástagos fue nuestro ya mencionado José Gervasio, quien fuera
anotado según dudoso registro, donde se dice fue falsificada la firma del cura[i],
el 19 de Junio de 1764. Cursó sus primeras letras en la escuela
franciscana de Montevideo, donde su
familia espectaba un destino sacerdotal, para el niño. Ambición totalmente
frustrada, dado el carácter rebelde, libertario y tumultuoso del futuro
Protector de los Pueblos Libres.
De joven se le
atribuyen correrías en la campaña oriental formando parte de vaquerías que
enviaban contrabando del lado portugués, desafiando el monopolio comercial de
España[ii].
Menos mal.
Este hombre fue líder
de gauchos, negros esclavos y libertos, indígenas, curas, y gente de todo tipo,
color, ideología y laya. No podía, no debía, ser un “Noe” venido del mundo platónico. Al contrario, era un gran
bailarín, jugador de naipes, mujeriego, jinete, y hombre de “ir al frente”, si
había que hacerlo. Era la rediviva imagen del bandido popular descripta por el
gran Eric Hobsbawm, corregía abusos y robaba a los ricos para dar a los pobres[iii].
En 1797, se incorpora
al Cuerpo de Blandengues, mediante un bando del Gobernador de Montevideo, quien
reclutaba voluntarios a cambio de una amnistía para aquellos “facinerosos” que
no estuvieran acusados de homicidios, o enfrentamientos armados contra la
autoridad. Aunque según el amanuense consuetudinario del poder, escribano Sainz
de Cavia, el bando estaba destinado a expurgar
la campaña de bandidos como Artigas[iv].
Mencionemos un hecho
de enorme significación, para la formación ideológica del Padre. Salvando las
distancias y que nos perdone Freud, por invadir su territorio, pero el hecho
tiene tanta signifación psicológica en nuestro tema, como la muerte del hermano
de Lenin a manos del ejército zarista. En el año 1800 de la era cristiana, Don
Félix De Azara, pese, a los alcahuetes como Cavia, Herrera, etc, solicita la
compañía de Artigas, para una expedición a la frontera.
La expedición tenía
`por finalidad, el asentamiento de familias españolas en la zona. Así es que
expulsando ocupantes portugueses, se funda Batoví. Seguramente que Artigas tuvo
oportunidad de debatir con Azara, los problemas socioeconómicos, y políticos
que eran preocupación central de los habitantes más humildes y desamparados de
estas comarcas. Don Félix, fue sensible a sus conversaciones con Don José, ya
que elevo un informe censurando, el acaparamiento del suelo, el desperdicio de
recursos, y el mal manejo de las estancias. Recomendaba dar libertad, y
posesiones a los indios cristianos y reducir a los “infieles”, redistribuir
tierras a favor de los indígenas (que fea palabra) y los pobres. Sostenía que
la única forma de controlar el contrabando, era legalizando, y reglamentando el
comercio con la colonia Lusitana. Pobre Félix, era un ingenuo.
El futuro protector
no era ingenuo, Azara, volvería a España, pero el sabía que no podía haber
proyecto de futuro en estas tierras sobre la base de la exclusión. Pobres,
gauchos, negros, aborígenes, eran su principal preocupación. El latifundio, la
explotación del hombre por el hombre, no podían ser el camino para su tierra.
Mencionemos otro hecho
de signifación. En 1805, se casa con su prima, Rosalía Villagran. No, no había
amor, pero era la única manera de sacarla de la indigencia y el oprobio de la
pacata sociedad de la época. Emiliano Zapata, por mencionar un solo
revolucionario posterior, fue de los hombres, u Hombres, así con mayúscula, que
preocupados por los pobres, y entre ellos las mujeres solas. No hesitaban un
segundo en ampararla con su nombre, su honor, y de ser preciso con su facón.
De cómo Artigas y su pueblo van a la revolución y la
revolucionan
25 de Mayo de 1810, fue el gatillo de la
crisis del precapitalismo local. En lugar del Virrey, gobernara una Junta que
redibujara las líneas del poder, y el
equilibrio interno.
