A propósito de Gaza Eric Hobsbawm/ Del Blog de Atilio Boron

27.7.2014
¡Hola! Comparto una breve pero incisiva reflexión del gran historiador marxista y judío Eric Hobsbawm a propósito de los anteriores ataques de Israel a Gaza y al Líbano. Sus palabras conservan una notable actualidad frente al genocidio actualmente en curso, otra vez, en Gaza. A continuación la versión en español (publicada por El Ciudadano, de Chile (http://www.elciudadano.cl/2014/07/25/109731/a-proposito-de-gaza-por-eric-hobsbawm/) pero a la cual le he hecho algunas correcciones que me parecían necesarias. Espero que quede bien claro lo que dice Hobsbawm: que la crítica al estado de Israel no significa antisemitismo, latiguillo con el cual la derecha racista de Israel pretende descalificar las críticas que se les formula a sus criminales políticas.
“Durante tres semanas la barbarie ha sido mostrada ante un
público universal, que ha observado, juzgado y, con pocas excepciones,
rechazado el uso del terror militar por parte Israel contra un millón y medio
de habitantes bloqueados desde 2006 en la Franja de Gaza. Nunca antes las justificaciones oficiales
de la invasión han quedado tan claramente refutadas como ahora, con la
combinación de cámaras y aritmética; ni el lenguaje de las “objetivos
militares” con las imágenes de niños ensangrentados y de escuelas incendiadas.
Trece muertos de un lado, 1.360 de otro: no es difícil establecer dónde está la
víctima. No hay mucho más que decir acerca de la terrible operación de Israel
en Gaza.
Excepto para aquellos de nosotros que somos judíos. En una
larga e insegura historia como pueblo en la diáspora, nuestra reacción natural ante
eventos públicos ha incluido inevitablemente la pregunta: “¿Es bueno o malo
para los judíos?” En este caso, la respuesta es inequívoca: “Malo para los
judíos”.
Es claramente malo para los cinco millones y medio de judíos
que viven en Israel y los territorios ocupados desde 1967, cuya seguridad se ve
amenazada por las acciones militares que los gobiernos israelíes tomen en Gaza
y en Líbano, acciones que demuestran su incapacidad para lograr sus objetivos
declarados y que perpetúan e intensifican el aislamiento de Israel en un
Oriente Medio hostil. Dado que ni el genocidio o la expulsión masiva de
palestinos de lo que queda de su tierra natal así como la destrucción del estado de
Israel están en la agenda práctica de ambas partes en conflicto, sólo una
coexistencia negociada en igualdad de condiciones entre los dos grupos puede
proporcionar un futuro
estable. Cada nueva aventura militar, como las de Gaza y el Líbano, hará
que esa solución sea más difícil y fortalecerá al ala derecha israelí y a los colonos
de la Ribera Occidental,
que encabezan el rechazo a la solución negociada.
Al igual que la guerra del Líbano en 2006, Gaza ha
oscurecido las perspectivas de futuro
para Israel. También ha oscurecido las
perspectivas de los nueve millones de judíos que viven en la diáspora.
Permítanme que no me ande con rodeos: la crítica de Israel no implica
antisemitismo, pero las acciones del gobierno de Israel causan vergüenza entre
los judíos y, sobre todo, estimulan el antisemitismo de nuestros días. Desde
1945, los judíos, dentro y fuera de Israel, se han beneficiado enormemente de
la mala conciencia de un mundo occidental, que había rechazado la inmigración
judía en la década de 1930, unos años antes de que permitiera o no se opusiera
al genocidio. ¿Cuánta de esa mala conciencia, que prácticamente eliminó el
antisemitismo en Occidente durante sesenta años y produjo una época dorada para
su diáspora, queda en pie al día de hoy?
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