Divino Salvo, el rescate emotivo que une dos orillas/ Por @Sebandera
Alejandra se dedica a la producción cultural y hace un año el
destino la llevó a la otra margen del Plata. Primero la enamoró su
marido uruguayo; después, un gigante de hormigón. Ahora desde las
entrañas mismas del coloso trabaja en un libro que ayudará a la
recuperación del edificio más emblemático de Montevideo
Por Sebastián Bandera
El sol del atardecer lo envuelve y le regala sus mejores colores. Arrogante, porfiado y hermoso se levanta sin pedir permiso sobre una ciudad que todavía no acostumbra mirar al cielo.
El Palacio Salvo fue inaugurado el 12 de octubre de 1928 y es obra del arquitecto italiano Mario Palanti (Milán 1885 – Milán 1978). La obra de Palanti es muy rica y extensa, principalmente en Buenos Aires, lugar en el que se ubica otra de sus obras más características, el Palacio Barolo, situado en Av. de Mayo 1370 a pocas cuadras de la Plaza del Congreso.
La historia relata que Palanti pretendía unir Buenos Aires con Montevideo a través de estas dos elegantes torres de hormigón. Tanto el Barolo como el Salvo de características arquitectónicas similares poseían en sus extremos un faro (en el caso del Barolo fue refaccionado en 2010) con el que los edificios se comunicarían entre sí mediante los ases lumínicos emitidos por los mismos.
Alejandra Dixon vive en el piso 16 del Salvo y desde su ventana se aprecia gran parte de la ciudad. Algunas de sus ventanas miran hacia el puerto de Montevideo y más allá se dibujan la bahía y el cerro. Cuenta que se enamoró del Salvo a primera vista y la felicidad de habitar ese espacio la desborda.
Desde el punto de vista arquitectónico el Palacio Salvo posee un valor incuestionable. “Es el edificio que inauguró la verticalidad en Montevideo (96 metros y 27 pisos) y supo ser el más alto de América del Sur hasta 1936, año en que se inauguró el edificio Kavanagh en Buenos Aires. Además fue el edificio más alto del mundo realizado enteramente de hormigón armado”, cuenta.
Si bien el Palacio fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1996, resulta extremadamente complicado mantenerlo en condiciones. Con más de trecientos departamentos y una superficie cercana a los 37.000 metros cuadrados, se suele afirmar que “el Salvo es un barrio horizontal” en el que funcionan oficinas, emisoras de radio y hasta un club profesional de billar.
Malas administraciones, decisiones desafortunadas, así como la agitada vida social que posee el condominio, entre muchos otros factores, llevaron a que poco a poco se fuera perdiendo su esplendor.
Para su recuperación, Alejandra sintió que podía ayudar desde su lugar y le propuso a Julieta Ulanovsky y Valeria Dulitzky, diseñadoras del libro Divino Barolo (en el que Alejandra colaboró), realizar una segunda edición aunque sobre el Palacio Salvo. Se llamará Divino Salvo y formará parte de un conjunto de acciones cuyo fin será devolverle al edificio toda su majestuosidad.
“Divino Salvo pretende ser un rescate emotivo, es decir, rescatar aquellas obras que las tenemos frente a nuestros ojos y no las vemos como merecen ser vistas. Contemplar sus torres, sus mármoles, sus capiteles de bronce, sus vitraux, sus pasillos infinitos, laberínticos y nunca iguales que acumulan leyendas, mitos y por sobre todas las cosas, magia. Eso será Divino Salvo”, explica.
“El libro es principalmente fotográfico, pero también tendrá textos en los que se contará acerca de su historia, su simbología, anécdotas y hasta fantasmas. Porque aquí en el Salvo tenemos nuestro fantasma amigable que recorre el piso siete”, agrega.
La financiación con la que se llevará a cabo el proyecto será a través de la plataforma latinoamericana Ideame, que ya completó exitosamente su campaña, y el lanzamiento del libro se realizará el 3 de octubre en las instalaciones del edificio.
