Pedido de adhesiones: Carta Abierta a la Presidenta de la Nación sobre el pueblo Qom
Desde la Red
de Investigadores en Genocidio y Política Indígena en Argentina, junto a
diferentes personas y organizaciones de la sociedad civil (entre otros, el
reconocido periodista e historiador Osvaldo Bayer) elaboraron una carta abierta
a a la
Presidenta de la
Nación, Cristina Fernández, y a funcionarios del Gobierno
Nacional solicitando que intervenga e investigue los repetidos sucesos de
violencia y muertes dudosas que se vienen dando sobre las comunidades indígenas
de nuestro país, especialmente con la comunidad qom de Chaco y Formosa.
Invitamos a todos los que estén de acuerdo con el texto y
quieran y puedan, a adherir enviado a nombre, apellido y DNI más todo lo que
quieran agregarle (oficio, pertenencia a alguna ONG, movimiento, comunidad,
organización, etc.) y lugar de residencia a gabicolombina@yahoo.com.ar.
Adhesiones HASTA EL LUNES 28/01/2013
INCLUSIVE
Carta
Abierta a la
Excma. Sra.
Presidente de la Nación,
Dra. Cristina Fernández
CC: Sr.
Ministro de Justicia y Derechos Humanos, Dr. Julio César Alak
Sr. Presidente del INAI, Dr. Daniel
Fernández
Ref: Represión y muerte de ciudadanos argentinos
miembros del Pueblo Qom
Viernes 18 de enero de 2013
Como
es de público conocimiento, en los últimos tiempos se produjeron diversos
hechos en los que resultaron muertos miembros del Pueblo Qom de las provincias de Chaco y Formosa, y que hasta hoy no han
sido investigados satisfactoriamente.
Entre
ellos, pueden citarse los casos de:
*
Roberto López, muerto en la represión policial del 23 de noviembre de 2010 a la
comunidad Potae Napocna Navogoh (La Primavera), Pcia. de
Formosa.
*
Mario López, dirigente pilagá de Colonia Alberdi y delegado del MoCaFor que se
dirigía al día siguiente a expresar su solidaridad con Potae Napocna
Navogoh, muerto tras ser atropellado
por un policía.
*
Alberto Galván, jornalero Qom
perteneciente a la comunidad Paraje El Colchón, cercana a Villa Río Bermejito,
Pcia. del Chaco, asesinado a tiros y arrojado a las pirañas el 21 de enero de
2011.
*
Mártires López, dirigente de la Unión Campesina, muerto el 14 de junio de 2011 en
circunstancias dudosas, luego de ser atropellado dos días antes por un vehículo
mientras circulaba en su moto por la ruta en Libertador General San Martín,
Pcia. del Chaco.
*
Celestina Jara y su nieta Natalia Lila Coyipe de 11 meses, también miembros de Potae Napocna
Navogoh, muertas el 10 de diciembre
de 2012 tras ser atropelladas por un gendarme quien no sólo no las auxilió sino
que junto con sus acompañantes golpeó a Ricardo Coyipe, dirigente Qom y esposo
de Celestina, para impedir que, aun estando malherido, les prestara ayuda.
*
Imer Flores, de 12 años, miembro de la comunidad Qompi Naqona’a de Villa Río
Bermejito, Pcia. del Chaco, asesinado a golpes por una patota el 5 de enero de
2013.
*
Daniel Asijak, 16 años, sobrino del qarashe
Félix Díaz de La Primavera,
muerto en circunstancias dudosas mientras circulaba por la ruta en su moto, el
9 de enero de 2013.
