Honrar la boina

 PUBLICADO el Miércoles 5 de marzo, 2014
ESCRIBE SOLEDAD PLATERO*

Ocurrió durante el desfile de Llamadas. Un vallado instalado a lo largo del recorrido protegía a los que desfilaban y mantenía a distancia a los entusiastas que, eventualmente, pudieran crear disturbios. 
En una de las puntas del recorrido, una joven vecina sale de su casa para dirigirse a la esquina, en donde debía recibir a amigos que venían a comer un asado. Un agente policial le pregunta a dónde va, ella le responde que a la esquina y él le dice que no puede pasar. Ella intenta avanzar, él la detiene, ella le dice que no la toque, él le responde algo como “sucia de mierda, te hago lo que quiero” y la agarra para reducirla. Dos amigos que estaban en la puerta de la casa viendo lo que pasaba, se acercan e intentan sacarla de esa situación. Mientras hablan con el efectivo policial, que estaba muy alterado, cuatro agentes más cruzan el cerco, les pegan de atrás y los ponen contra la pared. A otro joven, que seguía en la puerta de la casa, le avisan que no se preocupe, que no hay orden de detener a sus amigos, así que los van a soltar ahí mismo, en la esquina. Pero en la esquina los entregan a la Guardia Republicana. Entre siete y diez efectivos de esta fuerza los tiran al piso, les pegan, los esposan y los llevan detenidos en una camioneta hasta Cárcel Central. Allí pasan la noche. En ningún momento les ofrecen hacer una llamada. Un abogado que fue avisado por los que, desde la casa, habían visto todo, llega hasta Jefatura y logra averiguar que los van a liberar por la mañana. Les dejan comida, que nunca les llega. Al día siguiente, efectivamente, los liberan. Cuando preguntan por la comida que les habían llevado, les responden que no saben, pero que, en todo caso, pueden hacer la denuncia en la comisaría más próxima. Ellos deciden no hacerla.
Los jóvenes que vivieron esta situación no son excepcionales. No son distintos de tantos otros que, un día sí y otro también, pasan por situaciones de violencia a manos de efectivos policiales que, evidentemente, no entendieron bien qué quiere decir servir a la sociedad, o respetar los derechos humanos, o no ejercer el abuso.
Hace un par de semanas, un procedimiento de rutina en Malvín Alto terminó tomando estado público porque se llevó a cabo en la dirección equivocada. En esa oportunidad, el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, explicó el malentendido (buscaban a un delincuente que les había cantado mal sus datos personales) y aseguró que su cartera se haría cargo de pagar los daños causados a la familia que sufrió el inconveniente. Aparentemente, si la dirección hubiera sido la correcta, irrumpir en el domicilio, reducir con violencia a una persona que está durmiendo, despertar a otra con una pistola nueve milímetros en la cabeza, dar vuelta la casa sin decir qué o a quién se está buscando, insultar y amenazar a la gente hubiera sido lo correcto. El problema fue el pequeño detalle de los números de puerta equivocados. Ya ha pasado antes, y seguirá pasando.
En Facebook hay varios perfiles que responden al nombre Guardia Metropolitana de Montevideo (un cuerpo que integra la Guardia Republicana Nacional), aunque todos aclaran, de manera más o menos explícita, que no son perfiles institucionales sino que son llevados adelante por “amigos” y por allegados a ese cuerpo. Un paseo por estos perfiles permite ver la importancia que estos amigos y allegados le dan a cuestiones como “el combate” y “el campo de batalla”. Varios mencionan el honor de “combatir por la patria y por la boina negra”, alguno pregunta si es verdad que hay “militares cubanos asesorando” (la respuesta de quien se identifica como Guardia Metropolitana de Montevideo es un contundente “A NOSOTROS NO!!!”) y todos coinciden en la necesidad de honrar los orígenes y recordar el significado de la boina negra (que expresa el luto por los caídos en servicio) y mantener en alto el espíritu del lema “me atrevo”.
Es inevitable preguntarse de qué combate están hablando, cuál es el campo de batalla en el que se despliega una fuerza orientada a actividades “prevento-represivas” y quiénes constituyen el otro bando. ¿Contra quién están combatiendo estos hombres armados a guerra, orgullosos portadores de la boina negra? ¿Qué batallas están librando? ¿Sus enemigos son los hinchas de fútbol? ¿Son los manifestantes en las calles? ¿Son los vecinos que viven dentro del perímetro en el que se desarrolla una fiesta popular? ¿Son los que están durmiendo en su casa? ¿Son los que están siendo buscados por un robo?
La campaña electoral que se nos viene encima no necesita concentrarse en estos temas. Es posible, incluso, pensar que el asunto de la seguridad pública, y su correlato, la actuación policial, serán eludidos con inteligencia por los candidatos. A decir verdad, para hablar de inseguridad y construir el miedo de la gente ya están los informativos de la televisión privada. Para saber, entonces, qué nos cabe esperar, lo que tenemos que hacer es instalar las preguntas. Porque nadie va a hablar de esto espontáneamente.
*Publicado en Caras y Caretas el viernes 28 de febrero de 2014.

Comentarios

Entradas populares