Si quieres mejores servicios sociales… ¡participa! / Revista Humanum

Por María José Abud

El mecanismo por el cual, en regímenes democráticos, es posible influir en las decisiones del gobierno es participando en las instancias disponibles para expresar nuestra opinión, es decir, ejerciendo nuestra ciudadanía. En la región no existen los mismos espacios  y oportunidades para expresar nuestras opiniones, dificultades y necesidades. Estas instancias varían de país en país como también dependen fuertemente de características como el nivel económico, etnia, edad o género de los ciudadanos.

El nuevo estudio regional del PNUD, Ciudadanía Política: Voz y Participación Ciudadana en América Latina, explora la manera en que los latinoamericanos ejercen su ciudadanía en los contextos de sus democracias, tanto en materia de ciudadanía política como de ciudadanía social. Se entiende por ciudanía política el mecanismo mediante el cual los ciudadanos acceden e incrementan sus derechos sociales y políticos. Ciudadanía social corresponde al ejercicio efectivo de los derechos económicos y sociales de acuerdo con la legislación vigente de cada país.
Ciudadanía política y social en América Latina
En materia de ciudadanía política, el estudio evidencia que en general, existe un positivo nivel de satisfacción con la democracia en la región como también los porcentajes de participación electoral son estables. Sin embargo, aún existen desigualdades en la participación política y los niveles de confianza en las instituciones políticas (como los partidos políticos) son bajos.
El nivel de ciudadanía social es medido por el Índice de Ciudadanía Social (ICS), el cual está compuesto  por el porcentaje de pobreza, porcentaje de empleo formal urbano, esperanza de vida al nacer, tasa de mortalidad, tasa de alfabetización adulta y juvenil y huella ecológica per cápita. La ciudadanía social ha progresado significativamente durante la primera década del siglo XXI. Sin embargo, a pesar de estos avances, los resultados entre los países de la región son dispares, constatando la alta heterogeneidad existente en la provisión de servicios sociales. Los países con mayores niveles de ciudadanía social son Chile, Uruguay, Costa Rica, Argentina, Brasil, México, Panamá y Venezuela. Mientras que países como Honduras, Bolivia, Nicaragua, Paraguay y El Salvador presentan menores niveles de ciudadanía social.

Índice de Ciudadanía Social 2000-2010
Indice de Ciudadania Social
Fuente: Ciudadanía Política (PNUD 2014)
El aumento en la última década en la región del ingreso per cápita, el gasto social y la mayor equidad distributiva está correlacionado con el progreso en ciudadanía social. Sin embargo, persisten grandes desafíos en materia de equidad distributiva, en la cobertura de los servicios públicos y en la calidad de las políticas públicas, los cuales son elementos claves para aumentar la ciudadanía social en la región. El crecimiento económico no trae consigo automáticamente menor desigualdad y mejor calidad de vida, estos elementos siguen siendo el gran desafío de la región.
Ciudadanía política para una mayor ciudadanía social
Tal como se señala en el nuevo Informe Mundial de Desarrollo Humano, en las sociedades en que se da lugar a que todos puedan expresar su opinión, es más probable que los encargados de formular las políticas tengan en cuenta las preocupaciones y las necesidades de las minorías y de otros grupos vulnerables. Cuando la toma de decisiones pasa por grupos de poder no se representan las necesidades de los grupos excluidos, disminuyendo la efectividad e impacto de las políticas públicas. He ahí la importancia de la participación ciudadana. La posibilidad que todos puedan expresar su opinión permite al Estado conocer las preocupaciones de los ciudadanos, los que deben tener el papel de agentes y beneficiarios en el proceso de elaboración de políticas públicas.
Del reporte queda evidenciado que en la región aún existen grupos sin voz, desigualdades en el poder público, falta de participación de grupos indígenas como también debilidad y desconfianza en las instituciones púbicas. Los niveles de ciudadanía política y ciudadanía social son aún bajos.
En la región, un ejemplo exitoso ejemplo es Brasil en donde el presupuesto participativo de Porto Alegre, permite a los ciudadanos participar en la planificación de las inversiones públicas de sus localidades, mediante asambleas en las cuales se eligen y discuten las necesidades de cada comunidad. Este proceso ha mejorado considerablemente la calidad de vida de los ciudadanos con importantes avances en términos de higiene, salud, educación, entre otros, y también ha dado mayor transparencia al ejercicio del gasto público.
Mediante políticas públicas de bajo costo y con un diseño relativamente simple es posible hacer una diferencia remarcable en la calidad de vida de las personas, existe una disposición e interés de los ciudadanos a manifestar su voz, influir, opinar y ser parte del proceso. Dada la desconfianza en los partidos políticos y desmotivación en el proceso electoral, métodos novedosos e innovadores  son claves para aumentar la participación ciudadana. Los beneficios son claros: una mayor participación conlleva a un círculo virtuoso de una mejor provisión de servicios sociales, mayores niveles de satisfacción social y mejoras en los niveles de confianza institucional.

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