Febrero de 1811,
presencia la adhesión de los Orientales a La Revolución de Mayo. Artigas viaja
a Buenos Aires el 7 de Marzo, y se pone a las órdenes de la misma quien le
confiere el grado de Teniente Coronel. Inmediatamente pasa a la Banda Oriental
donde inicia acciones contra la Plaza Fuerte. La principal fue la batalla de
Las Piedras, que significo, el primer gran triunfo de la Revolución de Mayo,
salvando a Bs. As, de ser ahogado por la reacción española. Con un Belgrano
batido en el Paraguay, y desecha la escuadra revolucionaria en el Paraná, el riesgo de un desembarco de
tropas al mando del Virrey Elio era inminente. En Las Piedras el ejercito
español queda maltrecho y humillado, luego de la batalla se le pone sitio a
Montevideo.En el mes de Octubre, a instancias de Lord Strangford, embajador
británico en Río de Janeiro, y debido al pedido del Virrey Elio solicitando la
intervención del ejercito portugués (subordinado a su vez de Inglaterra),
Manuel de Sarratea, enviado por Bs. As, firma un armisticio, entregando la
plaza de Montevideo a un Virrey español, bajo dominio portugués
Octubre 1811- Artigas
se retira con su tropa gaucha del sitio de Montevideo, es seguido por casi toda
la población. Quienes antes de ver su tierra entregada a los poderes de España,
Portugal e Inglaterra, prefieren dejar tras de si una tierra arrasada, e irse a
vivir, junto a Don José. Solo les
esperaba, la mayor pobreza, y falta de recursos. Pero como reminiscencia
bíblica rediviva y secular, iban tras el Padre. Aquel que sintetiza pensares y
sentires. El caudillo interpretaba el sentir de la masa y por ella actuaba y
hablaba.
Pero había algo más.
La masa desposeída, interpreto al caudillo. No eran los hijos siguiendo al
padre buscando el amparo de infante. No, era un pueblo que maduraba ideas libertarias,
de igualdad y justicia en ruedas de mate y ginebra, o en los fogones, de esta nueva entidad, que discrepando con
grandes autores diremos que no era el caudillo, o no era solo el caudillo la
nueva entidad. Lo nuevo era un pueblo donde se discutía el presente y el futuro
El pueblo, la gran masa campesina vivía en condiciones de la más elemental
precariedad, producían por lo general en las pequeñas parcelas que el
latifundista le dejaba para armar un rancho y una pequeña huerta. Sin embargo
había una gran y fluida relación entre estas gentes. Dos lugares y actividades
eran punto de reunión e intercambio. La pulpería y la vaquería. Las masas campesinas
orientales no eran un saco de manzanas, desentendidos unos de la suerte de los
otros, cual fueron descriptos años después los campesinos franceses por Marx.
Detengámonos un poco
en este punto porque es central para nuestro tema.
A Artigas lo seguían
como ya hemos dicho, familias enteras de todas las etnias, que en ese momento
confluían en la Banda Oriental. Todas traían su particular aporte cultural para
construir a partir de ese momento la identidad de Los Orientales. El
sincretismo cultural de todas estas etnias encuentra expresión y síntesis en un
padre secular, vivo y palpable. El campamento artiguista constituyo una
fabulosa red multicultural, donde se encontraron hombres y mujeres que a través
de su relación con las fuerzas productivas y medios de producción; producían y
reproducían su vida en un modo de producción entre feudal y semi
capitalista, con la clara oposición de los sectores urbanos que se encontraban
en la etapa de la acumulación originaria. Como tales mantenían relaciones con aquellos
que a nivel nacional e internacional, se encontraban inmersos en los avatares característicos
de los albores de la Revolución Industrial.
El choque era
inevitable. Guerra de los opuestos, diría Heraclito. Dialéctica, Marx.
No solo eran
diferentes culturas enfrentadas. Eran diferentes intereses. Unos buscaban
rentas, otros justicia. Unos mercados, otros una patria.
Las condiciones materiales
de vida de unos y otros producían condiciones para un inevitable
enfrentamiento.
Había un caudillo,
pero estaba en formación una clase social, que dejaba de ser en si, y ahora era
para si. Era un pueblo en formación, con
conciencia, con coraje, y con liderazgo, la cosa crece desde el pie,…”no hay
nada más lento que un pueblo haciendo su historia”, diría don Alfredo
Zitarrosa.
