Niños uruguayos ayudan a niños congoleses



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Útiles y necesarios

“Ningún niño uruguayo dice 'no' a la hora de ayudar”, expresó a Montevideo Portal el Teniente Coronel Marcelo Bilbao, quien lleva adelante el programa piloto “Un lápiz por la paz”. El proyecto permite a los escolares uruguayos donar útiles que serán entregados luego a los necesitados niños congoleses.
El Teniente Coronel Marcelo Bilbao habla a escolares en el Colegio Elbio Fernández. Montevideo Portal
    El Teniente Coronel Marcelo Bilbao es actualmente el jefe del Batallón de Infantería Capitán Manuel Artigas de Infantería Mecanizada N°6, localizado en el departamento de San José. Y si bien lleva cerca dos años residiendo en tierras maragatas, cuenta con una amplia experiencia como integrante de las Fuerzas de Paz en África. Esto le ha permitido conocer de primera mano la realidad del continente negro en general, y la del Congo en particular.
    Al igual que otros militares a los que les ha tocado servir en África, Bilbao regresó a Uruguay con la firme convicción de que era necesario seguir ayudando a aquellas personas que sufren un verdadero martirio a causa de los interminables enfrentamientos tribales, y especialmente a los niños.
    Por ello, y con la venia de sus superiores, decidió llevar adelante el mencionado proyecto, que este jueves presentó a los alumnos de la Escuela y Liceo Elbio Fernández, siendo la primera institución educativa fuera del departamento de San José que se une a la iniciativa
    Haciendo escuela
    Durante la charla, Bilbao enseñó a los niños de la institución una serie de diapositivas que les permitieron conocer de manera sencilla y gráfica la realidad que viven los niños en Congo. Allí, los escolares uruguayos tuvieron la oportunidad de ver escuelas que no se parecen en absoluto a las que conocen, y cuyos objetivos son diferentes.
    "Los niños congoleses que viven en zona de guerra van a la escuela porque es el lugar más seguro que tienen", explicó el militar a los chicos, mientras les hacía ver fotografías donde los docentes escribían con trozos de carbón sobre pizarrones de madera. Mientras tantos, los alumnos sentados en el suelo procuraban aprender. "El primer objetivo de estos docentes es apartar a sus alumnos de la guerra, y luego trasmitirles como mejor pueda algunos conocimientos, algunas herramientas de vida", resumió Bilbao.
    A través de las sucesivas imágenes, los niños montevideanos comprobaron -conmovidos y solidarizados- que sus iguales congoleses no cuentan con acceso a agua potable, medicinas o juguetes, salvo los que son aportados por las tropas de nuestro país. "En Congo hay soldados de diferentes nacionalidades, pero hay cosas que sólo hacen los uruguayos", dijo con un punto de orgullo el Teniente Coronel, mientras hacía correr las fotografías. En algunas de ellas podían verse soldados uruguayos llevando medicamentos a una rudimentaria clínica instalada en medio de la selva, y atendida por un solo médico. "Ese doctor lloraba de alegría, porque nunca nadie la había llevado medicinas hasta la selva", contó el militar.
    Más allá del deber
    En el mismo sentido, destacó el modo en que los médicos uruguayos, cuya misión original es atender a los soldados que acompañan, se prodigan a diario para sanar a los civiles del lugar. "Habría que hacerles un monumento, porque lo que hacen va mucho más allá de su deber", expresó.
    Asimismo, enfatizó la generosidad con que los soldados de nuestro país comparten su comida con la población local, pese a no estar obligados a ello. "Todos los días, al mediodía a y a la noche, se le pregunta a cada soldado si está dispuesto a dividir su comida con la gente del lugar. En todos mis años en África, nunca escuché a un soldado uruguayo decir que no", contó.
