Eduardo Brenta. Foto: Santiago Mazzarovich
Se cortaron
Fue edil en la Junta Departamental de Montevideo, diputado, hasta el 30
de diciembre estuvo al frente del Ministerio de Trabajo y Seguridad
Social (MTSS) y el martes asumió en la cámara alta, suplantando a
Enrique Rubio. Eduardo Brenta es hoy la principal carta de renovación de
la Vertiente Artiguista (VA); el sector decidió ubicarlo en el primer
lugar de su lista al Senado. Tras cuatro años al frente de un ministerio
conflictivo, renunció a su cargo ejecutivo para meterse de lleno en la
contienda electoral. En diálogo con la diaria, el ex jerarca reclamó una
autocrítica sobre el tema Pluna y consideró que Fernando Calloia
debería renunciar al Banco República, cuestionó los planteos
“corporativos” de los sindicatos estatales, planteó la necesidad de
mejorar la situación de los trabajadores autónomos y aseguró que la
administración del Frente Amplio (FA) en la Intendencia de Montevideo ya
debería tener resueltos “los temas básicos de la gestión”.
-Usted ha dicho que el FA necesita hacer una autocrítica sobre el caso Pluna. ¿En qué debería consistir?
-Algunas
de estas cosas se podrían haber evitado si hubiera habido una
colectivización mayor de las decisiones tomadas. Es una cuestión que
trasciende totalmente este tema y tiene que ver con cómo se encara la
gestión del gobierno de forma colectiva, algo que es una seña de
identidad de la izquierda. No debe haber en el gobierno espacios
cerrados o en los que haya escasa colectivización de la decisión.
-¿Y en qué momentos hubo falta de colectivización en las decisiones del caso de Pluna?
-Hubo
un escaso debate durante todo el proceso, desde que se produjo la
crisis de Varig. Éste es un problema heredado, como pasó con COFAC y con
la crisis energética. Acá quedó una serie de bombas armadas desde antes
de 2005, prontas para estallar, que lentamente se fueron desarmando una
a una. Y todos esos temas tuvieron un nivel de colectivización entre la
fuerza política, la bancada y el gobierno, que debe ser la impronta
para mejorar la calidad de la gestión. Yo no lo vi especialmente [con
Pluna]. Hubo escasa colectivización de la discusión y de las decisiones
tomadas.
-¿Cree que fue correcta la renuncia de Fernando Lorenzo?
-Es
una decisión personal que busca no comprometer al gobierno ni a la
fuerza política. Es la actitud que debe tener todo secretario de Estado,
porque está claro que, más allá de los hechos, los fusibles son los
ministros. Cualquiera de ellos hubiera dado un paso en ese sentido, y
habla muy bien de él como persona haberlo hecho.
-¿Y el presidente del Banco República, Fernando Calloia, debería haber hecho lo mismo?
-Es posible, sí. Desconozco los fundamentos por los cuales no ha dado un paso de características similares.
-¿Hay que hacer una autocrítica en materia de educación? ¿Al FA le falta más debate en este tema?
-Sí.
Éste es uno de los temas centrales para Uruguay en sus próximos años.
Si efectivamente el país pretende seguir creciendo de la forma en que lo
viene haciendo, y transformando su matriz productiva, necesita recursos
humanos calificados que estén a la altura de ese desafío. Es claro que
nuestros recursos humanos no están a la altura de lo que requieren las
propias obras de infraestructura que el gobierno impulsa y de lo que
requerirá la inversión que está llegando al país. A veces hay una falsa
oposición entre la cultura global, que permite a la gente ubicarse y
comprender el desarrollo del mundo, y la formación y capacitación para
el trabajo. Creo que no hay una contradicción. Pero hay, sobre todo en
algunos sectores de la educación, una mirada antigua de los problemas de
esta área. Todavía sigue existiendo el enfoque de no educar para el
trabajo, porque eso sería educar para que te exploten. Y nosotros, en
cambio, queremos educar para el trabajo, para que la gente se forme y
acceda a empleos de calidad.
-¿Esa mirada es la misma que tuvo el FA cuando asumió en 2005?
-No.
El FA en varios temas ha ido evolucionando en función del ejercicio de
gobierno. Éste es un caso y la seguridad es otro. Llegamos con una
visión bastante idílica de la seguridad, creyendo que bajando la pobreza
y eliminando la indigencia resolvíamos el problema, y nos encontramos
con que han aparecido fenómenos que antes no existían, como la pasta
base, el narcotráfico y una serie de elementos que no estaban en nuestra
agenda en 2005. El plebiscito que se va a desarrollar sobre la baja de
la edad de imputabilidad no lo podemos encarar únicamente con el
discurso político e ideológico. Además de eso, hay que hacer esfuerzos
que incluyen aspectos represivos que no se pueden obviar.
