A cuarenta años de la Guerra de Malvinas (1982-2022) por J.J. Ferrite

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Cuando estallaron los titulares con la noticia del desembarco, quien esto escribe contaba con treinta y dos abriles, y a las islas Malvinas se las sentía desde el corazón sino frente a un mapa difuso y complejo que involucraba a la diplomacia, las armas, la geopolítica en el Atlántico Sur y los territorios coloniales entre otros asuntos. El sentimiento por la reivindicación de Malvinas como parte del territorio nacional era extendido entre los argentinos, así como, el rechazo a la ocupación de las islas por parte de los ingleses. Un asunto de viejísima data, pendiente de resolución en la ONU y empantanado cuando se trata de defender el interés de las potencias, en nuestro caso favoreciendo a los ingleses. La falta de resultados en las negociaciones, fue al parecer, el motivo para iniciar la operación militar de la mano de la dictadura militar. Muchos con el sentimiento dividido, a favor de la recuperación de las islas como fondo del asunto, pero oponiéndose al gobierno de los militares como ocurrió repetidas veces, el 30 de marzo de 1982 con la movilización convocada por una de las CGTs. Vale recordar -a modo de homenaje a todos los combatientes, a los caídos y veteranos de la guerra- los efectos de la postguerra, que se fueron perdiendo con los años en el fárrago del periodismo teledirigido, en los silencios cómplices y también en el olvido. A la vuelta de ser usurpada la soberanía nacional, con los ingleses ya en Malvinas, apoyados por los Estados Unidos y otros… Cuando me refiero a otros…, digo Chile y Uruguay desde que brindaron la logística a los ingleses escudados en la “ayuda humanitaria”. Y a poco, se fueron desatando los nudos de los intereses concretos. Comenzando por la zona de exclusión impuesta por los ingleses, la internacionalización de la pesca en el Atlántico Sur, y la instalación de una base aéreo-naval dotada con armas nucleares. Más claro, échele agua. Hasta aquí el recordatorio, la evocación y el tributo a los héroes de nuestras Malvinas. A veces mirar de cerca nos impide ver más allá, sin alcanzar a tener una idea de los vastos alrededores. Por caso, desde hace unas semanas usted y quien esto escribe, soportamos un bombardeo televisivo, radial y por las redes sobre la invasión de Rusia a Ucrania. Lo traigo a cuenta de lo que no se dice, como ocurrió hace cuarenta años en Malvinas. ¿Qué se dice? Que Rusia, de la mano de Putín -un salvaje por donde se lo mire- invadió a Ucrania. Ese es el titular principal, lo demás está por verse… El mapa de la geopolítica muestra, que a la desintegración en los años noventa de la Rusia comunista, se sucedieron la guerra entre los países de la ex-Yugoslavia y la invasión a Irak con fuerte jedor a petróleo. Entre otras guerras que contribuyen a tener una visión desoladora de los tiempos de paz. ¿No será que por detrás de Ucrania, se esconde el conflicto entre la OTAN y Rusia? ¿Qué la TV quiere presentar al presidente ucraniano como defensor de la libertad cuando es en realidad socio de la derecha europea y mano de obra barata de la OTAN? ¿Alguien lleva la cuenta de la destrucción material y los muertos que conlleva “la otra guerra” como son los acuerdos con el FMI? Como dice el dicho: la primera víctima de la guerra es la Verdad. Nos pasó en Malvinas, nos pasó con Macri en 2018… y es para no olvidar.

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