Tresfilos Tavarez : Operativo Mieles Negras. caso Le Blanc y divorcio / José Luis Facello

DIECISEIS  
A las ocho y treinta Cardozo estaciona y baja del coche, ocho y treinta y cuatro abre la puerta de entrada del edificio, ocho y treinta y seis entra a la oficina.
_ Buen día Tresfilos, saludó el técnico de buen humor. ¿Todo tranqui?, preguntó pispiando la puerta cerrada del privado.
_ Buen día amigo, aquí estoy esperando las novedades que traes mientras monitoreo tus movimientos.
_ No me digas ahora que te la crees… dijo el otro mientras preparaba café.
_ Me cuesta creer porque a veces las cosas no pintan como realmente son… dijo Tavares a modo de sentencia callejera, pero con Doris buceando en el subconsciente.
Cardozo recorrió con la mirada la oficina remodelada y no pudo disimular un dejo de satisfacción, la sociedad iba tomando vuelo y los próximos seis meses serían determinantes a la hora de evaluar el éxito o fracaso de T&C. En lo personal se tenía mucha fe y confiaba en su socio, un buen tipo cuyo único flanco débil era extraviarse en cuestiones de polleras.
Cardozo colgó el saco en el respaldo de la silla y sorbió el café.
_ Tengo dos novedades, la primera es que los de M & M acreditaron el pago según lo convenido.
Tavares respiró aliviado al escucharlo, porque los gastos operativos lógicamente se habían incrementado a partir de conformar la sociedad T&C.  
_ ¿La segunda?
Cardozo con nerviosismo contenido, bebió hasta la borra del café.
Se había presentado una oportunidad interesante después de semanas de espera.
El chalet estaba en las inmediaciones de Cooper y avenida Italia, su dueño cumplió un capricho al calor de la suba de la tasa de interés por la Reserva Federal. Con el dinero dulce mandó a remodelar la mansión construida a principios de siglo XX por un afamado bodeguero de la zona.
El reciclado había contemplado las dependencias de una vivienda lujosa en medio de un parque de media hectárea, mientras en el primer piso los albañiles y decoradores exhibieron el diseño funcional y el gusto refinado en las dos oficinas privadas para uso del señor Farrell y de la señora Candice.
Por lo que dice el administrador de la casa, continuó Cardozo, él es un hombre de las finanzas y ella es reconocida como una exquisita traductora de las lenguas germánicas. Ambos en su respectiva especialidad, son personas de consulta en asuntos puntuales dada su extensa y exitosa trayectoria. Se conocieron jóvenes en un postgrado, en la Universidad de Leipzig, había dicho el administrador sin agregar una palabra más sobre sus patrones.
_ Conversé con el administrador de una casona que requiere de instalaciones y dispositivos de máxima seguridad y creo, dijo bajando la voz, que estamos en el buen camino.
_ Cardozo, podrías ser un poco más claro, por favor.
_ Por ahora hay que esperar… pero a no dudar estamos frente a personas adineradas. En poco tiempo vamos a tener la información suficiente como para intentar segundas partes.
Tavares se sintió incómodo y fue por un café. No lo intimidaba un chantaje ni el plan correspondiente del cobro seguro, tampoco le hacía mella cuestiones de ética con ese tipo de gente que circunscribía el mundo al devenir de los éxitos personales.
Él era de la escuela de Panzeri, sin idealizar nada, decía el comisario, pero poniendo el cuerpo si era necesario para cumplir con el servicio a la comunidad. Alguien tenía que llevarlo a cabo con vocación y empeño, aún a costa de los renunciamientos familiares.
Pero sin desconocer ni hacerse el tonto, advirtió el comisario a todos los funcionarios,  desde que comenzó a atar cabos y sospechar, a falta de pruebas, de que algo olía a podrido en I.P.
_ Esperaremos entonces, dijo sin mucho convencimiento.
Una hora después de la ida de Cardozo, asomó por el monitor el rostro de Candy.
La muchacha se quitó el impermeable y al paso lo saludó con un beso mientras dejaba el paraguas en el baño.
Como siempre, ella lucía sencillamente radiante y cuando se colgó de su cuello el detective recuperó el tiempo del alborozo.
_ ¿Vamos a comer afuera? propuso Tavares.
_ ¿Y si pedimos algo y nos quedamos? Afuera está lloviendo.
_ Me parece genial, respondió él ante la situación que se avecinaba.
_ Te invito a unos wraps mexicanos de lo de Rolling.
_ Mientras, dijo el detective, bajo al super por unas cervezas como para sobrellevar una tarde de lluvia y ocio.
_ ¿Poco trabajo cariño?
_ Los negocios grandes llevan tiempo. No queda otra que esperar…
El cielo encapotado había ensombrecido el dormitorio, iluminado apenas por la luz difusa de una lámpara de mesa. Sobre el viejo escritorio arrumbado por la modernización, un lío de cajas, servilletas y latas vacías daba testimonio del improvisado almuerzo.
Sin demasiado preámbulo hicieron el amor entre el enredo de las sábanas con la plenitud  gozosa de los amantes. Después fumaron unos cigarritos y el humo del cannabis impregnó todas las cosas, incluyendo los recuerdos, lo que dio lugar a las conversaciones sin sentido, aunque no del todo.
_ Contame de la alcoba principesca, sugirió él, si es que realmente existe…
_ Todo es real, el Karim´s, Akash Jain y la alcoba.
