La Zaga Oriental 4 / Por Jose Ferrite. Hoy CON LA PRESENCIA DEL INOLVIDABLE ANÌBAL SAMPAYO

Se pudrió toden’l minis.
Jaramillo se despertó con el pertinaz sonido del teléfono celular, miró sin ver la hora calculando que serían las ocho de la mañana.
_ ¡Ganas de joder a esta hora!
Mensaje de Líber.
“Jara nece. verte urgen. Paso a ls 9. Se pudrió toden’l minis.”
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Lo conoció a Líber atendiendo la mesa de los principales y juntos estrecharon lazos con el general Celeste. Una cosa tenía bien clara, entre ellos ninguno era el traidor.
Entre mate y ginebra, entre el whisky y el champán que quedaba sobre la mesa de aquellas reuniones secretas, nada era como para desperdiciar.
En el repentino silencio del salón vacío los tres hombres aprovechaban a prosear lo suficiente como para entender algunas cosas y especular sobre el meollo de los asuntos, en ese sentido, las observaciones del viejo general eran afiladas como la mirada de un halcón al acecho. El viejo sabía más por viejo que por general.
No alcanzaban a entender los alcances ni las implicancias de las conversaciones entre principales, porque los intereses se superponían y las prioridades diferían, pero tenían algo en común todos ellos: los sacaba de quicio la mínima distracción que no fuese atender sus propios negocios.
La patria no existía salvo a la hora de mensurar los recursos naturales, el flujo de la producción y los puertos libres de impuestos, así como la construcción de ductos, reales o virtuales, por dónde transferir las riquezas al extranjero. Del resto se encargaban los bancos con casas matrices en Washington o Madrid, o Bruselas.
_ Flores lo buscan abajo, dijo la dueña desde el pasillo.
_ Gracias doña Pili, respondió, enseguida bajo.
Media hora después encontró a Líber en la puerta de la pensión, mate en mano y termo bajo el brazo.
_ No esperaba a mi novia y te tengo que aguantar a vos, dijo el mozo con destemplado humor al tiempo que le cebaba un mate.
_ ¿A dónde vamos? preguntó Jaramillo.
_ No hay mucho tiempo porque tengo que estar en el Ministerio a las diez. Te cuento camino a la parada del ómnibus.
_ Escucho, dijo el murguero considerando la ansiedad y premura del otro.
_ La verdad no sabía con quién hablarlo, dijo mientras acomodaba la cebadura.
_ Para eso están los amigos ¿no?
_ No tengo amigos. Voy al grano, dijo Líber, el asunto del Ministerio está tan podrido como las aguas del río Santa Lucía.
_ Uno por vez, ¿qué pasa con el Ministerio?
_ Me trasladarán, dijo sorbiendo el mate, no sé cuándo, al Aeropuerto de Carrasco.
Cada dos años, trajo a su memoria de murguero, hay revuelo en los Ministerios con algún cambio resonante que magnifican hasta el hartazgo en las pantallas de la televisión. Si no, hay un improvisado transvasar de funcionarios de un lugar a otro y que nadie es capaz de explicar razonablemente, pero desde las sombras suele ser atribuido a los magros resultados en las elecciones a intendentes departamentales, o por la baja calidad educativa o por los incendios que grafican el hacinamiento carcelario. 
Y siempre hay alguien, un desconocido, que pretende explicar con cara circunspecta lo inexplicable frente a las cámaras de Medios & Medios.
A favor o en contra del ministro, estamos en democracia.
_ ¿Y qué va a pasar con los ríos? preguntó Jaramillo con indisimulado malestar.
_ No sé qué está pasando, pero me parece que lo mejor es avisarle al general.
   _ El general Celeste hace rato que se fue del país.
   _ Mande una carta, usted es letrista y sabe, insistió Líber.
   _ ¿Te parece che?
_ ¿Y qué si no?
_ No se hable más, dijo expeditivo el murguero mientras encendía un cigarrillo.
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Carta al general Celeste.
Capurro, Mdeo. 12 de abril de 2014.