Seguramente nos cueste imaginar aquellos faros comunicándose y encontrándose con su luz en medio del Río de la Plata. Lo cierto es que un grupo de buenas intenciones y mucha voluntad se propusieron unir a las dos orillas mediante el cariño y trabajo en equipo por una noble causa. Los dos libros serán testimonio de esa unión.
Por Sebastián Bandera
El sol del atardecer lo envuelve y le regala sus mejores colores. Arrogante, porfiado y hermoso se levanta sin pedir permiso sobre una ciudad que todavía no acostumbra mirar al cielo.
El Palacio Salvo fue inaugurado el 12 de octubre de 1928 y es obra del arquitecto italiano Mario Palanti (Milán 1885 – Milán 1978). La obra de Palanti es muy rica y extensa, principalmente en Buenos Aires, lugar en el que se ubica otra de sus obras más características, el Palacio Barolo, situado en Av. de Mayo 1370 a pocas cuadras de la Plaza del Congreso.
La historia relata que Palanti pretendía unir Buenos Aires con Montevideo a través de estas dos elegantes torres de hormigón. Tanto el Barolo como el Salvo de características arquitectónicas similares poseían en sus extremos un faro (en el caso del Barolo fue refaccionado en 2010) con el que los edificios se comunicarían entre sí mediante los ases lumínicos emitidos por los mismos.
Alejandra Dixon vive en el piso 16 del Salvo y desde su ventana se aprecia gran parte de la ciudad. Algunas de sus ventanas miran hacia el puerto de Montevideo y más allá se dibujan la bahía y el cerro. Cuenta que se enamoró del Salvo a primera vista y la felicidad de habitar ese espacio la desborda.
Desde el punto de vista arquitectónico el Palacio Salvo posee un valor incuestionable. “Es el edificio que inauguró la verticalidad en Montevideo (96 metros y 27 pisos) y supo ser el más alto de América del Sur hasta 1936, año en que se inauguró el edificio Kavanagh en Buenos Aires. Además fue el edificio más alto del mundo realizado enteramente de hormigón armado”, cuenta.
Si bien el Palacio fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1996, resulta extremadamente complicado mantenerlo en condiciones. Con más de trecientos departamentos y una superficie cercana a los 37.000 metros cuadrados, se suele afirmar que “el Salvo es un barrio horizontal” en el que funcionan oficinas, emisoras de radio y hasta un club profesional de billar.
Malas administraciones, decisiones desafortunadas, así como la agitada vida social que posee el condominio, entre muchos otros factores, llevaron a que poco a poco se fuera perdiendo su esplendor.
Para su recuperación, Alejandra sintió que podía ayudar desde su lugar y le propuso a Julieta Ulanovsky y Valeria Dulitzky, diseñadoras del libro Divino Barolo (en el que Alejandra colaboró), realizar una segunda edición aunque sobre el Palacio Salvo. Se llamará Divino Salvo y formará parte de un conjunto de acciones cuyo fin será devolverle al edificio toda su majestuosidad.
“Divino Salvo pretende ser un rescate emotivo, es decir, rescatar aquellas obras que las tenemos frente a nuestros ojos y no las vemos como merecen ser vistas. Contemplar sus torres, sus mármoles, sus capiteles de bronce, sus vitraux, sus pasillos infinitos, laberínticos y nunca iguales que acumulan leyendas, mitos y por sobre todas las cosas, magia. Eso será Divino Salvo”, explica.
“El libro es principalmente fotográfico, pero también tendrá textos en los que se contará acerca de su historia, su simbología, anécdotas y hasta fantasmas. Porque aquí en el Salvo tenemos nuestro fantasma amigable que recorre el piso siete”, agrega.
La financiación con la que se llevará a cabo el proyecto será a través de la plataforma latinoamericana Ideame, que ya completó exitosamente su campaña, y el lanzamiento del libro se realizará el 3 de octubre en las instalaciones del edificio.
Seguramente nos cueste imaginar aquellos faros comunicándose y encontrándose con su luz en medio del Río de la Plata. Lo cierto es que un grupo de buenas intenciones y mucha voluntad se propusieron unir a las dos orillas mediante el cariño y trabajo en equipo por una noble causa. Los dos libros serán testimonio de esa unión.
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