CON COSTAS ISIJOS, VICEMINISTRO DE DEFENSA DE GRECIA Un partido difícil / Caras y Caretas



“Tenemos un empate y todavía no llegamos a los penales”, dijo a Caras y Caretas el ministro adjunto de Grecia, un griego nacido en la Argentina que usa metáforas futboleras para explicar la delicada posición en que se encuentra su país luego de negociar con sus temibles acreedores.
Por Mateo Grille
Costas Isijos, el nuevo ministro adjunto de Defensa de Grecia y mano derecha del novel primer ministro Alexis Tsipras, nació en Quilmes, Argentina. A los catorce años emigró, junto a sus padres, a Canadá, donde estudió y se licenció en Ciencias Sociales. Vivió un año en una escuela agrícola en La Habana, Cuba, y se fue a Grecia, donde vive desde los años ochenta. Fue presidente de la Asociación de Estudiantes Latinoamericanos de la Universidad de York y vicepresidente de la comunidad helénica de estudiantes griegos.
Trabajó en Olympic Airways, la aerolínea estatal griega, hasta que ésta cerró, después de haber sido privatizada. Fue fundador de Syriza, el partido de izquierda que acaba de ganar las elecciones helénicas, en 1992.
Conoce muy bien al nuevo primer ministro griego, Alexis Tsipras, a quien vio crecer desde los 17 años, cuando llegó a las juventudes del naciente partido político.
Amante del fútbol y del asado, hincha de Independiente y responsable de la política internacional de Syriza desde hace dos décadas, encontró tiempo entre sus múltiples obligaciones para hablar con Caras y Caretas sobre los desafíos que representan para Grecia y Europa las negociaciones sobre la deuda, sobre las posibilidades de Podemos en España, las similitudes entre la devastación del neoliberalismo en la América Latina de mediados de los noventa y la actualidad de los países del sur de Europa, el poder financiero trasnacional, la lucha de clases y Pepe Mujica.
Finalmente Grecia consiguió, después de una postura muy firme, ganar cuatro meses de tiempo en los que se negociará un nuevo acuerdo económico en la Eurozona. ¿Uno debe calificar esto como la primera victoria del nuevo gobierno, como la rebaja de algunos postulados preelectorales de Syriza respecto al fin de la austeridad, o debe verlo como un meritorio empate?
Nuestro gobierno ganó las elecciones el 25 del mes pasado con un programa que significaba el cierre de las políticas de austeridad que se han implementado en Europa, y especialmente en Grecia, que es donde se desplegó de forma más avanzada ese experimento ultraliberal. Podemos decir que con este acuerdo conseguido no tendremos rebajas de pensiones ni de salarios, algo que era parte del programa que la Troika nos había impuesto, y que iba a seguir por los próximos meses y años. La segunda victoria es que no tenemos más Troika. Tenemos sí, a los acreedores, que son tres: el FMI, el Banco Central Europeo y los estados europeos, con quienes seguiremos negociando, en conjunto y separadamente. Pero no negociaremos más con un mecanismo que se llamaba Troika, que estaba aquí permanentemente, instalado en todos los ministerios para controlar todos los detalles de las políticas económicas y sociales de los gobiernos anteriores. Eso ya no existe. Estamos ganando gran parte de nuestra soberanía. No ganamos la guerra, pero sí una batalla grande. O sea, tenemos una victoria clara en ese aspecto. También podemos decir que tenemos un empate, y todavía no hemos llegado a los tiros penales. Vamos a ver después de junio, cuando tenemos que negociar el núcleo más duro, que es lo importante realmente, y se llama reestructuración de la deuda. Necesitamos borrar una buena parte de esa deuda, que no es de nuestro pueblo, del pueblo griego, sino de los bancos. Y esa deuda, que es enorme, no puede ser trasladada a los pueblos de Europa. Eso es imposible. Podemos decir, entonces, que culminó el primer tiempo y vamos ganando. Pero falta.
¿Y qué expectativas hay respecto a las negociaciones de aquí hasta junio?
Durísimas. Vamos a tener un chantaje diario de parte de nuestros acreedores, que quieren seguir en este camino de austeridad -que es obvio que es un proyecto desgraciadamente europeo- en el cual Berlín es protagonista, y cuando menciono a Berlín me refiero a la élite política y financiera de Alemania. Eso quiere decir que para romper estas políticas de austeridad, para romper este proyecto de las élites financieras del continente, necesitamos el apoyo de los pueblos de la periferia europea.
No hay salidas individuales. Requiere del compromiso y el apoyo de los pueblos de España, de Portugal, de Italia, que se están convirtiendo, con estas políticas, en colonias del centro europeo. Por eso las elecciones que se desarrollarán en España este año son tan importantes. Nosotros no solamente tenemos que romper con estas políticas de austeridad. También tenemos que romper con esta correlación de fuerzas que existe actualmente. Una victoria de la izquierda en España es importantísima para comenzar el cambio en las correlaciones de fuerza de quienes dirigen las políticas de los estados, de las instituciones europeas, de los movimientos sociales y de cualquier movimiento que tenga como objetivo proyectos antineoliberales, antiausteridad y a favor de los pueblos y su progreso.
¿En ese sentido es que hay que entender las posturas tan críticas hacia Syriza de los presidentes de España y Portugal, Mariano Rajoy y Passos Coelho?