Sobre como los habitantes de la Banda Oriental, se
vuelven Pueblo Oriental
Como quedo dicho, un
pueblo es lento haciendo su historia, sin embargo, la conformación de un pueblo
en Nación, en el caso de los Orientales fue algo sumamente ágil. Repetimos que
había cosas en común, la tierra, la forma de producir y reproducir su vida, y
el odio a todo lo español. La vida en El Éxodo, fue más dura de lo que hoy nos
podemos llegar a imaginar, las familias pasaron hambre y frío de la mayor
crueldad, las privaciones eran de todo tipo. En cada cruce de ríos o arroyos,
se perdían animales, carretas, y todas las pertenencias que algunos llevaban
consigo, quedándose por toda pertenencia con su orgullo de rebelde y la ropa
puesta.
Pero esto no era
nada, absolutamente nada, en varios cruces, murieron niños y ancianos, que eran
arrastrados por la corriente, los medios eran escasos, las fuerzas flaqueaban,
había muchos ideales pero muy escasos recursos. Si antes tenían en común la
tierra, el trabajo, y el odio al opresor, ahora los unía también el dolor y el
sufrimiento, quizás los sentimientos que despiertan la mayor unión y
solidaridad entre seres humanos.
Viene a cuento, que
se puede considerar humano, al menos desde ciertas perspectivas.
Jean Paul Sartre planteaba
que los seres humanos estamos dotados de una conciencia, no es un órgano, pero
tomémoslo como algo similar a los efectos de comprender el tema, y que disculpe
Don Juan Pablo. Pero veámoslo así, tenemos conciencia, pero por ahora es
“conciencia en si”. A la vista de un fenómeno, ya sea un pensamiento, un sueño,
o algo material, tomamos conciencia de que somos seres conscientes. Más fácil,
ahora tenemos conciencia de nuestra conciencia. Tenemos conciencia para si ¿Pero
esto nos hace humanos? No, aún no.
Hay una tercera
instancia, el hombre ya tiene conciencia de su conciencia, pero es humano, o se
humaniza cuando se mira en la mirada del otro. Ese otro soy yo en otros ojos,
en otro cuerpo. Yo mismo en otro. En otros términos, MISMIDAD/ OTREDAD.
Para otro celebre
pensador llamado Samuel Levinas, nuestra humanidad se da en presencia del
rostro del otro, ya no es mirarse en la mirada, es ver y que nos vean el
rostro.
Sea como sea, ambos
pensadores lo hicieron luego de uno de los mayores holocaustos de la humanidad
como fue la segunda guerra mundial. Allí se buscaba con desperación la
humanidad, el ser humano capaz de amor, de solidaridad y sacrificio, por el
bien del “otro”.
Podemos vernos en el
otro como un igual, como un sujeto, de
amor y fraternidad. O como viéndonos en un espejo, donde la imagen que nos
devuelve es monstruosa y execrable.
Esto sucedió por
ejemplo con los Generales Roca o Rivera. Consideraron a los pueblos originarios
como la otredad, cuando se miraron en ellos consideraron que la imagen que
devolvía el espejo no era la de hombres iguales a si mismos, vieron una imagen
monstruosa a la cual se podía y se debía eliminar en aras de que sus iguales
pudieran expandir sus estancias. E l capitalismo exigía ampliar territorios
para expandirse comercialmente. Los aborígenes eran la otredad, y esa otredad,
no era una otredad en la cual reflejarse, enriquecerse, y reconocerse. Era una
otredad que quizás permitiera enriquecerse, moral, cultural, o espiritualmente,
pero el enriquecimiento debía ser monetario, y estos seres en estado de
salvajismo, podían permitir un gran avance en términos morales, no monetarios.
Pero no iban a permitir la ocupación de sus territorios fácilmente, así que la
alternativa fue el exterminio. Como quien fumiga cucarachas, o alimañas, así
los trataron. Quienes tuvieron más suerte fueron exhibidos como animales
exóticos, cual fue el caso del cacique Charrúa, Vaimaca Pirú, y su compañera
Guyunusa, en París. O los aborígenes traídos al Museo de La Plata por el Perito
Moreno, para ser estudiados como bichitos. Esto mismo lo vimos quienes vivimos
en este tiempo con las dictaduras militares. Había una mismidad que poseía el
poder de las armas, y todos aquellos que representaban la otredad de los
pueblos marginados, y oprimidos eran la imagen monstruosa a desaparecer. Y eso
hicieron.
Pero volvamos al
campamento Artiguista. Los negros no veían al blanco como otredad, los indios
igual con los gauchos, los gauchos se veían iguales a pardos, morenos, zambos,
etc., etc.
