Syriza y Podemos, las “nuevas alternativas”. / Blog Aldea Global
“El político
burgués vive completamente sumergido en la democracia política; las formas de
aquélla le esconden la sociedad misma. La actitud de los gobiernos, sus
diferentes relaciones con los partidos políticos, la posición de los partidos
en las Cámaras, los pequeños sucesos de los pasillos y de los círculos
parlamentarios, los artículos de fondo de los principales periódicos: he aquí
todo su mundo”. Max Adler (1926)
El estado de situación actual del escenario político europeo se
presenta como el resultado de una conjunción de factores de variada índole. Así
mismo, la realidad que exponen (o padecen) los distintos partidos socialistas y
socialdemócratas dentro de este contexto, responde de manera directa al accionar
político de estos en el transcurso de los últimos tiempos.
La lógica mercantilista de un neoliberalismo que logró imponer sus
principios individualistas por sobre el interés colectivo de las sociedades,
superó en la praxis al discurso que la izquierda (en términos globales)
defendió históricamente.
Aquellos que supimos ser la voz que marcaba la otra alternativa frente
a las desigualdades sociales que son una consecuencia intrínseca al sistema
capitalista, fuimos perdiendo la capacidad de ofrecer respuestas concretas más
allá del discurso. Nos inmovilizamos frente al peso avasallante de un sistema
que si algo ha demostrado, es su enorme capacidad de readaptación a las nuevas
reglas de juego de las últimas décadas.
Como consecuencia directa de
ello, fuimos cediendo espacios dentro del escenario político, los cuales
actualmente son disputados por nuevas expresiones que en la lógica de su
discurso “radical”, pretenden ser una alternativa frente a aquello que se
muestra como estéril y falto de acción.
Las “nuevas izquierdas”, crisis y falta de respuestas.
Durante los periodos posteriores a la “refundación” de la
socialdemocracia europea, los distintos gobiernos de izquierda se vieron
inmersos en la práctica de políticas de carácter progresista en el ámbito
social, pero paradójicamente apegadas a la lógica de mercado en lo que a
estrategias fiscales y económicas refiere. Ese posicionamiento, en suma con el
desgaste y los vicios (corrupción, clientelismo) que una vez alcanzado el poder
los diferentes gobiernos socialdemócratas fueron en mayor o menor grado
desarrollando, generó como consecuencia, la pérdida de una identidad clara y
por ende; la subsiguiente crisis ideológica que como resultado traería el
alejamiento del partido con respecto a las bases mismas del electorado.
El desplome del sistema financiero en el año 2008 encontró a la
socialdemocracia europea en un estadio de sedentarismo ideológico, absorbidos
completamente por la inercia del mercado y las demandas de las grandes
estructuras económico-financieras.
La izquierda europea había caído presa del capitalismo y su juego,
seducida claro por la idea de poder conjugar en sus bases teóricas, el libre
mercado y el bienestar social. Desde entonces, la línea que separaría a
derechas de izquierdas, comenzaría a desdibujar sus límites para convertirse en
una simple diferenciación en cuanto a las formalidades del accionar político de
cada una.
En consecuencia, lógica por cierto, frente a la incapacidad y falta de
respuestas (producto directo del proceso mencionado anteriormente) por parte de
los partidos de centro izquierda, en suma con el desgaste y la sobrexposición
propia del ejercicio de gobierno, sucede el corrimiento natural del electorado
hacia los extremos del espectro político.
Así las cosas, el escenario actual de los países afectados – crisis
política interna, más fuerte presión externa por parte de gobiernos y agentes
económicos - sirve de tierra fértil para el resurgimiento del denominado
populismo, el cual dependiendo de las características de cada región, podrá
identificarse en algún caso con los movimientos de izquierda más radicales en
cuanto a su planteo (Syriza, Podemos), o bien, con los movimientos
nacionalistas de corte más extremista, como es caso notorio el resurgimiento del
Frente Nacional en Francia.
Esto plantea una situación que paraliza a los socialdemócratas en
Europa, por un lado, no pueden adjudicarle con lógica electoral a la derecha la
crisis del capitalismo, ni tampoco
pueden presentarse como alternativa al mismo, puesto que ese papel es ahora
patrimonio de los partidos situados a la izquierda del espectro político.
