El país de las sombras largas, los emprendedores pobres y los relatos falsos Por Clara Razu (Especial para Motor Económico)



“Iba cada domingo a tu puesto del rastro a comprarte Carricoches de miga de pan, soldaditos de plata. Con agüita de un mar andaluz quise yo enamorarte Pero tú no tenías más amor que el de río de la plata…”
                                                                       Joaquín Sabina
 En el relato macrista el lenguaje es parte de un escenario donde nada es lo que parece.
Así como se contratan actores y se montan escenas en colectivos o comidas en hamburgueserías, en temas económicos se narra un supuesto saber económico plagado de lugares comunes y falacias contrarrestadas por la cotidianeidad.
La estafa a los jubilados se denomina como reparación histórica, cuando la deuda se reduce a un ajuste que en el 70% de los casos (que no son todos), es de $80.
A los aumentos de tarifas y el consiguiente rebote sobre la inflación se los llama sinceramiento. Los ciudadanos argentinos deben despertarse de una fantasía que les hizo creer que tenían derecho a mejorar su calidad de vida. Ahora, gracias a la política económica del macrismo, no se vive mejor, pero se sabe la “verdad”.
Pero como toda verdad que se precie de tal, ésta siempre es relativa, aun las cifras sinceradas de las estadísticas macristas, son manipuladas, por métodos poco claros.
El desarrollo económico desapareció no solo del discurso, sino del horizonte. Se habla de crecimiento económico y se espera que como maná derramado mágicamente alcance a todas las personas, alguna vez, algún día.
Ante el aumento del desempleo y la precariedad laboral, los funcionarios PRO, proponen la felicidad permanente de vivir en la incertidumbre y la posibilidad de dar rienda suelta a la creatividad popular a partir del “emprendedurismo”. Esta interesante visión muestra el cambio de paradigma entre la construcción social y colectiva del tejido económico y la visión individualista del proceso económico.
Emprendedores que pueden producir cerveza artesanal o artesanías con migas de pan. Que nunca escucharon hablar de la destrucción creativa y de los monopolios transitorios, y que con voluntad de obtener algún ingreso que les permita afrontar el sinceramiento de precios y tarifas y seguir comiendo, creen en el relato económico de funcionarios que no leyeron La Teoría del Desarrollo Económico de Joseph Shumpeter, pero banalizan la teoría económica a partir de exposiciones en escenarios más parecidos a los de pastores electrónicos que recorren bailando y festejando, mostrando hasta una derrota como triunfo, bajo consignas voluntaristas.
La idea central del trabajo de Schumpeter radica en la importancia de la elite empresarial para el desarrollo y el crecimiento.
A su juicio, en el capitalismo existe una fuerza interna, el "ansia de innovación", que constituye el motor del movimiento económico en un país. El empresario es, según Schumpeter, el agente del proceso de creación. Es este personaje el que produce el desequilibrio (es decir, el cambio) en una economía competitiva. Se convierte por lo tanto en un "destructor creador", es decir, al innovar rompe el statu quo y permite el crecimiento económico.
Schumpeter planteó que la actividad de los empresarios puede agruparse en dos grandes clases: los conservadores que prefieren la renta segura y que se limitan al mantenimiento de la organización y de la estructura recibida; y los que promueven la creación de nuevas estructuras, que arriesgan, “emprenden”, y obtienen mayores ganancias. Son estos últimos quienes debieran llamarse en exclusiva "empresarios", ya que sólo ellos son capaces de apreciar nuevas oportunidades de progreso para la sociedad y para ellos mismos.
Según este autor, todo empresario tiene como principal obstáculo para poner en marcha su empresa el tener que "convencer al banquero" de que el nuevo modo, para el que pretende financiación, es mejor que lo que ya existe. Una vez que lo consigue y obtiene el financiamiento, el resultado para la economía es muy positivo, ya que aumenta el flujo de bienes y servicios que circulan en el mercado.
Pero la defensa de Schumpeter a los empresarios iba más lejos; tanto, que defendió la existencia de monopolios, ya que los consideraba un incentivo adecuado y una recompensa merecida para un empresario innovador. Lo positivo es que esta recompensa sería por tiempo limitado; al poco tiempo, necesariamente aparecería otro innovador que se apropiaría de la tecnología creada y reemplazaría el monopolio existente por otro más novedoso aún. monopolios transitorios los llama. La política económica actual parece más favorable a los monopolios permanentes Ninguna de estas definiciones parece ajustarse al discurso que pretende instalar el gobierno en cuanto a la posibilidad de que, desempleados sin capital y acceso al crédito se transformen en emprendedores exitosos que vendan sus productos en el mercado.
¿En principio de que mercado se habla?, ¿Con que capital social cuentan los “emprendedores”? ¿En qué contexto desarrollan sus tareas? ¿Son estos emprendedores los que pagarán las facturas de servicios en cuatro cuotas o tendrán que instalar un medidor prepago para el consumo eléctrico? La caída del consumo sigue en picada y en La Matanza, fue del 40% en promedio comparado con el mismo periodo del año anterior (que presentaba una caída con respecto al 2015). Aun así, frente a la evidencia real el relato macrista habla de los resultados de una reactivación que todavía no llegó a todos, y que no llegará porque el desarrollo económico solo es posible a partir de políticas de redistribución de ingresos e inclusión económica, términos que el diccionario macrista denomina despreciativamente populismo.
  • Lic. en Economía. Docente. Colaboradora de Motor Económico

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