TOMAS MOULIAN, UNA VISION DEL PROCESO POLITICO CHILENO DESDE LA DICTADURA HASTA PIñERA
“En Chile hay una larga continuidad del modelo neoliberal”
El cientista social chileno asegura que el modelo neoliberal aplicado en
Chile empezó antes que en el resto de América latina y está sostenido por una
sucesión de gobiernos democráticos, tras su comienzo en la dictadura de
Pinochet.
Por Mario Toer y Federico Montero
–Los procesos que tienen lugar en América latina por cierto cuentan con sus
particularidades, pero el caso de Chile parece diferenciarse bastante de las
experiencias que vienen intentando construir lo que podemos llamar alternativas
al neoliberalismo. ¿Qué podrías decirnos sobre eso?
–Uno podría decir muchas
cosas, y para ello hay que partir por el pasado reciente. En Chile la sociedad
neoliberal empezó a constituirse durante la dictadura militar, en abril de
1975, es decir que Chile fue profético para lo malo. En abril de 1975 se aplicó
el programa de shock, instalado por intelectuales neoliberales, economistas,
formados en la universidad de Chicago, que rompía con los modelos de desarrollo
económico industrializadores con intervención del Estado que habían existido en
Chile previamente. Lo hicieron porque creían que ese modelo anterior no
permitía un desarrollo capitalista pleno. Ese programa neoliberal dio frutos no
muy espectaculares durante la dictadura, pero fue mantenido con obstinación.
Todos los ministros de Hacienda que siguieron continuaron con ese programa,
incluso después de la crisis económica de los ’80 y lo más importante es que
ese programa también continuó durante los gobiernos de la Concertación. Los
gobiernos de la
Concertación introducen un cambio político muy importante, el
paso de un régimen autoritario a una democracia representativa convencional.
Pero ninguna de las esperanzas que algunos grupos habían hecho durante el
período de la dictadura –que podríamos ir más allá de la simple recuperación
democrática– se pudieron realizar. Ello porque la Concertación, que
primero se llamaba Alianza Democrática, continuó con la aplicación del modelo
neoliberal y fue más allá que la dictadura. Privatizó una serie de empresas
públicas que existían en Chile e instaló un neoliberalismo con democracia que
en otros países de América latina, Argentina con Menem por ejemplo, también se
instalaron. Digamos que Chile fue profético, se anticipó en la instalación de
este modelo, que modificó sustancialmente la estructura económica anterior.
–¿Cuál fue el motivo de
que se frustraran esas expectativas a la salida de la dictadura?
–La Concertación
consideró que los cambios que había prometido no podían realizarse porque se
corría el riesgo de que los militares empezaran a tratar de impedirlo. Algunos
dicen que hubo un pacto entre los principales dirigentes democráticos y
personeros del régimen militar para continuar el mismo modelo social que había
instalado la dictadura. Eso seguramente es así, pero también es cierto que los
principales dirigentes que llegaron al gobierno con la Concertación habían
llegado a la conclusión de que este modelo con predominio de mercado y poca
intervención estatal podía dar frutos mejores que el modelo anterior, con
intervención estatal. Hay que decir que se trata de una época histórica y de
procesos que en otras partes del mundo también se habían realizado. Thatcher,
Reagan, habían llevado a Europa a este modelo neoliberal. En Chile, pese a que
durante la dictadura hubo un éxito relativo –no espectacular– este modelo se
continuó aplicando con la
Concertación. Eso hace que Chile sea una excepción en América
latina. Hoy en día tenemos un gobierno de derecha que tampoco modifica mucho
las cosas que hizo la
Concertación. Entonces hay una larga continuidad del modelo
neoliberal y fuerzas sociales que no están dispuestas a cambiar los rasgos
fundamentales de la sociedad que se instaló. Por supuesto se han ido limando
los aspectos más excluyentes, pero con límites.