Dentro de ese esquema surgen las distintas opciones que intentaran
captar (algunas ya con éxito) el descontento y los reclamos de las sociedades
golpeadas de lleno por una crisis económica. Es en este contexto que nacen los
nombres de Syriza y Podemos como los ejemplos más claros de alternativas
políticas para la salida de la crisis que económica en un principio, pasó luego
indefectiblemente a afectar tanto a la esfera social como política.
Grecia
Con una tasa de desempleo del 27% (la mitad del mismo son menores de 26
años), una deuda pública que supera el 180% del PBI, un sistema de salud
totalmente desarticulado al igual que el de pensiones, entre otros indicadores
igualmente desastrosos. Todo esto potenciado por una política de austeridad que
después de 5 años de implementada no ha dado señales de efectividad, ha
desencadenado un giro político producto de las demandas sociales que decantó en
el triunfo de Syriza “coalición de la izquierda radical”, comandado por Alexis
Tsipras.
Syriza tiene
el mérito de haber sabido canalizar el descontento popular, pero también el
PASOK tiene en gran parte la responsabilidad de haber generado ese
descreimiento por parte de la sociedad hacia el sistema político griego. La
corrupción casi endémica, la falta de transparencia y el clientelismo propio de
dicho sistema, lejos estuvieron de disminuir durante los gobiernos del PASOK.
Como resultado de ello, la imagen del partido en la actualidad lo sitúa en un
plano por demás desfavorable, del cual lo único certero es el largo camino que
deberá recorrer para volver a situarse como un actor determinante dentro del
escenario político. Hablar de una “refundación” en cuanto a dirigencia y
estructuras se refiere, no resulta para nada descabellado teniendo en cuenta el
último resultado electoral (4.7%), que lo sitúa incluso por debajo del partido
nazi Amanecer Dorado (6.3%).
Ahora bien,
en este estado de situación, Syriza debe medir cada movimiento buscando una
política de equilibrio entre su accionar exterior y las repercusiones que este
pueda llegar a desencadenar dentro de su propio territorio. Es que
paradójicamente su programa de gobierno de corte radical que fue el elemento
que sustentó su discurso reaccionario, representa ahora un condicionamiento
permanente, el cual reduce el margen de negociación dentro del esquema europeo
y más precisamente, frente a la denominada Troika ( B.C.E, Comisión Europea,
F.M.I).
De igual
modo, el flamante gobierno griego ha demostrado que más allá del juego
mediático transcurrido durante las primeras semanas de ejercicio, tiene bien
claro hacia dónde debe apuntar sus esfuerzos para obtener el mayor rédito
posible frente a Bruselas. Grecia sabe bien que posee ciertos elementos a su
favor que pueden resultarle de mucha utilidad durante las arduas negociaciones
que tiene por delante. Basta con señalar quienes son los principales acreedores
de la deuda griega (FMI, BCE, y demás países integrantes de la UE) para dejar
en claro que Grecia y Bruselas –pasando por Berlín- están condenados a
entenderse.
La Troika
sencillamente no puede permitir que Grecia caiga y la hipotética salida de la
zona euro de la economía griega, desataría una serie de repercusiones tanto
políticas como económicas sin precedente dentro de la Comunidad Europea. Ese es
un escenario que debe descartarse de plano puesto que el mismo Alexis Tsipras
se ha manifestado en contra de abandonar la moneda única.
En el plano
político surge el juego de alianzas e influencias (Rusia, Italia y Francia) que
Grecia potencialmente podría llevar adelante de acuerdo a sus lineamientos
estratégicos. Ha demostrado que está dispuesta a contradecir algunos de los
principales ejes políticos comunitarios, más precisamente el referido a las
sanciones económicas impuestas a Rusia debido al conflicto ucraniano. Es una
jugada firme de Syriza pero muy cuidada, puesto que lejos está de sus intenciones
confrontar con los EE.UU como bien claro lo manifestó el ministro de economía Yanis
Varoufakis por medio de un artículo redactado para el New York Times, en el cual
dejaba en claro que Grecia no contemplaba en la actualidad la posibilidad de
abandonar la OTAN. Sus fuerzas están concentradas en la crisis europea.