Unos se veían en la mirada
y los rostro de los otros como a si mismos. Eran mismidades confrontadas a
otredades que mirándose en los ojos y el rostro se volvieron una gran mismidad
llamada Pueblo Oriental. Ahora existe una Nación. La Nación Oriental.
Paradójico destino el
de ésta entidad. Se forjo en el exilio, en la Banda Occidental, el Ayuí. En la
otredad enriqueció su mismidad, y a su vez enriqueció a la otredad. Quizás esto
explique el cariño y muchas veces la admiración de los argentinos hacia los
uruguayos, muy pocas veces correspondido.
En el exilio, vivimos
miles de Orientales. Somos otredades insertos en sociedades ajenas, donde
trabajamos, nos enamoramos, tenemos hijos y nietos sin olvidar nunca el
paisito.
Cuando volvemos a la
amada tierra, también somos otredades.
Para los antiguos
griegos había un solo castigo peor que la muerte, y era el extrañamiento total,
el destierro.
Los griegos salvando
las distancias sintieron lo que nos ha tocado a muchos uruguayos. Vivimos
pensando en el país, en la gente amada, tan
lejos y añorada. En nuestro barrio, la escuela, los amigos, la playa, la
tierra. Nuestro héroe máximo muriendo lejos, primer
gran exiliado. Nuestros compatriotas que siendo nosotros mismos, muchas veces
nos hacen sentir lejanos, extraños de extrañamiento total. Nadie se quiere ir
por gusto de su tierra, ni Artigas, ni el último de los seres anónimos que nos
fuimos. Ni el peor de los seres ni el primero de los Orientales merecen el
sentirse ajenos en su propia tierra. Pero es lo real, es lo que nos impulsa a
escribir, a ser y a estar pese a quien pese, y guste a quien guste. Somos los
desterrados, los extrañados.
Somos los Orientales
del Ayuí.
Años XIII al XV, LO BUENO, LO MALO, Y LO FEO
El hacer la historia
en el año 1813, encuentra a la ex colonia reuniendo una asamblea que será recordada para la
posteridad como la Asamblea del año XIII.
Con clara influencia
de Rousseau, y de los conceptos de Paine, Artigas delinea con su pueblo, lo que
serían para el futuro las líneas democráticas y federales que inspiraron la
acción e ideas de los más grandes prohombres de la patria, hasta verlas
plasmadas en la constitución argentina del 53.
Detengámonos solo por
un momento, en un documento poco frecuentado por la historiografía, pero que
habla a las claras del ideario Artiguista. Nos referimos al proyecto de
Constitución para la Banda Oriental escrito por el mismo Artigas, también en el
año 13. En el se delinean claramente las diferencias del carismático
revolucionario oriental con las aspiraciones revolucionarias de algunos grupos
de otras provincias.
Recorriendo su
articulado y a modo muy general podemos ver en su, Art. 1º, derecho de
resistencia ante la opresión, Art. 2º -
Libertad de cultos, y valga la transcripción del articulo 3º para ver las referencias implícitas
a Rousseau.
Art. III) La
legislatura autorizara y requerirá a los diversos pueblos, curatos, distritos,
y otros cuerpos políticos, para hacer a sus expensas los establecimientos de
escuelas para la enseñanza de los niños y su educación; de suerte que se tendrá
por ley fundamental y esencial, que todos los habitantes nacidos en esta
Provincia han de saber leer y escribir, pues deberá ser uno de los cargos más
fuertes que se haga al juez, la falta de no obligar a un habitante propietario
en poner a sus hijos en la escuela, a fin de que logren las enseñanzas de los
derechos del hombre y de que se instruyan en el pacto social que el pueblo
estipula con cada ciudadano, y cada ciudadano con todo el pueblo.
En este caso resulta
cuando menos llamativo, como, se adelanta casi siete décadas a la famosa ley
1420 de educación sancionada en Argentina en 1884. Pero no era solo esto si no
también la igualdad ante la ley (arts 6 y 7), el debido proceso (Art. 11),
libertad de imprenta, sufragio universal (Art. 16).
Volviendo ahora a la Asamblea
de 1813, como quedo dicho, este era un verdadero programa político, donde los enviados a la
Asamblea, llevaban el claro mandato de defender la absoluta independencia de la
corona española y de cualquier otro poder, la adopción del sistema republicano
de gobierno, la libertad civil y religiosa, creación de gobiernos provinciales
autónomos, división de poderes y garantías constitucionales para las autonomías
provinciales.