–Entre sus trabajos,
Chile actual, usted hace un balance de la Unidad Popular. Es
notable, desde la perspectiva actual, que los dos principales partidos, el PS y
el PC, que componían la
Unidad Popular, inviertan en democracia el posicionamiento
relativo que tenían en aquel momento. ¿Qué podría decir sobre cómo han
procesado unos y otros aquella experiencia?
–En Chile, los
principales actores políticos son los partidos. Entonces, para entender por qué
se mantiene un modelo con rasgos neoliberales es muy importante la evolución
del Partido Socialista, que es el primero que evoluciona y pasa de las
posiciones que tuvo durante la Unidad Popular –a la izquierda de los comunistas
en la coalición–, a convertirse en un partido que busca generar un bloque con
el centro político demócrata–cristiano. Del PS se escinde lo que después se
llama el Partido Por la
Democracia (PPD), que al principio intenta agrupar a los
sectores opositores, pero después, con la modificación de las leyes políticas
oficiales, se transforma en un partido más. Un partido de izquierda hacia el
centro. Entonces, el Partido Socialista y esa izquierda del PPD abandonan el
espacio de izquierda marxista conformada por el PS y el PC, una izquierda
revolucionaria, en la que uno adhería fielmente a la URSS y el otro adhería en un
momento a Yugoslavia. Eso cambia radicalmente después del golpe. Uno de los
efectos del golpe es generar una izquierda nueva, que se constituye en la lucha
contra la dictadura. En ese proceso, los socialistas dicen “son tiempos nuevos,
el final del siglo XX y el XXI serán distintos”. Efectivamente, la transición
chilena transcurre en el medio del proceso de destrucción de la Unión Soviética, y
eso también deja a esos partidos sin sus referentes históricos. Lo único que
sobrevive es Cuba, pero Cuba con el PC no tenía mucho que ver y el mismo Fidel
Castro recomienda en Chile caminos moderados. Surge entonces una izquierda
distinta, que realiza pactos con la Democracia Cristiana,
pactos que la DC
no había querido realizar en el período de la dictadura. Recordemos que el PC y
el PS, es decir, la
Unidad Popular que quedaba después del golpe, habían
insistido en un frente antifascista y la Democracia Cristiana
no quiso saber nada con ello. Entonces, finalmente se hace un pacto PS-DC, pero
muy lejos de las ideas del pacto antifascista, que implicaba cambios en el
modelo. Tenemos un PS que también se inclina por la continuidad del modelo, con
modificaciones, con políticas sociales que lo modifiquen, pero conservando los
elementos centrales. A eso yo le llamé transformismo. No sé si usaría el
concepto hoy en día, pero tenemos una izquierda muy distinta de la que existía
antes. El otro factor que también hay que poner en el tapete es que este
gobierno de derecha que tenemos hoy día no fue recibido como un trauma, como
una vuelta a tiempos de Pinochet, porque también la derecha había evolucionado.
Esta derecha, aunque muchos de sus dirigentes apoyaron la dictadura, es una derecha
que si bien no hace una crítica del régimen militar, tampoco está dispuesta a
una vuelta atrás. Se manifiesta democrática, aunque es una derecha con muchos
rasgos conservadores en sus dos partidos, la UDI y Renovación Nacional. El Partido de
Renovación Nacional tiene aspectos más liberales, pero también aspectos
conservadores muy importantes, eso tiene que ver sobre todo con políticas
culturales, respecto de reproducción y sexualidad. Aquí el tema del aborto
terapéutico, que ahora se está poniendo en discusión en estos días, va a poner
de manifiesto el carácter de esta derecha, porque algunos sectores ni siquiera
consideran que si la madre está en peligro de muerte puede provocarse un aborto
terapéutico con legitimidad. Entonces esta derecha se manifiesta en vías
democráticas, nadie piensa que puede haber una vuelta atrás. Chile volvió al
optimismo, que ha sido uno de los elementos centrales de su política durante
mucho tiempo. Optimismo que incluso teníamos en el período de la Unidad Popular,
cuando la crisis se estaba forjando en nuestras narices. Hoy en día no hay nada
que haga temer en ese sentido, pero hay sectores que hablan de una crisis del
modelo neoliberal en el mundo y también en Chile. En el mundo efectivamente hay
una crisis, que no sé si es una crisis del modelo neoliberal. En Chile todo el
mundo dice que somos capaces de resistir la crisis mundial de mejor modo que
otros, justamente por la estructura socioeconómica que hemos creado en largos
años de continuidad de un enfoque.
