Voces Semanario /· INDISCIPLINA PARTIDARIA Por Hoenir Sarthou “UN CAMBIO DE RUMBO”


https://www.facebook.com/hayotrorumbo, es promovida por un grupo de personas de izquierda, entre las que hay conocidos militantes, artistas, intelectuales, educadores, periodista y trabajadores de muy diversas áreas, y está además abierta a la firma de todos aquellos que compartan su contenido.
El pasado fin de semana comenzó a circular en las redes virtuales una carta abierta, titulada “Un cambio de rumbo”. La carta, que puede leerse en esta edición de Voces o en
¿POR QUÉ “UN CAMBIO DE RUMBO”?
Me propongo compartir con ustedes, lectores de “Voces”, no lo que dice la carta (para saber eso, basta leerla) sino algo más personal: los motivos que me llevaron a impulsarla y a firmarla.
Los períodos electorales suelen polarizar las cosas. “Izquierda o derecha”, “ellos o nosotros”, “buenos o malos”, son los términos del conflicto. Mientras eso ocurre, en cada partido, y en toda la sociedad, el debate desaparece y cosas muy importantes quedan sin discutirse.
Pasadas las elecciones, tampoco es momento de discutir. Hay que gobernar, nombrar ministros, aprobar el presupuesto, tomar decisiones, gestionar y atender conflictos. Pasan así tres o cuatro años y vuelve el clima preelectoral. Uno creería que llega entonces el tiempo de cuestionarse algunas cosas. Pero no, está equivocado. Porque, si se insinúa que algo se ha hecho mal o se podría hacer mejor, “se le están dando armas al enemigo”. Entonces llega nuevamente el período electoral Y la lógica del “ellos o nosotros” vuelve a imponer silencio.
2004, 20009 y ahora 2014. Todo indica que serán quince años de gobierno del mismo partido. ¿Cuándo será el momento de discutir el rumbo económico, el manejo del Estado y las políticas que se aplican desde él?
“Un cambio de rumbo” es la expresión de un grupo de personas de izquierda que no quiere ver de nuevo en el gobiernoa blancos ni a colorados, pero que tampoco quiere guardar silencio para siempre. Muchos votaron en octubre al Frente Amplio, otros apoyaron a otras opciones de izquierda, y otros votaron en blanco o anularon su voto. Es gente militante y trabajadora que, como cualquiera, tiene dudas o discrepancias y quiere compartirlas
Se dirá, ¿pero no ven que casi la mayoría del país ha respaldado la gestión del gobierno?
Puede ser. Pero la clave de la democracia es que las opiniones, mayoritarias o minoritarias, puedan hacerse públicas. ¿Cómo evolucionaría la sociedad si sólo pudieran oírse las opiniones más votadas?
Creo que lo esencial de la carta puede sintetizarse en tres grandes temas.
“ES LA ECONOMÍA, ESTÚPIDO”
El primero es el modelo económico. No porque el documento proponga cambios revolucionarios o utopías. De hecho, no lo hace. Señala que el modelo actual es injusto en la distribución del ingreso, que el 1% de la población posee la misma riqueza que el 50% más pobre, cuyos sueldos no superan los $15.000; que es demasiado dependiente de la inversión extranjera, a la que le concede con facilidad zonas francas, puertos, leyes especiales, créditos y garantías, mientras que el resto de la población paga impuestos y carece de esas facilidades. Ese modelo económico, jugado a la explotación “inteligente” del agro y a la exportación de materias primas poco industrializadas, implica que empresas transnacionales de la agroindustria y de la minería controlen enormes extensiones de tierra, dañen los suelos y las aguas con productos químicos y desplacen del campo a los agricultores y a sus familias.
Otro problema es el avance del capital financiero, favorecido por la generalización del las tarjetas de crédito, la financiación de autos y casas, la extensión de los créditos de consumo y el desarrollo de la cultura del consumismo. La ley de “inclusión financiera”, cuyos efectos se sentirán en los próximos años, profundizará ese proceso, dándoles a los bancos intervención forzosa en todas las operaciones económicas, incluidos el pago de sueldos y jubilaciones.
La carta no propone utopías. Propone estudiar con detenimiento los propósitos de los “megainversores”, controlarlos más y ser más equitativo en los privilegios que se les conceden. De lo contrario, la población trabajadora termina financiando con sus impuestos a esos inversores privilegiados, que para colmo dañan la tierra y el agua que todos necesitamos para vivir. En lo que respecta al capital financiero, la propuesta es derogar o al menos revisar la ley de bancarización, habida cuenta de que el país posee bancos públicos que podrían brindar gratis, o a menor costo, los servicios que -se pretende- brindarán los bancos privados.