Asistieron seis
delegados Artiguistas a la asamblea, cinco sacerdotes, y un laico, Felipe
Cardozo. Todos fueron rechazados, argumentando vicios de elección. Pero no
conforme con esto, el único que no era sacerdote es acusado de sedición,
juzgado y deportado a La Rioja paraje lejano e inhóspito por entonces. Donde aún
no había aeropuerto para exportar aceitunas pero por sus calles ya andaba un jovencito de
nombre Facundo, que luego influiría en la historia nacional y provincial.
La Asamblea si bien
se puede considerar un hito fundamental de nuestra historia, también es uno de
los hechos más paradójicos. Veamos porque. Se puede mencionar en primer término
el hecho de ser una Asamblea Constituyente que no aprobó ninguna Constitución,
si no que instaura una dictadura al conferirle facultades extraordinarias al
Directorio. Mayor aún la paradoja de que su carácter le imponía constituir un estado independiente, pero no
lo constituye ni declara la independencia, aunque acuña moneda y produce su
propia legislación. Copiaba en gran parte la legislación española y el fantasma
Kantiano del deber ser que acosa a Artigas, también lo hace con la
constituyente.Sigamos en el paradojal terreno del deber ser de tan particular
Asamblea, y comprobamos que hay ciertas particularidades en el juramento de los
diputados, cuando menos llamativos para el posterior desarrollo de los hechos.
-“¿Reconoceis
representada en la Asamblea General Constituyente la autoridad suprema de las
Provincias Unidas?”
-“Si” (obvio)
-¿“Jurais reconocer
fielmente todas sus determinaciones y mandarlas cumplir y ejecutar? ¿No
reconocer otras autoridades sino las que emanan de su soberanía “¿ Conservar y sostener la
libertad, integridad, y prosperidad de las Provincias Unidas del Río de la
Plata, la Santa religión Católica, apostólica, romana, y todo en la parte que
os comprenda?”
-“Si”.
Bueno. Que lío. ¿Que
andaba pasando? No le juran fidelidad a Fernando, y asumen la soberanía popular.
Ahora entonces habría que bancarse la reacción de España. La diplomacia
británica cual sombra omnipresente en la vida de estas tierras era el nexo
entre la corona de España y estas colonias. ¿Hay que ser muy suspicaz para ver
su mano tras todas estas paradojas?
Napoleón generaba
grandes resistencias en Europa y se veía venir que iba a enfrentar momentos
difíciles, pero aún así nada aseguraba que la situación cambiara en el corto
plazo. Por consiguiente había que preservar intereses políticos y económicos.
Lo cual requería caminar por la fina cornisa del mercado mundial, dominado por
Inglaterra pero donde el protagonismo español en el caso de retomar Fernando el
trono, iba a provocar una dura reacción contra los afanes independentistas de
las colonias.
Con otras palabras,
el misterio de una Constituyente sin Constitución es explicable, viendo que es
una copia de la Constitución española del 12; buscaron la forma de preservar el
contacto con el juntismo español, y su aliado británico. Caso contrario, el
aislamiento seria inevitable, y el fantasma descuartizado de Tupac Amaru no era
una agradable visión para la burguesía porteña.
¿Vamos por buen
camino ahora, para explicar porque los diputados Artiguistas eran indeseables?
Y no solo los Artiguistas, también los Sanmartinianos eran una complicación,
aunque no tanto como los primeros.
Artigas probablemente
no supo ver o se opuso al razonamiento de todo lo expuesto anteriormente. Si
bien el Jefe de los Orientales, proponía una unión defensiva y ofensiva no tenía
para ello un plan definido. Lo que si era claro es que para una política
ofensiva, defensiva, se requería un ejército equipado a los efectos. Y esto a
su vez depende de una política tributaria unificada, cuyo centro por supuesto
seria Bs. As. Algo inadmisible, para el Oriental. Artigas pretende un gobierno
donde todas las provincias “…tengan igual dignidad, iguales privilegios y
derechos, y cada una de ellas renuncie al proyecto de subyugar a otra”. Claro
que los prestamistas que financiarían al ejercito residían en Bs. As., y no se
iban a avenir a permitir que les alejaran las tetas de la vaca, querían ordeñar
solos y todo para ellos. Artigas en medio de este panorama es declarado “infame
traidor a la Patria”.
