La Batalla que salvo la Revolución de Mayo.

La Batalla de las Piedras - Historia
Batalla de Las Piedras (1811)

La Batalla de Las Piedras se produjo a media mañana del 18 de mayo de 1811. Este enfrentamiento constituyó el primer triunfo importante de las fuerzas revolucionarias, en lo que luego sería Uruguay, al mando de José Gervasio Artigas. Las fuerzas comandadas por Artigas se enfrentaron a las fuerzas imperiales de España despachadas por el gobernador de Montevideo Francisco Javier de Elío, las cuales se oponían a la autoridad de la Junta de Mayo de Buenos Aires. Los dos bandos se enfrentaron en nombre de Fernando VII.

El gobernador de Montevideo y ya entonces virrey del Río de la Plata, Francisco Javier de Elío, designó al capitán de fragata José Posadas, jefe de las fuerzas regulares que guardaban la Plaza fuerte. Posadas instaló su cuartel general en San Isidro Labrador de Las Piedras, en las cercanías de Montevideo, para librar allí un enfrentamiento decisivo contra los revolucionarios.

En tanto que José Artigas, se ubicó en la villa de Nuestra Señora de Guadalupe. Los artiguistas llegaron a conformar un ejército de mil hombres, en tanto que las milicias de Posadas estaban constituidas por 1230 personas, de las cuales cerca de doscientas pasaron al bando de Artigas en medio del fragor de la lucha.

El 18 de mayo se produjo el enfrentamiento del que resultó la victoria para los revolucionarios. Fue luego de esta victoria que Artigas pronunció su famosa frase "Clemencia para los vencidos", en referencia a los heridos del ejército español. Después de la batalla murió el primo de José Artigas, Manuel Artigas, homenajeado en Buenos Aires por ser el primer oficial muerto en combate por la causa revolucionaria.
La Batalla de las Piedras por Diógenes Hécquet
La Batalla de las Piedras por Manuel Rosé

Alberto Zum Felde considera a la Batalla de Las Piedras como decisiva para el futuro de la revolución. Ante la derrota de Belgrano en el Paraguay y el Paraná, sin la Batalla de Las Piedras.

IMPECABLE ESTRATEGIA

Artigas se fijó como objetivo sitiar la ciudad de Montevideo, donde se encontraban las autoridades que respondían a la corona de España. Camino de su objetivo, el ejército revolucionario se apoderó de la población de Nuestra Señora de Guadalupe –lo que hoy es la ciudad de Canelones-, distante unos 40 kilómetros de Montevideo.
Para contrarrestar el avance revolucionario, el gobernador español decidió enviar al encuentro de Artigas un contingente militar de unos 1.200 soldados al mando del capitán José De Posadas.
La diferencia de fuerzas era notable, mientras que los españoles eran militares profesionales con seis cañones de artillería, dos obuses lanzadores de granadas explosivas y buenas armas de fuego; el ejército artiguista se componía de 400 soldados de a pie y 600 jinetes con las armas rudimentarias ya mencionadas.
Por esta razón, el éxito de la campaña artiguista no podía radicar en la experiencia y equipamiento militar, sino en una hábil estrategia que permitiera hacer olvidar las carencias. Y fue precisamente eso lo que llevó a los orientales al triunfo.
La batalla tuvo lugar el 18 de mayo de 1811, en campos próximos al entonces pueblo de Las Piedras. Comenzó cerca de las 11 de la mañana, con los españoles ubicándose en una zona de altura, muy cerca del Arroyo de Las Piedras, que quedó a sus espaldas.
Lo que hizo Artigas fue enviar un grupo de infantería al mando de Antonio Pérez en línea recta hacia donde estaban las fuerzas españolas. Los revolucionarios amagaron un ataque y, cuando los españoles abrieron fuego, los orientales simularon una retirada en derrota. En ese momento los españoles decidieron perseguirlos, abandonando así su ventajosa posición territorial. Fue en ese instante que Artigas mandó a la caballería infiltrarse por el flanco izquierdo del contingente enemigo en un movimiento envolvente, lo que determinó que los españoles quedaran atrapados entre dos fuerzas atacantes.
La batalla de Las Piedras duró hasta las 5 de la tarde, momento en que Posadas izó la bandera blanca y se rindió ante Artigas, para poner punto final a este enfrentamiento militar. No hubo represalias para el ejército derrotado porque en esa tarde del 18 de mayo de 1811 Artigas pronunció una de sus más recordadas frases: “Clemencia para los vencidos”.
Como consecuencia de este triunfo oriental, Artigas pudo poner sitio a Montevideo y toda la Banda Oriental quedó libre del dominio español, aunque para la independencia definitiva todavía faltaba pasar por las dominaciones portuguesa y brasileña.

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