El tema es enorme y complejo. Por eso lo que se propone es discutirlo, abandonando el dogma de que el actual es el único modelo económico posible.
¿QUÉ ESTADO Y PARA QUÉ?
El segundo gran tema es, en el fondo, el del manejo del Estado y de la institucionalidad.
La tesis del documento (según lo interpreto) es que el mal funcionamiento del Estado, así como la incomprensión de la importancia del sistema institucional y legislativo, está en la raíz de muchos problemas que padecemos. El secreto, el ocultamiento de información sobre los asuntos públicos, la falta de explicación sobre las decisiones de gobierno, la dificultad para controlar a ciertos poderes económicos, la impunidad de muchos criminales uniformados y de los otros, las “cuotas políticas”, la corrupción, el “amiguismo”, la burocracia, los atropellos actuales contra menores y mayores privados de libertad, las “soluciones” que se saltean procedimientos legales, la voluntad política de los gobernantes impuesta por sobre las leyes que garantizan los derechos de los gobernados, son problemas que sólo pueden prevenirse comprendiendo que el gobierno democrático requiere transparencia, buena información pública, un parlamento que discuta y controle, respeto por la opinión de los ciudadanos y sometimiento de los gobernantes a las reglas establecidas para garantía de los gobernados. Reglas que pueden cambiarse si es necesario, pero no saltearse.
Un Estado firme, transparente y confiable, es indispensable para que un gobierno popular sea posible. Las fuerzas económicas y políticas, tanto externas como internas, son demasiado poderosas. Si el Estado no actúa con claridad para ganar la confianza de los gobernados, no podrá enfrentarlas ni controlarlas.
EDUCACIÓN, EDUCACIÓN, EDUCACIÓN
El tercer gran tema es la educación. Pero no considerada como uno más de los servicios del Estado, sino como la piedra fundamental de un régimen democrático popular. La cosa es sencilla. Población ignorante es población sumisa. Sumisa ante las decisiones de cualquier gobierno y también ante los mandatos y modas que vienen de afuera, impuestos por la publicidad y por las grandes cadenas de comunicación.
La carta propone convertir a la enseñanza pública en la principal causa nacional. Reitero: a la enseñanza pública, que forma a las tres cuartas partes de nuestros niños y jóvenes, en especial a los más desfavorecidos, la única que puede garantizar un acceso y un tratamiento equitativo para todos. Y la única que puede ser democráticamente controlada por la sociedad.
La decadencia de la enseñanza no empezó con los últimos dos gobiernos. Pero durante ellos se perdió una oportunidad inmejorable. Mayorías parlamentarias, buena relación con el movimiento sindical y claro apoyo popular, fueron desperdiciados, ya sea por falta de ideas o por falta de claridad, en la cúpula de gobierno, sobre la importancia del asunto.
Propuestas privatizadoras, como la de transferir recursos y alumnos a los privados a través de “vouchers”, están reñidas con la necesidad de volcar todos los recursos al mejoramiento de la enseñanza pública. Como lo están los intentos de mejorar las estadísticas rebajando los niveles de exigencia o promoviendo a los alumnos aunque no alcancen la suficiencia.
Lo de “causa nacional” no es un “slogan” publicitario. Significa centrar todos los esfuerzos y las voluntades en volver a hacer de la enseñanza pública, además de ámbitos de formación para el trabajo y la cultura, una escuela de ciudadanía. Porque no hay democracia sin ciudadanos, y no hay ciudadanos sin educación.
SIN DUEÑOS
La propuesta que acabo de reseñar es expresión de un espacio ideológico que desde hace años no tiene un correlato claro en lo político.
Opuesta a los partidos tradicionales, sólo parcialmente expresada por el Frente Amplio o por otras organizaciones de izquierda y deseosa de interpretar sin esquemas la nueva realidad local y global, la izquierda crítica parece no tener sitio.
La carta “Un cambio de rumbo” es prueba de que vive y lucha. Sin dueños, sin dogmas, sin jefes.
Firmarla, discutirla, o difundirla por cualquier medio, es una forma de adherir a esa actitud de izquierda, más interesada en renovar las preguntas que en cerrarlas con dogmas.

Comentarios

Entradas populares