San Martín contrariamente, por si mismo, o por
miembros de su logia veía que Fernando podía derrotar a las colonias por
separado. Pero era una homérica tarea enfrentar una guerra continental, dictada
no solo en terreno ajeno a las tropas provenientes de la península, si no que
la guerra era dictada en términos que obedecían a la gramática dialéctica del
mercado mundial.
Retomando, visto el
fracaso en el envío de los delegados orientales, se reúne un nuevo congreso a
fines de 1813, ya totalmente digitado por las autoridades porteñas.
Esto provocara la
retirada de Artigas del segundo sitio de Montevideo, iniciado en 1812.
El 20 de Enero de
1814, se quita el uniforme del ejercito y se retira vestido de paisano seguido
por gran parte de su tropa, nuevamente rumbo al Norte. A partir de ahora las
tropas orientales pelearan contra Bs. As, quien no los necesitaba para romper
el Sitio, ya que se estaba armando la flota al mando de Brown. Pero si los
necesitaba para mantener luego la plaza. Luego de varios combates entre si, 1815
encuentra a los Orientales frente al gobierno de su provincia, en un primer
momento por un primo de Artigas, Fernando Otorgues, proclamando el mismo el día
20 de Febrero: “están rotos los lazos que unieron a los orientales con Buenos
Aires”.
Buenos Aires ahora
podía pensar en el frente Norte.
“QUE LOS MÁS INFELICES SEAN LOS MÁS PRIVILEGIADOS”
El año de 1815,
aparece para la Banda Oriental, como un año de relativa tranquilidad, donde las
relaciones con Buenos Aires, si bien no eran buenas tampoco generaban
conflictos. La preocupación entonces ahora se dirigirá a la reorganización
social, política y económica. Se buscara reorganizar y alentar el comercio y la
producción ganadera. Algo que dicho ligeramente o pensado contemporáneamente podría
ser más sencillo de lo que realmente fue en aquel momento. En este sentido
hemos de decir aunque suene a Perogrullo, que premisa fundamental de toda revolución
es la destrucción de las retrasadas relaciones de producción, y de las fuerzas
políticas concurrentes de dichas relaciones. En este contexto, y dando por
comprendido que jamás en Artigas se dio el afán de lucro o enriquecimiento,
poseía la suficiente capacidad moral como para mediar y arbitrar entre Tirios y
Troyanos. Tanto perseguía a los especuladores y aprovechados comerciantes
montevideanos como a sus propios tenientes, que intentaban realizar corambres
en su beneficio personal. La propiedad privada no es la cosa apropiada, sino la
relación de apropiación. Cuando un sector de la burguesía expropia a otro
sector de la burguesía, deja totalmente intocada la propiedad como relación de
explotación de trabajo humano. Apoyados sobre la debilidad y recientismo de las
relaciones burguesas en el mundo colonial, aquellos hombres con mando de tropa
en el ejercito revolucionario artiguista, en algunos casos se abrogaron el
derecho de expropiar y explotar en beneficio propio antiguas haciendas de
aquellos opositores a la revolución. Con Otorgues cierto sector de la burguesía
que apoyo la revolución artiguista hizo pata ancha comenzando un ciclo de
acumulación originaria basado en la confiscación de los vencidos y en la
extorsión al Estado. Por su parte los caudillos
militares elevados a puestos con poder de decisión, comenzaron a
apropiarse de ganados y a cuerear en beneficio propio con voracidad que
asombraba hasta a los voraces
comerciantes montevideanos.
Estas partidas
sueltas, obviamente que ni siquiera arañaban la propiedad privada, arruinaban
unos propietarios, pero enriquecían a otros. Terminaron siendo cómplices de lo
peor de la burguesía comercial y portuaria montevideana, inglesa y portuguesa.
De esta forma dos clases aparentemente
antagónicas, terminaban mancomunadas en aras de intereses puramente capitalistas.
Entre tanto toda una generación de pequeños propietarios se habían criado en el
resentimiento ante el proceso acaparador
de tierras durante el periodo colonial por parte de los amigos del `poder o de
aquellos que ejercían el poder de las armas. Junto con los grandes hacendados coincidían
en que las partidas sueltas significaban la ruina de la campaña. Artigas,
sensible a estos requerimientos toma un conjunto de medidas para evitar las
partidas. Aunque a su vez comprendía que la sola militarización de la campaña
no significaba la reorganización social y económica, si no que había que poblar
esa campaña, facilitar el acceso a la tierra de forma democrática, teniendo a
la base la convicción que esto no era un problema de los hombres y la tierra si
no un problema que refería a la relación de los hombres entre si.
