Que lástima: propuesta sin imaginación

Escrito por: Esteban Jardin/ LR 21

La propuesta de integrar los partidos de oposición en un solo lema circunstancial, tal como se desprende de las declaraciones de sus ideólogos, carece de un propósito social y político inteligente, amplio y por sobre todo serio.
En políticas sociales no se generan soluciones mostrando el sobretodo, el poncho o el sombrero.
Esto es algo que olvidaron muchos dirigentes y como solución dan rienda suelta a la imaginación de nuevas formulas para atraer votos que nunca llegan. La constitución del 67 es un claro ejemplo de ineficiencia partidaria.
El FA ganó porque todos trabajaron.
El FA sigue en la IMM porque Blancos y Colorados optaron por la actitud cómoda de criticar y no hacer nada productivo.
Pensamos que es el momento de marcar diferencias y tomar distancia de propuestas aventureras y carentes de contenido.
A no olvidar que los gobiernos municipales son para administrar el espacio territorial correspondiente en cada caso e intentar mejorar las condiciones de vida de los pobladores del mismo.
Sobre esto no se ha mencionado nada.
Solo se imaginan una nueva ingeniería electoral y no como mejorar el nivel de vida de los montevideanos.
Ganar por ganar solo implica cambiar a quien se sienta en 18 y Ejido. El despacho del Intendente se encuentra justo detrás del monumento a el David, escultura solitaria y desprovista de indumentaria, en la muy amplia y despobladas Explanada Municipal.
Es todo un símbolo representativo del estado actual de nuestra ciudad.
Los vecinos no la disfrutan. Ya hace muchos años que perdieron el sentido de pertenencia y es en estos estados de ánimo donde nace el mayor deterioro administrativo.
Nadie quieren esta ciudad, nadie se hace responsable.
La infraestructura de la ciudad – calles, alumbrado, espacios públicos, saneamiento, limpieza- tiene decenas de años de uso y abuso, por lo cual nadie valora sus costos de mantenimiento y modernización.
Los montevideanos pasan por el Palacio de Ladrillo sin mirarlo, se podría decir sin verlo, pero ante la mínima insinuación, el millón largo de vecinos comienza una larga numeración de reproches por promesas incumplidas, frustraciones compartidas e indignación por la falta generalizada en los servicios que le competen a la comuna.
A nadie le importa quién esté desempeñando jerárquicamente la tarea de gobernar. Para los vecinos quien gobierna tendría que dar soluciones a temas prioritarios que no se atienden, no se tratan y además se ocultan y disfrazan las responsabilidades que a cada uno corresponden.
La oposición, tampoco toman conciencia de sus obligaciones y responsabilidades.
No se conoce un solo diputado que se identifique como “Diputado de Montevideo”. Cuando ingresan a Poder Legislativo de inmediato se siente “legisladores nacionales”. Esto no ocurre con los representantes del resto del país que se identifican como “Diputados por tal departamento”.
Como contrapartida, la tarea de edil tiene bajo perfil, poca trascendencia para los vecinos. El titular es honorario, tan solo se le asigna una partida para la “secretaría”. Cuando el edil es del gobierno, se genera una corruptela que identificamos con los “pases en comisión” para aquellos que revisten como funcionarios públicos. También se generan los “contratos como asesores” de cualquier materia, en lo nacional, para de esta manera poder cumplir con sus obligaciones como curul.
La corruptela crece, se agranda. Los suplentes de edil también actúan directamente y son tratados en los mismos términos que los titulares, en cuanto a remuneraciones encubiertas.
Para un mejor entendimiento si un partido gobierna con 16 ediles titulares, los beneficios alcanzan también a los suplentes de cada uno.
Toda esta masa de gente trabaja directamente para su partido en la calle. Lo hacen en los comités, en los sindicatos, son los que atienden a los correligionarios en las bases.
El grupo político se ve beneficiado. No desembolsa dinero alguno, todo pasa por las ventanillas del Estado. Son parte de la farsa, están al servicio de su partido y no de la administración de la ciudad.
La tarea específica de gobernar pasa por quienes ocupan Cargos de Confianza – con muchos secretarios y asesores- todos ellos muy bien remunerados y con opciones de poder muy riesgosas. Los controles son menos que relativos, valen las mayorías absolutas que prevé la Constitución.
El Partido Nacional y sus dirigentes, tiene conocimiento de todo lo reseñado. Desde la muerte de Fernández Crespo no ha logrado recuperar aquella movilización en crecimiento que comandara Don Daniel.
Los dirigentes del partido se mueven preferentemente en las Corrientes de Opinión pero no bajan a trabajar en los barrios, en los grupos sociales, en los sindicatos. Es más importante estar en las antesalas del Palacio (cualquiera fuese este) que caminar las calles y los diferentes barrios de Montevideo para buscar información y tratar de encontrar mejoras en la gestión.
Los pocos Ediles con que dispuso el partido se encuentran desamparados, olvidados, sin respaldo y carentes de asesoramientos. Esto ha sido así en los últimos 28 años de retorno a la democracia.
Puntualicemos: durante años el benemérito edil que controló y marcó hombre a hombre los presupuestos municipales de Montevideo, concluido su mandato, debió retornar a su dignísimo cargo de “sereno” del Tribunal de Cuentas.
Vergüenza para el Partido al dejar desamparado a tan laborioso colaborador.
Pretender juntarse con los ciudadanos de otros partidos es “más de lo mismo”.
El Partido Colorado dejó la IMM en 1989 sin déficit y con una caja disponible que superaba los U$S 13: cuando se fueron. No tuvieron respuestas a los nuevos tiempos, ni capacidad de ejecución y como complemento dejaron colgados a todos sus compañeros, quienes desprotegidos, mayoritariamente terminaron emigrando para las filas del gobierno de turno.
Si alguien quiere revertir la situación política en Montevideo primero tiene que estudiar a fondo la realidad municipal. Los presupuestos deben ser un reflejo de lo que se pretende concretar y no seguir en la misma que el 75% de lo recaudado es para los sueldos y funcionamiento, el 5% para la Junta Departamental, en tanto que lo restantes recursos tendrían que destinar a obras que nunca se conocen y tan solo son parches o maquillajes.
Montevideo está en ruinas. La mayoría de los políticos blancos y colorados no la conocen. Los vecinos la sufren y los visitantes aprecian lo bonita y moderna que fue en el pasado.
Juntar partidos para un premio remate no vale. Montevideo necesita un conductor administrativo que termine con tanto disparate.
El senador Larrañaga fue Intendente de Paysandú y nunca se ocupó de Montevideo.
El senador Lacalle dedicó todos sus esfuerzos en sumar votos en el interior del país.
El Partido Colorado golpeó el portón en 1989 cuando se fue. Luego silencio, vergüenza y olvido.
No conocemos ninguna iniciativa concreta para erradicar las viviendas marginales de la ciudad. Tampoco mejoras de tipo cultural o educativo y ni que hablar en materia de transporte, limpieza, saneamiento, arbolado, seguridad, alumbrado, recreación. Lo único que trasciende es la crítica a todo lo existente.
Hay que despertar a los vecinos, movilizarlos, hacerlos partícipes de la gestión y no caer en la cómoda actitud de no tener que lustrarse los zapatos después de una recorrida.
Recordemos que Daniel Fernández Crespo gobernó Montevideo. Tuvo seguidores en las urnas pues atendía las necesidades de los vecinos.
Esto fue hace más de 60 años.
¿Quien tomó luego sus banderas?
Nadie.
¡Qué lástima!

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