5 a 10 años de vida le quedan a la canilla de agua potable de área metropolitana. Luz amarilla para Santa Lucía / EL PAÍS
El agua potable es su principal preocupación. Y advierte que la situación uruguaya es crítica. "Se encienden luces amarillas sobre el río Santa Lucía", dice. Se excusa de no querer ser "alarmista", pero advierte que comenzó la cuenta regresiva. Si no se profundizan las políticas para curar el agua de la principal canilla de agua potable de la zona metropolitana, "en 5 o 10 años las cosas se van a complicar".
Lo dice Alejandro Nario. Será el nuevo director
de la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama). Viene del ámbito
privado. Y pertenece al IR, el sector del Frente Amplio aliado a
Constanza Moreira. El mismo presidente electo Tabaré Vázquez pensó en
que era el más idóneo para ocupar un cargo difícil. Las presiones llegan
por todos lados: los ministerios, los ambientalistas, los
empresarios... Nario dice estar preparado para lidiar con esto. No le
preocupa tanto. Su principal dilema es uno solo. Lo que se haga en la
futura administración será vital en cuanto a lo que tiene que ver con el
agua.
Un
poco de historia: en 2013 empezaron a saltar las alarmas sobre el río
Santa Lucía. Un estudio de la Universidad de la República (UdelaR) sobre
la situación del agua de Obras Sanitarias del Estado (OSE) advirtió de
la presencia de "altos valores" de fósforo en la zona que va desde la
cuenca hasta Aguas Corrientes. Decía que el 80% de esta contaminación es
generada por fuentes difusas, "provenientes de actividades
agropecuarias, entre las que se destaca la de explotaciones lecheras",
es decir los tambos. Cuando salió el estudio ya varios consumidores lo
habían notado: el sabor del agua de la canilla había cambiado. El
ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro, también ya había
dicho: "Hay que ponerse las pilas y decirle a la gente que se deje de
joder. Son productores, es gente muy inteligente, acá nadie se puede
hacer el opa". Se tomaron algunas medidas. Con respecto al engorde de
corral (o feedlots) se decidió suspender la habilitación de nuevos
establecimientos y la ampliación de los ya existentes en la cuenca del
río Santa Lucía. OSE también redobló los controles.
Nario reconoce que hay que hacer más. Y que la Dinama
deberá ponerse al frente, en esta próxima administración, de una
política que permita rescatar a un río en crisis. Advierte lo que ya
había diagnosticado quien ahora ocupa su próximo cargo, Jorge Rucks,
quien pasará a ser el subsecretario de Medio Ambiente. Dice que el
principal problema es la acumulación de fósforo y nitrógeno que hay en
el agua, en los sedimentos y en el arrastre de los suelos. Esto, unido a
la erosión, hace que la contaminación termine en el río. La acumulación
de años. Los niveles de fósforo y nitrógeno son "muy altos". Arreglar
el problema no será algo que pase de la noche a la mañana.
"Hay que profundizar lo que se ha hecho y hacer más. Si
seguimos así vamos a tener problemas. Sobre todo en los temas asociados
a los nutrientes. El primer paso es investigar. Si yo voy a hacer un
proyecto, necesito saber la línea base. Tengo que saber cómo son los
cursos. Se necesita conocimiento", dice Nario, que gesticula y desdibuja
de su rostro una sonrisa que casi nunca se mueve. Es que el agua es
tema serio.
El futuro director de la Dinama advierte que mucho se
puede planear, investigar y trabajar. Pero, lo que no se puede hacer es
magia. Para llevar a cabo más medidas que vayan en el sentido de poder
rescatar a un río en riesgo de muerte se necesita gente (personal
capacitado) y dinero, bastante dinero.
"Mi intención es tomar mayores medidas. El camino
recorrido hasta ahora es bueno, pero hay que mejorarlo. Para eso hay que
dotarlo de recursos: tanto humanos como económicos. Hay que buscar
fuentes de financiamiento para transformaciones tecnológicas para poder
actuar y mejorar la calidad del curso", señala.
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