La “gran transformación” Por George Gray Molina / Revista Humanum




“La economía laissez faire se planificó; la planificación no.”
Karl Polanyi

Es difícil no hablar de la historia en los momentos complicados. Las economías de América Latina viven una acelerada contracción económica y un deterioro aún más preocupante de las condiciones sociales y laborales. Parte del deterioro se explica por los cambios en el patrón de consumo chino, el pre-anunciado aumento a las tasas de interés norteamericanas y las depreciaciones de los tipos de cambio de la región. Sin embargo, los asuntos más importantes de la coyuntura no se pueden explicar observando los vaivenes diarios del mercado. Para ello, requerimos mirar un poco más atrás.
Antes que Dani Rodrik prestara atención a la magnitud o ausencia de transformaciones estructurales en la economía (2010) –y antes que Chenery (1975), Kuznets (1960) o Schultz (1953) lo describieran para Europa; antes que el mismo Raul Prebisch (1950) diera cuenta de los cambios estructurales de América Latina, Karl Polanyi escribió sobre las transformaciones de las economías del siglo XIX el año 1944. Su excepcional libro, La gran transformación, escrito hace 70 años, calza como un guante para la América Latina de hoy.

El doble péndulo
Polanyi describe la gran transformación del capitalismo industrial en términos de dos movimientos pendulares: (i) el progresivo desarraigo del mercado de las sociedades tradicionales –de las normas culturas/religiones europeas que rigieron sobre el siglo XIX— y que derivaron en un gran movimiento poblacional, liberación de la mano de obra, y masiva generación de riqueza y (ii) la respuesta societal, que, a través de la rebelión, la protesta y la esporádica regulación de mercados y bancos, no acepta de buena gana el desarraigo económico cuando se cae el ritmo de crecimiento económico.
Para Polanyi, la larga paz entre 1815 y 1914 se desata lentamente –con la progresiva erosión de las normas de la sociedad. De a poco, la “lógica del mercado” sustituye las normas locales/familiares, de las autoridades de la aldea, del club social o de la iglesia. La destrucción creativa de Schumpeter se vuelve normal; desde los trabajadores hasta los lordsrequieren mercantilizarse para sobrevivir.
En La gran transformacion, los giros de péndulo suceden de manera regular, pero no están predestinados. No existe un “sujeto histórico”, ni una “vanguardia” predefinida; las respuestas y rebeliones se construyen de manera contingente, de y para el momento histórico. Por ello, a veces es la propia clase media la que gatilla el giro pendular, a veces son los movimientos populares y a veces son los jornaleros que sienten la pérdida de empleo –y más importante que ello, la pérdida de la autonomía sobre su propia vida al ingresar a un mercado laboral sin restricciones.
La emergencia de populismos, del movimiento bolchevique, del fascismo y del propio estado de bienestar décadas después, son para Polanyi, síntomas del segundo giro pendular – sociedades que “responden” al desarraigo de las normas existentes, iniciadas por la gran transformación. Las respuestas son variadas, pero el síntoma es el mismo. Urge la reposición de un orden basado en normas que trascienden la oferta y la demanda. Se hace imprescindible un re-equilibrio entre la dinámica del mercado y las instituciones de la sociedad. Se hace vital regular los mercados, que no se regulan por sí mismos.

La gran transformación latinoamericana
Abusando del esquema pendular de Polanyi, América Latina se encuentra a las puertas del segundo giro –el giro societal. El primer giro, de movimiento poblacional, liberación de fuerza laboral y acumulación de ingreso, ya se dio entre 2003 y 2013. Tocó por igual a gobiernos de izquierda, centro izquierda y derecha. Este primer giro derivó en una exorbitante ola de crecimiento económico, con aumentos sustanciales del ingreso per cápita y reducciones de la pobreza por el orden de 70 millones de personas a nivel regional.

Gráfico 1: Cambios en la pirámide social latinoamericana
Polanyi
Fuente: PNUD. Estimaciones propias para 18 países de ALC, Informe Regional de Desarrollo Humano de América Latina y el Caribe. Hacer clic en imagen para aumentarla.

Ahora asistimos al inicio del segundo giro. El mercado no se “auto-regula” más que en los libros de microeconomía. Cuando se desploman los ritmos de crecimiento económico, el primer puerto de parada es el Estado. Generalmente, en el arsenal gubernamental está primero un contingente de política monetaria, administrado desde el Banco Central para calmar la fuga de capitales, equilibrar los precios, estabilizar el tipo de cambio. Luego, ingresa la política fiscal –que tiene más rezago con respecto a la acción directa de la politica monetaria. Luego ingresan políticas contra-cíclicas que construyen redes de protección social y/o seguros de desempleo, todas aún con mayores rezagos de implementación.
Imperfecciones en la gestión de gobierno –que antes eran hileras, ahora son grietas: pronto serán ríos. Cada decisión gubernamental responde a una causa iniciada hace una década o más (burbujas inmobiliarias, liquidez bancaria, economías informales pujantes): se gobierna cada vez más con espejo retrovisor.

El tiempo político de retaguardia
Polanyi no es el único en observar que la respuesta político/societal que responde al desarraigo económico no está sincronizada con los tiempos del mercado. Marx planteó una lectura comprehensiva –si bien determinista— de este mismo fenómeno. Veblen lo describe para la era de pre-guerra y Galbraith lo detalla para el periodo de post-guerra. En los años sesenta, Samuel Huntington plantea una hipótesis de “modernización” donde lo único cierto es que los tiempos políticos están rezagados con respecto al cambio económico y social –yFukuyama recoge esta observación para teorizar sobre la descomposición política a lo largo de toda la era moderna.
El análisis de las retaguardias políticas latinoamericanas se torna vital en esta coyuntura. Lejos de formarse vanguardias políticas que respondan a los problemas del futuro, el péndulo de Polanyi sugiere que se forman siempre a destiempo: las elites políticas responden al anterior problema de desarraigo económico. Aquí se hace vital el análisis político diferenciado en cada país.
¿Es momento de “retornar al crecimiento” para quitar el síntoma incómodo del giro de péndulo? ¿O es, más bien, momento de responder a las demandas de este segundo giro? ¿Profundizar sobre la gran transformación latinoamericana de la última década –expandiendo el acceso a activos y financieros, mejorando la calidad de la educación, ampliando la protección social universal, abriendo espacios a la participación ciudadana? ¿O recular?
Pronto lo sabremos.

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