SOJA Y PODER ECONÓMICO 2/ Telam



La estructura del negocio

La evolución de la industria aceitera en los 90 se asemeja al del conjunto de la actividad económica nacional: concentración, centralización y transnacionalización del capital; acompañada por la importante concentración de la propiedad de la tierra y la desaparición de miles de explotaciones.
A fines de los 80, las cinco principales firmas exportadoras de grano apenas superaban 50 % del total colocado en el exterior y entre las mismas aparecían como principales exportadores la Federación Argentina de Cooperativas Agrarias (FACA) y los Agricultores Federados Argentinos, (AFA) por encima de los “grandes” jugadores en el comercio mundial. En 2005, las primeras cinco concentraban 72 por ciento de las exportaciones, y eran todas extranjeras.

Santiago Fraschina

Santiago Fraschina
Economista del Grupo de Estudio de Economía Nacional y Popular (GEENaP)
señaló que “es un sector muy concentrado. El mayor porcentaje de producción de la soja lo hace un número muy reducido de productores. Y están muy integrados en la cadena de valor de la producción hasta la comercialización. Grandes comercializadoras como Cargill, también arriendan campos para producir y tienen lugar para acopiar la producción y guardarla”.

    concentración, centralización y transnacionalización


En esto coincidió Carlos Casamiquela

Carlos Casamiquela
ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca
al señalar que "hay un cierto nivel de concentración en términos de quienes exportan, pero están los sistemas cooperativos argentinos y ACA es una de las principales exportadora de soja, que tiene un espacio más que interesante y viene en una curva de crecimiento en términos de volumen y de dinero en el negocio". De todos modos, afirmó que

    es cierto que hay un cierto nivel de concentración, son pocas empresas las que gobiernan el proceso de exportación.


Sin embargo no todos los protagonistas piensan lo mismo. Gustavo Grobocopatel

Gustavo Grobocopatel
CEO del grupo Los Grobo
es el mayor productor de soja del país y consideró que en su sector “no hay concentraciones, hay competencia bastante buena. Es uno de los sectores de la economía más transparente y menos concentrado”.

    El sector es una cadena y dentro de ella hay muchos eslabones. El eslabón de la producción está totalmente atomizado, hay cien mil productores y el más grande quizás no tenga ni el medio por ciento del total. Después, alrededor de la cadena se van concentrando, o sea, los que originan son menos, los que exportan son menos, los supermercados son menos. Hay 10 ó 15 empresas de exportación. Algunas de ellas nacionales y otras internacionales. Pero hay mucha participación del sector cooperativo que ha crecido mucho en los últimos años. Este sector era el 10 por ciento y ahora será el 25”.


La soja pasó de representar 10,6% de la producción de cereales y oleaginosas en 1980/81 a 28,4% en 1990/91 y a más del 50% en la actualidad. Otro tanto ocurrió con la superficie destinada a la producción sojera, pues en 1980/81 representaba el 9,1% del total del área cultivada con cereales y oleaginosas, en la campaña 1990/91 pasó al 24,8%, y actualmente significa más de la mitad.
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Casi la totalidad de la producción de soja es transgénica y se destina a exportación. En 1996 comenzó la implantación de la semilla transgénica de la soja, comercialmente llamada “RR”. El paquete tecnológico consiste en combinar esta semilla con el sistema de la siembra directa(LFIN) complementado con el glifosato  para la eliminación de las malezas que quedan.
La consolidación de este modelo va acompañada por la difusión de los denominados pools de siembra no sólo a grandes propietarios, sino también, en gran medida, a campos pertenecientes a medianos y pequeños productores agropecuarios.
El sector se transforma cada vez más en un negocio de unos pocos, perdiendo su capacidad histórica de constituirse en un medio de vida para vastos sectores sociales: rápidamente se transforma en una agricultura sin agricultores.

La siembra directa

El aumento del uso de fertilizantes en el campo argentino está fuertemente relacionado con la adopción de la técnica de siembra directa, a mediados de los '90. Esta técnica propone el cultivo sin labranza, es decir, que deja sobre la superficie del suelo el rastrojo del cultivo anterior. Se trata de remover el suelo lo menos posible para evitar la destrucción de la materia orgánica.

Pero como el arado de los suelos es un método eficaz de eliminar malezas, sin labranza, éstas deben ser eliminadas por medios químicos, de manera tal que aumenta la exigencia en el uso de herbicidas por un lado, y por el otro de fertilizantes, dado que también se incrementa la demanda de aportes extras de nitrógeno. Poco a poco, la Argentina se fue convirtiendo en uno de los
principales países en utilizar la siembra directa de manera masiva.

