Entre el fuego progresista y las brasas flagelantes, por Marcelo Marchese


El desalojo del Codicen fue un coletazo de un enfrentamiento que gira en un eje improductivo. Por un lado un gobierno de izquierda que exonera de impuestos a las trasnacionales, pero ajusta el cinto en el gasto público; por el otro un gremio de la enseñanza de dudosa representatividad y que invariablemente toma medidas de lucha que perjudican a la enseñanza que pretende defender.
Esta puja llevó a la pérdida de clases y al malhadado decreto de esencialidad, que si bien fue derrotado, logró sin embargo salirse con la suya, pues los paros fueron levantados. Apenas aquietadas las aguas en los gremios docentes, llegó el turno de los estudiantes de secundaria. No sé cuántos estudiantes ocuparon sus centros, pero les asiste una poderosa razón: la educación que reciben es una basura, y el que niegue esto es un hipócrita o vive en la luna. Si en la enseñanza se aprendiera algo más que cantar el himno, luego no vendría nadie a ocupar ningún centro de estudio. Si la enseñanza estuviera bien encaminada, si quienes la rigen fueran personas idóneas, si se aprovechara el saber que anida en la sociedad, si se planificara una economía alternativa y una enseñanza acorde con el cambio, se evitarían muchos problemas que son resultado de la mala gestión, el desnorteo y la ceguera.
Algunos de los estudiantes que ocuparon sus centros, cuando quedaron desgastados, fuera porque no tenían apoyo, fuera por lo que fuere, decidieron una medida extrema, desesperada e irracional: ocupar el Codicen para lograr una mesa de diálogo. Eran pocos, gozaban de un cuasi nulo respaldo y estaban condenados al fracaso. Les informaron que iban a ser desalojados y según la versión de los hechos que a uno le parece más plausible, cuando la policía entró a desalojar por la puerta A, ellos se fueron, bastante ilesos, por la puerta Z, y acaso nada grave hubiera pasado, pero pasó. Por el lado del gobierno hay ciertas cosas confusas, pues la orden de desalojo no la pidió ni dio el Ministerio de Cultura. Se dijo en primera instancia que la dio el Codicen, pero luego el Codicen desmintió. Fuera quien fuera que diera la orden, no fue la jueza actuante y sucedió, parece ser, cuando otro ministerio negociaba cierto repliegue de los estudiantes que obstaculizaban otras funciones que nada tenían que ver con su reclamos.
El operativo involucró a cierta fuerza policial especial que entró a desalojar a los estudiantes, en tanto afuera aguardaba la Guardia Republicana dispuesta a contener a los manifestantes que apoyaban la ocupación, los cuales ya advertidos desde la tarde que habría cocoa, fueron preparados al evento. Por lo que se ve en imágenes, mientras los otros policías entraban por la puerta A, en un principio la Guardia Republicana capeó un temporal de piedras e insultos, para lo cual están entrenados, pues se los entrena para soportar insultos, y luego atacó, para lo cual también están entrenados. El resultado es varios heridos, uno de ellos con el cráneo fracturado.
Uno se pregunta ¿Cual es el objetivo de atacar con piedras a una Guardia Republicana entrenada? ¿Qué sentido tiene atacar cuando los que estaban adentro, que no son giles, salían por la puerta Z apenas la policía entraba con gran estrépito por la puerta A? ¿Qué sentido tiene entablar una lucha con armas del paleolítico contra las del capitalismo del siglo XXI, salvo que uno esté en Palestina o en el Amazonas? Lo único que esto puede lograr es agudizar la represión y que luego salga alguien con el cráneo fracturado y, si las cosas salen de perlas, con un nuevo mártir para recordar. No se puede, salvo que nos hagamos trampas al solitario, pensar este asunto obviando a esa gente que atacó a la policía y que estaba preparada para eso, que lo aguardaba con ansia, ya que su forma de actuar en política es lograr que golpeen a la gente para mostrar la maldad del sistema y decir entre babeos epilépticos: «¿¡Miren como nos ataca el fascismo!?». No es necesario hacerse golpear para desnudar este sistema inmundo; más bien la forma de actuar de estas gentes las inscriben dentro del sistema inmundo a combatir.
El gobierno, con esta medida unida al decreto de esencialidad, acentúa su corrimiento hacia la derecha, donde tiene un vasto espacio que explorar: lejos de perder votos, los gana. Es muy fácil decir: “¡El gobierno muestra la hilacha!”, pero si sólo vemos esa faceta perdemos de ver todo lo que está en juego. Algunos no apoyamos al gobierno, no lo votamos, lo combatimos; pero tanto como a este gobierno, combatimos a los que gozan de un juego perverso. Repudiamos su actitud y el culto al dolor de quienes festejan SIEMPRE el día de la muerte de algún MÁRTIR y nunca jamás el día del nacimiento de nadie. La idea del mártir, del sacrifico militante, de la pobreza y el dolor que redimen, son importadas de los peores aspectos de una religión que tiene otras facetas más loables que su masoquismo. Si van a actuar como religiosos tienen derecho, pues la libertad de cultos está permitida, pero ¿para qué unirse a la secta de los flagelantes?
La caída de precios de nuestras limitadas exportaciones anuncian cambios que ya hemos podido apreciar con este Proyecto de Ley de Presupuesto. La baja del real en Brasil acentúa la crisis o desaceleración, si el lector prefiere este término. El dólar puede incrementarse en breve un 25%. El FA seguirá los dictados del capital trasnacional que nos estancan en nuestro rol agroexportador y acentuará el feroz proceso de concentración y extranjerización de la tierra, en tanto se incrementa la contaminación del agua, el aire y la gente. Ese es el camino de la llamada «izquierda progresista». Por otro lado tenemos otra, también autodenominada izquierda, que adolece de una tranca en el almanaque. Nada aprendieron de las brutales derrotas del pasado y están dispuestas a un nuevo, doloroso y estrepitoso fracaso. Es la izquierda flagelante, que bien lejos de convertirse en alternativa de la progresista, la justifica. En estos dos ejes falsos giran las izquierdas en nuestro país. Ninguna de las dos tiene una propuesta alternativa a la enseñanza y ninguna de las dos es una alternativa a nada. Construir una nueva izquierda que enfrente el secretismo y que defienda la Democracia y la República de una andanada que va desde los privilegios de las megaempresas hasta el peligroso deterioro del tejido social, es una tarea lenta, llena de obstáculos, que algunos hemos iniciado.

Comentarios

Entradas populares