Lucía Topolansky. Foto: Nicolás Celaya
“Unos veteranos del FA muy ilustrados” preparan proyecto de reforma constitucional y se reúnen con Lucía Topolansky.
Llegó unos minutos después de la hora acordada y fue directo al grano.
La guerrillera, la senadora, la esposa del presidente, no se guardó casi
nada en su tránsito por Zona Franca.
-¿Qué radio le gusta escuchar de mañana?
-Escucho
el programa agropecuario porque nos interesa. Sarandí, El Espectador;
me muevo por ahí. En realidad era aficionada a Villegas; lo escuchaba en
Sarandí y cuando se mudó yo me mudé con él. No he encontrado otro
informativista como Villegas. Entonces hago un poco de zapping. Los
programas generan una especie de adicción, una costumbre, y después de
Villegas no he encontrado uno que me enganche tanto. Era muy linda la
forma que él tenía de hacer radio, de hacer el informativo; entonces
prefiero moverme por el dial. Escucho noticias sólo de mañana.
-Parece que Tabaré arrancó con todo… ¿Qué consejo le daría?
-Hace
pila que digo que es mi pollo, así que no le voy a dar un consejo a mi
pollo [se ríe]. Él ya conoce lo que es gobernar y si le da la biología,
como dice él, ya no precisa consejo mío.
-¿Tiene o tuvo vicios?
-No.
Ahora justamente por la discusión de [la propuesta de legalizar] la
marihuana lo he dicho; nunca fumé en mi vida tabaco ni marihuana ni nada
de eso. Y si he tomado alguna copa de vino nunca me emborraché; ahora,
eso sí, cuando me enamoré me zambullí con las dos manos. Lo más lindo de
la vida.
-¿Cuál pregunta sobre su marido le han hecho más veces?
-Ah, cómo lo conocí o cómo me enamoré. Son cosas imposibles de contestar. Porque son todas del ámbito de lo subjetivo.
-¿Por
qué desde el gobierno no se impulsan consultas populares en temas
claves como el rol del Ejército, la megaminería, el aborto, las misiones
de paz, la Ley de Caducidad o la legalización de la marihuana?
-Se
podría. Habría que reformar la Constitución, porque podemos hacer
plebiscitos, consultas plebiscitarias a partir de leyes, pero no a
partir de un tema. El presidente planteó en algún momento ir a
plebiscitos consultivos; a mí me gusta la idea. Es importante y
permitiría, más que un resultado, instalar con fuerza un tema que
importa en la sociedad, instalarlo y cerrarlo. Pero no lo habilita
nuestro sistema. Entre todas las cosas que he pensado para la reforma
constitucional, ésa es una.
-¿Se imagina jubilada, dándoles de comer a las palomas o a las gallinas?
-Me imagino jubilada, pero no en esa tesitura. Siempre tengo cosas que hacer. Me falta tiempo.
-¿Bordaberry es la derecha y Larrañaga el centro?
-No
me gustan esos encasillamientos, son limitacionistas. Creo que
Bordaberry es alguien de pensamiento conservador, pero en Uruguay nadie
quiere asumir que es de derecha salvo ahora unos que aparecieron por
allí [se refiere al Partido Uruguayo].
-¿Cree en Dios?
-No.
-¿Qué piensa sobre los que creen?
-Los
respeto. La gente se aferra a las religiones como una forma de
explicarse las cosas que no tienen explicación, para tener una instancia
de buen morir, etcétera. Y está bien, yo los respeto pero no tengo fe
en nada.
-¿Qué gestión de gobierno se puede comparar con la que ustedes llevan adelante?
-De
la historia del país, ninguna. Porque estos dos gobiernos del Frente
Amplio [FA] en sí son distintos y han sido distintos del paquete
anterior, con el que sí tiene similitudes. Con relación al continente,
el gobierno de Pepe tiene algunas similitudes con el de Lula. Pero los
países son tan distintos que es muy difícil hacer una comparación.
-¿Sabe a cuánto está un kilo de tomates?
-Bueno,
depende del tomate que compres… la última vez que compré tomates
americanos para ensalada estaban, en la verdulería del barrio, a 30
pesos. Pero también está el perita, el cherry… yo qué sé…
-¿Y un litro de leche?
