Nunca más por Cristina Morán / Semanario Voces

El 27 de junio, al cumplirse 44 años del golpe de estado que dio inicio a un largo período de dictadura para Uruguay y su gente,  quedó inaugurada, por parte del Intendente de Montevideo, Daniel Martínez la escultura que lleva el nombre que da título a la columna de hoy: Nunca Más.
Es curioso el camino que tuvo que hacer la obra (que rinde con respeto y cruda realidad) el homenaje a los detenidos-desaparecidos,  que se une al Memorial instalado en el parque  Vaz Ferreira y al que encontramos en el cruce de Guayabos y Jackson y desde donde, cada 20 de, mayo parte la Marcha del Silencio con fotos y nombres de los detenidos-desaparecidos.
El autor de la obra fue el escultor Rubens Fernández Tudurí fallecido en 1993. El hijo respondió al llamado a concurso de la Intendencia, en el 2009 para el recordatorio de Guayabos y Jackson. Le otorgaron  una mención y lo más importante: el Jurado recomendó a la Intendencia ubicarla en un lugar destacado de la ciudad.
Ocho años después de aquel concurso, la escultura está instalada en la Plaza de la Democracia frente a Tres Cruces, sin duda “un lugar destacado de la ciudad.
La ceremonia de inauguración la vi por televisión. Cuando la cámara  mostró la obra en su totalidad sufrí un fuerte impacto: aquellas dos figuras, hombre y mujer encapuchados con manos y pies atados, sus cuerpos volcados hacia adelante, tal como si quisieran zafar de sus ligaduras en un acto desesperado por ir al encuentro de la libertad.
 -A la noche siguiente luego de un agradable espectáculo teatral acepté ir a ver la creación de Fernández Tudurí. Fue algo así como un “city tour” fallido. No la encontrábamos. La buscamos en lo que parecería ser la parte central de la plaza. Pero nada. Comencé a preocuparme. Pensé: “tal vez no es acá.” “Debe ser en otra plaza. Yo me equivoqué”.
Le dije a mi prima, ya un tanto enojada (yo, no ella) “Mejor nos vamos. Aquí no es”. Su respuesta fue rápida y con tono triunfador:
“Allí está. Mirala”. Y yo con ansiedad:”¿dónde…dónde? No la veo”.
Cuando mis ojitos lograron hacer foco y penetrar un poquito en la oscuridad que la envolvía, me enojé de verdad, pero no ya conmigo misma: no podía entenderlo. ¿Cómo es posible inaugurar esa escultura, esa obra en memoria de los detenidos-desaparecidos, hecha en el año 1986 y que su creador no llegó a verla en lo que, pensamos, será su lugar para siempre, como es posible, decía, que esté en la más completa oscuridad, que haya que buscarla como si fuera una miniatura cuando tiene dos metros cuarenta y está emplazada sobre una base de cemento? ¿Por qué, señores, no inauguraron las luces ese mismo 27 de junio? ¿Por qué me hicieron pensar que me había atacado un momento de falta de lucidez y que no la podría recuperar? ¿Por qué las cosas por la mitad? ¡¿ Por qué????
Quizá ahora tiene semejante iluminación pensada, creada especialmente para ese tan firme Nunca Más. Ojalá que así sea. Iré otra vez. Y si está iluminada me sentiré feliz y podré admirarla en todos sus detalles. Y no pediré disculpas. Porque ese 27 de junio ellos, estaban a oscuras. A mí me importa y mucho la obra escultórica y los 44 años que pasaron desde aquella mañana del 27 de junio de 1973.
Hasta la próxima. Que seas feliz.
 Un llamado de atención a quienes, en distintos                          medios informaban que las dos figuras de la escultura se encontraban “de rodillas”. ¡Por favor! No podés…no pueden hablar de lo que no ven!

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