COMO GATO CON DOS COLAS/ EDITORIAL SEMANARIO VOCES

La semana pasada muchos dirigentes frentistas volvieron a la infancia.


Parecían gurises en 6 de enero con el “chiche” nuevo en las manos.

El presidente parecía el vocero de Buschental, corriendo por los canales.

Muchos respiraron aliviados, ya estaba la garantía de la victoria en el 2014.

Otros comenzaron a afilar hachas, pensando en la dulce revancha a corto plazo.

Algunos entonaron para sus adentros el viejo cantico: “Volveremos, volveremos…”

Unos cuantos hicieron cálculos y decidieron jugarse a ganador para no quedar en banda.

A varios, la noticia fue como un balde de agua fría y quedaron como con bronca y junando.

Despejada la incógnita de la candidatura vazquista, el panorama político queda más claro.

No se visualiza que surja nadie a competir en la interna frenteamplista.

Nadie quiere perder estrepitosamente y mucho menos despertar la ira del líder.

Ahora todo parece centrarse en quien será el compañero de fórmula elegido.

Como si ser vicepresidente de Tabaré diera algún poder o relevancia al elegido.

Algunas parecen olvidar el estilo: ordeno y mando del exmandatario, y no hay tu tía.

La oposición más achatada que de costumbre, quedo lamiéndose las heridas.

Antes dudaban de sus chances, hoy tienen la certeza de que son inexistentes.

Lo que se nos vuelve complicado a muchos es que todo se centre en una persona.

Que la vida política e institucional de un pais se reduzca a un solo individuo.

Que lejos están los tiempos de efervescencia de ideas y propuestas de cambio.

Cuan atrás han quedado los debates y la  catalizadora lucha ideológica.

¿Sera que la izquierda se ha convertido en una administradora del sistema?

¿Somos el mal menor frente al hipotético retorno de la temida derecha?

Hay demasiados dogmas, esquemas e intereses sectoriales en la vuelta.

Nosotros los sueltos, seguiremos en el trillo, ¡si habrá que atajar penales!

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