-No
compro nunca leche. Porque somos dos en casa, entonces compro un litro
de leche y de repente no estamos en toda la semana y estoy tirando
plata. Entonces yo, desgraciadamente, compro leche en polvo y cuando
preciso me preparo un poquito. El sobrecito de leche en polvo de
Conaprole es bastante caro… pero bueno, para mi economía me cierra por
esa razón.
-¿Qué educación tiene?
-Fui hasta cuarto año de
Facultad de Arquitectura. Estudié algún idioma… fui a una escuela y a
un liceo en los que se hablaba francés, las Hermanas Domínicas. Estudié
francés, hice algunos años de inglés y en mi casa cuando era niña se
hablaba alemán, así que mi oreja entiende algunas palabras… Me revuelvo
en francés, me revuelvo en portugués, y en inglés leo pero no tengo
fluidez como para seguir una conversación.
-¿Qué tipo de madre se imagina que hubiera sido?
-[Largo
silencio] Es una especulación. No sé, quizá haber repetido una lección
que me dio mi madre cuando era bastante chica -tendría cuatro años, es
uno de los primeros recuerdos que tengo-: mi madre estaba lavando la
ropa a mano, todavía no había lavarropa en mi casa, y le pregunté
insistentemente si yo era linda. Mi vieja me contestó: “Lo importante en
la vida es ser buena”, lo cual me frustró totalmente, porque no era la
respuesta que yo esperaba. Llegué a la conclusión de que era fea por esa
respuesta, pero después, con los años, me di cuenta de que en muchas de
esas respuestas que me dio predicó valores. Y creo que eso es lo más
importante, la prédica de valores. No pienso en las cosas materiales que
se le puede dar a un hijo. Pueden ser miles de cosas materiales y no
avanzar nada, pero los valores se los va a llevar siempre, los va a
tener hasta que se muera.
-Senadora, hace unos días la vi
enojada. ¿No es simplificar demasiado decir que [Juan Carlos] López Mena
se bajó por la presión de [el senador del PCU Eduardo] Lorier?
-No
dije eso así, tan tajantemente. Dije que no me importa ni cómo se
llama, me importa que un empresario cumpla con las leyes uruguayas, que
les pague a los trabajadores lo que corresponde, que pague DGI. Después,
si el empresario es alto, bajo, rubio o morocho, es problema del
empresario. Y en ese caso no me gustó demasiado un monopolio sobre las
conexiones cortas de Uruguay, aunque igual están las terrestres, pero si
ésa era la salida para el tema de la conectividad -que, de hecho, ya la
está solucionando el mercado- y las fuentes de trabajo de los
trabajadores, entonces bárbaro, vamo' arriba. Por eso dije que Lorier se
equivocó. No me pareció correcta su salida, no me gusta pegarles a los
compañeros, para mí son compañeros, los quiero en pila, pero…
-¿Hay plan B si Tabaré no corre?
-Yo
no tengo plan B y le voy a explicar por qué. Porque estoy segura de que
Tabaré va a ser candidato, salvo una contingencia. El FA tiene una
cantera interesante, pero en ese caso tendría que proyectar una figura,
como hizo Lula con Dilma en Brasil. Pero no me he planteado el tema así.
Recién vamos en la mitad del período de gobierno y estoy más preocupada
en gobernar, en que las cosas nos salgan bien, que en la próxima
elección. Nosotros, sectorialmente, estamos trabajando en un documento
que va a ser la base del próximo congreso y estamos analizando el
contexto. Luego vendrá el texto, que son los nombres y los apellidos de
las cosas.
-Todos los días alaban a su marido en el exterior. ¿Siente que es profeta pero no en su tierra?
-En
su tierra depende del lugar de la sociedad donde esté parado. Porque
hemos caminado en la calle con él, hemos ido a boliches, a lugares y veo
el cariño de la gente. A la encuesta de la calle la veo igual, con
mucha fuerza. Él va a un liceo, a una escuela o a una fábrica y siempre
tiene una receptividad importante en la gente. Después, en el mundillo
político o en el mundillo periodístico, es otra cosa.
-Las encuestas no le dan bien al FA en Montevideo. ¿Quién le gusta como candidato para las próximas elecciones?