También
resultaron víctimas de hechos violentos, siendo gravemente heridos aunque no
fallecidos, el propio Félix Díaz, atropellado el 9 de agosto de 2012 por un
vehículo 4 x 4 propiedad de la familia en conflicto con su comunidad; su hijo
Abelardo Díaz a quien un grupo de matones intentó degollar el 28 de junio de
2012; Samuel Garcete, un hombre de 48 con 9 hijos, perteneciente a la misma
comunidad de Formosa, quien aún no se repone de las graves heridas recibidas en la represión del 23/11/2010; en los últimos días (12 de enero de 2013)
se conoció un nuevo ataque a otro joven, Gerardo Rodríguez, en el Paraje El
Colchón, Villa Río Bermejito, Pcia. del Chaco y a Omar Ávalos, de la comunidad Potae Napocna Navogoh quien fue atacado por varios criollos en el pueblo
Laguna Blanca de la Pcia.
de Formosa.
Todos
los fallecidos eran ciudadanos argentinos pertenecientes al Pueblo Qom y han muerto en circunstancias
dudosas, o asesinados. Tres de estas personas eran niños: Natalia Lila de 11
meses, Daniel Asijak de 16 años e Imer Flores de 12 años.
A
lo anterior deben sumarse las amenazas verbales y ataques permanentes que
sufren los miembros de estas comunidades, la quema sistemática de sus
documentos y pertenencias, y otras acciones destinadas a atemorizar y a
potenciar la impunidad de los criminales. Hace tan sólo unas horas se conoció
el ataque y las amenazas sufridas por Héctor Alonso, también miembro de Potae Napocna
Navogoh.
En
la mayoría de los casos se han visto involucrados miembros de las agencias de
seguridad estatales, que debieran salvaguardar, no amenazar, la integridad de
todos los argentinos.
Todos
estos casos han sido denunciados y están o debieran estar siendo investigados
por los organismos correspondientes. Sin embargo, la reacción de los
respectivos estados provinciales y de la justicia ha sido dispar, evidenciando
lamentablemente en muchos casos llamativa indiferencia o incluso negligencia
respecto de los crímenes cometidos contra indígenas en sus respectivos
territorios.
A pesar de que existe un organismo
específico, el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), que debiera
poder intervenir en los casos señalados, nos encontramos ante una escalada de
violencia donde se exhibe la poca o nula capacidad de acción del Estado para
arbitrar adecuadamente estos conflictos, violencias y abuso de derechos que hoy
sufren estos Pueblos.
Sabemos
que la violencia hacia el Pueblo Qom
no es un fenómeno reciente. Luego de las conquistas militares en la región las
comunidades originarias de las actuales provincias de Chaco y Formosa fueron
confinadas en territorios escasos y reducidos, en los cuales la violencia no se
detuvo, y que en algunos casos, además, fueron escenario de nuevas represiones
y masacres, ya no en tiempos de “conquista” sino de “paz”, vinculadas a la
extrema explotación laboral y a las alianzas entre propietarios, fuerzas
armadas y sectores políticos (por ejemplo, las llamadas masacres de Napalpí
1924, Pampa del Indio 1933-4, El Zapallar 1935, La Bomba 1947, entre muchas
otras que además de estar documentadas, son resguardadas en la historia oral de
las comunidades).
Hoy
los tiempos han cambiado y los Qom,
como otros Pueblos Originarios, participan de muchos de los derechos de los
ciudadanos argentinos, y se les reconocen derechos específicos en su calidad de
Pueblos Indígenas (erróneamente llamados a veces minorías étnicas), como los de
participación y consulta sobre los “intereses que los afecten”. Sin embargo, y
a contramano de estos reconocimientos, las comunidades son constantemente
presionadas para que abandonen los reducidos terrenos en los que fueron
confinadas tras la conquista militar.
Y
aquí es donde queremos llamar especialmente la atención de la Presidencia, ya que se
trata de un problema de extensión nacional y que se ha venido incrementando
dramáticamente en tiempos recientes: Todas las víctimas pertenecen a una región
que se ha convertido en los últimos años en una renovada frontera de expansión
económica principalmente para grandes grupos económicos ligados a los
agronegocios, el petróleo y aunque en menor medida, el turismo. Muchas de ellas
habían denunciado amenazas y abusos de la gendarmería nacional y distintos
grupos armados, tanto policiales como parapoliciales. Los accidentes dudosos
y los asesinatos han recrudecido en los últimos tres años, período en que las
denuncias hechas por integrantes del Pueblo Qom
se han hecho más visibles. Esto se debe a que los grupos armados que obedecen a
empresarios y terratenientes actúan con impunidad, sin ser sometidos a
investigación alguna y sin ser condenados por sus crímenes.
