Tresfilos Tavares : Misterioso Maserati, visita del Comisario, Panzeri . Tavares y Cardozo involucrados en el crimen de la Maizani. / José Luis Facello

VEINTE  
Ese domingo agrisado, Tavares madrugó dispuesto a trotar por la rambla. Pero antes, tomaría unos mates a modo de sosegar algunos pensamientos perturbadores, que siempre terminaban por conducirlo a García y Pedemonte, a los cuerpos desencajados en el barrial.
La muerte de la Maizani, la solicitud del magnate de iniciar una investigación paralela y la compensación con veinte mil dólares entregados en mano por el niño rubio, se inscribían en circunstancias, cavilaba el detective entre mate y mate, que bien podrían calificarse de enrarecidas.
El amargor de la yerba mate reanimó su espíritu. Desde la ventana observó las grúas portuarias recortadas en las nubes añil-rosadas, e imaginó a contraparte, la sombría disputa entre los operadores extranjeros por monopolizar el negocio.
Desde la ventana también pudo observar a Raúl que lo miraba desde la garita.
_ Buenos días amigo, saludó Tavares al bajar.
_ Buen día Tavares ¿cómo está?
_ Bien, en lo de siempre. ¿Gustas de un amargo?
_ Bienvenida la mateada mañanera, agradeció el otro.
_ Demasiado tranquilo ¿no?
_ Los domingos cierran la playa de logística y solamente abren el super hasta las diez de la noche.
Disculpe Tavares, pero un lujoso Maserati en su puerta ¿es lo de siempre? preguntó el vigilador, mientras hurgaba en el bolsillo de la campera hasta dar con el papelito y los datos de la matrícula del vehículo.
_ Te agradezco la iniciativa, dijo el detective restando entidad al asunto.
Tuvimos visitas de parte de gente importante como imaginarás. En medio, un caso de muerte dudosa que en principio no significa nada…
El otro no le creyó.
Raúl conocía por los dichos de los familiares de los presos, su propio padre había muerto en prisión, que la carátula “muerte dudosa” era la mayoría de las veces un recurso de la policía para ganar tiempo. Casos escabrosos que escondían un asesinato y que por alguna orden superior, requería de pruebas plantadas, testigos comprados y una explicación a satisfacción de los jueces, y a veces, de la opinión pública.
Y esto demandaba del paciente tejido en las redes del tiempo, en los trámites kafkianos… En otras ocasiones, el paso de los días confluía con el ocultamiento y el olvido, llevando a que las muertes dudosas terminaran en expedientes SR, sin resolver…
Los dos hombres tomaron mate despaciosamente, dejándose llevar por el silencio tempranero del domingo mientras, cada uno a su modo, se abandonaba en el mero existir.
_ ¿Por qué enfrascarse en leer y escribir al cobijo de la garita? respondió con otra pregunta el vigilador a la curiosidad del detective.
Mire Tavares, a mi modo de ver la lectura es un aprendizaje temprano pero déjela de lado por un tiempo y el saber queda arrumbado, a buen resguardo pero inútil.
¿Cuántas palabras se requieren en un mensaje de whatsap? Me entiende, nuestras conversaciones serían aburridas si se sostuviesen en unos pocos términos, abreviados la mayoría de las veces. Nombrando las obviedades o sino remitiendo al diario vivir, en unidades de escasos signos pero sin encontrar la forma de convocar al amor, perdone por lo cursi, o trazar en palabras los sueños que acompañan a cualquier mortal.
La mayoría de los gurises van a la escuela unos años, pero después algunos deben deambular por el inseguro y triste mundo de los analfabetos. Créame lo que digo, para ellos es un mundo inseguro porque deben manejarse a prueba y error, y a la vez triste cuando quedan atados de pies y manos a merced de un desconocido al preguntar por tal o cuál calle, si esa botella de aceite es de girasol o soja… ¿Me sigue?
La mente de Tavares se ensombreció y una innombrable indignación se apoderó de él al recordar en la pantalla de la tele al ministro con voz impostada, dando cuenta de los avances del país en materia de enseñanza, avances festejados en los observatorios de Bruselas…
_ Se necesita, continuó impertérrito el vigilador, aventurarse e incursionar en las lecturas donde el disfrute y la gozada estén a cada vuelta de hoja. ¿Qué si se necesita tiempo? Calcule toda la vida… y de seguro encontrará cosas interesantes que a otros poco importará.