Ahora bien,
si concentramos nuestro análisis en el programa de gobierno griego, podemos
afirmar que gran parte de las propuestas allí plasmadas lejos están de
representar un giro radical, sino que por el contrario, dejan entrever un claro
esfuerzo por el cuidado de las formas en que se plantean las tan ansiadas
reformas. En ninguno de sus párrafos se asoma la idea de abandonar la Unión
Europea, ni siquiera la zona euro; sencillamente porque Grecia no puede
permitirse el lujo de perder un cumulo de privilegios y derechos que le
aseguran una inserción en el plano europeo y sin dudas, en el contexto global.
EL compromiso
por la lucha contra la evasión fiscal, la restauración de convenios colectivos,
la detención de despidos masivos, el restablecimiento de un fondo de pensiones
paralizado y hasta la creación de un Banco público de desarrollo, son algunas
de las propuestas que Syriza impulsa desde su plataforma. Todas ellas
contextualizadas dentro de un “Plan nacional de reconstrucción” (con clara
orientación Keynesiana) el cual se presenta como alternativa al Memorando
impuesto por la Troika y aceptado por Samaras durante el gobierno anterior.
Podemos
concluir entonces que Syriza es un partido político con estructura y
experiencia en la arena política, tanto a nivel parlamentario como municipal.
Un partido con diez años de existencia formal pero integrado por actores con
una vasta trayectoria política que saben muy bien como posicionarse dentro del
sistema partidario griego. Vale la pena recordar que la principal alianza
trazada inmediatamente después de sucedidas las elecciones nacionales, fue con
Griegos Independientes (2010), un partido creado por Panos Kammenos, disidente
de la conservadora Nueva Democracia.
España
España no es
Grecia. Al parecer es necesario realizar esta aclaración si observamos la
intencionalidad con que algunos medios de prensa y actores políticos pretenden
definir a Podemos y Syriza como dos versiones del mismo producto. Sin duda
ambos partidos son la expresión del malestar general frente al estado de
situación europeo, son hijos de una misma crisis, pero cada uno, responde a la
particularidad de su país y de su gente.
Debemos tener
en claro que ambos países difieren en cuanto a la construcción histórica de su
institucionalidad, así como también poseen sociedades y sistemas políticos
particulares, productos de esa construcción propia. Por tal motivo, las
herramientas políticas que cada sociedad impulse poseerán indefectiblemente en
sus bases programáticas y de acción, los genes singulares de una identidad
nacional particular.
España es la
cuarta economía del Euro y su población es cuatro veces mayor a la griega.
Grecia es la decimoquinta economía de la U.E. Por ende el peso en la mesa de
negociación que cada uno de estos países pueda ejercer frente a los
condicionamientos europeos será claramente disímil y esto es una variable que
ambas fuerzas políticas manejan de forma consciente.
¿Qué es Podemos?
Podemos es el
descontento social canalizado en un proyecto concreto. Es la síntesis política
de aquel movimiento (espontaneo) social que en 2011 comenzó a demandar un
cambio de rumbo en cuanto al manejo de la crisis económica que desde el año
2008 azota a la U.E y especialmente a los países del sur de la misma. Una
crisis que ha golpeado duramente a las clases medias, a la pequeña y mediana
empresa, al trabajador autónomo, etc.
Es desde ahí
que Podemos surge como la nueva herramienta con la que aquellos quienes
denuncian la falta de respuestas de la izquierda tradicional frente al embate
de la crisis, pretenden dar pelea a las políticas de austeridad instauradas
desde la cúpula europea.
En enero de
2014 se publica el Manifiesto “Mover ficha: convertir la indignación en cambio
político”, redactado por un grupo amplio de intelectuales afines al movimiento,
en el cual se establecen las bases teorico-ideologicas del partido que hoy se
presenta como primero en la intención de votos a nivel nacional en España.
“…Resulta para muchos intolerable que en la
mayor crisis del sistema desde el crack de 1929, las fuerzas que se dicen
progresistas muestren su mayor debilidad, condenando a las mayorías de nuestros
países a una suerte de melancolía que conduce a la resignación y a la depresión
política. Pero hemos pasado por peores momentos y hemos sido capaces de
sobreponernos a las dificultades. ¿Por qué debiera ser ahora diferente?” (Fragmento Manifiesto “Mover ficha”, 2014.)
Fue así que
este nuevo proyecto político comenzó con buen pie obteniendo cinco escaños en
las elecciones de Mayo de 2014 al parlamento europeo, hecho que afianzó las
bases del partido y terminó de consolidar su postura “anti-austericidio”.
