Niños asesinados por el mar. Por J.J Ferrite


Imagine que una frondosa planta nos envuelve con su perfume característico, está en el mundo y nosotros en él. La planta se ha expandido por el orbe desde tiempos inmemoriales, nutre nuestro organismo y tan solo admirarla enaltece el espíritu. Pero ella como el manzano bíblico guarda un misterio oculto detrás de múltiples rizomas, movedizos al paso de la brisa tornan invisible a la planta madre y que para mayor confusión o desazón, a cada rizoma enraizado corresponde el nacimiento de una nueva planta madre. Bajo ciertas condiciones que escapan a nuestro control, el mundo moderno es imprevisible, la planta se vuelve invisible a nuestra mirada, su aroma mezclado con otros olores resulta perturbador y saber de la posibilidad de su sola existencia conlleva a muchos humanos a un estado de irremediable impotencia. El mar no es del todo ajeno a la sutil estructura de la planta, nosotros tampoco, aunque voces anónimas y otras no tanto pregonan por el mundo que el mar ha enloquecido, en tanto, un coro sobrenatural ha interferido en el derrotero de las ballenas y delfines que desde hace un tiempo derivan agonizantes por el puerto de Buenos Aires o recalan en la playa frente al Hotel Carrasco.

Hace ya veinticinco años y para algarabía de los alemanes la caída del muro permitía la reunificación del país germano y el reencuentro de miles de familias disgregadas por las tensiones de la guerra fría.
Podríamos establecer cierto paralelismo entre esa situación traumática y aberrante del pasado reciente con los migrantes que huyen por el norte de África en el momento que usted lee estas líneas. Y que apelando a la imaginación podríamos visualizarlo como un rizoma.
Para regocijo de quienes defienden la economía y los mercados abiertos, junto a las mafias y otros oscuros mercaderes que han hecho del comercio un ejercicio de carácter delincuencial. Por el traslado en condiciones viles de treinta y cinco mil personas en lo que va del año 2015, permite estimar que se generaron 650 millones de dólares al año desde que se repotenció el tráfico de refugiados. Si usted quiere, otro rizoma.
Promovido por las astutas artes de la geopolítica que miraban al este y el petróleo, alentando las ansias reprimidas de autonomía, los estrategas de la OTAN gestaron la guerra de los Balcanes en 1991 en las puertas de Europa mientras ese mismo año invadían a Irak los EEUU y la OTAN.
Otro rizoma que develaría otros muchos conflictos.
Al calor o so pretexto de la denominada “primavera árabe” que iniciada en 2010 en el Sahara Occidental, pasaría a Tunes y Argelia, a Egipto y Baréin, a Libia y Siria en los años siguientes. El intemporal asedio a Palestina, el reciente conflicto en Ucrania perfilan el cuadro dantesco de la región.
Un particular rizoma conlleva sin mayores datos genéticos la formación del EI, el Estado Islámico.

Estimado amigo cibernauta, no quiero fastidiarlo pero lo invito a que me ayude como ocurre en las novelas policiales para, sino capturar deducir al menos la identidad del asesino.
¿Quién está detrás de los niños asesinados por el mar?
A quién se le puede ocurrir, sean  niños o adultos, surcar un mar infectado de peligros embarcados en precarias balsas y lanchones, en ferrys sobrecargados, en inmundos pesqueros o buques mercantes cuyo único destino cierto es el naufragio o la chatarra. Negocio atribuido a contrabandistas y traficantes relacionados a las mafias portuarias mediterráneas.
Suponíamos erróneamente, que los puertos y aeropuertos y los pasos fronterizos y los puentes y los túneles binacionales propendían a la libre circulación, al intercambio, a la conexión de unos y otros, entre naciones y pueblos. Para beneficio del comercio global como difunden los apóstoles de Bruselas, técnicos de exquisita rareza capaces de precisos cálculos del costo- beneficio del transporte marítimo por cada milla recorrida, bajo el cielo de la Estrella Polar o de la Cruz del Sur. Pero incapaces de vislumbrar el éxodo de las víctimas de la guerra o de la pobreza, lo que para el caso es lo mismo.
Si me permite, otro rizoma, aunque no nos lleve directamente al asesino.
Si de migrantes se trata podemos buscar alguna pista en los muros que dividen las fronteras como en EEUU, Israel, en Melilla; en la detención de trenes cargados de gente sin destino cierto (con reminiscencias de Schlesischen) en la estación de Keleti en Budapest; en las leyes que legitiman que personas a poco de arribar a los aeropuertos internacionales sean expulsados; o infiltrados en los campamentos de refugiados diseminados por las costas mediterráneas dispuestos a la delación; entre los que acampan en el túnel de la Mancha que une Calais con Folkestone o mueren en el intento de cruzarlo.
En twitter J.W.Holmes escribió: el asesino es el mar.
¿Qué mal habrán hecho?
Para que 300.000 personas se atrevieran a cruzar el Mediterráneo desde enero.
Otro rizoma.
Para que cientos de neonazis de la ciudad Heidenau cerca de Dresde, incendiaran un refugio ante la mirada indiferente de la policía. Un rizoma más.
Para despertar una ola de solidaridad en los cuatro puntos cardinales, y esto no es un rizoma, es la planta madre.
¿A quién importa el asesino encubierto cuando éste dicta la moral y las leyes?
Vayan estas líneas como homenaje a los migrantes que no temen al mar… 

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