La salud parece no tener cura


TEXTO: DR. ALBERTO GRILLE/Caras y Caretas

El reciente conflicto de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) ha puesto al desnudo un complejo conjunto de conflictos que cruzan a los diferentes actores que participan en la gestión de las políticas públicas, en particular en el área de la salud.


1.La oposición –blancos y colorados– ha detectado en la salud un punto extremadamente débil de la gestión del gobierno. La amplitud y complejidad de los servicios que se desenvuelven en esta área, acentuadas por el volumen de los recursos materiales y humanos que se requieren y la debilidad de la conducción gubernamental disputando poder con una burocracia clientelística sindical ha vuelto extremadamente frágil la posición del ministro de Salud Pública –que por otra parte tiene la desgracia o la suerte de ser comunista–, quien se ha convertido en el blanco perfecto y en el eslabón más frágil de la cadena.



2.El sindicato de los funcionarios de la Salud Pública es uno de los más fuertes del sector público. Eternamente postergados por las administraciones blancas y coloradas, los funcionarios de Salud Pública han obtenido fuertes aumentos y beneficios en los años de gobierno frenteamplista. Sin embargo, lejos de sentir satisfechos sus reclamos, crecen geométricamente exigiendo siempre más de lo que se puede, incluso ocupando posiciones en la jerarquía de la gestión administrativa y gerencial.



3.La dirección sindical se ha fortalecido como resultado de sus éxitos. Como consecuencia de ello se ha robustecido una burocracia financiada con fuertes recursos provenientes del descuento por planilla de las cuotas sindicales y que –como en otras áreas de los funcionarios públicos– impulsa movilizaciones corporativas cuya aspiración es apropiarse de los recursos excedentes del Estado en beneficio propio.



4.El gobierno –particularmente la alianza entre el astorismo y el mujiquismo– ha querido impulsar un tipo de reforma del Estado que supone que el mejoramiento de la eficiencia conlleva la rebaja de los privilegios de los trabajadores públicos y del poder de los gremios para debilitar la resistencia de los trabajadores a los cambios.



En este berenjenal ocurrió el reciente conflicto de la salud, que era esperable porque –como siempre– la consideración parlamentaria de la rendición de cuentas es un momento especial en que se desatan numerosos conflictos sindicales. En esta oportunidad, los reclamos de los trabajadores de la Salud Pública venían arrastrándose desde el año pasado, cuando el gobierno tuvo que pagar el grave precio de sustituir al presidente de ASSE –un viejo médico tupamaro muy allegado al presidente Mujica– y a un elenco de militantes de al menos una rama del MPP que fue desplazado de la dirección de la institución.

La doctora Beatriz Silva, una joven técnica en administración hospitalaria, los sustituyó entonces e intentó restablecer la conducción del gobierno y debilitar el poder de los representantes sociales.

Sin embargo, nada le ha sido fácil, máxime que el principal operador de esa burocracia sindical, Alfredo Silva, ha encabezado una fuerte resistencia a la administración en todos los planos, poniendo en peligro la autoridad del directorio, la gestión y –sobre todo– la propia reforma de la salud.

Para colmo, el gobierno prefirió que la negociación con los trabajadores fuera por el lado del ministro y no por la presidencia de ASSE.

Ello redujo la exposición de la doctora Silva pero aumentó la del ministro Jorge Venegas, quien ha sido el cartón ligador, por lo menos a partir del episodio de los “enfermeros asesinos”.

Es evidente que los comunistas son una mochila incómoda para este gobierno. El episodio en que se sacó de la oreja a la ministra de Desarrollo Social lo puso en evidencia. Venegas tampoco es el personaje simpático con el que todos quisieran ir a comer un asado.

Pero lo que más molesta es que la fuerza de los comunistas reside justamente en aquellos sectores más protestones o menos dóciles. Por eso el gobierno lo dejó negociar a Venegas hasta donde pudo llegar y dejó retroceder a la Federación de la Salud Pública hasta donde pudo retroceder.

Después los dejó agarrados del pincel y sin escalera.

Lo que estaba para resolverse el jueves de noche un “comandante lo mandó parar”;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;; no sé si fue Lorenzo o Mujica.

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