-Creo
que han sido injustos con Ana Olivera, por varias razones. Primero, no
fue trucha la elección de Ana Olivera, sencillamente el mecanismo
interno del FA la habilitó. Que puede haber sido más feliz o no la
elección y que capaz que el camino -ahora con el diario del lunes lo
puedo decir- era ir con dos candidatos o tres y que la ciudadanía
frenteamplista eligiera, es verdad, pero el mecanismo no fue trucho. Eso
es importante entenderlo, no la deslegitima. Ana es una persona
sumamente trabajadora, me consta que se mata. Es probable que la
intendencia precise un sacudón de comunicación y afianzar un poco más la
descentralización. Considero que si bien tenemos ocho municipios hay
que aprovechar los 18 centros comunales, que podrían gestionar el
arbolado, la basura o el barrido. Todas esas cosas no tienen que pasar
por oficinas centrales.
-¿Diría que la ciudad está limpia?
-Depende del barrio.
-Le pregunto por la globalidad.
-Y
yo le contesto así: que depende del barrio. Por ejemplo, en la zona del
Paso de la Arena, en el comunal 18, que es donde yo estoy, no hay
basurales. Allí no hay sistema de contenedores, la gente saca la bolsita
cuando pasa el basurero o la pone en un canastito porque los pichichos
son los únicos que revuelven, porque en esa zona no hay carritos. A los
únicos que les interesa la basura es a los perritos y a veces hacen
algún desastre, pero se mantiene el viejo hábito de que la gente barre
la vereda; capaz que es una vida más aldeana y entonces esa zona está
mucho más limpia que otras. En el centro la recolección está desbordada.
Muchas veces el comercio saca toda la basura al contenedor cuando tiene
otro mecanismo, que no activa. Estamos en una sociedad de consumo, de
use y tire, y cada objeto viene con dos o tres envases, entonces eso
multiplica. El uruguayo no colabora y le voy a contar una anécdota:
siendo gobernador de Montevideo, Bruno Mauricio de Zabala sacó un edicto
porque estaba podrido de la mugre de los montevideanos. La gente
faenaba y tiraba las achuras a la calle, entonces estableció que los
vecinos tenían que barrer toda la cuadra y quemar la basura en la
esquina. Para el que no lo hacía, la pena eran cuatro días de trabajo no
remunerado en la construcción de la muralla de Montevideo. El problema
es endémico, lo heredamos de los españoles y de los italianos. En
Nápoles apenas hay un conflicto sacan toneladas de basura a la calle. Es
decir, somos parte de una cultura despreocupada, no colaboramos. El
senador [Ernesto] Agazzi tiene un contenedor en la puerta de su casa y
se hizo una pala gigantesca con un escobillón, y barre cada vez que la
basura queda fuera del contenedor. Si todos los vecinos hicieran lo que
hace Agazzi, el sistema marcharía. Ahora, aquel que sale medio contento
de un baile y prende fuego un contenedor, es un contra de la ciudad. He
venido caminando desde el Centro y he visto caer bolsitas de basura
desde un apartamento; eso es un problema cultural que no tiene nada que
ver con la intendencia ni con su color político ni con el sistema de
recolección ni con nada. Son mugrientos, hay que decir la verdad de la
milanesa. Se intentó hacer un sistema de clasificación y las personas no
respondieron. En una ciudad con la escala de Montevideo no existe la
presión social que hay en el interior. Ahí donde todo el mundo sabe cuál
es el mugriento hay presión social. Yo vivo en la zona rural; en
realidad, todo el mundo clasifica, las cosas orgánicas se entierran y el
recolector lo que se lleva es papel, nailon, botellas, ese tipo de
cosas. En mi casa, además, clasifico más, porque las botellas de vidrio
se las guardo para los muchachos de la fábrica [por Envidrio]. Hay un
señor que viene y busca las botellas de plástico y los diarios, y se los
aparto, porque no me cuesta nada y él se hace unos mangos. Cuando tengo
un objeto grande, alguna cosa como una mesa, llamo a Emaús, porque
reciclan. En mi barrio hay una comisión de fomento que acondiciona ropa y
hace ventas económicas. Si uno tiene voluntad, las cosas se solucionan;
la cosa es tener voluntad de hacer. Me parece que se es injusto con la
intendenta y cuando venga el momento de discutir la intendencia primero
le tengo que preguntar a ella si tiene interés en continuar cinco años
más. Pero en el caso de que ella no tenga interés de continuar, también
allí tengo una cantera de nombres interesantes.