Solo un derecho al
modo burgués seria la solución. Tierra libre y hombres libres era el
requerimiento de la hora. El Reglamento Provisorio de 1815 avanzo decidida y
radicalmente en ese sentido. La revolución tenía la imperiosa necesidad de
reglar la distribución equitativa de la tierra que en términos Artiguistas
equivalía a repartir la tierra de la misma jacobina manera que concebía la
financiación de la guerra. Los gastos de la misma, corrían por cuenta del
enemigo. La tierra de los malos europeos y peores americanos seria repartida
entre los mas infelices de tal modo que “los mas infelices sean los mas
privilegiados”. Las masas desheredadas que clamaban por un lugar en la sociedad
ahora ven sus aspiraciones traducidas a la acción, lo que la opresión colonial
les negó, un lugar en la tierra, se hacia realidad a instancias del artiguismo.
Los gauchos alzados
comenzaban a gustar del trabajo honrado, levantaban ranchos, corrales,
plantaban sus primeras sementeras. Por primera vez veían concretamente que la
tierra no tenia porque ser un privilegio de pocos, ya sea por la prepotencia
del dinero, o de caudillejos ensorbercidos en su propio poder. El sueño roussoniano
de la igualdad entre los hombres ante si
y ante la ley, se hacía realidad. Era la comprobación empírica y dialéctica de
la mutua comprensión entre el gran caudillo y la masa.
El “camino
norteamericano” del que luego hablaría Lenin se abría paso en el camino de la
revolución radical.
Pero…….
La creación de la
pequeña propiedad rural era el camino de avanzada, por el nacían las relaciones
sociales libres. Artigas era, y tenía
que ser, el mejor defensor de la propiedad privada burguesa y el peor enemigo
de la propiedad señorial, en tanto y en
cuanto ésta implicaba el mundo del vasallaje y la subordinación personal.
El camino de la
propiedad privada era por esos días lo mas revolucionario. Permitía al
trabajador volcar sobre la tierra lo mejor de sus esfuerzos, ahora podría
planificar para su futuro y el de su familia, ahorrar, y acumular finalmente,
haciendo uso de lo mejor que la técnica disponía en el momento.
La garantía acerca de
la propiedad de la tierra descansaba anteriormente en la devoción al caudillejo
local y a la arbitrariedad de este en cuanto a su evaluación respecto a la
devoción del aparcero. Este modo de producción languidece sin renovación
tecnológica, con producciones estancadas, y el hombre pervive en tanto
sacrifique su libertad.
Las huestes
artiguistas por supuesto que no tenían conciencia de todo esto, más que de un
modo meramente intuitivo o sensorial.
La elevación de su
conciencia hallo el tope en la invasión lusitana.
Junto a los invasores
se alinean condicionalmente los comerciantes montevideanos, junto con los
grandes y medianos hacendados. Porque la patria es un sentimiento que
trasciende emociones y sentimientos, convirtiéndose en algo que trasciende la
razón para convertirse hasta en razón de vivir. Pero…claro, si tengo que
prestar la pelota, o ir al arco por tronco, me paso al otro cuadro. Así
hicieron los burgueses del momento, entregando la patria al invasor, sin compasión, y con todo el rencor.
Pero no solo esto, si
no que Artigas, no había triunfado totalmente en el campo.
La relación
hombre-tierra, tan notoria había ocultado, la verdadera relación subyacente
tras ella. La tierra era apenas, o nada más y nada menos, un medio de
producción. Cuando los pequeños hacendados artiguistas creían vincularse con la
tierra, no estaban haciendo otra cosa que vincularse entre si. Estableciendo un
vínculo en ese momento absolutamente revolucionario.
Pero….sobre la
mitificación de la vinculación hombre-tierra operó la invasión portuguesa. El
traidor Rivera; perdón un excursus necesario. Hablamos de Fructuoso Rivera, el
hombre que se encargo de extinguir los últimos indios del Uruguay, fundador del
Partido Cisplatino, luego Partido Colorado, como se denomina hasta hoy. Hacemos la aclaración porque luego varios
historiadores de ese signo partidario ante lo impresentable de su fundador
pretenden reivindicar las vinculaciones de Artigas con los aborígenes, y todo
esto como fundamento de la cruzada artiguista, a modo de exculpar el origen
vergonzoso del partido que gobernó el Uruguay durante más de 160 años. Como si
su fundador no hubiera traicionado a Artigas, ni hubiera sido el precursor de
Roca.
