Amigablemente juntos. Por J.J. Ferrite




  _ Que costumbres raras tienen los ríos, dice “Copetín”.
   No hace una hora desembarcó del ferry con el encargue de dos paquetes de yerba-mate y aquí estamos, bebiendo una cerveza en la costanera.
   _ ¿Dónde se ha visto un río verde? Interroga.
   _ ¿Lo decís en serio? Pregunto con el margen de duda aconsejable a los parlamentos de mi inclasificable amigo.
   _ Claro que hablo en serio, los camalotes invadieron el río semejando un desgajamiento a la deriva de la selva misionera.
   _ Surrealista ché, acoté absorto con el color rubí de la cerveza.
   _ Y eso no es nada, dijo soslayando que nada sabía de surrealismo, cuis y nutrias nos observaban como a intrusos navegantes, serpientes y aguiluchos nos acechaban como a sus próximas víctimas.
   _ El camalotal es en sí mismo un mundo sorprendente, dije pensando en el asombro del mareante Juan Díaz de Solís al descubrir su propia muerte en la costa del estuario, semejante a la mar salada pero dulce.
   _ El río no tiene nada de amigable, concluye “Copetín” acostumbrado a comer refuerzos de milanesa a la orilla del mar, allá en la playa Buceo.

   _ Hablamos con mi mujer, le dije a “Copetín”, a la sombra del parral suburbano en un barrio por el que supo cabalgar el naturalista Guillermo Hudson cuando todo era el pastizal típico de la provincia bonaerense.
   _ Anda al grano, dijo mientras pedía otra cerveza y un platito de manises.
   _ Hablamos sabiendo que estamos en paz, nos conocemos bien pero en el silencio inquietante como el vórtice del torbellino. ¿Cómo explicarlo?
   Desde el 22 de noviembre, ¿cómo qué no te acordás que pasó el 22 de noviembre? Ganó Macri Juniors y con él se imaginan perspectivas de cambios, relaciones amigables, sueños globales…
   _ ¿Qué vamos a hacer? Había dicho ella, brutalmente pragmática.
   _ En primer lugar, dije con paso calculador como el boxeador que sabe que no pasa del segundo round porque la pelea está arreglada, no anticiparnos a los hechos vilmente escamoteados por comentarios insidiosos o prematuramente descalificadores.
   _ ¿Así hablas con Barbara?
   _ Entre diciembre y enero el gobierno echó a 24.000 empleados públicos, replicó Barbara entonces mientras rumiaba un rencor.
   _ Es una demostración de fuerza, nada más que para disciplinar el relajo social, aventuré con resabio opositor. Eso explicaría, dije a modo de ejemplo, la detención y encarcelamiento -sin juicio- de Milagro Sala, la dirigente social jujeña.
   _ ¿Qué vamos a hacer? Insistió.
   _ Barbara, dije de modo componedor, el ingeniero estrenó gobierno hace  cuarenta días y tiene por delante cuatro años, ¿te das cuenta? No sé quién inventó lo de cien días de tregua con el gobierno entrante, pero parece razonable como para acopiar datos de la política emergente, de quienes los ministros, atentos al “fair play” de la nueva administración...
   Dije que guardaría silencio por cien días, y “Copetín” es testigo.
   _ Cien días me parece una eternidad, espetó ella con aire crítico.
   _ No sé si es poco o mucho, pero me parece que esta película ya la vi.
   Recordé los años noventa, al embajador norteamericano en la tribuna del  San Lorenzo fútbol club; los atentados en la embajada y la mutual judías; YPF en manos de una banda de delincuentes españoles; la muerte sospechada de asesinato de Menem Jr.; miles, centenas de miles, millones de trabajadores parados; Franco y Mauricio Macri en la televisión hablando de transparencia con el finado Neustadt; visualicé, recordando las películas mudas, a aquella década como la suma de las desdichas argentinas…
   El puto perro en el sillón de Rivadavia, se me figura la imagen de que con este gobierno todo es posible. El puto perro expresa acabadamente lo que no logran los hombres y mujeres del presidente.
   El mensaje parecería ser, como en los noventa, “vía libre para lo que se te ocurra, los negros no cuentan”. Y esto en un país mestizo es un asunto groso.

   En tanto esperan la concreción de las inversiones, (como en Uruguay es conveniente contar, además de un buen contador como D.Astori, con silla plegable o reposera en tanto arriban los dinerillos prometidos) lo más a mano de Cambiemos es la ejemplaridad de Hood Robin, al transferir riquezas de los pobres a los ricos, de las provincias a la capital porteña. Se sabe, en este país Dios está en todos lados pero atiende sólo en Buenos Aires…
   A la vuelta del Foro Económico Mundial en Davos con las manos vacías, el vocero justifica la ausencia del presidente argentino en la IV Cumbre de la Celac  en Ecuador, atribuido a la ineficacia de una costilla, algo traumático para un ingeniero que invoca la eficiencia cada dos por tres. Muy inteligente, si palideció cuando fue increpado por una funcionaria venezolana, ni pensar en someterse al temple discursivo del presidente Maduro.
  
   _ Barbara está indignada, le digo a “Copetín”  en tanto pido otra cerveza.
   El nuevo responsable de área es un agradable hombre maduro, ex CEO de una importante agroexportadora, con publicitados aportes a la campaña electoral de Cambiemos, poliglota con diez viajes comerciales a Shanghái, en definitiva, un jefe que se las trae.
   Con Barbara fue de una sinceridad amigable y su trato afable lo posicionó como si se tratase de un viejo conocido de mi mujer.
   El mundo cambia Bárbara, me dijo que le dijo,  nosotros valoramos tu aptitud y filosofía cercana al maestro Sun Tzu; el liberalismo es el desafío de este siglo y amigablemente juntos no es un slogan de campaña electoral, tenés que abrirte Barbara, me dijo que le dijo, en tanto la mano de él jugueteaba sutilmente con el culo de mi mujer.
   Ahora soy yo el que pregunta ¿qué vamos a hacer?
   _ Cuidar el culo, dijo “Copetín”, por amigables y conocidos que parezcan con esos tipos nunca se sabe.
   Y habiendo perdido la calma, a dúo pedimos otra cerveza… filosofando que no sólo el camalotal es portador de sorpresas. 

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