Por supuesto. Rajoy es el arquero que ya sabe que tiene que recibir un tiro penal. Tiene esa agonía. Por eso en este momento está dando una batalla muy dura dentro de España para poder implicar a Podemos, como si fueran integrantes del eje del mal y ellos, los del PP, los buenos. Nuestros amigos de Podemos y de Izquierda Unida en España están haciendo un trabajo ejemplar para cambiar esas correlaciones de fuerza a nivel político y social. Por eso Rajoy y el primer ministro portugués están tan preocupados en defender sus políticas de austeridad.
¿Cuáles son los intereses que están detrás de esa guerra económica contra Grecia?
Existe la lucha de clases, y está presente. Acá hay grandes poderes financieros; el Deutch Bank, los grandes círculos financieros están operando en las sombras y tratan de controlar la política como actividad fundamental para determinar los destinos de los estados, y a los sujetos políticos, que son los partidos políticos. Por eso esta es una lucha entre los pueblos y los mercados financieros poderosos. Es una lucha de los trabajadores contra las grandes multinacionales. Es una lucha de la soberanía de los pueblos contra la dictadura de los mercados.
¿Se considera, en algún nivel del gobierno griego, la posibilidad de salir del Euro, medida que seguramente sería imitada por otros países y amenazaría la hegemonía alemana?
No es parte de nuestro programa, pero no quiere decir que no sea una posibilidad. Nosotros no queremos salir de la eurozona para solucionar nuestros problemas, porque podríamos tener otro tipo de problemas. Lo que queremos hacer es cambiar las opciones monetarias, la arquitectura monetaria de Europa, que no es un cambio que pueda ocurrir de un día para otro, pero debe ocurrir. Cambiar la arquitectura financiera y monetaria y convertirla en un instrumento favorable a la clase obrera, a los trabajadores; es otra cosa. En este momento, las políticas monetarias del Banco Central Europeo están destinadas a favorecer a los grandes intereses financieros trasnacionales.
¿Qué similitudes encuentra con la situación económica que vivió latinoamérica en la década de los noventa con los gobiernos neoliberales?
No hay muchas diferencias. Claro que hay particularidades, hay diferencias entre una realidad y otra respecto a la geopolítica y la importancia geoestratégica de una zona y otra, pero tenemos mucho en común con lo que se vivió en Uruguay, Argentina, Chile o Perú, con la instalación de las políticas neoliberales de austeridad y extrema pobreza y exclusión social, etcétera. Los resultados de esas políticas, allá y acá, son los mismos. Estalló una bomba ultraliberal en el Cono Sur y también en el sur de Europa. Por eso nosotros tenemos que romper y parar este experimento ahora, porque va a llegar a Berlín y los trabajadores alemanes y el pueblo alemán van a ser los que van a sufrir. Tenemos que parar este proyecto europeo, que es un proyecto bancario y financiero alejadísimo de los intereses populares.
¿Qué perspectivas económicas ve usted para Europa si continúan las políticas recesivas del BCE y el FMI? Y qué perspectivas políticas, porque pueden aparecer partidos y movimientos de izquierda, así como ultranacionalistas.
Esto va a contagiar a la economía mundial. Es un virus que va a llegar a Sudamérica, ya ha llegado incluso; va a llegar a Norteamérica, a Rusia, a todos los rincones del mundo, y por eso tenemos que saber que la política que se ejerce desde Berlín es suicida para los mismos intereses alemanes, no sólo de los trabajadores sino también de las empresas. Si sigue en recesión Europa se va a convertir en una región completamente marginalizada del resto del mundo. Van a estallar explosiones sociales importantes, rebeliones, y quizás deban suceder. Creo que tenemos que ser lógicos. Respecto a las perspectivas políticas también pasan cosas. Esta crisis ha resultado en que la extrema derecha -y aquí incluyo a Amanecer Dorado, que es un partido de Grecia, con principios neonazis, nostálgicos del nazismo alemán de mediados de siglo- reviva. Esto pasa aquí, sucede en Francia, en Bélgica, en Inglaterra, y nacen como consecuencia de la crisis y son también la reserva del sistema capitalista en Europa. Este camino ya lo hemos visto. Uno no puede seguir haciendo lo mismo, dando oxígeno a un terror mediático que muchas veces está de la mano con esa extrema derecha y sus estrategias, y así nos gobiernan hace décadas. Es muy necesario que la izquierda europea pueda elevar el nivel ideológico en su batalla contra la extrema derecha, el fascismo y el nazismo.
¿Cómo ve usted los procesos políticos de izquierda que están al frente de varios países en América Latina?
Yo personalmente estoy muy feliz. América Latina y el Caribe no son rincones aburridos, sino todo lo contrario. Aquí tenemos al viejo continente que se está embelleciendo a nivel político lentamente. Creo que la experiencia histórica geopolítica de América Latina en los últimos quince años es muy importante para la izquierda europea. No sólo para poder tener visiones comunes, sino para encontrar lazos de cooperación y entendimiento entre las izquierdas latinoamericanas y europeas. Hay que hacer mucho trabajo, pero este mundo nunca va a ser mejor si las fuerzas de izquierda no se organizan y coordinan para encontrar ese otro mundo posible y necesario.
¿Syriza se plantea tener encuentros con los movimientos de izquierda latinoamericanos?
Por supuesto. La izquierda europea coordina con el Foro de San Pablo, con el Alba, con los foros y organismos donde trabaja la izquierda latinoamericana. Pero es cierto que tenemos que hacerlo mucho más y tenemos que incorporar a la izquierda norteamericana, la estadounidense, la canadiense y la mexicana, que también existen.

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