En
todos estos casos, además, tanto los sobrevivientes de ataques similares como
los familiares de las personas fallecidas señalan elementos de odio racial y
xenofobia como una constante en el marco de estos ataques. Obvia decirlo, el
odio racial no es un elemento aislado y propio de los victimarios, sino que es
parte, lamentablemente, de un contexto que precede y posibilita tanto la
ejecución de los crímenes como su impunidad.
La realidad de estas
provincias que en estos días nos preocupa especialmente, tiene puntos en común
con la de otras partes del país. Esto se debe a las condiciones que
estructuraron las relaciones entre los Pueblos Originarios en todo el territorio,
y la sociedad no indígena. Los
Pueblos Indígenas poblaban el país originalmente y sufrieron todas las
consecuencias negativas, durante la conquista y luego con la
colonización, que sufren aquellos que pierden las guerras territoriales.
Durante el siglo veinte perdieron los últimos rincones de sus territorios y
fueron obligados a sedentarizarse, o a vivir en colonias y reservas, en la
mayoría de los casos obligados a vender su mano de obra en los ingenios
azucareros, en las plantaciones de algodón o en las estancias de la Patagonia. En adelante, cobraron y cobran los peores salarios, sufrieron y
sufren toda clase de injusticias, se morían y se mueren de enfermedades
evitables como la tuberculosis, la leishmaniasis y las derivadas de la
desnutrición, y han estado por décadas completamente arrojados al capricho de
las patronales y sus mediadores.
Aún desde esta
realidad estructural, los Pueblos Originarios compartieron con el resto de los
argentinos muchas de sus luchas por la justicia. Hacia la década de 1970
surgieron agrupaciones políticas formadas por militantes indígenas, muchos de
ellos integrados con partidos políticos y organizaciones sociales y sindicales
de orientación popular, que además reivindicaban sus derechos culturales,
económicos y sociales como indígenas. La dictadura cívico-militar golpeó y
desarticuló parcialmente el movimiento indígena, que también luchaba por un
mundo mejor, y varios de sus referentes fueron detenidos, desaparecidos y/o
partieron al exilio. Hoy y desde el regreso de la democracia a nuestro país,
reconocemos importantes avances, a tono con los foros internacionales, porque
los Pueblos Indígenas resurgieron como nuevos sujetos de derechos humanos,
entre los que se encuentran, reconocidos por la Constitución de nuestro país, el derecho a
permanecer en sus territorios tradicionales con títulos legales y a gestionar
los mismos bajo sus normas y costumbres. Vale además anotar que los
Pueblos Indígenas no sólo son objeto de referencia de estos derechos sino que
su palabra, a través de sus intelectuales, dirigentes políticos y líderes
religiosos, enriquece, interpela y ayuda al resto de la ciudadanía a construir
una sociedad mejor.
Sin
embargo, en el norte de la
Patagonia, los grupos económicos líderes, ligados a la
explotación minera y petrolera, provocan de modo directo (por la violencia) e
indirecto (por la contaminación del medio, la desocupación y la ruptura del
entramado social) la expulsión de las familias del Pueblo Mapuche, que llevan una larga lucha sin haber sido escuchadas. Más
aún, sus reclamos son sistemáticamente criminalizados, y son numerosos los
dirigentes que en los últimos años –por dar el último caso, la comunidad Winkul
Newen, cercanos a Zapala, el 28 de diciembre próximo pasado- vienen siendo
detenidos y/o procesados, cada vez que se resisten a ser desalojados de sus
campos. Es evidente que hoy, la principal respuesta que está dando el Estado a
los reclamos indígenas por la defensa de sus tierras es la violencia y la
represión, y estas comunidades, las más activas y organizadas políticamente,
las que más luchan por la vigencia de sus derechos constitucionalmente
reconocidos, pasan a vivir en peligro permanente.
