Don Cipriano 14 / Por José Luis Facello


“… En mis largos años de cárcel firmé con mi conciencia el compromiso de proteger a la militancia frenteamplista, de evitar que volviera a vivir las horas de horror que ya soportó en demasía. Los partidos que se sustentan sólo de votantes o que necesitan de militancias prestadas pueden permitirse actuar de otra manera.
Hoy vamos a luchar todos juntos, por la justicia verdadera y una real pacificación. Estamos dispuestos a compartir estas banderas, pero no a cederlas. Son nuestras.
Son las banderas del Frente Amplio.
Nadie más receptivo que nosotros, compañeros, para unir a todos los orientales en una lucha frontal por la pacificación y por la justicia. Pero la paz no depende solamente de eliminar la declaración de guerra interna, y la justicia no depende solamente de eliminar la justicia militar.
La paz y la justicia verdaderas dependen de la realización de reformas sociales que aseguren la independencia económica, ruptura con el FMI; que aseguren un frente interno unido, de todos los orientales honestos, para renegociar la deuda externa, para convertir al Uruguay en una patria de todos los que quieran volver a vivir con dignidad…”.

Al amanecer del día soñado, un centenar de uruguayos aterrizamos en el Aeropuerto de Carrasco.
Era una mañana fría, que yo sentí como la más acogedora al pisar el entrañable suelo patrio.

Jueves
“Los Hórreos” 15 de abril de 1924.
Mi diario: la maestra me ha dicho qe escriva un diario qe es como decir o contar porque va escrito lo que una hace en la casa o en todos lado como en la escuela o el campo.
Hoi me encontre con los tres ermanos Coto qe iban para la escuela caminando porque la yegua la necesitan en las casas porque esta con tos seca el mas chico de los Amoros.
Por ahora dejo porque estoi cansada de escribir.

Los “Hórreos” 20 de abril.
Diario: me dijo la maestra Matilde que voi bien que muy lindo mi diario y qe no le tenga miedo a la cosa y yo le dije qe nosotros en casa no le tenemos miedo a nadie.
Hoi carge a las mas chicas de las Coto porque sigen a pie porque todavía no esta curado el hermanito mas chico que sige con tos pero la leche de la yegua lo ayuda mucho y ahora respira.
Asta aquí yego mi amor como dice mi madre cuando se cansa.

“Los Hórreos” 8 de mayo.
Qerido diario estoy contenta porque se sano el mas chico de los Amoros y entonces la mamá porque el padre los abandonó i ni los gallos viejos dejan a sus gallinas y pior a los poyitos.
La señora del viejo Amoro les devolvió la yegua y que muchas gracias. Y los tres de los Cotos van enancados en la yegua desde las casas que queda como a dos leguas de la escuela.
Me dijo la maestra que le gusta mucho mi diario pero que no lo preste porque los diarios de las personas son para cada uno. La maestra Matilde me dijo que siempre saque fuersas para escribir porque en la campaña muchas veces ay que hablar con una misma. ¡Que linda es mi maestra!

“Los Hórreos” 9na. Sección, Cerro Largo.
Querido diario: estamos toda la familia muy emocionada y haciendo todos los aprontes para el viaje.
Mi padre preparó las dos carretas y le dimos flor de cepillada a “montañés”
y a “pampero” los dos bueyes en mejor estado dijo Ramiro el peón porque a la otra yunta la tiene de reserva, pelechando.

17 de noviembre.
Seguimos con los preparativos, mi madre ha encontrado ropas y mantillas que son recuerdos de la abuela y que cargo con ellas del viaje de las Españas. Hay cosas preciosas que no sabía que estaban guardadas en un baúl del tamaño de medio fardo de lana.

19 de noviembre.
Hoy todos pasamos por las tijeras de mi madre. Nosotras quedamos muy elegantes con el corte de pelo, pero los varones parecen salidos de las filas del ejército prusiano, donde murió mi abuelo que no conocí, que viene a ser el padre de mi padre que me contó una tarde lluviosa.

25 de noviembre.
Nunca imaginé ver tanta gente junta.
Cuántas carretas adornadas con ramos de aromos y ojas de palmeras, con cueros que brillaban de bien curtidos, tanto como los de los propios boyunos.
De aperos y caballos parecía un muestrario, había cojinillos azules y riendas de tientos trenzados, sino se mandaban la parte llevando estribos y cabezadas con adornos de plata pura. No vimos empuñaduras de oro y plata porque a sigun mi padre, ese día estaba prohibido andar por ahí con facón o daga, salvo algunos principales que lucían las rastras más bonitas, yenas de monedas y un viejo se daba dique porque eran monedas de plata de Potosí.
Con mis hermanos jugábamos a quien encontraba primero un colorado calzado de cuatro y cuando nos aburríamos, las mujeres nos dedicamos a espiar la ropa elegante de las señoras o los sombreros de los principales del pueblo, como decía con temor nuestra madre del gerente del banco y el cura párroco.
Vimos también unos paisanos jugando a la taba pero dos milicos nos corrieron porque en ese lugar los menores no podíamos estar y ¡menos mujeres!
De todos lados había venido gente en el ferrocarril. Que del ruido que hacía espantaba cuanto animal anduviera por la vuelta.
Pero lo mejor de todo, por lejos, era ver a la banda de música. ¡Qué fuerte tocaban y cómo brillaban los instrumentos bajo los rayos del sol!

