Golpe político a la enseñanza en Uruguay, por Andrés Núñez Leites by FG
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Golpe político a la enseñanza en Uruguay
por Andrés Núñez Leites
Publicado originalmente en:
http://m.leites.webnode.es/news/golpe-politico-a-la-ensenanza/
http://m.leites.webnode.es/news/golpe-politico-a-la-ensenanza/
Los
malos resultados de las pruebas PISA han venido a significar un
refuerzo de las posturas cataclísmicas sobre la situación de la
enseñanza pública en Uruguay. La tímida crítica del sector gubernamental
más izquierdista no a la lógica de dichas pruebas (cuyo modelo de
inducción estadística ha sido cuestionado hasta por su propio creador,
la también cuestionable transculturalidad de las estructuras
problemáticas empleadas, la evaluación de los resultados específicos,
etc.) sino al carácter concluyente de sus resultados, no ha logrado
opacar mínimamente la sensación de desastre en la educación nacional,
que el propio gobierno ha contribuido a construir en su lucha contra los
reclamos sindicales; recordará el lector memorioso que en el primer año
de gobierno Mujica "saludó" a las maestras diciéndoles "Trabajen". El
sector más derechista del propio gobierno ha remarcado la noción de
desbalance entre el "enorme esfuerzo presupuestal de la sociedad
uruguaya" en la enseñanza y los malos resultados. Para empezar la
premisa del razonamiento es falsa, ya que si bien ha habido un innegable
aumento presupuestal bruto, no lo ha sido tanto en términos reales si
se compara con la inflación del sector educativo, pero aún si fuera
correcto, esa asociación de variables es insostenible científicamente,
en la medida que oculta la compleja intervención de otras variables en
los malos resultados educativos.
Antes
de continuar, quiero hacer otra salvedad: la noción de "crisis" si está
asociada a un cambio desfavorable repentino y actual, es falsa. La
caída de los rendimientos académicos de los estudiantes viene
registrándose por lo menos desde los años 1960s, y con total seguridad
desde los años pos-dictadura. Desde mi perspectiva, adelanto, se trata
de una reducción de la capacidad de abstracción de la población, como
resultado de un proceso cultural y económico propio de la evolución del
capitalismo actual, y por lo tanto ninguna reforma educativa podrá hacer
por sí sola gran cosa al respecto.
Pero
bien, veamos hacia dónde van las críticas y las propuestas de cambio.
Por un lado, desde el campo académico, y especialmente desde el discurso
pedagógico neoliberal (incluyo aquí todo el tecnicismo de la educación
por desarrollo de competencias y resolución de problemas, importado
desde España por la élite tecno-izquierdista que asesoraba a Germán Rama
y que logró convertirse en supuesto de base, en sentido común
pedagógico de las nuevas generaciones de docentes), se ha criticado el
carácter "universalista" de la educación uruguaya, su división de
saberes en compartimientos estancos, su énfasis disciplinador del cuerpo
y de la mente a través del hábito y la memoria. Alejado de las
supuestas necesidades de los alumnos (en realidad alejado de las
necesidades del capitalismo financiero, ya que ese modelo responde a la
línea de montaje industrial), sería ese modelo el responsable de la
exclusión creciente de chicos del nivel secundario.
Ese
sistema retrógrado y normativo, dicen sus enemigos, sería superable por
uno más abierto, no centrado en los saberes sino en los estudiantes. El
paidocentrismo incluye la abolición de la repetición (de hecho casi
lograda en primaria en virtud de la función policial del cuerpo
inspectivo y una realidad demográfica de los establecimientos escolares:
si se dejara repetidores a los niños que no cumplen con los objetivos
mínimos del programa, las escuelas tendrían índices de repetición del
40% ó 50%, y como no pueden generar una deserción comparable a la de
secundaria por la función de guardería que ejercen para las familias
pobres dada la edad de los niños, generarían una superpoblación
inmanejable), la ludización de las estrategias didácticas, la
integración de materias en áreas (ciencias naturales, ciencias
sociales... que no se corresponden con la existencia de saberes
científicos, o mejor dicho, discursos científicos y por ello sus
resultados en los 1990s fueron desastrosos, pero bueno, como los
monstruos de las películas de terror norteamericanas, que una vez
derrotados reviven, revive esta propuesta), la maternalización e
infantilización del ciclo básico de secundaria unificándolo con primaria
(algo así se hizo en Argentina y el resultado ha sido muy malo, y algo
así se hace en el medio rural uruguayo y algunos barrios alejados de
Montevideo, con los grados 7mo, 8vo y 9no, con un resultado
desalentador), la individualización de las trayectorias escolares a
través de la ruptura del formato clase en beneficio del formato proyecto
individual o de pequeños grupos.
