Voces Semanario / DE CERTEZAS E INCERTIDUMBRES>> Por Andrés Berterreche


La ganadería, los más débiles y los procesos de cambio
La verdad que para escribir esta columna tuve que luchar internamente contra dos tentaciones. La primera y obvia es referirme al mundial. Del mundial mismo, de futbol, de las relaciones de poder de la Fifa, de algunas de las decenas de paralelismos entre lo político y el futbol, y solo para poner uno como ejemplo las condiciones objetivas y subjetivas en ambas realidades; y otras muchas cosas que se pueden intentar al respecto.
La segunda tentación era la de hacer un artículo a manera de respuesta sobre algunas consideraciones del artículo del jueves pasado del Dr. Sarthou. Tocaba justo un tema en el que soy particularmente sensible: Gramsci (y aclaro que no soy un gran estudioso del mismo) y la consigna de que la verdad es de por sí revolucionaria. Pensaba hasta jugar con el razonamiento de que si la verdad es revolucionaria y la mentira es contra revolucionaria, las medias verdades ¿son reformistas?
Pero no lo voy a hacer. Porque me parece que sería esencialmente oportunista en ambos casos, aburriría en el primero, y terminaría en un contrapunto tipo misa de obispos en el segundo. Pero además porque quiero tocar un tema que parece secundario a nivel de la información nacional y no lo es: el problema del precio del ganado y el conflicto entre productores y frigoríficos.
Solo para poder luego entender el análisis vamos a explicar en forma muy sucinta el proceso productivo. Todo comienza con la producción de terneros. Esto lo hace el llamado sector criador, generalmente ubicados en los campos de peores características productivas y con más atraso tecnológico. Allí están la gran mayoría de los productores familiares del agro y la inmensa mayoría de los productores familiares ganaderos. Esos terneros se venden a productores que los engordan, ya transformados en novillos, que se denominan invernadores. A veces puede hacerse una última terminación con una dieta alta en energía (granos) pero en general se venden terminados a los frigoríficos. Esta industria los faena y lo vende a distintos mercados, siendo uno de los de mayor importancia, el mercado interno. La venta en pie es una opción reducida que sirve a veces para descomprimir el mercado y ayudar a mejorar el precio cuando estos están deprimidos por las opciones que hace la industria, pero conlleva en forma implícita una pérdida de valor agregado y por lo tanto de redistribución de la riqueza generada.
Nuestro país fue, es y será un país ganadero. Más allá de los procesos de diversificación productiva, y los buenos esfuerzos en la transformación industrial y los servicios; este sigue siendo un sector con una impronta tal en la economía que lo hace determinante. Durante demasiado tiempo, este sector ha estado con un estancamiento más o menos permanente. Las razones pueden ser múltiples y también hay muchos enfoques al respecto, pero desde el 2005 comenzó un esfuerzo en levantar algunas restricciones que tenía la cadena, si así se puede llamar, ya que la falta de integración de la misma cuestiona el concepto de cadena.
Desde las políticas de desarrollo rural hubo un fuerte apoyo al sector criador, sobre todo el integrado por productores familiares. En el otro extremo se abrieron decenas de mercados y se obtuvieron cuotas de carne de alto valor. Esto empujó a que el quilo de ganado criado valiera más que el engordado para faena, hecho este que era excepcional. Todo esto permitió que con un gran esfuerzo se llegara a la meta de tres millones de terneros nacidos.
Sin embargo, en este último año, hubo varios momentos donde se registró una baja en la faena, tratando así de aplastar el precio que se les pagaba a los productores. No había falta de mercado ni de oferta. Hubo un explícito esfuerzo por parte de la industria en bajar el precio. El argumento era la falta de rentabilidad de la industria.
Bien sabemos nosotros como consumidores, que al menos en el mercado interno, uno de los principales destinos de nuestras propias carnes, el precio de la carne no bajó. Parecería que una vez más se pretendió sacar un aumento de la rentabilidad a costa de algún eslabón, más débil de la “cadena”. Sobre todo sabiendo que la industria frigorífica está aún más concentrada y extranjerizada que la tierra y la producción agropecuaria.
El abrir la canilla del mercado de exportación en pie no mejoró la situación. La integración vertical a la que ha accedido el sector industrial y el bajo volumen de la demanda de ganado en pie, parecería no ser un mecanismo de tanta presión. Dicho sea de paso, rumores de subsidiar esta exportación no creemos que deban de ser apoyadas. Por muchas razones, pero tal vez, la más importante es que, ya sea por el hecho directo o indirecto de este subsidio, de su beneficio en general se terminan aprovechando los poderosos y no los sectores que se pretenden apoyar.
Con este panorama, el Presidente, que es particularmente sensible a la realidad que vive el sector más débil de la ganadería nacional salió a advertir a la industria la posibilidad de intervención, hecho este que hizo casi que mágicamente dar un aumento al precio en su momento, que aunque pequeño muy sintomático.
Lo que no puede dejar de llamar la atención fue la reacción de las direcciones de las gremiales agropecuarias Asociación Rural y Federación Rural, oponiéndose a la intervención del Poder Ejecutivo. Y aclaro bien, por las dudas y por la necesidad del énfasis, esta posición fue defendida por los dirigentes de esas gremiales. Buscarle una explicación a esto puede llevarnos a distintos caminos. Sin embargo yo creo que es esencialmente por un tema ideológico y de clase. Aunque sigue siendo difícil entender que vayan contra sus propios intereses de clase. De todas maneras yo creo que entra claramente en el concepto que Marta Harnecker engloba en el término lumpen burguesía.
Por ello reivindicamos el logro de que las otras dos gremiales agropecuarias, CAF y Comisión Nacional de Fomento Rural, esta última la más vinculada a la agricultura familiar, hayan logrado su representación en el Instituto Nacional de Carne.
Toda esta realidad no es menor. Tienen que ver con la producción, la captación de los excedentes y de los sectores hegemónicos de la economía. Tiene que ver con si estamos dispuestos a volver atrás o nos lanzamos a seguir reconquistando espacios hacia un Uruguay que además de ser productivo tiene que seguir siendo redistributivo.
Porque en definitiva no necesariamente somos dueños de los cambios. Y pueden haber cambios para adelante o cambios para atrás. Con la convicción de que lo único que va a resolver estas contradicciones a favor de las mayorías no será quedarnos tratando de administrar el sistema sino que es seguir en el sendero del cambio permanente a favor de los más débiles.

Comentarios

  1. Felicitaciones por la nota. Es una página lúcida y oportuna para mejor entender la realidad productiva y la distribución de los beneficios. Notas como esta hacen mucha falta porque aunque parezca desmedido permite reflexionar sobre otros emprendimientos como la forestación, la megaminería y los puertos, en términos que superen la mirada blanco-negro.
    Luis de F.Varela

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