EL PAÍS QUE NO MIRAMOS#RevistaSudestada


Todo. Todo está mal en esta foto. La escasez de datos, primero. Apenas sabemos que el escenario es el ferrocarril San Martín. Pero no sabemos cómo se llama el pibe o piba que está tirada en el suelo del vagón, tampoco si está cansadx, está jugando o está durmiendo. O tiene hambre, o tiene frío. No sabemos nada, apenas eso: que esto ocurre. Hoy, ayer, mañana. Está mal la indiferencia de la señora, mirando su celular, porque redondea la triste postal cotidiana, pero no es justo señalar un chivo expiatorio ante una realidad que nos atraviesa todos los días.
Los pibes, las pibas, no son el peligro. Los pibes, las pibas, están en peligro. Ojalá podamos llegar a ese mínimo consenso entre todos. No es poco, al menos, en estos tiempo de una derecha cebada con bajar la edad de inimputabilidad, con una policía que tiene el respaldo oficial para manejarse impune y parece lista para disparar contra todo lo que parezca joven, pobre, morocho o use gorrita. Todo está mal, si no comprendemos que detrás del poder político de turno, se oculta un poder económico y que los dos precisan construir un “enemigo” social a la medida de los miedos de un sector de su electorado: el que teme por la suerte de su celular, el que teme cuando no baja las ventanillas en un semáforo, el que le tiene miedo a los pibes que limpian los vidrios en las esquinas, el que sueña con un país para pocos, el que sólo piensa en salvarse individualmente, como si viviera en una isla, el que mira la tele y repite la papa masticada sin esforzarse por pensar, por filtrar el veneno que les inoculan todo el día, el que respira odio de clase y se expresa con desprecio racista, el que sueña con un policía en cada esquina, como si de ese modo estuviera más protegido. Como si de ese modo se acabaran sus problemas.
Todo está mal, si este pibe o piba está laburando en el tren o ganándose una moneda, a la hora que sea, y no está jugando con sus amigos o sus hermanos, o en la escuela, o en su casa. Todo está mal si no comprendemos que no hay democracia alguna con pibes y pibas con hambre o necesidades. Que nada, nada se resuelve con caridad y limosna oficial, siempre vertical, siempre ocupada en mantener el estado de cosas, que sí, es verdad: la solidaridad de todos puede ayudar, dar una mano, ser generosa, ser horizontal, compañera, pero no alcanza. Nunca alcanza.
Pero que nadie ignore la realidad, es el primer paso. Que estas imágenes nos atraviesan cada día, cuando vamos al trabajo, también. Que es tarea de todos y de todas pelear para cambiar la vida de estos pibes y pibas. Que no hay construcción política que valga la pena desarrollar si no se plantea una solución a este problema. Que los discursos, los programas de tv, los diarios, la radio, los funcionarios, los empresarios, nunca hablan de pibes como el del vagón del tren. Por eso, no queda otra. Habrá que buscar la manera, habrá que pelear desde abajo, habrá que cambiar todo, empezando por el presente de estos pibes y pibas. Si no, nada tiene sentido. Si no, todo será, otra vez, palabras sobre un país que no miramos.
(Foto de @AngelitaGal)

Comentarios

Entradas populares