Tres Filos Tavares : Acerca de un contrato y negocios "transparentes". / Josè Luis Facello


CATORCE  
Cardozo cerró la puerta de la oficina y abrió las ventanas para despejar el olor viciado del cigarrillo. El cerro y las grúas del puerto se recortaban sobre el cielo luminoso de la media mañana y las aguas calmas de la bahía.
El cenicero rebozaba de colillas como para atraer la atención, porque su socio era desmedido a la hora de fumar y la chiquilina con la que salía otro tanto. Tenía curiosidad por conocer el secreto de la estabilidad sentimental entre dos personas como Candy y Tresfilos. Tratándose de una jovencita, inmigrante que apenas se hacía entender en castellano, y su nuevo amigo con años por demás para andar jugando a tipo ganador. Candy es de una belleza poco común y bien podría ser la hija de Hannah, que conjuga como la secretaria de Perdriel la atracción de las mujeres de cuarenta.
Miró el reloj, dio tres golpecitos a la puerta privada mientras aguardaba un tiempo razonable y abrió despacio. Entre las sábanas revueltas dormían Tresfilos y una hermosa mujer, que para su sorpresa e incomodidad no pudo reconocer.
Cerró la puerta y se marchó sigilosamente de la oficina.

A las siete de la tarde, Tavares tomaba un café cortado en el Nuevo Bristol mientras esperaba la llegada de su socio que prácticamente no se hizo esperar.
_ Buenas tardes, dijo Cardozo para a continuación pedirle lo de siempre a Fraga que lo saludaba dos mesas más allá.
El lugar estaba prácticamente vacío de clientes a esa hora.
_ Disculpa lo de esta mañana, pero no me pasó por la cabeza encontrarte un martes durmiendo al mediodía… lo miró y guardó un respetuoso silencio porque Tavares permanecía inmutable mirando el trajín de los peatones.
_ Las ventanas abiertas de par en par y la revisión en el monitor me tranquilizaron al saber que eras vos, respondió el detective restando importancia a los asuntos de naturaleza personal.
_ Tuve un tiempito libre, dijo a modo de justificación el técnico, y pasé por la oficina para que anotes en la agenda que mañana, a las once, tenemos que presentarnos en las oficinas de Medios & Medios.
_ ¿Y cómo ves el negocio? se interesó Tavares.
_ La data técnica y los planos constructivos, que son muy simples en este caso, están en la carpeta con un anexo del contrato de trabajo. Quedaría que conversemos el presupuesto de la obra bajo mi responsabilidad y el costo por la prestación del servicio de “T&C- seguridad global”, más los impuestos.
_ Tendríamos que abrir un cuenta bancaria a nombre de la agencia, sugirió Tavares.
_ Sí, es muy conveniente entre otras por razones contables, coincidió el otro.
_ Su pedido, un café doble, dijo el mozo.
_ ¿Tomás otro? Okey.
_ ¡Un cortado en vaso! para la mesa 3, voceó Fraga.

