La Zaga Oriental 5 / Por Josè Ferrite. Hoy invitado Hernan Figuroa Reyes

   Los malditos puertos.
El estaniero contaba unos sesenta años, hijo, nieto y bisnieto de estancieros lucía un atuendo tradicional y pueblero, un Rolex Datejust de acero y oro amarillo en la muñeca, el cabello modelado y corto atrás, abrillantado por el gel como acostumbran los descendientes de patricios. Del padre había heredado la mirada arpía y el rictus despectivo de la madre en la sonrisa. Pidió a la moza un té verde dispuesto a esperar la llegada de los otros. Consultó el reloj sin interés ni expectativa, las once de la mañana. Otra mañana perdida.
A la distancia cambió un saludo formal con el Jefe Principal de “Detección Temprana a Ataques Internos”, podía decirse que se conocían y trataban lo estrictamente necesario. El sujeto enfundado en un enorme traje nuevo acorde a su talla debía pesar unos ciento treinta kilos, y al hablar pretendía hacer gala de múltiples conocimientos por haber participado en conferencias sobre seguridad global, una en Washington en 2001 y posteriormente otra en Ciudad del Cabo y otra en Manila, cuando en realidad no pasaba la media de un funcionario gris. Jugaba a su favor, bueno es reconocerlo, la destreza en el manejo de explosivos y de vehículos militares, se jactaba de su participación irregular durante tres semanas, con las fuerzas rebeldes en el asalto de Ajdabiya durante la operación liberadora en Libia. Por el estado de guerra discontinua que asola a occidente no se cansaba de afirmar que las misiones de los cascos azules no iban con su temperamento… Abominaba de los actos de propaganda y la hipócrita simulación por la paz en tiempos de guerra.
Habían llegado Jessica Buendía y Pedro Prado Perdriel, el polifacético director de Medios & Medios.
Ella lucía espléndida para su edad, de estatura no muy alta calzaba un trajecito beige y una blusa color mostaza, exagerado como el maquillaje y la impronta de todo lo televisivo, donde ficción y realidad se confunden o como diría algún maldito radicalizado, un lugar donde se construye la realidad misma…
El hombre cargaba en el semblante las noches de periodista-editor a full-time, velando a café negro con la ayuda extra de todo fumador empedernido. Decían las malas lenguas que mantenía seis hijos de tres matrimonios olvidables; se decía que la última amante lo había seducido con las artes de una geisha e introducido, más que en la ceremonia del té, a pulsar en su cerebro en el escurridizo cosmos de la cocaína.
La Buendía aportaba un rostro imperturbable a la hora de presentar “El desatino de la brújula”, el hechizo de la modulada voz y la mirada vivaz por sí solas garantizaban la sensación de confiabilidad de los televidentes, acerca del programa que algunos resentidos calificarían de burdas patrañas. La Buendía encarnaba la moral burguesa que encantaba a nuestras mujeres, conservadoras y prevenidas. Pero la magistral astucia de la conductora radicaba en divulgar y diluir en un solo acto asuntos que atañen a todos, como la demanda del colectivo de mujeres o el desaguisado del sistema de enseñanza o el paro laboral.
Sino el ideólogo, cavilaba el estanciero, el gran maestro del proyecto comunicacional es Pedro Prado Perdiel, periodista y editor de raza, capaz de gestar la información conveniente con un pase de manos que involucraba mágicamente el espíritu de las heroicas teletipos devenida en la información on-line de El País de Madrid, a El Nuevo Herald de Miami y La Nación de Buenos Aires. Propalando la visión inequívoca en línea con nuestros intereses: libertad de  negocios.
_ ¡Primero la patria! refunfuñó el terrateniente mientras sorbía el té.
Al alzar la mirada advirtió la llegada de los directores ejecutivos de las empresas extran-jeras. Ambos, el finlandés y su par belga, conversaban en un inglés tosco e hijo bastardo de la modernidad, afirmando con la cabeza a cada frase sobre lo atinado del plan de inver-siones que comenzaba a dar frutos después de tanto. Este era un pequeño y difícil país, dijo uno de ellos pero que no alcanzó a individualizar. Indócil y desordenado al que bien valía sostener por su estratégica localización en el Río de la Plata, apuntó el otro.
