La feroz necesidad de sorprendernos y actuar ahora / Revista Humanum

Foto: PNUD El Salvador
Corría el 24 de diciembre del año 1914 en Flandes, en plena Primera Guerra Mundial. De pronto, los soldados alemanes empiezan a encender velas en los árboles de Navidad que les habían enviado para elevar su moral y a cantar villancicos. Al otro lado, los ingleses escucharon atónitos el suceso. Luego ocurrió lo impensable. Varios hombres, de ambos bandos, empezaron a salir de sus trincheras. Se daban la mano, compartían sus guarniciones y memorias de sus familias. Eran enviados para ser enemigos y terminan celebrando la vida.
De esta historia hay una cosa muy clara: la humanidad puede hacer grandes cosas si nos vemos de una manera distinta. Y este es uno de los ingredientes que sin duda debe estar al centro de las estrategias y modelos de desarrollo que impulsamos en nuestras naciones.
En el caso de América Latina y el Caribe, en donde la gran mayoría de países tienen más de 150 años de haberse independizado, no nos hemos emancipado de la falta de progreso y de la vivencia de miles de personas en situación de pobreza. Hemos fallado y lo seguimos haciendo cada vez que no diagnosticamos y resolvemos los problemas humanos, escuchándonos y mirándonos como humanos.
Los caminos académicos, técnicos, políticos y tecnológicos para asumir este desafío de transformar nuestras sociedades existen. Una de esas avenidas es la que lleva el nombre de la agenda de pobreza y progreso multidimensional, cuya base es el entendimiento del desarrollo como un proceso de la gente, por la gente, para la gente y con la gente.
La agenda y medición multidimensional de la pobreza y del progreso es un medio para recordar que no podemos hablar de desarrollo si yo estoy bien y la persona a mi lado está en precariedad. Es un amistoso recordatorio, para quienes estamos al frente de la formulación e implementación de políticas públicas, que aún no hemos derrotado al único enemigo de nuestras sociedades: la pobreza y falta de progreso. Es también una invitación a actuar con quienes estamos en deuda. Esos millares de personas que no han podido ser protagonistas del desarrollo, y en cambio, siguen estando excluidas, marginadas y viviendo en vulnerabilidad.
Ese es precisamente uno de los recordatorios que hace la publicación “La pobreza en El Salvador desde la mirada de sus protagonistas” (PNUD, 2015), que servirá de modelo para la agenda cualitativa que desarrollará el próximo Informe sobre Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe “Progreso Multidimensional: Bienestar más allá del ingreso”y que será presentado como referencia el 3 de junio a líderes de más de 30 países en la reunión anual de la Red de Pobreza Multidimensional auspiciada por Oxford Poverty and Human Development Initiative (OPHI) en Cartagena, Colombia.
Hoy sabemos dónde están los niños y niñas malnutridos, dónde están esas mujeres cuyo trabajo invisibilizamos, dónde están las familias que ante la llegada de la época lluviosa no tienen resguardo, dónde están quienes a veces comen y a veces no. Ahora incluso sabemos dónde están aquellas personas que a pesar de mejoras importantes en aspectos de la vida, todavía tienen barreras basadas en el género, etnia y otros aspectos, que les impiden perseguir su felicidad.
Todo esto y más lo sabemos, pero no nos sorprende. He ahí el Talón de Aquiles de nuestras sociedades y la oportunidad de escribir una nueva historia. Una en la que cada persona tenga la oportunidad real de ser protagonista del plan de vida que considere valioso.

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