Excmo. General Celeste
Chacra de Curupayty
República de Paraguay
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Con nuestro mayor respeto.
Esperamos general que usted y los suyos se encuentren bien al recibo de estas breves líneas, tan impensables como desesperadas.
Como recordará, Líber y este humilde escriba tuvimos el alto honor de conocerlo en las reuniones de los principales. La situación en esta latitud rioplatense da vértigo al más pintado, con la reestructuración del Ministerio nuestro compañero común fue travestido de mozo a guardia en la mesa de entrada aeroportuaria. Quién le escribe no salió indemne, por disposición ministerial N° A-226/14, por mi condición de representante de la Federación de Murgas Orientales fui también desplazado de la mesa de los principales, asiento ocupado desde las vísperas por una locuaz y elegante animadora televisiva, una tal Jessica Buendía. No vaya a malinterpretar mi general,  mencionar su nombre no es infidencia ni delación porque la Buendía está en boca de todos.
Tenemos información confidencial que atañe al humano aprovechamiento de los ríos, al enigma ancestral de los puertos fluviales como los de aguas profundas, al misterio que emana de los mamíferos marinos y el sano gusto por la pesca deportiva. Estamos en condiciones de aportar datos fidedignos sobre el potencial de proyectos insinuados apenas en voz baja, super jugosos según Medios & Medios y que para los analistas de Milenio-ROU impactarán grandemente en beneficio de los Principales & Asociados.
Muy lejos del espíritu de Sampayo y la evocación poética al río Uruguay.
Por eso los reclames del Ministerio rezan:
PAIS VERDE: MAS CRECIMIENTO
CON MINIMO DAÑO COLATERAL
Apelamos a su longeva memoria, pertinaz jefatura y comprobada experiencia porque a nuestro modesto parecer, la causa de la Patria Grande corre peligro. Nada alejado al fatal destino del guazubirá o el aguará guazú o el mismísimo País de las Cuchillas.
En pocas palabras, necesitamos de su concurso en esta privilegiada y por ahora única capital de la República, caso contrario, estamos dispuestos a viajar a ese trópico cuando usted lo crea conveniente.
Le anticipo que l@s murguer@s están que trinan y este verano puede ocurrir lo impensado.
Lo saludan,
el gringo Líber y Jaramillo Flores.
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P.D.
Usted sabrá mi general, que en la campaña quedan contados Charrúas mixturados entre los orientales después de las campañas de limpieza étnica del joven Bernabé y sus secuaces, pero ándese con cuidado, podría ser invitado para que dé su aval, ¡a que ponga su firma!, para los manipuladores de ADN pretendiendo justificar la existencia, de los Charrúas claro, o la mismísima resurrección mediante hologramas de sofisticada precisión. Amén de las ONG y agrupaciones que invocando a los pueblos originarios merodean las oficinas gubernamentales solicitando subsidios y otras regalías.
Los cosos no entienden de comunidad étnica, ni lengua originaria, ni música ancestral, ni tomar mate con cedrón, y tenemos indicios que de alguna manera quieren enmendar el genocidio republicano para adecuarse a los tiempos progresistas que, separando la paja del trigo, en buena hora nos toca.
De lo originario propiamente, perdura la toponimia, que como los nombres de la flora y fauna son en su mayoría de origen guaraní. Pero bueno es advertirle que los buscadores de fierro distinguen un sitio de otro con absurdas nominaciones como: área 11-J o área 28-M Noreste... ignorando nuestras ancestrales referencias, como nombrar al Cerro das Mortes o la Quebrada de los Cuervos.
Probablemente considere inoportuna esta misiva, porque la atención internacional está puesta en el Brasil, teniendo en cuenta que dentro de dos meses empieza el mundial de fútbol y la selección Celeste podría reeditar la gloria de otro “maracanazo”.
Perdóneme el barullo.
Suyo, Jaramillo.
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El Uruguay no es un río.
_ ¿Puedo ser de la partida? preguntó Lucy a los otros tres reunidos en la mesa.