Así,
la comunidad de Chuschagasta en la
Pcia. de Tucumán continúa esperando justicia por el alevoso asesinato
de Javier Chocobar el 12 de octubre de 2009 a manos de un terrateniente.
También
aquellas comunidades indígenas que reclaman por sus territorios en forma
conjunta con organizaciones campesinas, como sucede con aquellas nucleadas en
el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE) o el Movimiento
Campesino de Formosa (MOCAFOR), son hostigadas y periódicamente sacrificadas
ante el avance de la propiedad privada (el mencionado Mario López del MOCAFOR,
en 2010; y en Santiago del Estero, Sandra Juárez, fallecida de un paro cardíaco frente a las topadoras el 13 de
marzo de 2010; Cristian Ferreyra, campesino lule-vilela de San Antonio,
asesinado el 16 de noviembre de 2011 a los 23 años; y Miguel Galván, campesino
lule-vilela apuñalado en Simbol, en septiembre de 2012, estos últimos por
sicarios reconocidos).
Lamentablemente, como Ud.
sabrá, la lista de casos y víctimas en los Pueblos Indígenas es larga y no se
agota en lo que aquí presentamos. Las incursiones armadas de particulares y
parapoliciales en sus territorios, con intenciones de amedrentamiento, así como
los ataques sexuales a sus jóvenes, niñas y niños, son moneda corriente en todo
el país. Por eso apelamos a
usted, para que utilice los recursos materiales y políticos de su gobierno para
frenar esta situación. Si los gobiernos provinciales no pueden sacudir estas
estructuras, debe ser el Estado nacional el que realice el cambio necesario. Si
en un país como el nuestro, poblado por decenas de Pueblos Indígenas que son
parte de la ciudadanía, se permite que se los siga asesinando, o que aparezcan
muertos en situaciones altamente sospechosas y no se ponen todas las
herramientas posibles a favor de la verdad, queda claramente afectada la
política de derechos humanos que la mayor parte de la sociedad saluda, apoya y
acompaña.
Por
todo esto, si bien no ignoramos la complejidad y antigüedad de la situación,
reclamamos hoy al gobierno nacional y a los provinciales la implementación de
medidas urgentes y decididas para:
· Utilizar todos los elementos a su alcance para que se
haga justicia, en todos estos casos; incluyendo que se adopten medidas de
reparación concreta y simbólica y que se garantice el trato debidamente
respetuoso hacia sus dirigentes. La reparación debe partir del reconocimiento
del genocidio histórico cometido contra los Pueblos Originarios, cuyas
consecuencias se prolongan hasta nuestros días.
· Intervenir en la estructura sociopolítica y
socioeconómica en la que se insertan las comunidades, dado que está comprobada
la relación entre la promoción de los agronegocios, la explotación minera y
petrolera, las concesiones inmobiliarias y turísticas, etc. y el incremento de
la violencia contra los Pueblos Originarios. Frente a esto, existe legislación
suficiente que dispone la consulta previa a estos Pueblos, a través de sus
autoridades tradicionales, toda vez que se propongan planes de estas
características que afecten sus territorios. El Gobierno nacional, así como los
provinciales, tienen la responsabilidad de garantizar el cumplimiento de la Constitución así como
del Convenio 169 de OIT, entre otros acuerdos internacionales a los que la Nación adhiere, como un
paso inicial en la evitación de la violencia económica y social.
· Intervenir en el contexto social para disminuir las
acciones y discursos racistas, especialmente en los medios de comunicación, en
la formación de las fuerzas de seguridad y en las expresiones de los
representantes políticos, pues es imperioso reemplazar las ideas de
superioridad racial y limpieza étnica que todavía perviven, por una pedagogía
respetuosa de los derechos humanos y la vida.