-¿Cree que fue correcto el criterio de José Mujica a la hora de armar su
gabinete?
-Hubiera
sido mejor tener mayor equilibrio entre los pesos electorales de los
sectores y las competencias de los compañeros. Históricamente el FA
defendió que los mejores vayan a los mejores lugares, y los mejores no
son exclusivamente los técnicos, sino también los políticos, o una
combinación de ambas características. Aquí hubo una inclinación mayor
hacia el respeto de los equilibrios electorales, principalmente al
principio de la gestión. Después se fue aprendiendo en el camino, y
cuando el presidente encontró que en determinadas áreas no se estaban
llevando adelante las tareas de forma adecuada, no tuvo dificultad en
remover a personas, incluso de su propio sector político, cosa que
seguramente no le fue fácil.
-¿Qué le parece la idea de Tabaré Vázquez de declarar la esencialidad de los servicios educativos?
-A
mi entender, las declaraciones de Tabaré sobre ese tema tienen que ver
con el contenido que le asigna a la educación en la sociedad, como un
agente esencial del cambio. No creo que haya hecho referencia a aspectos
jurídicos ni vinculados a los convenios internacionales. Lo que
transmitió políticamente es que en su gobierno pretende cumplir ciertos
objetivos, y en ese marco comparto que la educación es esencial.
Distinto es declarar la esencialidad en la educación, que es otra cosa y
en eso no hay dos lecturas posibles.
-¿Cómo ha visto los últimos movimientos que han ocurrido en el PIT-CNT, con Richard Read alineado a la lista 41 de la central?
-En
el movimiento sindical se ha ido conformando una importantísima alianza
entre las dos corrientes mayoritarias del PIT-CNT, que tratan de darle
una conducción racional al movimiento sindical sin abandonar ningún
principio, ni valor, ni independencia respecto del gobierno. La frase
“somos independientes pero no indiferentes” es un buen resumen de lo que
estas dos corrientes, Articulación y el Partido Comunista, han llevado
adelante. Hay en ellas una preocupación fundamental por hacerle jugar al
movimiento sindical un rol importante en los grandes temas del país,
más allá de las reivindicaciones. Esto es algo muy valioso que retoma lo
mejor de la historia del movimiento sindical. Frente a estas dos
corrientes hay orientaciones francamente minoritarias cuyos perfiles son
básicamente reivindicativos. No he percibido, sobre todo por parte de
la Confederación de Organizaciones de Funcionarios del Estado [COFE],
más que reclamos de carácter corporativo, a excepción, quizá, de algunos
planteos vinculados a la salud pública o a otras áreas en casos muy
puntuales.
-Usted también recibió críticas de integrantes del
PIT-CNT por decir que había que ajustar los crecimientos de salarios en
función de la productividad. ¿Los últimos convenios colectivos tomaron
ese rumbo?
-En general, no, y eso es un problema. No hoy, pero lo
puede ser a mediano plazo. Uruguay tiene que mejorar el nivel de la
productividad y allí tenemos otro mito. Mejorar la productividad no es
aumentar la explotación. Aumentar la productividad tiene que significar
una mejora de la calidad de empleo, de los salarios y de las condiciones
de trabajo. Hay que capacitar a los trabajadores para que puedan
ubicarse en los puestos de trabajo que el mercado comienza a ofrecer,
que exigen mayor capacitación y formación. Si la economía uruguaya no
mejora su productividad, el proceso de crecimiento y distribución no se
sostiene. Esto no es responsabilidad exclusiva de los trabajadores,
también implica la gestión del empresario: cuánto invierte en
tecnología, en investigación y en formación de recursos humanos. Hoy
algunos sectores trabajan con tecnología de hace 20 años, y los
empresarios no invierten para mejorar la productividad, a veces porque
no tienen la competencia necesaria.
-¿Cómo se explica que haya tantos diezmilpesistas?
-Una
de mis últimas actividades de 2013 fue concurrir a la fiesta que
organizó la Federación Uruguaya de Empleados de Comercio y Servicios
[FUECYS] a fin de año. Escuché con mucha satisfacción al presidente de
FUECYS decir que en el comercio no hay más diezmilpesistas. Cuando se
procese toda la información de la última ronda de Consejos de Salarios
seguramente se vea que son escasos los sectores que puedan tener
salarios inferiores a 10.000 pesos. Además, el 1º de enero de 2015 el
salario mínimo nacional ascenderá a ese monto y nadie va a ganar menos.
El problema fundamental hoy es atacar la informalidad. Los trabajadores
pobres son los que la sufren. No tienen sindicato ni cobertura social.