La particularidad
de Podemos radica en el planteo de su discurso, rechazando la dicotomía izquierda-derecha y sustituyéndola por el
concepto de democracia-dictadura.
Esto en el entendido de que la democracia es el valor a reconstruir y defender,
frente a la dictadura impuesta por los grandes capitales que controlan y condicionan
las acciones de los gobiernos de turno, adjudicado en parte al servilismo del
sistema político tradicional. Lo que pretende con este discurso es lograr
unificar a los partidos tradicionales bajo un mismo término “Castas”,
eliminando todo rastro de distinción entre ellos y acusándoles así (y vale
decir que con cierto grado de verdad) de cometer los mismos actos reprobables,
esto es; corrupción, clientelismo político, lobby empresarial, etc. Para
Podemos, la pelea en cuestión es la que el pueblo español (verdaderos
patriotas) debe dar frente al sistema
económico-político imperante, para recuperar la democracia que éste de hecho le
ha robado a la sociedad.
Resulta necesario para poder entender el proyecto de Pablo Iglesias y
su gente, realizar una breve reseña de las principales líneas que este por
demás joven partido pretende impulsar.
En noviembre de 2014 se hizo público el documento que recoge una
síntesis programática del partido. Dentro del mismo se trazan seis pilares
fundamentales, economía, libertad, igualdad, fraternidad, soberanía y Medio
ambiente.
Desde esa plataforma se intenta promover una serie de políticas
orientadas a recuperar y conquistar (términos utilizados en dicho documento)
los espacios de participación y decisión inherentes a la sociedad.
En el plano económico se anuncia un programa de inversión y políticas
publicas orientado a la creación de empleo de calidad y la reactivación
económica mediante la reconversión del sistema productivo, terminar con la
España del ladrillo y el turismo, recuperando el aparato industrial sinónimo de
una economía fuerte. Una economía social que contemple a pequeños y medianos
productores como motor sustancial de la ecuación económica y dentro de la cual,
el Estado sea una parte activa, tanto en materia de legislación (regulando de
manera más estricta sectores como las telecomunicaciones y el transporte
público hoy privatizados), así como en
participación directa (devolución de los principales sectores como el
energético al control público).
Otro punto fuerte de ese pilar es la intención de auditar la deuda pública
y privada con el fin de evaluar que partes de la misma se pueden considerar
ilegitimas y por ende nulas de obligación. Acompañado esto con la derogación
del polémico artículo 135 de la Constitución española reformado en el año 2011
durante el gobierno del PSOE y con el apoyo del PP, el cual determina la
prioridad absoluta del pago de la deuda publica dentro de los presupuestos
generales.
En ese sentido el programa manifiesta el propósito de darle una
connotación más cercana a lo social al BCE, otorgándole una clara misión democratizante
para el desarrollo económico de los países, mediante la creación de mecanismos
de control democrático y parlamentario sobre el mismo.
De igual modo se expresa un compromiso por la lucha contra el fraude
fiscal el cual se ubica diez puntos por encima del promedio europeo, y la
rebaja del IVA para los productos básicos, en conjunto con una reforma
progresiva del IRPF entre otras propuestas.
En el plano social el documento
establece planteos que apuntan a reforzar las libertades individuales así como
asegurar la igualdad en materia de derechos civiles y políticos de todos los
ciudadanos. El cese inmediato de los desahucios en toda España, garantizar el
acceso a los servicios públicos esenciales como la salud (derogando
privatizaciones si resultase necesario), así como el fin de las políticas
antiterroristas y de seguridad ciudadana que a su entender vulneran la libertad
de expresión, de asociación, manifestación y protesta.
Este ámbito comprende un amplio
espectro de acción que promueve desde la eliminación de los privilegios
fiscales de la Iglesia católica, pasando
por la implementación de políticas orientadas a la lucha contra la
discriminación de todo tipo, hasta un plan para la democratización de la
gestión, ejecución y evaluación de la inversión pública a través de
presupuestos participativos.
En materia de relaciones internacionales el programa realiza un planteo
con una perspectiva netamente desde la Unión Europea (descartando
implícitamente todo planteo anti-unión). “La
participación ciudadana como elemento central de la construcción europea”
aparece como eje transversal en el campo internacional. En ese sentido pretende
instaurar el referéndum popular como herramienta básica de la ciudadanía para
ejercer su contralor en el desarrollo de las políticas impulsadas por la
Comunidad desde sus órganos. Esto dentro de todos los campos de acción,
económico, social y político.