· Por último, es urgente y necesario que el Gobierno
Nacional condene moral y públicamente estos hechos aberrantes, para que no se
repitan NUNCA MAS. Para comenzar a revertir la
violencia histórica y garantizar, en el marco de un Estado pluricultural,
una política de Derechos Humanos que asuma, en relación con los Pueblos
Indígenas, su responsabilidad en la búsqueda permanente de verdad y justicia.
La saludamos respetuosamente,
1)
Diana Lenton, DNI 17901607, antropóloga, Red de
Investigadores en Genocidio y Política Indígena, Buenos Aires.
2)
Diego Escolar, DNI 18053150, antropólogo, Red de
Investigadores en Genocidio y Política Indígena, Mendoza.
3)
Gabriela Nacach, DNI 22302241, antropóloga, Red de
Investigadores en Genocidio y Política Indígena, Buenos Aires.
4)
Lorena Cardin, DNI 22.110.057, antropóloga, Universidad de Buenos
Aires.
5)
Valeria Mapelman, DNI 21482309, documentalista, Red de Investigadores en Genocidio y Política
Indígena, Buenos Aires.
6)
Luciana Mignoli, DNI 27.147.941, periodista, Red de Investigadores en Genocidio y Política Indígena,
Buenos Aires.
7)
Marcelo Musante, DNI 23467808, sociólogo, Red de Investigadores en
Genocidio y Política Indígena, Buenos Aires.
8)
Mariana Gómez, DNI 28170891, antropóloga, CONICET,
Buenos Aires.
9)
Ana Vivaldi,
DNI 25188169, antropóloga, Universidad Columbia Británica, Vancouver, Canadá.
10)
Alexis Papazian, DNI 25791317, historiador, Red de
Investigadores en Genocidio y Política Indígena, Buenos Aires.
11)
Gerardo
Raschcovsky, DNI 11154312, estudiante de antropología, Red de Investigadores en
Genocidio y Política Indígena, Buenos Aires.
12)
Darío Aranda, DNI 25905483, periodista, Buenos
Aires.
13)
Osvaldo Bayer, DNI 4031317, historiador y periodista,
Buenos Aires.
14)
Ramón
Navarro, DNI 12646312, músico, Asambleas Ciudadanas Riojanas, La Rioja.
15)
Jorge Omar Steimbach, DNI 4579198, contador, Izquierda
Socialista, Buenos Aires.
16)
Luis Piaggi, DNI 13235403, Red de Investigadores en Genocidio y Política Indígena, Buenos Aires.
17)
Claudia
Salomón Tarquini, DNI 22.676.405, Red de Investigadores en Genocidio y Política
Indígena, La Pampa.
18)
Luciano
D'Addario, DNI 27727575, historiador, Red de Investigadores en Genocidio y
Política Indígena, Buenos Aires.
19)
Nilo
Cayuqueo, DNI 5516237, consultor en Desarrollo,
Comisión Mapuche La Azotea,
Los Toldos, Buenos Aires.
20)
Florencia Roulet, DNI 14015409, historiadora, Buenos Aires, Ginebra, Suiza.
21)
Ramón Minieri, DNI 5511376, escritor independiente,
Departamento de Río Colorado, Río Negro.
22)
Armando Aligia, DNI 11632231, físico, junta
interna de ATE del Centro Atómico Bariloche, Río Negro.
23)
Carlos Paz, DNI 22985982, historiador, FCH-UNCPBA,
Tandil, Buenos Aires.
24)
José Luis Pope, DNI 13988121, periodista, Trelew,
Chubut.
25)
María de los Ángeles Vivardo, DNI 20499490, docente y
antropóloga, GCBA, Ciudad de Buenos Aires.
26)
Marcelo Giraud, DNI 20112286, geógrafo, Universidad
Nacional de Cuyo, Mendoza.
27)
Karen
Avenburg, DNI 28549080, antropóloga, Universidad Nacional de
Avellaneda, Buenos Aires.
28)
Mónica Padin,
DNI 11220972, arquitecta, Bariloche, Río Negro.
29) Marina
Lenton, DNI 21480775,
ingeniera forestal y docente, Lago Puelo.
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