Al oírlo, Tavares cayó en cuenta que Raúl poseía un conocimiento lateral a la función de vigilador. Una actividad pasiva y rutinaria, para la que era suficiente escribir en una planilla y saber leer los remitos de mercadería. Aunque algunas situaciones vandálicas requerían también del coraje y la destreza en el manejo de las armas, si se quería llegar con vida al amanecer del otro día.
A Montevideo lo habíamos sumido en la mentira.
Los datos duros de la violencia nos asemejaban a las barriadas de Buenos Aires y  Río de Janeiro, al casco céntrico de París o a los barrios marginales de Chicago.
Cómo fuera, Raúl se inscribía en el lote de los tipos raros.
_Mire el caso de mi familia y dicho sin rencor. Éramos cinco hermanos, una madre y un padre que en paz descanse.
Mi padre fue a la escuela un par de años, no más, pero suficiente para vivir trabajando hasta morir a los treinta y siete, como el albañil estafado por un contratista lituano. Mi madre en cambio, abandonó el liceo a mitad de camino; ella y la abuela Luna eran las únicas que leían revistas en la casa mientras escuchaban la radio. Mis hermanos y yo fuimos gurises que jugábamos a la pelota en los campitos baldíos. ¡Felices tiempos de vagabundear!
Las gurisas terminaron el liceo en Pando. A mí y mis dos hermanos no nos dio por el estudio y salimos a changuear, de chicos nomás. Hacer mandados, pintar paredes o embolsar carbón. Mis hermanas se las arreglaron un tiempo cuidando criaturas mientras las madres salían a trabajar. Josualdo cayó preso a los dieciséis y permaneció dos años bajo custodia en el instituto…
¿Lo aburro?
Tavares guardó un silencio respetuoso y al alcanzarle el mate dijo que iba a cargar agua en el termo. Lo dicho por Raúl lo sacudió íntimamente. Cuál sería a futuro la mirada de Dieguito, al cuidado de la abuela y en raras ocasiones junto a Doris… o a él mismo.
Qué había sucedido en sus vidas para que algunas cuestiones incidiesen al punto de superponer prioridades económicas o profesionales sobre los afectos familiares. Otras veces, tomar distancia con pretextos bien fundados o irrumpir con palabras hirientes de las que después no hay retorno. O la vuelta a las ajadas promesas de reintentar comprenderse mutuamente,  para finalmente retornar al agotamiento y la desilusión…
_ Las historias familiares son todas válidas porque son el testimonio más veraz de nosotros mismos y del país de las cuchillas, dijo Tavares. Mientras Andy Vallejos cruzaba fugaz por su mente embotada.
_ ¿Y usted que libros lee? preguntó Raúl sondeando el lado desconocido del ex policía devenido en detective.
No recordaba que Tavares se hubiera referido alguna vez y de ese modo, a la familia y sociedad como un todo, cuando, más allá del alejamiento forzado de Inteligencia Paralela, seguía en soledad, empecinado en limpiar la sociedad de criminales.
_ Apenas leo los titulares de “El País”, dijo el detective, porque los diarios y la tele repiten un mismo asunto, hastaaburrir por demás.
Me atraen más las historias personales o las locuras o las razones que se precipitan detrás del casamiento de un futbolista o la consumación de un crimen, a la hora de tratar de entender algo. Tanto como para preguntarme ¿por qué los orientalessomos como somos?
_ Disculpe Tavares, pero usted que dice escribir en el bloc cosas al margen, si ya no lo hizo trate de indagar el nexo entre la familia, la propiedad y el descontrol sistémico.
¿Acaso usted no percibe en la modernidad global el azucarado germen de la violencia? preguntó incisivo el vigilador.
Y permítame el atrevimiento, le recomiendo leer alguna vieja novelita de Onetti. El tipo atinó a imaginar a su manera, entre los vapores del whisky y el escepticismo de los suicidas, el lado oscuro de los personajes que pululaban por la mítica Santa María.