El viejo sueño de ingleses y franceses, delirio imperial de la vieja Europa dispuesta a conquistar un continente salvaje y de salvajes, internándose por el camino de los ríos con mercancías convertidas en  símbolo de la civilización greco-romana y de la supremacía racial, poderío subyacente más que en el avance científico, en la tecnología.
Los tiempos han cambiado, dijo uno de ellos, quinientos años después aquí estamos dispuestos a continuar la epopeya. Un ejército de máquinas viales de gran porte, grúas pórtico y dragas pioneras que recorrieron el canal de Suez o el Golfo de México, el Mar Negro o el Alto Paraná han llegado con su mensaje de modernidad global. Y con las grandes obras de infraestructura las ganancias para los accionistas.
_ Y han llegado para quedarse, certificó el primero.
_ Si no, nos joroban los chinos afirmó el segundo.
_ En última instancia nos queda desplegar la guerra de los commodities, dijo el finlandés…
_ O el enclave condicionante de Montevideo puerto-Hub, dijo el belga, porque bueno es anticiparse a una guerra regional que dista de ser clásica, con proyectos alternativos y flexibles incluso con la ambigüedad que conlleva.
El joven analista de Milenio-ROU, Master en Comercio Exterior, observador en el Parlamento Europeo y experto en el flujo y derrame de divisas globales en el Mercosur, no dominaba el genio cuando las conversaciones orillaban asuntos de naturaleza política que estaban, a su buen entendimiento y saber, en contradicción con las recomendaciones de los organismos internacionales.
_La economía, dijo con el tono persuasivo que se arrogan los dogmáticos, se desenvolvería por canales naturales fortalecida por la sana competencia y los mercados libres. Los hombres, de la nación que fuesen poco importa, no podían ni debían pretender agarrar el agua con las manos. Sin regulaciones todo fluiría libremente de modo progresivo y armónico…
Los vaivenes del precio del petróleo son propias del sistema, se repetía una y otra vez, como modo de conjurar la injerencia de corporaciones poderosísimas que intervenían las bolsas de valores como destituían un presidente de los emergentes.
   _ ¡Primero la patria! se repitió el estanciero mirando con desprecio al imberbe analista, sabedor de que muchas cosas no eran como las pintaban.
Cuando ingresó al salón el Contador Público todos dirigieron una mirada calculadora sobre la figura del hombre, de contextura apacible y digna, sonrisa insinuada y mansedumbre en la mirada que dejaba lugar a dudas. Prestigioso en su medio había alcanzado popularidad como coleccionista de cachilas que restauraba a nuevo, él mismo, en el tallercito que disponía al fondo de su casa en el barrio de La Teja. Un hobby que le ayudaba a distenderse de los números, en particular los números engañosos de los balances de sus principales clientes. La mayoría sociedades anónimas del mundo-soja. El contador era uno de la terna de candidatos a presidente de la república que contaban con el apoyo de Medios & Medios.
También habían llegado las dos mujeres que juntas eran de temer, pero las diferencias de intereses y el desprecio profesional que se profesaban mutuamente neutralizaba cualquier coincidencia la mayoría de las veces. Reivindicaban que habían nacido para competir.
La mujer nacida en Ecilda Paulier, criada en Chicago y radicada en el país en los años noventa ponía menos énfasis en sus dichos pero eran igualmente corrosivos. Traía incorporado a flor de piel la mirada liberal de Tony Blair y de Felipe González, pero su modelo del éxito correspondía a Ángela Dorothea Merkel y Vargas Llosa, el escritor apátrida.
Para ella solo importaba el transporte de escala y el papel de los puertos marítimos. No se detenía en aclarar, que grandes inversionistas y grandes empresas navieras se adueñarían no solo del negocio sino de los negocios ajenos. De alcanzar sus metas, los días de los pequeños y medianos empresarios de la región estaban contados aunque para ella y los suyos sólo fuesen daños residuales. Sin ser una especialista en temas mineros, ejemplificaba sobre la primacía de los beneficios por encima de los daños en el megaproyecto ideado en la región de Velentines. El mundo va en esa dirección, decía con convencimiento fatalista.
