LOS MUCHACHOS PRO-NISTAS



Por Walter Rodríguez.
Luego de la derrota en 2015, el campo popular entró en un periodo de dispersión, con necesidad de discusiones pendientes que aún hoy continúan en ese estadío, sin voluntad aparente de resolución bajo la excusa permanente de que su tratamiento generaría aun más quiebres, cuando en realidad impide una reorganización y fortalece la posición de quienes concilian con la derecha, los cuales también fueron artífices de la caída y son modelo de la vieja politiquería.
Esta situación es ideal para Cambiemos, ya que encuentra en ella el fundamento de su gobernabilidad en medio de una galaxia de medidas antipopulares y un reaseguro ante una posible derrota electoral, lo cual permitiría que este retroceso en materia política y social de los sectores populares se convirtiera en el status quo durante un gobierno conciliador e inmovilista.
Un gobierno peronista conducido por elementos centristas (centro es en realidad un “bello” eufemismo para los componentes más “tímidos” de entre los conservadores, ya que esa posición representa inmovilismo, por lo tanto conservadurismo) seguiría siendo un gobierno de la derecha, con lo cual esta gente continuará teniendo representatividad a través de la intermediación de lo peor de la clase política. Solo se desentenderán así de la gestión en primera persona e igualmente manejarán los destinos del país como grupo de presión dominante.
Si se observan las políticas públicas implementadas por el primer Peronismo, se ve claramente los ideales socialdemócratas de la época, Estado de Bienestar (con las características locales), un desarrollo autónomo de la economía dentro de un capitalismo independiente, es decir lo que en las categorías clásicas modernas se conoce como centroizquierda. Los elementos ortodoxos del Peronismo no representan su esencia, sino a un capitalismo subordinado (modelo Menemista) y a un pueblo sin derechos, pero subsidiado en su miseria (modelo Duhaldista). Estos están para desmontar desde adentro la capacidad transformadora del Peronismo, vaciarlo y ponerlo junto al resto de los partidos burgueses de una clase dominante subordinada y excluyente. El leitmotiv de este sector politiquero, oportunista e intermediario del gran capital (que tiene su línea gremial en el sindicalismo patronal) bien podría ser “primero los hombres, segundo el movimiento y tercero la patria”
Esta estrategia de pinzas entre la derecha en el gobierno y la que se encuentra infiltrada en el campo popular, tiende a correr el espectro político aún más hacia el conservadurismo (luego de la caída del bloque socialista, esta opción quedó un poco rezagada en el ideario de masas), queriendo sacar de juego opciones progresistas más moderadas, pero con reales posibilidades de acceder al gobierno, dejando el campo electoral enteramente en sus manos, una situación win-win para el capital concentrado.
Por el contrario, una opción popular que enfrente a los grupos económicos (quienes aún en una derrota electoral saldrán política y económicamente fortalecidos en su capacidad de presión), estará obligada para poder gobernar a tocar estructuras que quedaron intactas y por lo tanto a emprender sendas más revolucionarias, el verdadero temor de los poderosos.
Si hegemoniza el Movimiento Popular la derecha (con candidatos como Scioli, quien llevó a una derrota popular, para ahora acomodarse con el Pro en la Comisión de Deportes que tratará la privatización de los clubes), no deberán los sectores progresistas creer que estarán representados y contenidos allí cuando se les pida el acompañamiento a despecho de los interminables “sapos”. El Movimiento no se reduce, como equivocadamente (o bajo otro razonamiento) Guillermo Moreno pretende imponer, al PJ. Hay una gran cantidad de sujetos políticos dentro que no pertenecen al Peronismo ni comulgan con ningún tipo de conservadurismo por más carnet del PJ que tengan. Aún más, hay una gran porción de peronistas que se desentienden de ese modelo conservador.
Si, en una situación diametralmente opuesta, son los sectores progresistas los que hegemonizan, deberán estos estar preparados en caso de ser gobierno para dejar de lado toda medias tintas e ir por las estructuras económicas y políticas que posibilitan la vuelta recurrente de los sectores históricamente saqueadores del pueblo argentino.
De la capacidad reflexiva, de su abstracción a la verdad mediática para subordinarse al hecho cotidiano y empírico de la vida, de la madurez política resultante de estos hechos que posea la sociedad argentina depende para solucionar los males que históricamente y desde nuestra génesis nos aquejan e impiden una discusión superior como país.

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