Tavares no pudo evitar recordar y asociar de modo desmadrado las historias de la forestación en boca de la dulce maestra con la flota de pescadores coreanos surtos en la bahía; las loas del ministro al crecimiento de las exportaciones de pasta de celulosa con la sorda disputa de los operadores marítimos extranjeros.
Asuntos que por temporadas se encargaba de dramatizar interesadamente Medios & Medios, con presagios mefistofélicos en torno a la competencia de los puertos de Montevideo y Buenos Aires.
VEINTIUNO  
El lunes por la mañana Tavares se despertó con una resaca de las bravas, bebió agua mineral de la botella y en un atisbo de lucidez recordó a Candy llegar por la noche.
Miró en derredor y notó que la jovencita ya se había marchado. Pispió de reojo la hora en la pantalla, las diez y media.
Por primera vez la muchacha había logrado sorprenderlo. Al abrir la puerta ella había asomado el hermoso cuerpo realzado por un trajecito a su medida, sonriente, y la mirada dolorida sin poder disimular el moretón azulado en el ojo izquierdo.
Sin dramatizar, muy de los campesinos, a modo de tranquilizar al detective que hervía de furia, Candy relativizó el asunto al atribuir el golpe a un cliente arrogante y pasado de copas. Eso fue todo. El fulano se sintió despechado porque ella estaba en el salón acompañada por otro hombre.
Los ángeles guardianes de Karim´s se encargaron de la maldita alimaña machista sacándolo a empujones por la puerta de servicio, a la vez que lo alentaron a que si quería, se atreviese a denunciarlos en la comisaría…
Cosas que a veces ocurren en Karim´s, ese pequeño mundo donde los cuerpos de las mujeres parecen ser un territorio en disputa por los tipos adinerados.
Igual que en el mundo de las grandes fábricas, desde los tiempos del Mahatma Gandhi, había dicho Akash Jain a propósito del maltrato.
Tavares bebió más agua, encendió el primer cigarrillo del día y tuvo la intención de reordenar sus pensamientos a partir de la llegada de Candy la noche anterior, cuando en eso sonó el timbre de la entrada.
Observó por el monitor a un hombre de tres cuartos perfil y ni modo de reconocerlo aunque algo le resultaba vagamente familiar. La hora en un ángulo de la pantalla señalaba las 10:45 a.m. Iba en busca del revólver cuando el otro giró de frente a la cámara y grande fue la sorpresa al reconocerlo.
El comisario Panzeri emitió un gruñido al saludar y recorrió el lugar de un solo vistazo.
_ Te felicito Tavares, pusiste una oficina a la altura de los nuevos tiempos.
_ Gustos de época que demandan los clientes, dijo el detective de modo ambiguo.
¿Qué lo trae por acá? atinó a preguntar mientras encendía otro cigarrillo.
_ Buena pregunta, porque no sé a ciencia cierta el motivo de la visita… dijo el comisario en tanto tomaba asiento.
Tavares intuyó que nada bueno se traía el hombre de I.P. y optó por la cautela.
_ ¿Gusta un café jefe?
_ Si, por supuesto.
_ Mientras cuénteme algo ¿cómo están los muchachos?
Panzeri se tomó su tiempo, las actividades de inteligencia se bifurcaban una y otra vez estableciendo no solo distintas líneas de investigación, sino objetivos variopintos que iban de la migración ilegal a inversiones sospechadas por lavado de divisas en Punta del Este; de los traficantes adueñándose de algunos barrios montevideanos a la impericia en la difusión de datos sobre seguridad y cuidado ciudadano, que no hacían otra cosa que desdibujar las sonrisas de algunos ministros…
_ Los muchachos están bien, en sus rutinas habituales.
El operativo Mieles Negras nos fortaleció ante los jerarcas después de la captura de Maurice Le Blanc… pero paralelamente abrió una investigación de Asuntos Internos. Pasa el tiempo y parecería que todo quedará en agua de borrajas, porque las pesquisas se empantanaron en el acto mismo de nuestros agentes muertos, diluyéndose una vez más la oportunidad de desentrañar los estados alterados que rige filas adentro.
Tavares sabía que Panzeri no se había molestado en verlo para hablar de estas cosas.
_ ¿Un coñac para acompañar el café?,  preguntó conteniendo las ansias por saber de su propia suerte, desde que algunos corruptos se habían juramentado para asesinarlo al amparo de la mutua complicidad. Pacto de silencio… mediante.