–Esta continuidad ha
generado huellas, marcas, en el escenario político, en el que se destaca el
movimiento estudiantil, que se ha centrado en la educación, que uno puede decir
es un eslabón débil del proyecto neoliberal. Pero ante la masividad que ha
adquirido, uno se pregunta qué es lo que lo ha producido.
–Esto tuvo una primera
aparición en el año 2006, con la llamada “rebelión de los pingüinos”, que fue
también una protesta estudiantil de bastante magnitud, pero mucho menos visible
porque hubo menos movilizaciones que las de ahora. La Concertación aplastó
al movimiento estudiantil al aplicar las leyes de protección de la seguridad
pública, cuestión que Piñera no ha sido capaz de hacer. Piñera es paradójico en
muchas cosas y en ésta también. Su paradoja consiste en que probablemente
quiera generar una derecha que se diferencie de la derecha de la dictadura y
por lo tanto trata de no aplicar medidas represivas. Finalmente ha decidido
aplicarlas ahora, pero hubo una demora en hacer esa operación, mientras que
Ricardo Lagos no se demoró mucho. Este sentimiento de culpa que tiene Piñera
hizo que se demorara, pero ya aplicó las leyes respectivas y ahora vamos a
tener una derecha que hace lo que todo el mundo esperaba que hiciera: defender
lo que ella llama el orden público con todas sus fuerzas, y una participación
muy activa de los carabineros. Vamos a ver entonces qué pasa ahora con el
movimiento estudiantil. Cuando surgió, fue un movimiento que sorprendió.
Entonces uno podría pensar que el movimiento estudiantil emerge en un contexto
de conflicto por otras movilizaciones, por los efectos de la crisis mundial en
Chile y los aumentos de combustibles y alimentos, pero a mi entender tiene que
ver sobre todo con la aparición de un liderazgo nuevo en el sector estudiantil
universitario y la aparición de un actor que había estado en silencio durante
mucho tiempo, que son los estudiantes secundarios. A través de sus liderazgos,
los estudiantes universitarios aparecen más ligados a partidos políticos, como
Camila Vallejos, que es comunista, o socialistas como Giorgio Jackson, pero lo
fundamental es que las decisiones se toman colectivamente. Se creó entre los
estudiantes un órgano de dirección que toma decisiones colectivas, que discute,
y entre los cuales los líderes son voceros y no pueden por sí mismos tomar
decisiones. Ocuparon la calle y la ocuparon bien, podemos decir que ocuparon la
calle con proyecto, con discurso, no sólo se movieron sino que desfilaron y
desfilaron con consignas y con un proyecto que se hizo público y que le presentaron
al gobierno, que todavía no da respuestas. Creo que estamos en este momento en
una etapa donde el gobierno va a endurecer su postura y vamos a ver qué pasa.
Los dirigentes estudiantiles están buscando nuevas fórmulas para empezar sus
protestas y que no le permitan al gobierno destruirla como sucedió últimamente.
Creo que estamos entrando a un nuevo tiempo con un gobierno de derecha típico
que olvida este intento que tenía de generar acuerdos en cuestiones que
tuvieran que ver con políticas sociales, como sucedió en algunos casos, como la
exención del aporte del siete por ciento a los pensionados que la Concertación no había
realizado, la creación de Pornatal. Eso va a quedar en el olvido y se va a
poner en el tapete el mantenimiento del orden público. Vamos a ver qué pasa con
la reforma tributaria que están patrocinando, a lo mejor esa reforma tributaria
provoca que nos encontremos con una derecha que realiza medidas populistas por
una parte y por la otra parte aplica políticas represivas, que es posible que
sea lo que viene por delante. Vamos a ver entonces si el movimiento estudiantil
es capaz de buscar formas de acción que no fracasen ante la presencia de los
carabineros en la calle.