El incremento del presupuesto destinado al gasto social, una política
de reconocimiento del derecho de los y las emigrantes (prohibición de los CIES,
anulación de los programas contra la inmigración FRONTEX y EUROSUR); así como
el fin de la denominada “Directiva de la
Vergüenza” (directiva de la UE, 2008 sobre el retorno de inmigrantes
ilegales), son otros pilares básicos de la política internacional del partido.
Potenciar la integración de los países del sur mediante mecanismos de
cooperación que le otorguen peso dentro de la Unión, el Mediterráneo jugando un
papel determinante en el proceso europeo. Reorientación de la política
internacional de la Unión Europea bajo una perspectiva integradora y de
cooperación, para ello se propone un acercamiento a Latinoamérica, región clave
según su entender para un desarrollo armónico y soberano.
Reconocimiento del Estado Palestino y exigencia de la devolución de los
territorios ocupados por Israel. Reducción del presupuesto militar,
desmantelamiento de las bases militares en terceros países, además de la puesta
en marcha de un referéndum vinculante sobre la salida de España de la OTAN.
En materia de tratados propone la derogación del Tratado de Lisboa 2007
por entender que el mismo representa los intereses de una “Europa neoliberal y
antidemocrática”.
Una revisión al proceso de negociación del Tratado de Libre Comercio
entre Estados Unidos y la Unión Europea, a su vez que se impulsen los espacios
para la revisión de los Tratados de Libre Comercio con América Latina.
Como último punto sustancial en materia comunitaria se propone el fin
de los Memorándums de Entendimiento como mecanismo de pacto en materia macro
económica. “Las grandes decisiones
macroeconómicas han de ser precedidas de un debate público real y referéndums vinculantes”.
El mensaje que claramente se intenta transmitir mediante este proyecto
programático es la toma de iniciativa popular, un intento por movilizar y
transformar el descontento general de quienes se sienten vulnerados en sus
derechos por causa de una crisis que les resulta imposible de sobrellevar, la
cual es adjudicada al mal desempeño del sistema político “tradicional”.
La consigna que entonces surge de ese análisis sería “recuperar la
soberanía que nuestros dirigentes políticos incapaces han cedido a Bruselas”. Y
es aquí donde el planteo de Podemos se vuelve radical, no en su proyecto
político el cual si bien posee algunas propuestas que pueden etiquetarse como de
extrema izquierda (“derogación de todas
las leyes, directivas, órdenes y decretos que hayan supuesto la privatización
directa o indirecta de los servicios públicos esenciales”, secc. 3.1 del
programa), mantiene en términos generales una clara línea progresista con
fuertes rasgos de socialdemocracia.
Es en su discurso donde lo radical se hace presente, su posicionamiento
frente a los partidos históricos está cargado de una fuerte connotación
despectiva, denunciando su falta de respuesta, los hechos de corrupción, el
clientelismo, las relaciones “incestuosas” entre partidos y empresas, las
denominadas “puertas giratorias”, desdibujando los límites ideológicos de cada
uno (PSOE Y PP) y responsabilizándolos por igual junto con el “Partido de Wall
Street” (FMI, BCE, Comisión Europea) por la situación actual, “la dictadura de los poderosos” según sus
propias palabras.
EL
debate
Desde este breve análisis de situación, pretendemos fomentar
e incentivar la discusión sobre la estrategia que el socialismo a través de
nuestros hermanos europeos debe adoptar para lograr revertir el actual escenario.
Sumergida en una realidad por demás
complejizada debido a la multiplicidad de factores que la determinan y con
sociedades signadas por las desigualdades, Europa atraviesa hoy un proceso de
reformulación en cuanto a la distribución del poder. Caída y ascenso de nuevos
y viejos actores nacionales e internacionales.
Sin duda se necesita para ello asimilar y comprender de la mejor
forma posible lo que estos nuevos actores políticos representan. No podemos
perder de vista el elemento base que los impulsa y que no es otra cosa que el
rechazo hacia las estructuras económicas vigentes y los modelos políticos inoperantes.
Dentro de todo esto algo es seguro y es que en un contexto como el
europeo actual, ninguna fuerza política puede per se, disponer del peso necesario
como para poder prescindir del diálogo político.
Mientras tanto; los tiempos corren y las propuestas se hacen urgentes para el pueblo europeo.
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