“Están echando veneno en la puerta de mi casa, no me puedo quedar de brazos cruzados”


Charlamos con Patricia Sartori, una vecina de Cañada Grande, a 8 km de San José de Mayo, quién sufre las consecuencias de las constantes fumigaciones con plaguicidas.
A raíz de la invitación que recibimos para una charla en la Escuela Rural Nº 18 ubicada en Ruta 3 km 83.500 de Cañada Grande, este viernes 20, a las 9:30 hs con la presencia del periodista Daniel Hardy Coll, sobre el agua, los alimentos, la soja y los plaguicidas, nos comunicamos con su precursora en el departamento, Patricia Sartori. No nos imaginábamos que atrás de lo que parecía una simple reunión informativa, nos íbamos a encontrar con alguien que sufre en carne propia el drama de vivir siendo fumigada. Patricia desde su lugar se está moviendo para intentar sacar a la luz un tema que según ella está bastante “tapado” por los medios, y que pasa en nuestro departamento, a solo 8 km de nuestra ciudad.
Sartori indicó qué su principal motivación para comenzar a moverse por este tema es que “tengo soja plantada a 150 metros de mi casa hacia la derecha, a 150 hacia el otro lado, y enfrente tengo a unos 200 metros otro campo, por ley no pueden fumigar a 300 metros de un centro poblado, yo denuncié al ministerio porque cuando fumigan es horrible el olor, te arden las vías respiratorias, los ojos, te da estornudo, picazón, es horrible, la gente no está informada quizás de esa normativa, el ministerio tampoco respeta mucho que digamos, porque dicen que es zona rural, no un centro poblado”.
Según dijo Sartori “estoy en el campo, pero hay unas 20 casas con distancia de 20 metros de una a la otra, enfrente al campo, porque están cruzando la calle, y nadie respeta nada, te fumigan con viento, que es horrible, sobre los cursos de agua, porque están sobre los tajamares también, la soja está plantada hasta el borde de los tajamares, o de las cañadas, cosa que no se puede, deben de respetar un límite de 50 metros; las maquinas fumigadoras toman agua directo de las cañadas, cosa que no se puede, algunas andan con las cisternas, pero otras no, y cuando fumigan y toman agua de las cañadas, al otro día ves los peces flotando, no queda nada vivo, la gente sufre de bronco espasmos, problemas de tiroides, la Dra Burger, exdirectora del CIAT, el Centro de Información y Asistencia Toxicológica, que fue entrevistada por Daniel, quién viene a dar la charla, le dijo que todos los problemas de salud, que se han agudizado es a consecuencia de la soja”, “acá estamos todos en una nube, nadie sabe nada, los pocos que saben están callados, las escuelas rurales están siendo fumigadas de forma terrible, hay dos maestras que ganaron juicios ya, una en Canelones y otra en Río Negro”.
Según Sartori tuvo que empezar a mover un poco, porque “la gente se queda quieta porque es amiga del dueño del campo, amigo del dueño de los mosquitos, y nadie hace nada, pero yo no me voy a quedar quieta, no voy a dejar que envenenen a mis hijos porque no se quieren meter con tal porque tiene plata, o el otro porque es amigo, porque para algo están las normativas, aunque nadie las cumpla”.
En el Ministerio de Ganadería no tuvo respuestas, ya que según le dijeron “no es un centro poblado, es una zona rural, por lo que te pueden fumigar en la puerta que no podemos hacer nada”, aunque haya 20 casas en los alrededores. Sartori indicó que “los propios vecinos no se quieren meter por miedo, o porque son amigos, pero te están echando veneno en la puerta de tu casa, y no te podés quedar de brazos cruzados”.
Sartori nos contó, que con Daniel Hardy Coll, el periodista encargado de dar la charla sobre este tema, salieron a recorrer los campos, y encontraron según ella “todo fuera de la ley, todo mal, porque aparte de las fotos del mosquito fumigando encima de las casa, encontramos los envases de glifosato, y de otros quimicos más, tirados en los campos, abiertos, hasta con un litro adentro de glisfostao, cosa que no se puede, porque en el envase mismo dice que tiene que llevar un triple lavado, y ser cerrados y llevados a un lugar bajo techo, donde son depositados y llevados a otra parte, no se pueden dejar así nomás, pero acá, todo el mundo los deja tirados por cualquier lado, o los deja tirado en los cursos de agua, o los prenden fuego, un desastre”.
Sartori hizo referencia a la indiferencia que hay con la gente del campo, “porque a veces la gente de la ciudad piensa, los están fumigando a ellos en el medio del campo ¿a mi qué me interesa? Pero hay que pensar que las frutas y verduras que están consumiendo las producen en el campo, por más que el productor no utilice agroquímicos, si en el campo de al lado hay soja, o a cinco cuadras hay soja, eso vuela, se deposita en la fruta y la verdura, y te estás comiendo esos químicos también”. “Yo acá he visto fumigar la soja y al lado hay un viñedo, a 5 metros, porque más no se llevan, y a los dos días cosecharon la uva, y te la estas comiendo con todo el veneno, la gente de la ciudad no es consciente de estas cosas, que también les toca a ellos”

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