A
esto se suma una serie de propuestas de reforma administrativa y de
gestión de inspiración toyotista (acorde al imperio del capitalismo
financiero): descentralización y autonomización de centros educativos,
competencia de proyectos de centro para su financiación, jerarquización
del rol del director (en su versión más radical, la derecha propone que
los directores contraten y echen a los docentes como si se tratara de
una empresa), evaluación docente y estudiantil externa. A su vez, esto
se entronca con la precarización de la profesión docente, que pasará a
ser remunerada "a destajo", es decir, de acuerdo a su productividad (lo
cual, en la medida que no tenga en cuenta la distribución de las
capacidades de aprendizaje de acuerdo a los contextos socioculturales,
se convertirá en un excelente incentivo para el cambio de profesión).
Nada nuevo bajo el sol: la municipalización de la enseñanza es un camino
ya transitado en la época de Menem en Argentina, y los resultados
fueron malísimos en términos de aprendizajes.
Ahora
bien, nada de esto elevará significativamente el nivel de los
estudiantes uruguayos, porque se está errando en el análisis de las
variables. Un análisis más complejo, si bien encontrará muchos aspectos a
modificar en la formación docente, en la estructura burocrática del
sistema educativo, incluso, cómo no, en la indolencia de muchos
docentes, no puede hacerse sin tener en cuenta, por lo menos, que los
aprendizajes están vinculados también a factores tales como: la
persistencia de la malnutrición infantil (14% de retardo de talla y peso
en niños nacidos en hospitales públicos de Montevideo), el deterioro
sostenido de las condiciones laborales de las familias de los
trabajadores vía precarización e informalidad, la afectación de dicho
deterioro a los vínculos de pareja y por lo tanto a la estabilidad de
los proyectos familiares (una de cuyas bases es la sostenibilidad
económica de la casa) y con ello a la capacidad de contención emocional y
acompañamiento pedagógico familiar de los niños, la pérdida de
autoridad de padres y maestros (lo que es parte del diagnóstico de la
posmodernidad como época de incertidumbre), el retraimiento de la
cultura escrita, el cortoplacismo o la ausencia de horizontes lejanos en
los proyectos vitales de los adultos de las clases trabajadoras, el
escaso valor que le asigna el mercado a los años de educación (el
rendimiento económico marginal de cada año estudiado entre 6to. grado
escolar y 6to. grado de secundaria es escasísimo).
Tengo
buenas noticias para los neoliberales de izquierda y derecha: las
medidas que proponen no mejorarán los resultados educativos, pero la
gente no se va a dar cuenta a corto y mediano plazo, porque en la medida
que disminuya la repetición y se genere -algo maravilloso de esta época
de simulacros- la "sensación de éxito académico", los cambios serán
suficientes para obtener el apoyo de la población (piénsese cómo el Plan
Ceibal no aporta nada significativo pedagógicamente y sin embargo
recoge unánimes aplausos por su condición de fetiche moderno y de
símbolo de cambio de status). Si llegan a darse cuenta, de cualquier
modo, como es más fácil representarse a un docente holgazán que a un
sistema educativo que funciona mal, ya saben a quién culpar. Y mientras
el tecnicismo y el paidocentrismo en el orden pedagógico profundizarán
la vulnerabilidad cultural y política de las clases trabajadoras y
medias bajas (privándolos de la cultura general, de la disciplina
escrita y los grados de abstracción propios de los discursos científicos
complejos), el deterioro de la función docente permitirá reducir
drásticamente la capacidad de resistencia de los trabajadores de la
enseñanza, lo cual, combinado con algo que hubiera sido impensable 40
años atrás: la sujeción político-partidaria directa del sistema de
enseñanza público, coronará una situación de absoluta sumisión de la
enseñanza al mercado (o sea, a los principales capitales). Ahora que han
muerto las utopías revolucionarias y todos están tranquilos en cuanto a
que a lo sumo un "giro a la izquierda" apenas implica algún aumento de
impuestos, no quedarán defensores políticos de la autonomía
técnico-pedagógica del sistema de enseñanza público, porque no hay nada
que temer. El modelo es la Universidad Tecnológica (UTEC), compañeros.
La
sensación de peligro inminente de disolución social y de caos que debe
ser ordenado ya está suficientemente generada en la población y por lo
tanto el ambiente es propicio para un golpe político a la enseñanza,
para reconfigurarla en clave regresiva y neoliberal.
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