–Uno hubiera pensado
que, a partir de la amplitud de la convocatoria de los estudiantes, se podría
haber articulado un espacio político-social con capacidad de gravitación
creciente. Quizás las limitaciones del movimiento estudiantil se deban al peso
que tienen variantes de tipo autonomista o antipartidos, un poco en sintonía
con las interpretaciones del historiador Gabriel Salazar, que justificarían
este distanciamiento de la escena política. De todas formas, tras la derrota de
la Concertación,
la emergencia de Marco Enríquez-Ominami y la presencia efectiva de este movimiento
estudiantil ¿son elementos que podrían contribuir a una confluencia de nuevo
tipo...?
–El problema es que la Concertación se sumió
en el silencio. Este gobierno no ha tenido oposición, y los errores que ha
cometido los ha cometido por su propia cuenta. La Concertación es muy
débil, está todavía en proceso de reconstitución, preparándose para las
elecciones municipales y seguramente para las elecciones municipales vamos a
tener una Concertación porque en Chile las elecciones suscitan rápidamente partidos
políticos, aun cuando éstos han estado en una especie de sueño durante un largo
tiempo, como es el de la
Concertación después de su error. Dos años de silencio
después de una interna. Las elecciones municipales que tenemos en el escenario
ya han hecho aparecer ciertos candidatos, como Carolina Tohá, presidenta del
PPD. Va a ser candidata por Santiago, que es un escenario muy importante desde
el punto de vista de la visibilidad. Hay que tomar en cuenta las elecciones y
hay que tomar en cuenta también la dificultad de que aparezca algo que les haga
frente a los partidos políticos en Chile. Aquí siempre ha sido muy difícil. Las
protestas del año ’83 contra la dictadura fueron convocadas por los
trabajadores del cobre, pero finalmente los partidos políticos se metieron y,
pese a lo que diga Gabriel Salazar, tuvieron una importancia seria. En Chile
los partidos son despreciados como en todas partes, se los critica fuertemente,
pero cuando llegan los procesos electorales actúan y la gente vota por los
candidatos que se presentan. Entonces yo creo que es muy difícil que en Chile
aparezca una alternativa hoy que tenga a su cabeza a los dirigentes
estudiantiles o a los dirigentes ecologistas, que también realizaron marchas, y
además han incorporado dentro de su análisis una crítica a los sistemas
industriales, sean socialistas o sean capitalistas, como generadores de
problemas que ponen en peligro el medioambiente. Es muy difícil que logren
presentarse como alternativas políticas globales. Entonces vamos a tener de
nuevo una Concertación que al menos murmure, porque todavía no ha logrado
presentar un proyecto distinto del que tenía y que fue derrotado por Piñera. En
el caso de Chile, va a ser muy importante quién gane las elecciones municipales
de octubre para definir el escenario hacia las presidenciales, y no hay que
descartar que la derecha pueda ganarlas, aunque no de un modo aplastante. Yo no
veo todavía grandes cambios en el escenario, grandes cambios del sistema de
actores políticos que están en acción, aunque sí se puede esperar una
Concertación que va a tener que reorganizarse para hacer frente a las
elecciones. Quizás se presenten con dos listas, algo que ya hicieron en
elecciones anteriores, una lista que en algún momento se llamó progresista y
otra que se llamó democrática. Pero todo me hace pensar que va a haber un pacto
de la totalidad de lo que es hoy la Concertación, sumando además al Partido
Comunista, que después de dejar atrás, hace un tiempo, la última política
conocida de ellos, que era la “política de la rebelión popular de masas”, no le
han dado nombre a su nueva orientación. Volvieron a lo que ellos llaman “frente
de liberación nacional”, pero aun no le han puesto nombre. Tienen una política
de entrismo, de participación en una fuerza con capacidad gubernamental, con
posibilidades de ser gobierno, que desde luego se trata de la Concertación,
pactando, poniéndose de acuerdo. Tienen algunas discusiones sobre tal o cual
distrito, pero ya están armando un pacto. Los democratacristianos están también
dispuestos a aceptar finalmente, con dificultad, que los comunistas formen
parte de la alianza. Entonces puede que vayamos a tener un escenario de
repetición de lo que ocurrió en las últimas elecciones parlamentarias, del
2008-2009, y un panorama por lo tanto de continuidad, una vuelta a la política
aburrida de una Concertación que “no calienta” porque no presenta ningún
diagnóstico a la situación de la sociedad chilena interesante y menos un
proyecto.
