El ALCA: para no olvidar/ Atilio Boron
Hoy se cumplen 9 años de la derrota del ALCA en Mar del Plata. Fue una
gran victoria de los pueblos de Nuestra América que desbarataron el
principal proyecto estratégico de Estados Unidos para América Latina y
el Caribe para todo el siglo veintiuno. Debemos celebrar ese
acontecimiento, raro en la historia de los pueblos que luchan contra el
imperialismo. Para ninguna otra región del Tercer Mundo la Casa Blanca
había elaborado un plan tan detallado que, en la práctica, significaba
la definitiva sujeción de nuestros países a la Roma americana, como la
llamaba Martí. Para conmemorar esa gran victoria popular comparto una
ponencia que presentara en La Habana el año 2002, en el marco de la
campaña internacional NO al ALCA, analizando el significado de esa
iniciativa y sus implicaciones. Creo que, el paso del tiempo, ha
confirmado sus tesis principales, razón por la cual y siendo un trabajo
poco conocido, me permito ponerla a disposición de tod@s ustedes como un
elementos más de discusión y análisis. Y como advertencia, porque hoy
el imperio arremete nuevamente y lo que antes se llamaba ALCA ahora
viene bajo el nombre de Alianza del Pacífico.
El ALCA y la consolidación de la hegemonía norteamericana
Por Atilio A. Boron *
El ALCA, culminación de un proyecto imperial.
Este es el “relato oficial” del ALCA que, por supuesto, poco tiene que ver con la realidad. Lo que ésta nos enseña, en cambio, es que el ALCA es la culminación de un secular proyecto de dominación imperial cuyas raíces se hunden en la historia inter-americana. La expresión más clara al respecto, pero no por cierto la única, fue planteada tan tempranamente como en 1823 por quien fuera entre 1817 y 1825 el quinto Presidente de los Estados Unidos, James Monroe. Fiel a su vocación imperialista, durante su mandato Monroe concretó la adquisición de la Florida y, pocos años más tarde, formuló la doctrina que lleva su nombre y que se sintetiza en su bien conocido aforismo: “América para los americanos.” El pretexto para tal pretensión era alejar a las potencias europeas de toda intromisión en los asuntos del hemisferio. Los móviles verdaderos eran, en cambio, asegurar el predominio absoluto en la región para ese fragmento del mundo anglosajón en tierras americanas, poniendo a los decrépitos imperios coloniales de España y Portugal en retirada y aconsejando a británicos y franceses de abstenerse de inmiscuirse en un área que, para los norteamericanos, constituía su esfera natural de predominio.
* Una primera versión de este trabajo fue presentada ante el II Encuentro Hemisférico de
Lucha contra el ALCA, La Habana, Cuba, 25 al 28 de Noviembre de 2002.
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No sorprende entonces comprobar que desde los albores mismos de la independencia latinoamericana se escucharan voces de alerta motivadas por las vigorosas tendencias expansionistas e imperialistas que, ya desde sus primeros pasos, exhibían las trece colonias. Fue no otro que Simón Bolívar quien planteara, con singular agudeza, los contornos de esa amenaza al afirmar que “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar a la América española de miserias en nombre de la libertad.” Pero habría de ser José Martí quien expusiera con inigualada claridad los peligros que se cernían sobre nuestros países. La excepcional penetración de la mirada martiana, su experiencia de “haber vivido en las entrañas del monstruo” y su inclaudicable lucha por la libertad de Cuba y las naciones hermanas de nuestra América le permitieron captar con singular precisión los alcances de la amenaza norteamericana.