_ Todavía no tuvimos oportunidad de conversar la impresión que produce estar en el bunker de Medios & Medios… El edificio, dijo Cardozo con suficiencia, no tiene nada que envidiar a la Trump Tower de Punta del Este o el Alvear de Puerto Madero, el sueño porteño de parecerse a Dubái.
_ Cardozo dejate de joder, sabes que lo mío no es la arquitectura… andá al punto y hablame del negocio ¿se concreta o se pincha?
_ Prácticamente está, nuestra oferta del producto y precios son los del mercado… a ajustar más menos un diez por ciento, según lo conversado por teléfono con la secretaria.
Tavares sorbió despaciosamente la espuma amarga del cortado y visualizó con nitidez a Candela Maizani. No sabía que le estaba pasando, desde el alejamiento de Doris sentía cierta irritabilidad emocional que para un cuarentón se le ocurría impropia, asomo de inmadurez quizá… Pero, cómo sentir y pensar con la pasión y la serenidad suficiente para comprender lo qué le estaba pasando realmente, con mujeres como Candy o Andy… Incluida Doris, su primer gran amor y apenas una fotografía borrosa de juventud.
_ La secretaria posee un aula mágica, misteriosa, habrás observado que además de ejecutiva de primera línea es un ejemplar de mujer excepcional, de su voz al teléfono se desprende a cada palabra un sonido embriagador. Qué queres que te diga, es muy profesional.
Tavares miró a su amigo sorprendido por sus impresiones sobre la Maizani y nada dijo, aunque registró cada palabra de las impresiones de su socio.
¿Cuál sería la mirada de Perdriel,  el magnate de M&M sobre su secretaria privada? que según datos de Google contaba sesenta años y desde la cuna, codeándose con la crema de la sociedad montevideana.
_ A veces, continuó Cardozo, me es imposible dormir porque entresueños encuentro un hilo proveniente del pasado… la Maizani tendrá la edad de Hannah, un poco menos. Ambas jóvenes en los años noventa, cuando el paradigma de la sociedad moderna, que nos hicieron creer, era más oportunidades para las personas audaces y emprendedoras. Se requería juventud, amabilidad y sonrisa brillante, amén de estar suficientemente calificadas.
_ En una palabra, dijo Tavares dominado por el escepticismo, la oportunidad de encontrar una aguja en un pajar.
El detective percibió en el comentario infrecuente de su socio un dejo de insatisfacción. Era pura especulación, quizá porque las oportunidades de las dos mujeres poseedoras de gracia personal y formación similar habían seguido un derrotero bien diferente, que él achacó más a situaciones azarosas que a otra cosa. Aunque, consideró conveniente no mencionarlo porque
Cardoso sopesaba hasta los acontecimientos trágicos en clave positiva. Ver siempre el medio vaso lleno, sentenciaba a menudo con dudoso convencimiento.
Con Cardozo y Hannah había conseguido hacer una franca amistad, asunto nada sencillo entre personas que transitan por la medianía de la existencia, entre una pareja estable y un náufrago sin horizonte como yo.
_ Estaba en cada uno de nosotros, concluía su socio, en no desaprovechar los vientos de cambios… Cambios en los países europeos, en la ex unión soviética y la China. Además de tener en cuenta los avances tecnológicos inimaginables, la revolución de la agroindustria, la infinitud de las comunicaciones al alcance de todos…
A veces, confesó Cardozo, me despierto bañado en un sudor frío que percibe mi mujer, encendiendo preguntas y luces de alarma. Cómo interrogar a boca de jarro,  cuánto hace que no me controlo la presión. Cuándo fui al médico por última vez. Así es Hannah.

A las once menos diez entramos a la torre 4 del World Trade Center, a nuestras espaldas las embarcaciones y veleros dormitaban bajo el sol del verano contrastando con el acelerado tránsito que hacía de la rambla un escollo difícil de vadear.
De la reunión esperábamos cerrar el trato por los servicios de T&C porque sin duda era la parte más jugosa del negocio. La otra parte la manejaba Cardozo a su buen entender y saber, la técnica era lo suyo y los contactos con los proveedores globales un asunto clave que hablaba a su favor.
Candela Maizani nos recibió con la sonrisa y sobriedad que la caracterizaba. Por el intercomunicador pidió dos cafés.
El hombre que trajo los cafés nos miró fugazmente y se retiró sin mediar palabra.
La secretaria encendió un cigarrillo y mientras sus ojos diamantinos nos observaban, intuí que estábamos a punto de quedar atrapados por la corporación M&M-Montevideo.
Para nuestra satisfacción fuimos elegidos entre una terna de empresas, sin la intervención de amigos ni compromiso económico de nuestra parte. Si se quiere, algo insólito en tiempos de tráfico de influencias y pago de comisiones por cualquier cosa.
La empresa desarrollaba, en palabras de la Maizani, los negocios con absoluta transparencia, pero eso de alguien lo había escuchado como para despertar en mí una luz de alerta que, en ese momento, no supe identificar. No me cerraba que una cláusula del contrato especificase la naturaleza secreta de la instalación como terminante la reserva de la información y archivos del monitoreo a distancia.
_ En este sentido, subrayó la mujer, la empresa considera como los únicos responsables legales, a ustedes en persona, en caso que la información sea utilizada por terceros, entendida como una violación a la privacidad y al estado de derecho y libertad empresaria. Consideren el criterio del presidente de Medios y Medios y del buffet de nuestros abogados como un acuerdo entre caballeros…
Cruzamos una brevísima mirada con Cardozo, con la sospecha de que habíamos sido descubiertos en segundas intenciones y firmamos al pie de cada foja.

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