“La aparición de la siembra directa, clave en el boom de la soja, comenzó con unas tareas deINTA en Marcos Juárez con investigación. Ahí comienza a concebirse que había que dejar de arar, de rastrear el suelo, de darlo vuelto para sembrar lo que había arriba. Así empieza la concepción de la siembra directa. Los orígenes de esto fue un instituto de investigación del Estado”, destacó Casamiquela.

Del mismo modo Daniel Biga

Daniel Biga
presidente de la Asociación de Cooperativas Agrícolas (ACA)
sostuvo que “el avance de la siembra directa en Argentina fue muy importante, porque se llegó a sembrar hectáreas donde antes no se llegaba con los métodos tradicionales”.
Según la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPRESID), actualmente hay 90 millones de hectáreas a nivel mundial trabajadas con esta técnica y otros métodos de agricultura de conservación que tienen algún laboreo. De ese total, 45 millones de hectáreas se encuentran en América del Sur, la mitad en Argentina y la otra mitad distribuida entre Brasil, Paraguay y Uruguay.
En Argentina, la rápida expansión del área bajo siembra directa de 9 millones de hectáreas en 1999 hasta 27 millones en 2012 sigue mostrando el creciente interés de la tecnología en la agricultura. Esto significa el 90% de la superficie sembrada.


La rentabilidad del negocio

El rendimiento de la soja se mide por los quintales que se cosechan por hectárea, siendo en la Argentina el promedio de unos 30 qq/ha, y en la zona núcleo se superan los 40 qq/ha con picos de 48 qq/ha. Cada quintal es una unidad de 100 kilogramos. Más del 60% de la agricultura se hace sobre tierras de terceros. Quien alquila su campo a terceros cobra un tercio del rinde del campo.
En promedio se piden el equivalente a 10 qq/ha.

“Este negocio genera una torta de dinero enorme que es el ingreso que genera para el país. De esa torta hay porciones que van a distintas partes. El 40 por ciento, cuando se consolida la parte impositiva, va al Estado y eso busca la vía de la redistribución, hay partes que van a los dueños de las tierras, a los transportistas, a los proveedores de tecnología, de insumos, de semilla, al trabajo, al gasoil, y finalmente hay un porcentaje que le toca al productor”, precisó Grobocopatel.

Por cada 1.000 hectáreas de soja, trabajan solamente 15 personas, en alto grado en negro, mientras que 1.000 hectáreas de caña de azúcar emplean 350 personas y 1.000 de cítricos emplean 1.300 personas.
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Los arrendatarios le venden la producción a la industria, que luego produce harina o aceite de soja, y a las empresas exportadoras. Paga el impuesto a las Ganancias, y el dueño del campo, Bienes Personales y el Inmobiliario Rural.
El arrendatario alcanza una ganancia por hectárea de unos U$S 300. El dueño del campo, por hectárea gana unos U$S 175. Y si el productor trabaja su propio campo puede sacar unos U$S 500 por hectárea.

Un campo promedio tiene unas 400 hectáreas. Es decir, produce 1.200 toneladas de soja, que a unos U$S 524 la tonelada, significan unos U$S 628.800. A esto se debe descontar el 35% de retenciones que aplica el Estado, y da U$S 408.720. De esto, el productor con campo propio, obtiene una ganancia de U$S 220.000 al año. Un productor que alquila, 140.000.
Así, aun con retenciones, en promedio la rentabilidad del productor de soja es de 34%, una de las más altas de toda la economía.

Santiago Fraschina dice:
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Santiago Fraschina
 “Hoy el precio internacional de la soja es tan alto que puede vivir el que produce y el dueño del campo, que no produce. Esto es un problema porque genera un aumento del alquiler de los campos, lo cual repercute en el resto de los alimentos. Si quiero producir trigo pago el alquiler más caro porque la soja me encarece el valor de alquiler de los campos. Todo esto se traduce en un aumento de los precios internos de los alimentos. Porque hoy producir un alimento que no sea soja, paga igual un alquiler más caro por culpa de la soja”