-¿Cuáles?
-No le puedo dar dos, porque si no empiezan todas las especulaciones, pero por lo menos sé que…
-¿Daniel Martínez?
-Sé
que en esa carrera van a estar por lo menos Carlitos Varela y Martínez,
y capaz que aparece algún otro chiquilín para ese trompo.
-¿Conoce gente de su generación que haya utilizado Viagra?
-No… Tengo 68 años y es una pregunta que no le haría a nadie.
-¿De qué error político se arrepiente más?
-Muy
difícil…, porque en el accionar político uno tiene aciertos y errores.
Cosas más felices o más infelices. No soy de las personas que dicen que
en los 60 no debería haber estado en la postura política que estaba.
Respondí a las circunstancias de mi época, en el acierto o en el error.
Por eso me resulta difícil la respuesta. He tratado de trabajar con la
mejor buena fe. Y acá, de repente, en alguna ley tendría que haber
puesto más estudio o haber afilado más el lápiz. Pero a veces a uno la
vida lo empuja porque el país requiere esa ley, entonces uno nunca tiene
ese tiempo ideal para lo perfecto. Lo perfecto es enemigo de lo bueno
en algunos momentos.
-Dígame dos cosas que le molesten de los opositores más radicales.
-Me
molesta la deslealtad. No hacia el FA sino hacia el país. Por momentos,
parece que quieren que al país le vaya mal. Por más que se proclama que
primero está el país, después el partido, y todo eso, en los hechos la
impresión que queda es ésa. En 2002 yo fui oposición y en el movimiento
sindical y el movimiento social pudimos haber incendiado la pradera. No
lo hicimos porque primero estaba el país…
-En los gobiernos de izquierda, ¿se metió menos la mano en la lata?
-No
tengo la menor duda. Creo que no se metió la mano en la lata. Por lo
menos no tengo ningún caso, cuando en la Intendencia de Montevideo
tuvimos problemas con los casinos, nosotros mismos hicimos la denuncia
penal y después el juez actúa. Nos critican que gestionamos mal y es
mentira; tenemos otra forma de gestionar. Dicen que improvisamos;
también es mentira. Tenemos otros planes: nuestra gestión tiene otra
forma de hacer las cosas.
-¿Cela a Mujica?
-No, no. Yo me tengo fe, entonces no preciso tener celos. Después que lo pesqué… [se ríe]
-¿Cerveza, vino o whisky?
-Vino.
¿Cuál es el consejo que le da más seguido a su marido?
-No
le doy consejos. Lo rezongo porque es bastante desordenado. Creo que es
la persona más desordenada que he conocido. Pero no soy de dar
consejos… conversamos los temas y lo que le doy es opinión, a veces
coincidimos y a veces no.
-Del uno al diez: ¿cuánto le gusta el poder?
-¡Pah!
Estaría tentada a decirle que cero, o uno, porque en realidad yo no
estoy acá por cuestiones de poder, yo estoy acá porque me considero una
luchadora social, estoy por vocación, y hay momentos en que me pesa el
Parlamento. Todas mis opciones de vida fueron por una vocación social.
Yo pude haber tenido una vida tranquila, haberme hecho arquitecta,
haberme vinculado a algún estudio interesante, tenía algunos vínculos
que podría haber explotado, haberme dedicado a construir, y a esta
altura ya estaría jubilada, tal vez con alguna casita en el balneario…
Pero yo no quería esa vida, yo me metí en la vida como en una aventura
por la cuestión social, desde que arranqué a militar allá por el año 58;
hace mucho que milito, de distintas formas. Reconozco que es necesario
tener el poder para poder realizar determinadas cosas, es obvio, pero yo
como persona, en la situación en la que estoy podría tener mucho más
poder en mis manos, pero no lo quiero agarrar. La gente me lo atribuye a
veces.
-Bueno, pero usted duerme con el presidente…
-Por eso mismo, me lo ponen en la mano pero yo no lo ejerzo, se lo digo lealmente.
-Alberto Breccia dijo que probó el porro para profundizar su opinión sobre la marihuana. Usted y Mujica, ¿también lo hicieron?