En efecto, a lo largo de muchas páginas de la extensa producción martiana el Apóstol se refirió in extenso a este tema. No es éste el lugar para realizar una exégesis de sus argumentos, pero conviene de todos modos subrayar algunos de sus lineamientos principales. En una de sus magníficas notas publicadas en el diario La Nación de Buenos Aires Martí advertía que “en cosas de tanto interés, la alarma falsa fuera tan culpable como el disimulo. ... Los peligros no se han de ver cuando se les tiene encima, sino cuando se los puede evitar. Lo primero en política, es aclarar y prever.” (1) De aclarar y prever se trata, precisamente, en este II Encuentro de lucha contra el ALCA. Aclarar y prever porque, según Martí, “en política lo real es lo que no se ve.”(2) Y lo que no se ve, porque no se deja ver gracias a la maraña creada por la industria cultural dominada por los imperialistas, son los intereses de los Estados Unidos en la promoción del ALCA. Se trata, entonces, de ver, y Martí nos ofrece unas guías para poder ver. Por ejemplo, nos advierte que
“ningún pueblo hace nada contra su interés. ... Si dos naciones no tienen intereses comunes, no pueden juntarse. ... Cuando un pueblo es invitado a unión por otro, podrá hacerlo con prisa el estadista ignorante y deslumbrado, ... podrá recibirlo como una merced el político venal o demente, y glorificarlo con palabras serviles; pero el que siente en su corazón la angustia de la patria ... ha de inquirir y ha de decir qué elementos componen el carácter del pueblo que convida y el del convidado ... y si es probable que los elementos temibles del pueblo invitante se desarrollen en la unión que pretende, con peligro del invitado. ... Y el que resuelva sin
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investigar, o desee la unión sin conocer, o la recomiende por mera frase y deslumbramiento, o la defienda por la poquedad del alma aldeana, hará mal a América.(3)
De esa investigación extrae Martí las siguientes conclusiones, cuya actualidad difícilmente podría ser mayor. Primero: los norteamericanos “creen en la necesidad, en el derecho bárbaro como único derecho: esto es nuestro, porque lo necesitamos,” sentencia ésta que prefigura con un siglo de anticipación la más reciente innovación doctrinaria norteamericana en materia de seguridad que viene a justificar las “guerras preventivas” contra todo aquél que, en un futuro incierto, pudiera llegar a ser una amenaza para la seguridad militar norteamericana. Segundo, Martí concluye que:
“quien dice unión económica, dice unión política. El pueblo que compra, manda. El pueblo que vende, sirve. El pueblo que quiere morir vende a un solo pueblo, y el que quiere salvarse a más de uno. ... El influjo excesivo de un país en el comercio de otro, se convierte en influjo político. ... Lo primero que hace un pueblo para llegar a dominar a otro es separarlo de los demás pueblos. El pueblo que quiera ser libre, sea libre en negocios.” (4)
La conclusión final no es menos actual que las anteriores observaciones. En efecto, Martí nos previene en contra de “la ligereza de un prestidigitador político” capaz de “ponerle colorines de república a una idea imperial.” (5) Para nuestra desgracia, ya no es uno sino son muchos los prestidigitadores políticos que le ponen colorines de república a una idea imperial e imperialista, procurando invisibilizar lo que salta a la vista. Que el ALCA no es otra cosa que la conclusión exitosa de un proyecto imperialista cuya continuidad se extiende a lo largo de dos siglos. Bertolt Brecht decía que la burguesía era una señora que no deseaba que se la llamase por su nombre. El ALCA es un caballero imperialista que también pretende que no se le llame por su nombre.
Las premonitorias advertencias de Bolívar y Martí demostraron ser exactas. En un proceso que no tuvo pausas, y que alternó episodios de sistemática penetración económica en nuestros países con otros signados por la violencia más desenfrenada, los Estados Unidos asentaron un predominio sin contrapesos en esta parte del mundo. Tal como lo dijera Martí, el influjo económico se tradujo inmediatamente en influjo político; la dependencia económica dio paso a la dependencia política. Al no ser libres en los negocios
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nuestros países tampoco pudieron ser libres en lo político. Perdieron soberanía económica y, con ella, la soberanía política. Nuestros estados
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