El avance de las cooperativas

Las ventas del complejo oleaginoso han estado históricamente fuertemente concentradas y con un alto nivel de extranjerización. Sin embargo, en los últimos años y gracias a la acción del Estado, la exportación de granos registró una desconcentración de manos de las principales multinacionales que operan en el país, a las de cooperativas de productores nacionales.
De esta manera, 82 por ciento de las exportaciones que en 2005 se concentraba en seis compañías, ya para 2012 se había extendido a diez empresas, con la presencia por primera vez de cooperativas de productores nacionales.
Agricultores Federados Argentinos (AFA) de estrecho vínculo con la Federación Agraria, pasó de exportar 115.000 toneladas en 2005 a 800.378 en 2013, es decir, multiplicó casi por ocho sus embarques al exterior.
Por su parte, la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA)  pasó a ser en 2013 el quinto exportador de granos, relegando a Bunge, Nidera y Glencore, con 1.259.944 toneladas.
“La evolución de ACA fue en franco crecimiento. Hemos ganado participación en el mercado y puedo decir hoy que ACA es la mayor generadora y originadora de cereales y oleaginosas del país, con 14 millones de toneladas”, remarcó Biga
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Daniel Biga
, quien añadió que “hoy ACA tiene más de 200 productos propios, que es con lo que integramos y  fidelizamos a los productores. Estamos en 600 pueblos de todo el país, tenemos una representación muy importante”.
También señaló que con sus productos, ACA está “llegando en estos momentos a más de 40 países en forma directa sin ningún tipo de intermediación”.
“Tenemos una oficina en Hong Kong desde donde atendemos todos los negocios con China en forma directa. Y hace poquitos días pusimos en marcha un remolcador con barcazas. Traemos del NOA y el NEA la oleaginosa para poder exportar”, indicó el dirigente cooperativo, al tiempo que puntualizó: “Somos muchos productores, pero todos chicos y medianos. El activo más grande de ACA en estos momentos son los 50 mil productores que tiene operando a través de sus cooperativas”.

Entre 2005 y 2013, la participación en el negocio exportador de granos de Cargill cayó de 23 a 15 por ciento; la de Bunge, de 17 a 6; la de Dreyfus de 12 a 6,45; y la de Nidera de 9 a 4,10 por ciento.
Esta desconcentración se produjo al tiempo que la exportación de granos trepó de 34,75 millones de toneladas en 2005 a 48,5 millones el año pasado, con un crecimiento de 39,5 por ciento en el período analizado.
“Nosotros desde el Ministerio estamos decididamente apoyando a todo el movimiento cooperativo y trabajando en varios proyectos”, afirmó Casamiquela
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Carlos Casamiquela
.
En ese sentido, consideró que “siempre es bueno que los productores entiendan la posibilidad que tienen asociativamente de ir aumentando su posicionamiento en los eslabones de la cadena, de tal forma que no terminen que la tranquera es su límite. Hoy en los granos, el productor participa del 60% de la inversión pero del 20 de lo producido por esa inversión, y el que comercializa, a la inversa, se queda con el 60 por ciento de la renta cuando su participación en la producción es del 20”.
 En los últimos ocho años la cantidad de exportadores más que se duplicó, al pasar de 106 a 222; con 118 compañías vendiendo al exterior entre 1.000 y 9.999 toneladas, cuando en 2005 apenas sumaban 35.
 Esta triplicación de la cantidad de exportadores que ingresaron en el segmento medio se gestó de la mano de una reducción en la cantidad de empresas que exportan menos de 1.000 toneladas, que en 2005 eran 37 y el año pasado solo fueron 8.
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Al respecto Guillermo Martini

Guillermo Martini
coordinador de la Corriente Agraria Nacional y Popular (CANPO)
sostuvo que “se ha avanzado mucho en el sector cooperativo. El fortalecimiento del sector cooperativo es absoluto. En 10 años se han abierto más de 900 cooperativas. Hubo políticas muy claras en cuanto a infraestructura productiva, conectividad, electricidad, riego, apoyo a la industria nacional transformadora de la producción primaria”.
Remarcó que “hubo muchos millones de pesos volcados en economías regionales en el fortalecimiento de las actividades productivas”, y abogó por “la desconcentración a partir de la democratización de la producción: más volumen de producción en más manos”.
También Miguel Fernández, del FONAF, aseguró que “el Estado puso herramientas en nuestras manos para que podamos surgir y seamos los que propongamos las políticas públicas que nos hacen falta”.
Del mismo modo, Biga aseguró que “el gobierno actual apoya a las cooperativas, en buena hora, porque estamos cumpliendo un rol social, no solo comercial, muy importante.
Mientras sea así, bienvenido sea. Hemos tenido en su momento que pasar por algunos gobiernos que no que han querido al movimiento cooperativo argentino y lo hemos tenidos que soportar, así que bienvenido sea, sí nos sentimos apoyados. Tenemos la tranquilidad de poder trabajar como argentinos”.

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