-No,
yo no… Nunca fumé tabaco, ninguna droga ni tampoco me agarré ninguna
borrachera. Mujica creo que no probó, por lo que él ha dicho. No tengo
nada contra la gente que se fuma un porro. El tema de la marihuana tiene
una pata que algunos llaman “social recreativa” que es muy fuerte y de
los 300.000 que están vinculados al tema en Uruguay, hay un grueso que
en el fin de semana o cuando llegan a la casa se fuman algo porque les
sirve, porque les gusta, es placentero. Yo no los critico, son
decisiones personales. A mí me preocupa el tema de la droga por otras
razones, y otras drogas. Yo como ciudadana y como gobernante le tengo
que pelear esos ciudadanos al narcotráfico, no le puedo regalar la
gente, entonces en eso sí soy definida, pero después, si uno busca para
atrás en la historia, hubo de todo: la guerra del opio, etcétera. En mi
casa había una pipa para fumar opio, de un tío que había viajado a
China, que era muy bonita, y la teníamos como adorno. Yo soy partidaria
de la legalización porque creo que las prohibiciones traen todos los
problemas que tenemos; el otro día estaba leyendo un libro que hablaba
de las prohibiciones, que decía que cuando Dios creó a Adán y Eva los
puso en el Edén y dijo: "Lo único que no pueden hacer es comer del árbol
de la sabiduría", y fue lo primero que hicieron. Lo prohibido atrae; si
nosotros no transparentamos estos temas, los ponemos sobre la mesa y
los hablamos con toda la sociedad, de todas las edades, no los vamos a
poder encarar nunca. Y si en ese camino de sinceramiento y de sacarle
ese negocio al narcotráfico vemos que alguno se tropezó, estamos en
condiciones de darle la mano. Es lo mismo que lo del aborto. Si la
situación es clandestina, jamás voy a poder ayudar a una mujer en un
trance muy penoso y convencerla de que no siga por ese camino. Sólo lo
puedo hacer si es legal.
-¿Cuándo fue la última vez que fue a la peluquería?
-Hace
un mes, más o menos, una amiga que es peluquera me cortó el pelo.
Porque yo me lo corto, y ella me explicaba que atrás no me quedaba bien.
Si yo atrás ni me miro en el espejo, no es problema mío.
-¿Qué cosas le dan vergüenza de este país?
-Me
duele que en un país productor de comida todavía tengamos un porcentaje
de población que tenga dificultades para comer. Hemos reducido
muchísimo esa cantidad de gente porque estamos en 14% de pobreza y 0,5%
de indigencia. Eso probablemente sea lo que más me duele de la realidad.
-Tabaré
Vázquez se reunió en algún momento con [el ex presidente de Estados
Unidos George W] Bush. ¿Mujica se va a reunir con [Barack] Obama?
-No
sé si Obama tendrá interés de visitar Uruguay, pero si tiene, Pepe ha
recibido a todos los presidentes que han demostrado interés en conocer
el país. Es parte de las relaciones internacionales, de comercio y de
trabajo de los uruguayos. No se puede proceder con un esquema en estas
cosas.
-Lacalle fue el último presidente más o menos joven en este país. ¿Los jóvenes no logran espacio o los viejos no los dejan?
-Bueno,
en su primer gobierno Sanguinetti era bastante joven. Acá lo que pasa
es que somos un país de viejos. Es la terrible realidad que dio el
censo. Entonces es lógico que haya más viejos en política. Yo creo que
hay que ceder espacios, no es una cuestión de “a Fulano lo estoy
preparando para más adelante”, no, los pingos se ven en el ruedo.
Nosotros en el gobierno tenemos alguna gente bastante joven que está
trabajando: Sebastián Torres, por ejemplo, el director de Industrias del
ministerio, es un hombre bastante joven que lo está haciendo muy bien.
Pero hay otros, no es el único. Y la plantilla etaria ha mejorado en
Diputados; de hecho, la lista a la cual pertenezco tiene unos cuantos
jóvenes que son diputados.
-¿Tiene algún libro de cabecera?
-Soy
fanática de Alejo Carpentier. Me encanta cómo escribe, me encanta ese
mundo, ese uso del idioma español, esa fantasía que tiene… También cada
tanto releo a García Márquez o a Vargas Llosa, que son los autores
latinoamericanos más pesados, con los que yo me formé de algún modo.
