Barriendo para adentro y callando para afuera



Por Hugo Bruschi


Desde muy niño oí decir que "los viejos saben por viejos" y siempre sospeché que había algo que no encajaba bien. Luego ya en mi Juventud descubrí que algunos jóvenes como yo y algunos no tan jóvenes, jugaban al futbolito o se mataban en una cancha de fútbol de barrio. Al mismo tiempo otros jóvenes morían peleándole la Patria al opresor o alimentando las mazmorras del sistema. Y entonces me pregunté: que podrían aportarle a las futuras generaciones esos jóvenes cuando llegaran a viejos? 
Conocí a un  viejo que sí sabía mucho, no por su edad sino por haber vivido la vida intensamente, por haberla investigado, por haber estudiado el comportamiento humano y siempre haber estado un paso más adelante de lo permitido por el sistema y aconsejado por las recetas del éxito. En una ocasión y en medio de aquellas batallas de la vida diaria, en las calles y en los gremios, en los comités y en los trabajos, me dijo: "jamás le ofrezcas la espalda a un obediente" y a partir de entonces, comencé a observar el comportamiento de quienes movía siempre la cabeza en forma afirmativa, Ciegos, obsecuentes y siempre a la "orden".  No existían argumentos ni razones capaces de lograr aunque más no fuera, que pensaran. El obediente responde siempre al poder y tiene un olfato especial para descubrir por donde viene la "cosa" El obediente está al servicio y poco importa si la causa es justa o no lo es. El aprendió a obedecer y ese es su negocio.
Partidos y organizaciones siempre contaron en sus filas con los verdaderos motores que mueven la rueda. Los imprescindibles que con su militancia crítica e informada, se ganaban el respeto por su sacrificio y entrega a la sagrada causa de la revolución. Pero que pasa cuando esos Partidos u organizaciones dentro de las reglas de juego permitidas por la burguesía, alcanzan el gobierno? La única explicación posible es que han dejado algo por el camino, pues el sistema no permitiría jamás, que nadie haciendo uso de un juego inventado por ellos, intente cambiar las reglas. De eso no caben dudas y el presente está lleno de ejemplos de como postulados y principios que antes convocaban a la lucha, hoy se cambian por sillones, buenos sueldos, viajes, viáticos y cobertura mediática. Principios que antes costaron sangre jóven, sangre hermana, hoy son subastados, sin que nadie y salvo honradas excepciones, levante su voz de denuncia. Y aquí ya no se necesitan aquellos militantes, más bien que pasan a ser peligrosos.
Y aquellos intelectuales, artistas de todas las disciplinas, escritores, etc. que antes hacían oír sus voces de protesta ante cualquier medida antipopular o "proimperialista" que tomaban blancos o Colorados, tampoco se escuchan. De la pobreza, de los cantegriles, de las villas miserias en pueblitos perdidos, del sufrido pueblo vietnamita........Hoy se la emprende contra los trabajadores, se insulta a los gremios que luchan por sus reivindicaciones, los cantegriles se multiplican, se invaden y masacran países como IRAK o AGFHANISTAN,LIBIA O SIRIA y por si esto fuera poco, hacemos la tarea sucia en HAITI Y EN EL CONGO. Se atacan presidentes dignos como Evo Morales, se apoyan golpistas como en Venezuela, pero aquí firmamos tratados de "defensa" con el agresor imperialista. Y nadie dice nada. Se barre para adentro, si hay alfombra mejor y se calla para afuera. No sabemos aún, cuantos años deberán pasar para llegar a una idea aproximada, del daño que el progresismo y sus seguidores le han causado a la causa de la integración latinoamericana, al proceso de toma de conciencia por parte del Pueblo, de que en los marcos del neoliberalismo capitalista, no saldremos jamás del atraso y la postergación. Que en este estado de cosas terminarán matándose pobres contra pobres en la búsqueda de lo que cae abajo de la mesa bien servida y a la que nunca jamás podrán alcanzar. Uno se pregunta cómo se pudo llegar a este estado de cosas y la respuesta pasa porque ya no hay militantes y los pocos que aún quedan siguen pensando con sus cabezas y mantienen vivos aquellos principios, pero han sido reemplazados por obedientes o -al decir de Sergio Nápoli - por "hinchadas", gente que cree estar en la Colombes. Y nada tengo en contra del fútbol o del carnaval, pero a las murgas me gusta verlas en el tablado y el fútbol en alguna cancha, pues no quiero que me canten un "couplé de mentiras" cuando el sueldo no llega al 20 de cada mes ni quiero que se explote en color celeste, cuando la vida de un trabajador está tomando color carbón. No quiero ni puedo aceptar que una coalición de gobierno que rige los destinos del país y de su gente, se maneje como si fuera una asamblea de socios del club que salió campeón y en donde todos aprobarán la gestión dirigente que nos regaló el título y la copa. Una colectividad política que nació para los cambios que el país reclama, merece otro destino.

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