Retomando, Rivera y
el invasor Lecor, transan sobre un aspecto, los hombres del campo no serán
inquietados en su posesión. Luego del triunfo portugués, esto se hace decreto.
De esta manera el
poder portugués protege la mística relación del hombre con la tierra. Pero en
realidad no era así, si no que destrozo
la verdadera relación, que era la de los hombres entre si. Y esta no era
una relación cualquiera, si no una relación revolucionaria y democrática de los
artiguistas hombres del campo. A partir de ese momento la historia da un paso
atrás y se retoman las relaciones de subordinación a aquellos que ejercían el
señorío; en general un grupo de nuevos “peores americanos”.
Caudillejos traidores
y cobardes vendidos al mejor postor y
comprados para ejercer un concupiscente poder a titulo de Portugal, y detrás de
todo, Inglaterra.
Cuando en 1824-25,
los portugueses comienzan a expulsar en masa a los donatarios artiguistas, y a
los poseedores sin titulo a favor de la oligarquía, los hombres del campo,
comienzan a comprender que la tierra era meramente el corolario de las
relaciones revolucionarias, pero a esa altura Artigas era un mito viviente
irrepetible, a tal punto que aquellos que lo traicionaron en masa fundan un
partido que luego gobierna el país en la mayoría de sus periodos democráticos
hasta poquísimo tiempo antes de escribir estas líneas. El Reglamento Provisorio
de Tierras, cayó inexorablemente en el olvido.
La última revolución,
o el último intento revolucionario en Uruguay Fue en 1903, y las consignas ya
se habían degradado tanto que su objetivo de máxima era una leyenda que llevaban
los gauchos escrita en sus binchas: “Aire libre y vacas gordas”.
Como hemos dicho, el
Reglamento cayo en el olvido, “la revolución es un sueño eterno”[v],
y sin embargo sigue habiendo artiguistas, tal
vez por ser un “imprescindible”, o porque “de fogón en fogón se oye la
voz” de todos aquellos trabajadores que aún sin comprender cabalmente intuyen
que todo lo construido y producido es fruto de su plusvalioso sudor y sangre. Como aquel obrero a quien su patrón
ofrecía riquezas a cambio de deponer su rebeldía.
Veía cosas, objetos
El lucro de su patrón
Y en todo lo que veía
Misteriosamente había
Una marca de su mano
Y el obrero dijo: ¡No!
-¡Locura!- gritó el patrón.
Yo te lo doy todo a ti
-No puedes- dijo el obrero
Darme lo que es mío a mí.[vi]
Nos quisieron hacer
ver un Artigas de derecha, otro de izquierda. Un bandolero, un ecologista,
Artigas fue Artigas. Y nadie puede darnos lo nuestro a nosotros
[i] Archivo Artigas. Tomo I
[ii] Villalobos Sergio, Comercio y Contrabando en
el Río de la Plata, EUDEBA, 1986
[iii] E.J. Hobsbawn, Rebeldes primitivos,
Barcelona, Ariel 1968
[iv] El
Protector de los Pueblos Libres, mencionado en Todo es Historia nº 356. “El
Bandido Artigas”.
[v] Rivera
Andrés, Planeta Bs. As. 1998
[vi] De Moraes Vinicius. Antología, Bs. As, De la
Flor, 1984
Bibliografía: Evolución histórica del Uruguay, Zum Felde A.
Mvdeo, Maximino García 1941
Artigas, Ramírez Carlos
M. Mvdeo, Biblioteca Artigas 1985.
Artigas, tierra y
revolución, De la Torre, Rodríguez, , De Touron, Mvdeo EPU, 1970
Artigas, Abella Gonzalo,
Mvdeo,Betum San,2005
Artigas, Paris de Oddone,
Bs. As, Pagina 12.
Seamos libres…..Galasso
N, Bs. As. Colihue, 2000.
El País que Estallo,
Horowicz A, Bs. As. 2005
Historia Argentina, Perrone
J., Bs. As., Ed. Unidos 1981
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