Siempre me asombra releer pedazos del Quijote, porque tiene una
sabiduría permanente.
-¿Cuál es su autor nacional favorito?
-Me
gustan los cuentos. Me gusta mucho Javier de Viana porque expresa lo
que es el campo nuestro, cosas muy sencillas pero profundas. También me
gusta en pila Paco Espínola. He leído mucho a Benedetti, creo que es el
que describe mejor a los montevideanos, con esa fina ironía que tiene, y
últimamente el mejor libro que leí fue "Amores cimarrones: las mujeres
de Artigas", de Marcia Collazo.
-¿Cocina? ¿Qué plato le queda notable?
-Una
de las cosas con las cuales mato es con la pizza. Nunca compro masa
hecha, cuando uno se acostumbra a comer la masa hecha se olvida de cuál
es el gusto de la masa casera. Y lo mismo la salsa; como hago la salsa
yo misma, cuando convido a alguien que viene a casa dicen: “¡Ah, qué
rica esta pizza!”.
¿Soy yo o usted está medio obsesionada en reformar la Constitución?
-Sí,
yo creo que hay que cambiarla, estoy convencida. Esta Constitución
viene del año 66. Recuerdo la polémica porque yo ya votaba en ese
momento, había tres opciones: la naranja que fue la que salió, la gris
que era la de Etchegoyen y la amarilla que era la del Fidel. Yo voté
sólo la lista porque no logré convencerme de ninguna de las propuestas,
pero ahora que la viví a la naranja y la conozco, hay una cantidad de
cosas…, algunas cosas que le faltan y otras cosas que habría que
cambiar, y creo que está bien que se haga porque la realidad no es
estática, el siglo XXI va demasiado rápido.
-¿Y qué pasa con eso? ¿No le llevan el apunte o es mucho el costo político?
-Hay
unos veteranos del FA muy ilustrados que están silenciosamente
trabajando, con los que yo dialogo, no digo semanalmente pero
habitualmente me reúno, les he pasado todas las ideas que tengo, las
dudas, mi punto de vista. El problema que hubo en el FA fue que hubo
algunos apurados que salieron a decir “asamblea nacional constituyente”,
pero no tenían elaborado el texto. Para hablar de reforma
constitucional lo primero es decir: “yo quiero esto”. Después veo si lo
hago por elecciones, por constituyente o por lo que sea. A mí me gusta
más la constituyente porque se presta más para el debate público. Puede
haber otros caminos, pero cuando pido una reforma tengo que decir sobre
qué, porque si yo no digo sobre qué las palabras “reforma
constitucional” en sí mismas no dicen nada.
-¿Su esposo sigue tratando de dejar de fumar?
-Teóricamente
no fuma. En mi casa no fuma y él dice que no fuma; yo le he preguntado
varias veces y me dice que no, así que para mí no fuma.
-¿Qué cosas le parecen caras en Uruguay?
-La
gente se queja de las frutas, las verduras y la carne. Yo sostengo que
la carne es baratísima porque conozco el mundo. Lo que pasa es que los
uruguayos somos carnívoros. Sin embargo, hay otro producto, que es el
pescado, que sí es caro, entonces la gente se afilia más a la carne. Las
frutas y las verduras tienen un problema: la tecnología avanzó y
entonces hoy me pueden vender un kilo de zapallitos en junio, y como es
de invernáculo me lo venden a precio de invernáculo y es carísimo.
Entonces, cuando la gente se queja, le digo: "No compres zapallitos en
junio, comprá en enero que te los tiran por la cabeza", a veces a tres o
cuatro pesos el kilo. Ahora es cosecha de papas; había un hombre en
General Flores vendiendo la bolsa grande a 50 pesos.