    Posteriormente, refirió otros momentos conmovedores de la interacción entre los cascos azules uruguayos y la población local. Ante la inminencia de un ataque en las inmediaciones de la ciudad de Goma, los efectivos charrúas fueron a buscar casa por casa y calle por calle a todas las mujeres y niños de las inmediaciones, y se alojaron con ellos en una escuela que se encontraba junto a la base uruguaya. Esta acción probablemente salvó muchas vidas. "Éramos cerca de 700 personas en un salón no más grande que los de esta escuela", detalló el mílite.
    Otro momento recordado con cariño por Bilbao es la primera proyección de cine para un grupo de decenas de niños que jamás habían visto una película. "Hicimos una pantalla con dos sábanas y les pasamos Shrek. Después no había forma de que se fueran. La vieron tres veces seguidas", narró.
    Posteriormente, en diálogo con Montevideo Portal, Bilbao contó el modo en que puso en práctica el proyecto "hace unos tres meses" plazo en que ya visitó más de cincuenta escuelas en el departamento de San José. "Cuando se les pregunta a los niños si quieren ayudar, todos levantan la mano de inmediato", recordó. Lo mismo ocurrió en el Elbio Fernández, donde los niños se mostraron muy interesados en cómo ayudar a los pequeños congoleses, y prometieron llenar rápidamente la caja vacía que el Ejército Nacional dejó en la escuela para recoger las donaciones.
    Beneficios colaterales
    El material recolectado en las escuelas maragatas será trasladado a Congo en abril, cuando se produzca el próximo relevo de tropas. "Se llevará todo lo que se pueda, ya que la cantidad de kilos que puede trasladar cada soldado es limitada", contó Bilbao, quien asegura que cada soldado trata de reducir su equipaje al mínimo, para así hacer sitio para las donaciones.
    Más allá de evidente utilidad educativa, el material escolar trasladado por los cascos azules de nuestro país tiene un positivo "efecto colateral". Es una excelente y valedera razón para que los soldados recorran los caminos y visiten las aldeas y se interioricen de los problemas que allí se viven.
    Esto fue visto con claridad por el periodista español Julio Alonso, profesional con vasta experiencia en zonas de conflicto, quien conoció a Bilbao y a otros militares uruguayos en Congo en el año 2010.
    Alonso, "coautor intelectual" del proyecto "Un lápiz por la paz", propuso en aquella ocasión a los militares uruguayos trabajar juntos en un proyecto para combatir una práctica tan aberrante como común en el país: la violación. Utilizado como arma para minar la moral del oponente, el abuso sexual es tan frecuente en Congo que recientemente un connotado estadista local aseguró que se trataba de su "deporte nacional". Si bien no hay cifras fidedignas, se estima que unas mil mujeres y niñas son violadas diariamente en el país africano. En julio de 2010, un grupo de guerrilleros se dedicó a violar durante cuatro días a las mujeres de la aldea de Luvungi, sita a menos de diez kilómetros de una base de cascos azules de India, quienes no se enteraron de nada. Para evitar que se repitieran semejantes situaciones, Alonso pro puso a los militares uruguayos enclavados en la zona la creación de un sistema de alerta temprana. Se trataría de dotar a cada aldea de un aparato de radio con el que se reportaría diariamente. Ante un pedido de auxilio o ausencia de contacto, una nutrida patrulla se dirigiría de inmediato al lugar.
    Pese a la buena voluntad del periodista y el apoyo que el Ejército Uruguayo se comprometió a brindar, la iniciativa no prosperó, ya que desde la ONU se optó por un plan diferente, que consistió en dar a cada aldea un celular, "lo que no sirve, porque en muchas zonas no hay señal, y además un celular se roba, se vende, y entonces se convierte en nada", lamentó Alonso durante una de sus frecuentes visitas a nuestro país.

    Por ello, los lápices y cuadernos donados por los niños uruguayos pueden tener una utilidad extra, brindando un "pretexto" para que los cascos azules uruguayos tengan un mayor contacto con las poblaciones que deben proteger.

    Montevideo Portal/Gerardo Carrasco

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