_ Si los demás  están de acuerdo dejamos el monte inglés por el truco, somos cuatro, dijo Lucho buscando con la mirada la aprobación de Líber y don Tito.
_ Ustedes se dicen amigos y se despluman jugando al monte, observó en tono de censura la joven madre.
_ Esto no es una timba muchacha, aclaró el jubilado, para entretenernos jugábamos por vintenes.
_ Por cinco pesos, actualizó Líber.
_ ¿Vamos a jugar o a conversar? apremió el dueño de casa.
_ Tiramos cartas… rey de oro, Líber juega… rey de basto, con Lucy.
En la cancha se ven los pingos don Tito, dijo Lucho a su pareja de truco.
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_ Un día conocí las nacientes de un río, dijo el viejo jubilado sorbiendo el mate.
Manantial emergente en la ladera que me sorprendió al ver entre los pastos tiernos como brotaba el agua a borbotones, sin avisar, trayendo a la superficie los misterios subterráneos, murmurosos, y verterlos cuchilla abajo hasta convertirse en arroyo cantarín y más allá en río. La majestuosa naciente del río Olimar que llevo en la memoria.
_ No hace mucho, dijo Líber desafiado por la evocación del jubilado, me tocó trabajar en el Parador de Tajes.
Llegué temprano, mis compañeros tomaban mate a la deshilachada sombra de un tala, rehusé la invitación prefiriendo la tranquilidad del lugar, caminé hasta la orilla del río que a esa hora de la tarde salpicaba los brillos del sol en la invisible presencia de las tarariras. Río silencioso con la otra orilla distante a tiro de piedra, cubierta de pajonales del que escapaban trinos escondidos. Brazos de río, islas con montes intrincables y el mugido de las reses pastando en el bañado, aguas arriba un pescador alistaba la canoa para la pesca nocturna.
Luego el chiflido de un compañero anunciando la hora del trabajo y una última mirada de despedida al río Santa Lucía.
_ Yo, dijo Lucho que en materia de contar no iba a la zaga de nadie, me crie cerca de un riacho encajado entre dos departamentos. Con las lluvias la gente de los barrios queda con el agua a la rodilla. Lo putean al río. Más abajo el río desaparece en los bañados de Carrasco, después resucita para agonizar apestado por las porquerías de los frigoríficos y morir por fin en el mar. Les estoy contando, de un arroyo de doble apellido: Toledo-Carrasco. ¡Qué me van a hablar de los ríos!
_ ¿Yo qué puedo decir? Que nací en esta ciudad con un río que nombramos mar, pero según convenga, bien nos identificarnos como rioplatenses, dijo sonriente Lucy.
_ Como un modo de achicar el país, olvidando el norte grande una vez cruzado el río Negro, apuntó don Tito. ¿Qué es ser rioplatense sino el remedo eurocéntrico de los grandes capitales portuarias, como Montevideo y Buenos Aires?
_ Bueno, digamos que compartimos el tango y el asado además de los puertos, dijo Líber reivindicando una visión más amplia y criolla.
_ ¡Qué embromar! El tango y el asado también lo cultivan los rosarinos y los santafesinos en las orillas del río Paraná… y bien podrían por extensión sentirse rioplatenses aunque sospecho que entre ellos prima la antipatía hacia los porteños.
_ Nadie quiere a los porteños, terció Lucho.
_ En nuestra campaña hay parecido sentimiento con los montevideanos.
_ ¡Qué loco! dijo Lucy, comenzamos hablando de los ríos y terminamos con el tango y los porteños.
_ Olvidemos todo… y en agradecimiento a la belleza de nuestros ríos, cantemos, propuso don Tito entonando con voz grave y gastada:
El Uruguay no es un río,
es un cielo azul que viaja.
Pintor de nubes: camino,
con sabor a mieles ruanas.
Los amores de la costa,
son amores sin destino,
camalotes de esperanza
que se va llevando el río. (*)
(*)Fragmento de la canción “Río de los pájaros” del sanducero Aníbal Sampayo. (a pie de página)

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