-Le pregunté qué le parecía caro y usted me está hablando de lo barato…
-Le
quiero decir cómo mide la gente las cosas. Los alquileres están caros y
la propiedad está cara, la tierra está cara. En este momento hay 105
proyectos en marcha de la Ley de Vivienda Social, que es una de las
cosas que tenderían a abaratar, a generar competencia: en la medida en
que haya más oferta va a ir para abajo. Yo no soy partidaria de un
control de alquileres porque a Uruguay le fue muy mal con esos
proyectos. Es verdad, está caro y la gente tiene dificultades, aunque el
ministerio [de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente] ha
puesto subsidios, garantías de alquileres y una cantidad de cosas para
ayudar a solucionar mientras la oferta no tenga el volumen que debe
tener. En el caso de la tierra me preocupa porque nuestro Instituto de
Colonización se ve muchas veces en figurillas para comprar todo lo que
precisa. El precio de la tierra, más allá de todo lo que gritaron cuando
se aprobó el ICIR, ha subido en este semestre en relación al del año
pasado; sigue subiendo. Eso impacta fundamentalmente en el pequeño
productor, el pequeño tambero que tiene que arrendar un pedazo más de
tierra para completar el giro de su tambo, porque los arrendamientos
también han subido.
-¿Qué cosas le parecen baratas realmente?
-La
carne es barata. La gente se queja de la nafta y lo que pasa es que
Uruguay tiene que dar una discusión sobre el transporte privado y el
público: ¿cuándo debo usar el público y cuándo el privado? Hay una
infección de motos gracias a los chinos, que las pusieron a un precio
ridículo, y causan gran accidentalidad. También se quejan del precio de
las tarifas públicas, pero hay una cantidad de estrategias que la gente
no usa. UTE tiene una tarifa social que si uno se aviene a los
kilovatios paga entre 200 y 300 pesos. Si yo después dejo todo prendido,
es obvio que me sacan de la tarifa social, pero la puede pedir
cualquiera y por teléfono. Ahora salió el tema de los calentadores
solares. Hay gente que no se preocupa por comprar lamparitas de bajo
consumo… Todas esas cosas hacen a la administración, a la gestión
familiar. Por eso digo, no creo que Uruguay sea el país más caro del
mundo para vivir, ni tampoco el más barato. Es un país mediano en eso.
-¿En cuánto está el salario mínimo?
-Anda
entre los 8.000 y los 10.000 pesos. Nosotros hemos venido subiendo el
salario mínimo, incluso en los Consejos de Salarios, sectores muy
sumergidos como el doméstico y el rural han mejorado muchísimo. Su
salario y su protección social, porque ojo, es todo un paquete. A mí me
gustaría que el salario mínimo estuviera más arriba aunque sé que puede
influir en la inflación. Yo no soy demasiado entendida en ese tema, pero
me gustaría que la zozobra de la familia no fuera tal. Ahora, cuando yo
cobro el salario mínimo pero tengo la asignación familiar, tengo un
subsidio en la cuota si estoy en una cooperativa de vivienda o en una
vivienda que me metí por alguno de los sistemas del ministerio, o tengo
una garantía de alquiler, o lo que sea, ésos son complementos del
salario. Yo puedo hacer rendir el salario de distinta manera y creo que
no se puede decir “el salario mínimo es tanto”, una cifra fija, que como
va variando yo no le contesté la cifra fija pero anda por ahí. Si no
tengo en cuenta todo lo demás, entonces no estoy mirando la realidad.
-¿Cómo se maneja con internet? ¿Correos, Twitter? ¿Lo hace usted u otras personas?
-Horrible,
yo sé lo mínimo porque es una cosa que me doy cuenta de que es de esta
época, que es fantástica, que hay que estudiarla y todo lo demás, pero
yo ya pertenezco a otra generación mucho más jurásica. El Twitter para
mí es como aquello del diario íntimo pero público; no lo entiendo, no sé
qué ganan diciendo "hoy está lluvioso" y después "no me gusta, dejo a
tal persona", no sé qué ganan realmente. En Facebook, nosotros tenemos
un perfil del sector y es interesante porque es una forma de
comunicación en red donde la gente interactúa y multiplica la
comunicación. Lo que no me gusta es la parte anónima de eso, porque me
parece que uno tiene que ser responsable de sus dichos, por eso yo
cuando un periodista me pregunta y me dice que fueron fuentes, para mí
es exactamente que me diga “un anónimo me dijo esto”. Yo sobre anónimos
no especulo; entiendo el secreto periodístico y lo respeto, pero preciso
opinar sobre cosas de las que sé la responsabilidad de las personas, y
eso es lo que no me gusta de internet. Desde el punto de vista del
sumergirse en la información, buscar cosas, es una cosa útil y en tiempo
real. En el despacho tengo a Beatriz y Silvia que me hacen todo, igual
yo tengo una laptop que está ahí colgada del perchero, y una tablet que
para lo que más la uso es para leer los diarios, porque en la zona en
que estoy no viene prensa de mañana, entonces ahí por lo menos tengo lo
básico del día.