En cambio, el pensamiento tan calculador como deductivo de la funcionaria de “Inteligencia Paralela” era conocido por todos. Más de una vez había planteado con vehemencia el papel destructivo de los bancos, similares a los efectos de un bombardeo aéreo sobre una ciudad,  máxime considerando que la crisis del año 2002 todavía estaba fresca en la retina de los orientales. Con la precisión de un bisturí en la mano de un eximio cirujano la funcionaria daba cuenta del sistema económico global, caso por caso, diseccionando los acontecimientos con identidad ramplona: efecto tequila, efecto vodka o caipiriña. Para rematar su parlamento, con el derrumbe del máximo símbolo capitalista encarnado en los bancos: la quiebra de Baring Brothers, la crisis del Santander y caída de Lehman Brothers. Ante el estupor pintado en la cara de los principales, la mujer de modo imperturbable, refería a casos emblemáticos de deudas seguida de viles chantajes a los pueblos, sino, de prácticas extorsivas de inversores que ofrecían papeles pintados por oro, o por cereales, o por cualquier empresa de servicios. Si los contratos eran a precio vil, mejor.
Más de una vez, la mujer tomó su tiempo para explicitar la presencia de “Inteligencia Paralela” en la mesa de los principales y que resumía en la vigencia de una frase incómoda.
_ No importa si somos un gobierno reformista o populista, una democracia joven o añosa, importa si estamos dispuestos a “no vender el rico patrimonio de los orientales al vil precio de la necesidad” Nos preocupa tanto como indigna,  que el axioma de la modernidad se base en el saqueo bizarro con ropaje pulcro de las instituciones bancarias o los inversionistas anónimos. Aunque seamos una minoría testimonial en la mesa de los principales, este gobierno elegido por la mayoría del pueblo, está dispuesto a gestionar sin especulaciones electorales.
_ La retórica izquierdista a lo que nos tienen acostumbrados, había criticado alguien por lo bajo.
_ ¿Qué hace “Inteligencia Paralela” en la mesa de los principales? rezongó otro.
¡Qué mujeres! Cómo otras veces se mostraban exultantes ante la mirada atónita del auditorio compuesto mayoritariamente de hombres, advertía el estanciero mientras repasaba la lista de los invitados en ese día. Faltaba uno, el CEO de una empresa de Zona América.    
Un emprendimiento tecnológico acorde a los nuevos tiempos, enclavado sobre lo que fuera un monte de olivos centenario, en la escuela agraria de los padres salesianos que delimitó un antes y el después de un país irreconciliable.
El hombre joven  vestido con impecable traje Ottavio Nuccio Gala, championes anaranjados y ataché de cuero negro, se presentó como  integrante del staff gerencial de la novísima empresa de investigación y desarrollo en ingeniería electrónica. Agradeció la invitación a participar en la prestigiosa mesa de los principales y tomó asiento en un lugar reservado a nombre de Augusto Marchese. Sus amigos de la facultad de Ciencias Económicas lo conocían como “el nene” Marchese.
El estanciero con el hastío pintado en el rostro entendió llegada la hora.
_ Señores, buenos días y comencemos de una vez. El asunto que nos convoca hoy: los puertos ultramarinos.
Los malditos puertos, pensó con resabios camperos.
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Carta de Curupayty.
Curupayty, República del Paraguay.
Primavera del ´14.
Don Jaramillo Flores
Muy estimado:
Recibí su carta hace siete días y procedo a contestar con premura porque la preocupación que transmite bien lo amerita.
Le agradezco la deferencia por los míos. Estamos bien, con mi compañera vamos capeando con buen ánimo las crudezas que dejó el invierno. Buena leña no nos falta, ni boniatos, ni mandioca, ni tabaco. La pesca abunda.
Renovado disgusto invade a este servidor al tomar conocimiento de que las reformas del Estado, como en tiempo de los borbones, traen consigo sinsabores y que el trabajo humano cobra entidad de privilegio cuando debería ser lo contrario, máxime tratándose de un país rico en recursos naturales y que demanda del esfuerzo de los orientales y extranjeros de buena fe, en ese orden.  
Nuestros gobernantes deberían priorizar el crédito y subsidios a los naturales del país en igual medida, nunca menos, que las dispensas a los colonos extranjeros, pero ¡jamás permitirse otorgar prebendas a las compañías ultramarinas!