Degustaron el café y el coñac placenteramente recordando mejores tiempos, de celebraciones. Tavares escuchaba y asentía preso de los nervios, mientras Panzeri por fin dejando las cosas triviales de lado fue al grano.
_ Decime Tavares ¿en que andan los de T&C?
Tavares fue por más café y la botella de Napoleón, que la noche anterior le había regalado Candy todavía dominada por las emociones y la angustia.
_ Puede ser más preciso comisario, dijo el detective tomado por sorpresa.
Panzeri sin rodeos, enlenteciendo sus palabras planteó con información fiable los asuntos oscuros que rodeaban la muerte de Candela Maizani.
Sacó del bolsillo del saco una hoja doblada en cuatro, inmutable la desdobló, se acomodó los lentes y entonces leyó algunos datos personales encontrados por los muchachos de informática en la PC de la secretaria.
_ Candela Maizani, argentina, cuarenta y cuatro años, licenciada en logística marítima, secretaria privada de Pedro Prado Perdriel desde hace ocho años. Tiene residencia en el país desde el 2010. Viaja regularmente a la vecina orilla una o dos veces al mes. No tiene deudas con el fisco, todo legal como se deduce de las declaraciones juradas y la lectura de los e-mails.
Tavares encendió un cigarrillo y escuchó expectante.
_ En primer lugar, llama la atención la torpeza de cambiar el escenario de una muerte dudosa, desde el mismo momento que quitaron apresuradamente las cámaras de seguridad en el piso que Medios & Medios tiene en la torre del Buceo.
_ Supongo que todos tienen una coartada, dijo el detective desentendiéndose.
_ Esto no es una novedad para ustedes… dijo el otro con la mirada afilada.
Entonces, el veterano comisario, entornando los parpados hizo un esfuerzo por rememorar la escena del piso trece y el ascensor como parte de una trama oculta.
 _ En T&C somos especialistas en instalaciones de última tecnología alemana y monitoreo en tiempo real. Como reza en el <quienes somos> del sitio web.
_ Los muchachos de la forense salieron airosos entonces, cuando se inclinaron por dictaminar la muerte de la Maizani como dudosa… Porque ahora hay certeza, que la causa de la muerte no fue un ACV como se suponía en primera instancia.
Tavares, en tanto, escuchaba paralizado el desarrollo de los acontecimientos descriptos por el comisario, que al coñac había sumado deleitarse con un puro, hecho en Cuba, dijo con jactancia.
_ Supondrás bien, dijo Panzeri, que desde ahora ustedes quedan vinculados al escenario de un crimen… porque todo parece indicar que la causa de la muerte de la secretaria de Perdriel, se anunció con el olor de las almendras.
El ceño fruncido de Tavares denotaba la actitud de los grandes pensadores o del que no entiende nada de la felicidad pagada en cuotas.
_ Me explicaba uno de los muchachos del departamento de toxicología, que la muerte de la Maizani se presentó perfumada y como algo de química saben, aseguran que el cianuro de sodio al contacto con el ácido del jugo gástrico, se transforma en ácido cianhídrico. El veneno más rápido. ¿Me entendés?
Tavares encendió el tercer cigarrillo de una mañana con complicaciones inesperadas. Por un momento pensó en llamar a Cardozo pero lo desestimó de inmediato, a su socio no le sobraba salud. No cualquiera llega entero a los cincuenta y dos.
Panzeri fumaba imperturbable mientras el humo del puro invadía la oficina.
_ Más rápido y letal, dijo retomando la hipótesis sugerida por los muchachos de toxicología. Fíjate Tavares que apenas un centigramo de cianuro de sodio es suficiente para fulminar a una persona en pocos segundos.
En ese momento, el detective sintió por primera vez, piedad por la Maizani.
_ Por último, dijo el comisario mientras le estrechaba la mano a Tavares, la muerte de la Maizani por envenenamiento se confirmará en cuestión de horas.
Más allá de los olores a almendras y podredumbres, dijo mientras tiraba la colilla en el cenicero, T&C no sabe todavía nada ¿por qué motivo retrotrajeron las cosas al día antes de la instalación de las cámaras en la torre del Buceo?

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