-¿Cuándo se enteró su familia de que era tupamara?
-Cuando me fui de mi casa, cuando quedé requerida.
-¿Queda algo invertido del dinero de expropiaciones o cobros por secuestros en los 60?
-Nada.
La organización vivía de ese dinero, así que se gastaba en el momento.
Hay muchas fantasías. Después hubo propiedades que cayeron, algunas eran
de la organización y otras de compañeros.
-Cuando para en un semáforo y le piden monedas, ¿qué hace?
-Yo doy. Porque me conocen todos los de los semáforos.
-¿Si no la conocieran no daba?
-Y
capaz que sí, pero le pondría un límite, porque la persona en realidad
también le reclama al político. Pero la gente de los semáforos cada vez
es menos, ha bajado notoriamente. Nunca le doy a un niño, eso sí, porque
un niño en un semáforo es un ser explotado. Por suerte eso ha bajado
muchísimo.
-¿Cuándo fue la última vez que se tomó vacaciones?
-Vacaciones
en el estricto sentido de la palabra no sé, en el verano traspasado
nosotros estuvimos 15 días en Anchorena de vacaciones, pero no las
vacaciones como se toman todos los mortales comunes y corrientes. Hace
mucho que no me tomo vacaciones de ese tipo, no recuerdo. Me atrevería a
decir que cuando estaba en el liceo.
-¿Chávez o Cristina?
-No
se puede poner esa pregunta, porque son dos personas completamente
distintas que responden a realidades distintas. Me sirven los dos.
-Si le digo "Pluna", ¿qué es lo primero que le viene a la mente?
-Un gran dolor de cabeza.
-¿Y si le digo "joda"?
-No tiene nada que ver con Pluna.
-¿Cuál es su peor pesadilla?
-En
este momento mi preocupación central es que todo lo que está en marcha
en el gobierno cuaje: que quede encaminado el puerto de aguas profundas
cuando terminemos el período. Está encaminada la regasificadora. Que los
ferrocarriles queden encaminados. Es decir, una cantidad de cosas que
son las que le van a permitir al país dar el salto. Mi peor pesadilla
sería que las cosas que están en el inicio quedaran frustradas. Lo
uruguayos nos olvidamos a veces de esas grandes frustraciones: el puente
sobre el Santa Lucía, años sin terminarse, la Torre Ejecutiva, el SODRE
a medio construir. De eso nos olvidamos porque el primer gobierno del
FA remozó, ahora quisiéramos completar nuestras propias obras.
-Si su casa se quema, ¿qué objeto salvaría?
-Me
quiero salvar yo y que se salve Pepe. No tengo gran apego por nada
material. Tengo cosas que me gustan en mi casa, por ejemplo una
colección de mates, me encanta el objeto mate.
-¿Conoce a alguien que sabe en dónde está la bandera de los 33 orientales?
-No, eso fue una acción que hizo la OPR 33 y yo no tengo la menor idea de ese asunto.
-¿Cuál es la prensa ideal?
-La
prensa ideal es la que chequea la información. Me parece que el
periodismo de investigación es bueno y que la información tiene que ser
chequeada. Lo recalco porque el viento me trae cosas a lo largo del día y
si yo no verifico puedo hacer muchísimo daño. Una vez que dije
"fulanito tal cosa", eso fue lo que quedó. Soy partidaria de una
libertad infinita de prensa en un platillo de la balanza, en el otro la
responsabilidad de quienes hacen prensa. Cuando esa balanza está en
equilibro tengo democracia.
-¿Qué pregunta le gustaría contestar que nunca le hicieron?
-Me
han hecho bastantes preguntas, lo que pasa es que en las entrevistas
muchas veces se habla de cuestiones políticas, y es natural que eso sea
así. O hurgan en el pasado; por ejemplo, me preguntan por qué estudié
arquitectura, qué me atraía... Probablemente no tenga ningún interés
para una nota periodística, el interés es para mí, pero bueno, son las
leyes del juego, yo me avengo. Como dice el refrán, “calavera no
chilla”.
Rufo Martínez
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