–En el resto de América
latina, con sus dificultades y diferencias, parece consolidarse un bloque
progresista o antineoliberal. Marco Aurelio García ha diferenciado entre
procesos más radicalizados en países que no han atravesado experiencias de
industrialización, mineros, como en el Pacífico, y países con una burguesía más
orgánica, donde los ritmos de las reformas exigen mayores equilibrios, como en
el Atlántico. ¿Qué es lo interesante que uno podría destacar que puede llegar a
constituirse?
–No he estudiado el
proceso latinoamericano en profundidad, pero lo de Evo Morales o Rafael Correa
me parece muy interesante. En Evo encontramos un intento de constituir un
modelo nacional-popular, por llamarlo de algún modo. Reformismos interesantes,
con una gran diferencia con los reformismos de la década del ’60, que añadían
aquello de “tránsito al socialismo”, que si bien algunos lo mencionan, no es lo
principal, por decirlo así. Pero hay un ala progresista en Latinoamérica
interesante y una de las cosas interesantes que tiene Piñera es que busca
entenderse con ellos, incluso con Chávez. Por otra parte, tenemos en Brasil un
país que juega un papel importante con los gobiernos del Partido de los
Trabajadores. Entonces en Latinoamérica priman experiencias reformistas de las
cuales Chile está al margen, pero con un gobierno de derecha que no busca
enfrentarse, sino generar los máximos acercamientos posibles. La política
exterior chilena está marcada por los residuos, los problemas que persisten de la Guerra del Pacífico.
Enfrenta los reclamos que hizo Perú en los organismos internacionales, Bolivia
parece avanzar en la misma dirección, con sus reclamos sobre la salida al mar.
En ese marco, Piñera ha conservado la prudencia que tuvieron los gobiernos de la Concertación, incluso
yendo más allá y tratando de entenderse con todos, incluido Ollanta Humala.
Yendo al tema del peso de los intentos de industrialización anteriores, en el
caso de Chile, hay que decir que hace mucho tiempo se dejó de creer que la
industrialización pasaba por los frentes populares. Entonces Chile podría decirse
que se parece a aquellos países sin industrialización, llamémoslo Venezuela,
llamémoslo Bolivia, llamémoslo Perú. El neoliberalismo fue un intento de
desarrollarnos sin industrialización con mercado interno y abriéndonos al
exterior. Entonces esos países reformistas constituyen un bloque, dialogan
entre sí, y para Chile son un doble problema, que tiene que ver con la
tradicional pugna contra Perú y Bolivia que Chile ha tenido, que este gobierno
ha tratado con prudencia, pero además Chile queda a la derecha, queda suelto a
la derecha. Cristina Fernández tiene una imagen distinta, aunque no he
estudiado el proceso argentino. Chile sigue aislado, aislado en el medio de
gobiernos progresistas en medio de Latinoamérica. Aunque yo soy demasiado
chileno en mis análisis, trabajo comparativamente menos que otros, como Manuel
Antonio Garretón, aunque Garretón es un defensor de la Concertación y yo soy
un crítico.
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