Parecidos pero no iguales. Por J.J.Ferrite

El devenir de la última década presenta en Uruguay la instalación de tres gobiernos sucesivos del frente amplio, con minúsculas, con algo más de permanencia en el tiempo en la Intendencia Municipal de Montevideo.
La adhesión, en gran medida, del voto ciudadano legitima a los gobiernos encabezados por T.Vázquez y J.Mujica y eso está fuera de cualquier reparo.

Para ese período en algunos países latinoamericanos se registraron lo que se dio en llamar “golpes blandos” cuando movimientos sociales acompañados por fuerzas facciosas consiguieron interrumpir el proceso democrático o quedar en grado de intentona.
Ocurrió en Honduras con el derrocamiento del presidente Zelaya; se repitió en Paraguay con un subterfugio leguleyo para relevar de su mandato al presidente Lugo; el pueblo frustró la intentona golpista en Venezuela, en Bolivia, en Argentina, en Ecuador y últimamente en Brasil cuando algunos sectores sociales esgrimieron el remanido argumento de la falta de libertades, el estatismo, la dictadura, la corrupción, etc.

Sugestivamente los nombrados son los países que han emprendido un camino alternativo a las imposiciones que emanan de la deuda externa, a economías de base agroindustrial y primaria, a limitaciones de la infraestructura disponible que sobrevivió los vendavales de los noventa. Situación compleja porque la extrema desigualdad social aparejó problemas nuevos.

El nacimiento de la UNASUR fue la voluntariosa respuesta política que permitiese la construcción de respuestas válidas, en diversas materias que involucran en cada amanecer a millones de latinoamericanos que demandamos atención, planes, programas, en definitiva propuestas participativas y vías de solución a tantas necesidades. La primera: el trabajo genuino.
El intento no es gratis porque tocar o rozar tan siquiera los intereses de las grandes corporaciones internacionales o a los testaferros locales, o a los estancieros, o a las empresas de comercio exterior, o a los bancos y “fondos buitres” no hace otra cosa que despertar la voracidad y el odio que encubren los centros de poder y sus instituciones.

El caso de Grecia exime de mayores comentarios cuando por unos pesos se hipoteca sino se vende el patrimonio y el derecho de los griegos a ser hombres libres, porque eso es lo que propugna la Troika (a quien nadie eligió) y Alemania en particular, detrás de los “planes de salvataje”.
El escarmiento en vías de aplicarse a Grecia es la advertencia a otros países que tienen la economía sujeta a la Deuda Externa y a los intereses usurarios, que afecta en mayor o menor medida a España, a Irlanda, a Portugal…
Pero este relacionamiento entre poderosos y sometidos augura un mal presagio para la existencia misma de la Unión Europea, y abre una etapa de conflictos inter-nacionales de difícil resolución.

Nos referíamos en una nota anterior a “nuestros primos los griegos” por la similitud en el grado de dependencia que marcan nuestras vidas, cada acto cotidiano, cada gesto, cada sueño.
Pero además nos asaltan las dudas, las procaces dudas.
¿Qué hicimos nosotros para no merecernos un “golpe blando”?
¿Qué sentido de pertenencia, de identidad compartida, de modo de vida tenemos que nos permite esquivar tamañas desgracias globales?
Con la mirada hacia el Pacífico observamos situaciones parecidas con Chile, con Perú, no por su vecindad con el océano que conecta con los puertos de la China y la India, sino por la implementación a rajatabla del modelo neoliberal.

A veces parece que la polémica entre los jefes del partido colorado, el partido blanco y el frente amplio, con minúsculas, ocupa el centro de la vida política.
Otras veces y en un plano más realista, emerge el agudo conflicto de intereses  entre los sindicatos y las empresas, en el marco de las restricciones que impone el comercio e intercambio regional y ultramarino.
¿Cómo hacer para achicar la brecha distributiva cuando en el seno de la clase trabajadora existen ingresos que van de diez mil pesos mensuales a más de veinticinco mil? Disparidad social que consolida la existencia de trabajadores de primera y de segunda, situación agravada por los trabajadores parados temporariamente o literalmente desocupados.

Tres gobiernos del frente amplio, con minúsculas, y magros resultados por la política neoliberal sostenida a como dé lugar por D.Astori y su grupete debería hacernos reflexionar sobre nuestros primos los griegos y también sobre el modelo adecuado, más que importado, a las necesidades del pueblo uruguayo. Deberíamos reflexionar cuál es el precio que pagamos por una sociedad “sin tensiones sociales”, cuánto pagamos por “hacer bien los deberes” a instancia de los poderosos. Deberíamos reflexionar quiénes son los países y gobiernos “amigos” como para soñar de una buena vez el sueño de Patria Grande que nos legaron quinientos años de resistencia y luchas.
Se trata de distinguir entre parecidos pero no iguales.
Una cosa es Frenteamplistas con mayúsculas y otra cosa es con minúsculas.

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