G.P.S. Recalculando por J.J. Ferrite

_ ¿Existe el derecho a estar desorientado, confundido e indefenso? Esto medijo   “Copetín”   en   una   mesa   del   café   La   Bomba,   allá   enfrente,   CaminoCarrasco esquina  Cambay.     _ No sé si existe derecho, respondí recién llegado de Buenos Aires, peroesas tres palabras remiten a la realidad de cualquier sujeto en cualquier partedel mundo.   Eran las siete de la mañana y la concurrencia consumía whisky Dunbar envasos comunes.      Después de una espera razonable “Copetín” fue hasta el mostrador y concara de circunstancia pidió una cerveza y un platito de manises; allí un hombrede mediana edad, pelo largo sujeto con una gomita lo anotició que hacía añosque el bar no tenía mozo en el salón. Los clientes asumían tal papel.   _ No tiene mozo, certificó mirando por la ventana pasar el ómnibus 109 endirección a Paso Carrasco.    El barrio había cambiado lentamente en un proceso contradictorio y el barno era ajeno a dicho proceso, ni los parroquianos que resistían, ni el mozoausente.   _ Me explico, le dije a “Copetín”, las fábricas textiles a la vera de la calleVeracierto   habían   visto   nacer   el   primer   barrio   cooperativo   integrado   porfamilias   obreras,   construido   por   ayuda   mutua,   con   ladrillos   especialmentefabricados para la gran obra por dos empresas aledañas.   _ Lo que se dice una vieja historia, dijo mi amigo.   _ Lo que se dice un círculo virtuoso, acoté.   _ ¿Y dónde está la contradicción?   Sorbí despacio inflamando la garganta de sabor y evocaciones.    _ Llamalo progreso o máquinas más modernas o mercados,  el asunto fueque   las   viejas   fábricas   textiles   después   de   décadas   de   abandono   sereconvirtieron en playas de contenedores y dónde había quinientos obrerosahora trabajan cincuenta.   _ Cierto parecido, acotó mi amigo, ocurrió con las ladrilleras Carrasco y laDeus desde que el fin del negocio ladrillero (era más barato importarlos deBrasil) terminó con su demolición, ladrillo por ladrillo, incluyendo las grandesy emblemáticas chimeneas, símbolo de una época y paradoja de los sin techo.    Los ancianos son presa de la congoja cuando desde el barrio observan, quedónde antes estaban los galpones y los hornos, hoy es un páramo poblado depajas bravas hasta las estribaciones cerriles del basurero municipal.    _ Y permitan el atrevimiento, intervino un parroquiano encorvado sobre elmostrador, dónde estaban las canchas del glorioso Danubio Fútbol Club, aquí
a   mitad   de   cuadra,   construyeron   sin   mirar   gastos   un   templo   evangélicorodeado del césped que otrora reuniera a la muchachada de todas las edades.¿Saben   qué?  A los   políticos   de   este   país les   hace   falta   un   aparatito pararecalcular como el de los taxis, un GPS les hace falta…     _ ¿Existe el derecho a estar desorientado, confundido e indefenso? le dije a“Copetín” de este lado del río, en la mesita de un bar frente al descoloridoRiachuelo.    _ ¿Ves el paisaje recreado por la paleta fauvista de Quinquela Martín dandocuenta del viejo puerto, de multitud de estibadores y obreros por doquier, elfondo de chimeneas pletóricas de humo y hollín?   _ Entramos al museo de arte por curiosidad, dijo mi amigo, y saliste poeta oqué.   Una multitud de turistas recorrían el antiguo barrio de inmigrantes cruzadopor leyendas de cuchilleros y la épica de los anarquistas, de clubes popularescomo Boca Juniors y River Plate, (este último exilado décadas ha en el barriode Núñez), recorrido ávido de expectativas por un  barrio que ya no era…como creían que debía ser. Como decía que era en la Baires City Guide.    “Copetín” pidió otra cerveza.     _ Mi viejo trabajó de  calderero en la otra orilla del Riachuelo, cuando elAstillero   Alianza  le   birló   en   el   mercado   internacional   la   construcción   debuques de gran porte a los astilleros polacos.     _ ¿Qué historia estás inventando? preguntó mi  amigo impulsado por laconfusión.     _ Creer o reventar, se construyeron acá lo que las huelgas del sindicatoSolidarnosc y Lech Walesa impidieron allá.    Un juego propio de la guerra fría.   _ ¿Un juego? balbuceó “Copetín” desorientado por el rumbo de la charla.     _ Un juego de alto vuelo con movida de piezas polacas, un Papa en elVaticano y un sindicalista en el astillero Lenin de Gdansk bien pudieron ser¿quién lo sabe a ciencia cierta? la piedra en el zapato de la ex Unión Soviéticay que a la postre, epilogó en la caída del Muro de Berlín.   _ ¿De dónde sacaste todo eso?   _ Me lo contaba mi padre en este mismo bar.   _ No te creo nada, atinó a decir indefenso por falta de información.    A la cuarta cerveza abordamos el tema de las mujeres bellas y discutimosinútilmente si Claire Fontaine o si Mónica Bellucci.   A la sexta cerveza caímos en cuenta que se cumplían cien días del gobiernodel ingeniero Macri y faltaban dos para la visita del negro Obama.
   Guardamos silencio sin acuerdo previo.    Oscurecía sobre la ribera del Riachuelo y el parlante del bar daba cuenta dela programación de la 89.3 como si otro mundo fuera posible…   Pedimos la séptima cerveza y dos sanguches de chorizo.     En la penumbra y con un paralelismo espacio temporal insoportable, unparroquiano encorvado sobre el mostrador sentenció:    _ ¿Saben qué? A los políticos de este país les hace falta un aparatito pararecalcular como el de los taxis, un GPS les hace falta

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