El amigo, patriota y federal, don José Hernández fue muy claro al  respecto en su opúsculo “Instrucciones al Estanciero”.
Un asunto viejo como quién le escribe, pero moderno por la enrevesada justificación que pone en brumas de duda el derecho al trabajo productivo, o lo que es decir, la gozada del paisano, la china y su progenie.
Derecho supremo a una vida que merezca ser vivida, los agregados son pura moralina.
No le permito que usted amigo murguero entre en disquisiciones sobre etnias y lenguas autóctonas, disculpe pero eso no es su asunto, porque con los míos peliamos por una Independencia que honrara a los nuestros viviendo en paz, labrando su propia tierra, no cualquier campo baldío, digo el paraíso perdido: los potreros de Arerenguá.
Entendiéndose en nuestros idiomas vernáculos y mestizos, considerando el aporte ibérico.
¡Ah mi amigo! Había que ser hombre baquiano para comprender a un gaucho filosofando. Abatido cuando la mujer se alzaba abandonado a los hijos, el rancho y la sementera; impertérrito, bajo el solazo del mediodía oteando al ejército godo que avanza con redoble de tambores;  o en la pulpería, mamado con giniebra y compartiendo con otros reseros la satisfacción que da cobrar en buena ley unos níqueles ya que no en plata de Potosí.
Toponimia…  
Mi amigo, quién suscribe y su hijo Manuel, apodado “el Caciquillo”, cabalgábamos reconociendo el territorio de las costas del Mar Dulce hasta las regiones selváticas donde los majestuosos ríos americanos eran apenas el bramido escondido de las grandes cataratas. Reconociendo y nombrando y renombrando, que si no, la única toponimia impuesta por los principales a no dudar tendría los nombres del santoral.
Usted sabe, que fue preocupación de los nuestros la navegación y el comercio fluvial. Menudas diferencia teníamos los Federales con el centralismo porteño. Los puertos siempre fueron materia de discusión en tanto estuviesen al servicio de los intereses de las Provincias Unidas o para nuestra desgracia, según fuese, base operativa de las potencias europeas y sus agentes. Capaz… una de las razones de por qué me esquivaban los personeros del alto comercio montevideano.
Recordemos la gesta de Mansilla en la Vuelta de Obligado que para dar cumplimiento a la Ley de Aduanas, bloqueó y hostigó a la flota anglo-francesa hasta garantizar el fracaso del propósito comercial y la inutilidad de los buques artillados navegando los grandes ríos…
Y posteriormente, la heroica resistencia de Paysandú. Del pueblo paraguayo aguas arriba y el sacrificio último del Mariscal Solano López, paisano de ley y mal llamado, el tirano…
Dicho sea de paso, como mentaron los unitarios a este servidor ¡gaucho malo sino tirano!, pregúntele a Alejandro Dumas sino a Arséne Isabelle.
No se imagina como hombre de bien la vergüenza que pasé por la avaricia y osadía malsana de los agentes comerciales al servicio imperial; el dolor en el pecho de ver a los soldados, infanterías y navales, masacradas por la metralla en la Batalla de Itapirú, estoy mentando el otoño de 1866. Y posterior  indignación cuando vi los daguerrotipos de la oficialidad de la Alianza con la sonrisa de los vencedores, impunes a pesar de tantos crímenes cometidos.
En el frente de batalla o rematados a retaguardia, al menor intento de retroceder o desertar...
Usted me entiende. Pero bien merece en cuanto esté de regreso que prosiemos para analizar sosegadamente el asunto que se traen los principales.
¡Junte a la gente! Le daré nuevas instrucciones desde el paraje Colonia Nicolich, creo que todavía tengo algunos amigos leales a la causa en las quintas de los portugueses.
Con  carácter provisorio lo nombro Jefe de Exploradores.
Ándese con cuidado, los mineros no son de fiar…
Confío que si las lluvias no son desmesuradas como acostumbra en los trópicos estaré llegando por aquella patria mía a fines de la primavera.
Haga extensivo un abrazo para el amigo Líber.
Por pura curiosidad de puro viejo, le pregunto ¿tiene conocimiento si nuestro amigo es hijo o pariente del general rebelde?
Capitán Jaramillo Flores,
lo saludo con sincero aprecio,
suyo el general Celeste.

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