La llamada / Por Carmen Bonelli
El crepitar de la fogata improvisada en la esquina , con
cajones de manzanas y hojas de diarios, es como la calma que precede a la
tormenta; te deja alerta y expectante.
Mandala colorido, madera y cuero, centro
de fuego. Símbolo eterno de purificación.
El ritual de templanza ya comienza. El espirituoso vino tinto, hecho con uvas negras, como la
piel del que lo bebe, cumple su cometido.
Los primeros sonidos marcan el comienzo de la llamada. Madera con madera, y cueros
con cueros. Chico, repique y piano,
cálices paganos colmados de sonoras vibraciones, son ofrendados a sus espíritus
ancestrales de libertad e igualdad. Solo cuando ellos acuden, se logra la nota tonal, y las lonjas
cobran vida. Resonar de tambores, el candombe empieza. El alma del carbón se
libera. Devaluada piedra que cuando se enciende, deja al descubierto su corazón
de fuego. Reguero de pólvora en las
calles del barrio, que estalla en cadencia, de ritmo y sudor. Se estremece, baila, olvidando penas, rompiendo cadenas, mimetizados en la
alegoría lubola.
Buenisimo!!!Amedida que lo iba leyendo me sentí transportado a esa inolvidables y siempre vigentes llamadas!!!
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