Un fantasma recorre la Argentina. Por J.J. Ferrite


Un fantasma recorre la Argentina desde que, hace escasas doce horas, se abre la posibilidad de que en el balotaje de noviembre una fuerza populista-liberal liderada por M.Macri logre acceder al gobierno nacional.
Como en otras ocasiones, las consultoras de opinión pública se equivocaron una vez más, desde que marcaron una fuerte tendencia del 40, 30, 20 por ciento para los candidatos del FPV, D. Scioli; de PRO-Cambiemos, M. Macri y del Frente Renovador, S. Massa, respectivamente. Contrariando todos los pronósticos los votos válidos rondaron el 36%, el 34% y el 19% para las tres principales fuerzas políticas.
Cabe destacar que también y contra los pronósticos de los profetas del odio, que vaticinaban un fraude, o que los opositores eran espiados por los servicios de inteligencia, o que los actos de violencia y vandalismo estaban en estado larvado, las elecciones del domingo mostraron la vocación del pueblo de expresarse libremente como un acto más de la democracia plena.
Más allá de tránsfugas y traidores, cuenteros y promeseros, el voto no se mancha y dicho al pasar de las internas del FPV, en palabras del poeta “detrás de las confusiones se vienen los perjudico”…

Evidentemente los datos de la realidad o los fundamentos para expresarse políticamente han cambiado en los últimos tiempos de modo notable, al punto que muchas cosas no dejan de sorprender.
La historia del partido que fuere, la memoria y la identidad de clase si usted me permite, el programa de gobierno a la hora de votar, la estatura ética del candidato/a parecería que poco o nada importa.

En 1983, el temperamental candidato de la UCR, R. Alfonsín logró expresar la demanda del pueblo después de los oscuros años de dictadura cívico-militar, y se impone de modo irrefutable al peronismo encabezado por la fórmula Luder-Bittel. Fue un evento harto significativo porque por primera vez el peronismo perdía la infalibilidad a la hora de la puja electoral. El chivo expiatorio sería H. Iglesias y la anécdota fue la quema de un ataúd representando a su histórico adversario, más que delante de centenas de miles de manifestantes de una cámara de televisión… 

Pero para 2015 la televisión ya se convirtió en fiscal de lo permitido o no, de lo censurable o no, de lo sospechable o de la veracidad de cualquier asunto o persona, para de manera tosca o sutil penetrar con su mensaje en los televidentes desprevenidos.
Hay casos paradigmáticos, como que uno de los candidatos a la presidencia está procesado por escuchas ilegales y permanezca impune gracias al ocultamiento mediático; el enconado repudio al uso de las trasmisiones en cadena de parte de la presidenta CFK; la actitud genuflexa ante los fondos buitres fueron encuadradas en el marco del “seamos serios y responsables”. Pero por sobre todo se instaló un alto grado de impunidad de lo que se dice, e ingenua aceptación de lo que se escucha, aunque pueda alterarse la razonabilidad de ciertos asuntos.
Los militantes del PRO que incendiaron urnas en Tucumán pertenecen al mismo partido que denunció anomalías y fraude en Tucumán. Cuya máxima figura M.Macri, empresario, ex presidente del club Boca Juniors y ex jefe de la ciudad de Buenos Aires, mirándonos a los ojos nos dice que él confía en nosotros y pide que nosotros devolvamos esa confianza (con nuestro voto).
¡Si dan hasta ganar de llorar!

Pero este procedimiento que había de convertirse en una obsesión creciente en una sociedad que empezó a desconfiar de todo y como contrapartida a creer ciegamente, conformó después de una década  este fenómeno de disloque, más que de las ideas, del comportamiento humano y los códigos de convivencia.
Pero vaya paradoja, los medios masivos, léase Clarín y La Nación (y trescientas repetidoras del grupo), fueron imponiendo la idea que con esta presidenta no existe el diálogo, que peca de autoritarismo, que se confunde con un dictador. Dicho por los mismos grupos que incumplen la ley.
(En los talleres de Clarín está prohibida la mínima actividad sindical…)
En esta batalla comunicacional que vamos perdiendo se impone la mentira, la frase fútil, y la sensación de que está todo bien o todo mal. Y hay maestros para  todos los gustos: el escepticismo de N.Castro, la grosería de J.Lanata, la pacatería senil de M.Legrand o el exitismo de M.Tinelli.

El escenario que se avecina, en un contexto global de baja productividad y comercio, debería advertirnos de las dificultades a sortear, de las prioridades como el empleo a defender y los salarios a conquistar. Pero de eso no se habla, salvo por el mensaje, al parecer estéril, de los funcionarios de gobierno.
En cambio, si importan el flujo libre de moneda extranjera, la guerra a los narcotraficantes que ligeramente proponen algunos, la quita de retenciones a las exportaciones, como si fuesen dos países diferentes del que hablamos.
Y en esto al parecer radican las diferencias básicas, las políticas que se direccionan con la gente adentro o al revés, beneficioso para una casta privilegiada, sean banqueros o empresarios, sindicalistas o funcionarios.

Los “chamuyadores” en nuestro país han hecho mucho daño, conocieron nuestros ancestros los artilugios para trocar oro por cuentas de colores, revolución productiva por desguace del país, y ahora… un fantasma recorre la Argentina.

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