26 de noviembre.
Nos despertamos con el sol arriba porque esa noche nadie había dormido porque la fiesta duró para largo. Lo que si había eran asados por todos lados y una humareda que parecía incendio de campos. Comimos pasteles de dulce de boniato y arroz con leche y canela en rama hasta artarnos, nos llenamos con rapadura y ticholos hasta que no dimos más.
Tiraron cohetes al aire.
Dieron discursos unos doctores que ni miras de ser conocidos, y nos felicitaron a todos porque desde ese día Tupambaé era pueblo por ley y también nos encontramos con la maestra que tiene novio y vive en Vichadero. ¡Qué lindo es el novio de mi maestra Matilde! No sabemos cómo se llama el novio porque nos da vergüenza preguntar y si se entera mi madre nos mata. Nadie me quiso explicar por qué de la noche a la mañana el pueblo que era pueblo nomás, pasó a ser pueblo de Tupambaé pero a mi ermano Antonio le dijeron que es en cumplimiento de la ley y por esomismo hubo fiesta.

27 de noviembre.
Después que mi padre hizo un surtido y otras compras para las casas dimos la vuelta y enfilamos las carretas en dirección a “los hórreos”.
Mi padre iba adelantado y mi hermano mayor el Rufino nos seguía como a media cuadra y más atrás los perros.
Mi madre no habló en todo el viaje.
Te confieso mi diario que fue la fiesta más linda de mi vida.

“Los Hórreos” 9ª sección. Cerro Largo.
15 de Enero de 1928.
Cuando tuvo noticias del casamiento mi madre se puso rara y callada.
Una noche que mi padre se fue con el peón y otros vecinos a rescatar a unos animales rodeados por la crecida del río Negro como quien va al Paso de Pereira, entonces ella hizo ambrosías dulcísimas y todos comimos hasta quedar panzones. Nos acarició a cada uno y nos besaba a cada rato y nos decía cosas muy lindas.
A mí me estrechó en un abrazo y me dijo con la voz entrecortada, como una tartamuda, que recordara ser siempre juiciosa y no dejara por ningún motivo de estudiar. Con una lágrima cayendo por la mejilla me dijo que no me preocupara por nada y que el Ángel me protegería…
Al día siguiente ella no estaba en las casas por más que la buscamos, ni su caballo y de ahí no la vimos más a mi mamá.

Día 23 de enero.
No sé si estoy triste o contenta.
Mi padre me habló pero no mucho. Me dijo que en primavera me vendrá a buscar un estanciero que es buen mozo y anda de riñón forrado y tiene un perro pastor alemán.

“Los Hórreos”
1° de marzo.
Querido diario: fue el verano más solitario que pasamos en las casas si bien estuvimos todos los hermanos trabajando en el cuadrado de maíz y como se pudo regando, la seca va para largo, la fila de casuarinas que van en fila hasta la tranquera.
No tenemos ni noticias de mi mamá y mi hermanito más chico llora por demás y a pesar que le damos leche tibia con miel de lechiguana no ahí caso.

21 de agosto.
Querido diario: no me sale una idea para decirte la tristeza de este invierno.
A veces pensamos con mis hermanos si la mamá no estará perdida. Salimos algunas veces a buscarla hasta cruzar el arroyo grande pero ni sombra de ella. Ni nadie que sepa decirnos algo.
Mi papá no prosea más como antes.

“Los Hórreos”
15 de septiembre.
Querido diario: estoy hecha un manojo de nervios y me han contado que en Melo una señora murió de un ataque de nervios y a otra se la llevaron al manicomio de Montevideo y allá no hay tu tía, te encierran y te dan pan y palos.
Calma y resignación me pidió la maestra Matilde, hay cosas que no entendemos pero son para bien dijo y me besó lagrimeando y me regaló un libro de Juana de Ibarbourou. Confieso que el nombre lo tuve que copia porque es rarísimo.
Yo también lloré.

21 de septiembre.
Mi padre me regaló una valija azul donde guarde mis cosas y al mediodía cortó queso, jamón y facturas de cerdo. Flora había amasado y hoy teníamos pan recién horneado.
Un jinete troteó por el lomo de la cuchilla como a media legua de las casas se veía, con un caballo del cabestro, los dos tobianos de buena alzada.
Don Cipriano me impresionó por su porte varonil y vestimenta lujosa, era más viejo que yo pero se notaba enérgico y parco al hablar, pero así y todo mucho más desenguelto que mi padre.
A las dos horas los hombres habían prosiado lo que tenían que prosiar y
después de un brindis por los esposos mi hermano mayor ensilló los caballos bajo la mirada atenta de don Cipriano.
Me despedí de las casas con la promesa de visitarlos si mal no lo veía mi esposo a lo que rieron confianzudamente con mi padre sin saber yo por qué.
Cuando monté cargando mi valija nueva mis hermanos se quedaron medio tristones.

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