Al perro, perro, y al gato, gato. / Por J. J. Ferrite



Transcribo para ustedes: "Cuando más tarde me enteré de su azarosa vida y de los diferentes sitios en que había vivido, sin echar raíces en ninguno, comprendí que Salvatore hablaba todas las lenguas y ninguna.
... porque toda lengua humana tiene reglas y cada término significa ad placitum una cosa, según una ley que no varía, porque el hombre no puede llamar al perro una vez perro y otra gato".
Fragmento tomado del "El nombre de la rosa" del tano U. Eco.

Pasado por el colador los discursos de los candidatos a presidente del Uruguay, descartadas las palabras portadoras de agravios y las chicanas, encontramos en el fondo el acento ético de los discursos. Apelo a la memoria de los lectores y me remito a la sola referencia de la corrupción, en particular en los asuntos del Estado, más que en las personas. 
El caso Pluna, la obra inconclusa de la regasificadora en Sayago, los proyectos vinculados, como siameses, de la minería a cielo abierto y el puerto de aguas profundas, el proyecto polifuncional de Antel Arena en el sitio del otrora Cilindro Municipal, han sido cuestionados por propios y extraños. El caso Ancap ya tiene una comisión investigadora en el parlamento. No en todos los casos, aclaro, sobrevuela el fantasma de la corrupción, no como un ente metafísico sino por los recursos del tesoro que se pierden, que fugan, que desaparecen. Sino, que generan deudas...
Tal el caso del puerto de aguas profundas. Un proyecto atado a las necesidades operativas de la empresa minera donde el Estado llama a inversores extranjeros para materializar las obras portuarias. Sea quién sea el adjudicatario de hacerlas las mismas generan deuda externa. Poca o mucha aunque el proyecto no pase de un muelle de atraque para los buques ultramarinos.

Pero el discurso anticorrupción encarna a la corrupción misma, cuando se esgrime con claras intenciones antidemocráticas sin disimular la impronta golpista, más o menos dura, más o menos blanda. Cuando desde legítimos intereses sectoriales, o imaginados mundos de fantasía, o deseo de consumo insatisfecho, franjas de la clase trabajadora y media hacen oír su voz sin medir las consecuencias en términos de política económica. Porque está claro que detrás de las limitaciones de los gobiernos, subyace el canto de sirenas de la política neoliberal de los noventa y de ministros de economía como D.Astori o J. Levy en Brasil.
El verdadero peligro radica en creernos que las políticas que imponen los centros del poder mundial, pregúntenle a los griegos, puedan coincidir con los intereses de los pueblos de la región. Y a las pruebas me remito. Los asesores  M.Macri (PRO-derecha) en Argentina, consideran públicamente que "las paritarias son un concepto absolutamente fascista y no debería haberlas". Además reiteran hasta el hartazgo, que no debería haber intervención del Estado y que las discusiones salariales deberían resolverse, a puertas cerradas, entre trabajadores y empresarios. 
Es probable que el buen olfato de los trabajadores del PIT-CNT advirtiera la imperiosa necesidad de resolver un paro general de actividades, como un aviso a los políticos aviesos, cualquiera sea la divisa partidaria.

Pero la dicotomía entre los intereses del pueblo, figuradamente en pan y trabajo, con la tozudez de querer imponer políticas de ajuste a traído como efecto secundario la crisis de conducción en las filas del frente amplio, con minúsculas.
La renunciada M. Xavier a la presidencia de la fuerza gobernante, por tercer período consecutivo, produce una sensación extraña porque las partes enfrentadas sostuvieron cuando fueron responsables y sostienen un idéntico enfoque económico. Si usted me permite, personalizado en los tres gobiernos por D. Astori al frente del ministerio de economía.
Las tensiones y pujas al interior de una fuerza política son legítimas y realimenta el espíritu democrático, pero el asunto principal es otro, permanece oculto, menos para el PIT-CNT que se manifestó sin medias tintas. Con los términos a que acostumbramos los trabajadores.

En el marco del amesetamiento de la actividad productiva y comercial, a nivel global y regional, no están claras (o quizás sí) las señales del gobierno del frente amplio, con minúsculas, que propenda a fortalecer la actividad productiva y consecuentemente el mayor empleo, los salarios dignos como expresión inequívoca que nos permita a los Frenteamplistas, con mayúscula, considerar a las cosas por su nombre: al perro, perro, y al gato, gato.

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