Contradictoriamente dividido. Por J.J. Ferrite



Al minuto uno del lunes 23 sonó el teléfono como el estampido que produce un pelotón de fusilamiento en medio de la nada o eso creí. Tardé en despertar, mire en derredor e imagine ser un cosmonauta que desde la estación orbital mira el arribo de suministros y lo vi a “Copetín” que dormía en el sofá-cama, con la respiración saturada del whisky adulterado que venden los superchi.

Ola, dije después de un gran esfuerzo cognoscitivo al reconocer la voz de Juan Pueblo.
Le pregunté qué le pasaba, considerando que en unas escasas horas estaríamos de pie acometiendo las rutinas de subsistencia, o lo que es decir, ir a trabajar en una dislocada primavera que por culpa de la corriente del Niño restaba  las ganas de ir a trabajar. Llevar a los chicos a la escuela, menos.
Me dijo que se sentía contradictoriamente dividido, una parte de sí creía librarse de una pesadilla de doce años porque habían ganado los buenos, bien dispuestos a cambiar las cosas, entiéndase todas las cosas que están torcidas, dislocadas, que como en los espejos de los parques de diversiones, meten miedo a quien se mire en ellos.  La inmaterialidad del dólar, el acoso fantasmal de los acreedores extranjeros, y el gran temor al gran, mediano y pequeño comercio de fármacos y estupefacientes como responsable del dolor y muerte de tantísimos, ¿cómo decirlo?,  compatriotas,  mafiosos, o inocentes víctimas. Como que se respira otro aire ¿no te parece?

La otra parte, dijo Juan Pueblo, manifestaba cierto cansancio al pragmatismo materialista, más consumo, más horas trabajadas, más mega obras en un círculo viciosamente previsiblemente para ganar el pan a duras penas, desfallecer en el intento (con o sin subsidio), o vivir licenciosamente con el paradigma de la clase media. Fácil acceso a  un teléfono celular de última generación, darse el gusto de comprar un automóvil cero-kilómetro, ir de vacaciones a Miami o Cuba según impongan las modas o imaginario, estudiar en una universidad privada, etc. Todo a pagar en sesenta cuotas, se entiende.
Estoy hablando, dijo Juan Pueblo, de los nuestros con sus sueños o pesadillas, poco importa distinguirlas sino es como parte de un todo.

No estoy refiriéndome a otras cuestiones que perduran, casi inalterables en el tiempo, como la pobreza que contabiliza la Universidad Católica Argentina, o retener la cosecha de granos en silo bolsa especulando con no pagar las retenciones al gobierno, (aún a riesgo de la caída de los precios internacionales), o no poder libremente atesorar dólares estadounidenses. Ni hablar del cáncer de los proveedores del Estado que sobrefacturan, o contrataciones públicas sin licitaciones en regla.

Tiempos cismáticos. También se propaló en las provincias de la pampa húmeda como en las históricamente marginadas, envidiar zonzamente  la transparencia de otros países que juzgan y condenan a ministros corruptos, a estrellas del fútbol que evaden impuestos, a empresarios que producen burbujas inmobiliarias,  a países productores de petróleo que llevan a la baja los precios sin importar las sagradas Leyes del Mercado, a los que en nombre de la defensa de Occidente bombardean a destajo, a los que apelando a razones humanitarias dejan hundirse en el mar o inmovilizados en las fronteras a miles y miles de refugiados.

O seguir sin entender desde esta lejana periferia del globo, de qué se ríen los de charlie hebdo, a los justicieros munidos de cuchillos, a que los fabricantes de armas  reclamen por la paz, a los que desestabilizan gobiernos democráticos reclamando transparencia y libertad...
Juan está todo bien… pero estamos en medio de la noche con los resultados del balotaje todavía calentitos como pan recién horneado.
Claro que son resultados definitivos, M.Macri 51.4% y D.Scioli 48.6%. Prima facie, un ganador, un perdedor y un pueblo políticamente dividido.
Y dividido no por ideas o pertenencia a un partido político, divididos por pálpitos, por suposiciones, por intrigas inconducentes. En mi cabeza un testamento rockero gritó: divididos, las pelotas.

Es difícil de entender, no existe diferencia entre los buenos y los malos porque el pueblo es un todo, esperanzado y contradictorio, si vos querés.
Los dirigentes son otra cosa.
Claro que te doy un ejemplo, M.Macri como buen hijo de empresario italiano, (rama patria contratista en los setenta) subestima visceralmente a los criollos, a los argentinos por extensión, quizá porqué en el fondo de su ser ellos son conscientes  que no son de allá, la gloriosa y decadente Europa, ni son de acá, la América mestiza.
El ingeniero es políticamente poliforme, antes un liberal-modernista admirador de las “reformas” de C.Menem, y hoy un liberal-populista que inaugura un monumento a Juan Perón y recibe de los sindicalistas-neoperonistas, M.Venegas y H. Moyano la espuria distinción que lo reconoce como “el compañero Macri”.
Que en una admirable (y exitosa metamorfosis) prometió arrasar a las villas miserias de Retiro y Palermo con topadoras, pero que en pocos años crecieron a urbanizaciones precarias de cinco pisos es un hecho.
Pero también se constituyó en el ámbito propicio donde el PRO supo cosechar con el tiempo la adhesión de las barriadas tra-ba-ja-do-ras, pobladas de argentinos y extranjeros expresado en sucesivos triunfos electorales.
Sin Cristina K, sin cadena nacional, sin crispaciones, se abren 100 días decisivos para el nuevo gobierno. El Frente para la Victoria, prometió una oposición constructiva.
Y sería inútil para ambos dos, seguir echando la culpa al otro…
En cambio, el diario La Nación, le marcó la cancha al flamante presidente con el editorial (anónimo) este lunes 23, titulado “No más venganza”.
Juan no te doy más bola, mañana la seguimos.

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