Una de las tareas pendientes en lo que queda del proceso, y que
seguramente será materia de análisis del próximo gobierno, será la
elaboración de un estatuto del trabajador autónomo, como existe en
algunos países de Europa, que le dé al trabajador autónomo el mismo
estándar de nivel de cobertura que al trabajador dependiente.
-¿Es una señal de renovación de la VA que usted encabece la lista al Senado?
-Sí.
Aquí hubo una decisión clave del senador Enrique Rubio, uno de los
principales referentes y teóricos de la izquierda, que ha optado por
dedicar sus esfuerzos a esa área, por encima de la gestión
político-partidaria. Eso abrió paso a dos cambios que la VA realizó:
colocar a Daoiz Uriarte en su presidencia y sustituir el encabezamiento
de la lista al Senado. Quizá seamos la única opción que no repita la
misma fórmula que en el período anterior, porque los encabezamientos de
las listas prácticamente van a ser los mismos.
-Y, en general, ¿los sectores no están postergando el proceso de renovación?
-Hay
una generación que aportó muchísimo al FA y construyó el triunfo de
2004, y que en esta instancia va a hacer su aporte final en términos
electorales. Me parece que quizá los sectores hayan optado por una
actitud más conservadora, jugándose a candidatos que ya demostraron
tener un buen desempeño, sin arriesgarse a proponer figuras nuevas.
Nosotros hemos optado por el camino de arriesgar y veremos cómo nos va.
-¿El Frente Unido llevará una lista única al Senado?
-Nuestra
idea es que en octubre haya una lista del Frente Unido, con acuerdos de
integración en una lista común al Senado, o eventualmente con la
generación de un sublema junto con otros sectores con los que hemos
tenido afinidades.
-Ya resolvieron apoyar la candidatura de Raúl
Sendic a la vicepresidencia, mientras que los demás sectores no han
tomado una decisión, al menos no formalmente. ¿No es un poco apresurada
su postura?
-He visto propuestas del compañero Danilo Astori
respecto de Mónica Xavier; es bastante claro. También el MPP anunció que
va a proponer un nombre, por lo que llego a la conclusión de que casi
todo el mundo ha hecho propuestas, expresas o no, pero todos tienen sus
candidatos. Nosotros hemos tenido durante todo este tiempo un proceso de
sintonía con Raúl Sendic y el colectivo de compañeros que lo acompaña.
Nos parece una figura joven con un buen nivel de respaldo y que puede
ser adecuado en esa tarea de intermediación entre el Ejecutivo y el
Legislativo. Pero va a ser una decisión del FA y también de él,
personal, si es que efectivamente está dispuesto a asumir ese cargo.
-¿Qué le parece la candidatura de Constanza Moreira?
-Tiene
todo el derecho de postularse. Es muy valiosa y respetable, y ha usado
las herramientas que el FA le ha dado, por lo que no me parece nada mal
su candidatura. Surge básicamente de un sector de frenteamplistas de los
primeros círculos, más politizados, que sienten cierto nivel de
decepción respecto de lo que el FA ha hecho en el gobierno. Con todo el
respeto que merece Constanza, creo que sus votantes tienen más una
actitud de marcar su descontento e insatisfacción con las dos gestiones
del FA, que de apoyar a Moreira, porque no he visto todavía ninguna
propuesta de ella que la diferencie sustancialmente de lo que el resto
del FA ha planteado. Tampoco he visto en su actuación parlamentaria
diferencias notorias, a excepción de algunos temas, como los vinculados a
la defensa nacional. El otro día hizo un planteo sobre la necesidad de
reformar la Caja Militar que comparto plenamente.
-¿Quién le gustaría que fuera candidato a intendente en Montevideo?
-La
confirmación de la alianza blanquicolorada, que seguramente en 2019 sea
a nivel nacional, implicará un esquema en el que la izquierda confronta
con la derecha unida. Creo que tenemos que utilizar todas las
herramientas y un menú de candidatos distintos que reflejen las
expectativas de la gente de un recambio en la Intendencia. Hay cierto
agotamiento del FA y se necesita una renovación programática y de sus
figuras. Aparentemente, ya hay dos candidatos sobre la mesa: Daniel
Martínez y Carlos Varela. Creo que falta un tercero y seguramente lo
haya.
-¿Por qué tiene tan baja popularidad la administración de Ana Olivera?
-Porque
se cometieron algunos errores. Lo del Corredor Garzón fue claramente
uno de ellos. Los temas básicos de la gestión deberían estar resueltos a
esta altura. También ha habido ciertas indefiniciones o falta de
coordinación entre el gobierno municipal y el nacional. Otra cosa que ha
sufrido la Intendencia desde el período de [Ricardo] Ehrlich es que una
vez que el FA ganó las elecciones nacionales, los principales cuadros
de la izquierda fueron a parar al gobierno nacional. Esto generó un
vacío que no se repone de un día para el otro
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