Ellos o Nosotros/ El Pàjaro Rojo

Hace unos dìas por la mañana escuché una columna extraordinaria en el programa de Víctor Hugo Morales, pero no llegué a retener el nombre del columnista. Que abordó un tema que me hubiera gustado abordar. No lo hice, además de por pereza, porque me faltaba un dato esencial. El otro día, cuando la ministra Patricia Bullrich fue a poner la jeta luego de que la Gendarmería allanara un montón de viviendas con una orden judicial genérica (cuando, a mi modesto entender debería tener órdenes de allanamiento particularizadas) secuestrara unos 400 kilos de marihuana en la villa 1.11.14 (y reventara una Unidad Básica de la Cámpora y sus efectivos se robaran unos diez mil pesos a sus caseros, según me han dicho), un hombre, visiblemente borracho y de excelente buen humor, se subió a un árbol y desde allí se zamarreba de un lado a otro, dejando en ridículo a todos los expertos en seguridad que no atinaban a decidir qué hacer para que bajara… Todo esto se vio por la tele, como se vio también como uno de los acompañantes de la ministra le ofrecía al hombre un billete de 50 pesos si bajaba. El dato que me faltaba es que la escena se repitió dos veces. En la primera, el mismo hombre le ofreció el billete, pero según el columnista cuando el beodo bajó para aceptar el ofrecimiento, el canalla le hizo osssssssoooo y se lo guardó. Por lo que el hombre volvió a subir al árbol, esta vez con una botella de Coca-Cola en la mano, y la escena se repitió.
No importa demasiado si el borracho se hizo con el billete en su primer intento o en el segundo, tal como parece haber ocurrido. E columnista ddestacó el absoluto desprecio del funcionario por el hombre al que humilló con su oferta en una reedición aún más cruel del “se movilizan por el pancho y la coca”. Dijo también otras cosas muy pertinentes. Ya sabía yo de la total falta de empatía con el prójimo de estos capangas, cuyo jefe ya dijo sin atisbo de vergüenza que los trabajadores tienen que conformarse con ganar lo mínimo. Pero cada vez que se choca con la brutal confirmación, cuando se le quita la compu a un niño pobre, los medicamentos y hasta la pensión a un anciano, la sangre hierve, y nos quedan cortas todas las maldiciones.
Si algo queda claro es que son ellos o nosotros: no hay término medio ni posibilidad de componendas.
Porque como dijo Licurgo y reafirmó Perón, “Cuando el destino de la patria está en juego, todo espectador es un cobarde o un traidor”.

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