¿Te parezco una mujer irreal? amorcito mío.
Tavares maldijo su curiosidad intuyendo que en un segundo se podía emborrascar todo como la persistente tormenta que azotaba la ciudad.
Ella no sabía si maldecir su suerte. El mix de camarera de salón, bailarina ocasional y prostituta constituía una situación injusta para cualquier mujer, pero si además eras inmigrante ilegal la situación era doblemente difícil.
_ La alcoba principesca era un lugar deslumbrante en la media luz, los tapices colgando de las paredes creaban un aura erotizante que nos producía una sensación ambigua, entre el placer y el sometimiento. Para nosotras marcaba la diferencia, la sensación de algo muy distinto a lo que ocurría en los climatizados cuartitos dispuestos para la satisfacción sexual de los clientes de Karim´s.
La alcoba principesca combinaba lo exótico y la simplicidad de la hermosura como en un cuento de las Mil y una noches. Y ser invitada a una velada en ella constituía una distinción para la elegida entre las chicas del Karim´s.
No dejaba de ser una imposición más o menos sutil de Akash Jain o de Omar Rahman, el socio paquistaní. Es el privilegio exclusivo de ser los patrones, un pago extra, una especie de derecho de pernada muy de la edad media o de las estancias centenarias, había dicho un profesor retirado en una noche de copas.
Siguiendo el principio de la simetría, a la alcoba principesca se ingresaba a través de un patio revestido de mayólicas de geometría enrevesada, con inscripciones orientales diseñadas en guardas cripticas, con dos puertas de menor jerarquía que a derecha e izquierda permitía el ingreso a los dormitorios del personal. Cinco cuchetas alineadas de tres camas superpuestas alojaban los cuerpos fatigados de las chicas del salón y dos limpiadoras. En el dormitorio opuesto, lo hacían los “ángeles guardianes”, más cuatro músicos que amenizaban de a ratos con el repertorio de Zakir Hussain, también el barman y el lavacopas, el cocinero y su ayudante, un electricista, un pintor decorador y el fontanero.
Al principio, mi protector Akash Jain me hablaba mucho sobre las cosas y personas de los mundos… Porque hablar de un mundo es dejar afuera lo mejor, decía, las diferencias, la diversidad y por sobre todo, la cultura entendida como cultivo. Aquella vez lo miré sin entender y entonces él dijo: bienvenida Candy a los mundos por descubrir.
Omar Rahman, el paquistaní, era tan reservado como autoritario con el personal de Karim´s y formalmente cortés con los pocos clientes que trataba. Lo de él eran los asuntos  administrativos y la logística, en cambio, el hindú era el organizador del club y como un astuto cazador encontraba a la chica de su elección para darle una oportunidad, como al cliente introducirlo al mundo del placer. Me pasó a mí.
Por otra parte, en las tertulias del amanecer cuando tocaba a fin el trabajo, contaba Akash Jain que se conocían con Omar desde los tiempos que sus adineradas familias los habían enviado a estudiar a Londres. Tiempos difíciles y olvidables, coincidían, Tatcher en su maníaco esplendor guerrero, convertida de pronto en amazona del incipiente nuevo orden global. ¡Pobres de los ingleses pobres!
Ellos, dos inmigrantes de piel oscura, estudiantes de economía, en un momento acordaron abandonarlo todo, los estudios, las novias, a las familias aburguesadas establecidas en Gran Bretaña que les tocó tratar. Así como hartarse de los compatriotas poseídos por el esnobismo o cansados de los conversos al occidentalismo, que renegaban de su país y las creencias religiosas.  
Pero ambos coincidían, razonadamente, enfatizaban riéndose, que no tenían ganas de reproducir los viejos estilos de vida. Entonces, como lo habían hecho en el extremo occidental en una isla de Eurasia, se entusiasmaron con la idea de conocer otros mundos… Y empezaron la aventura comprando dos boletos Londres-Montevideo.
DIECISIETE
El ruido del vendaval despertó a Tavares.
Sin poder encender la luz porque había corte de energía en la cuadra, cayó en cuenta que afuera era noche cerrada y que Candy ya se había marchado. Se dejó caer en la cama escuchando el repique de la lluvia sobre las ventanas y al paso de los minutos, dormirse profundamente.
Doris ya lo había abandonado pero él no lo sabía.
Aquella vez entró a la casa silenciosa y supuso que ella y Dieguito no habían regresado aún, extraño, considerando que a esa hora de la noche él acostumbraba a regresar de I.P. para cenar juntos y ver televisión.
Encendió un cigarrillo y a los pocos minutos recibió en el teléfono un mensaje.
“Esto no da p´ más. Diego quedó con tu madre. Es mej así, me voy a la Argent.
Un beso, Doris”
Se habían conocido con Doris en el liceo y de ahí a un noviazgo apasionado fue cuestión de semanas.
Ella por entonces era una botija realista como honesta consigo misma.
El planteo fue preciso como las matemáticas que eran su pasión. En primer lugar dijo estar locamente enamorada, no era la primera vez pero esta vez iba en serio y en segundo lugar, le urgía escapar de su casa porque la convivencia no daba para más.
¿Desde cuándo?, desde el momento que Yoli, su hermana, regresó con dos hijos pequeños y amenazada por el padre, un tarado, de que se arrepentiría por irse de la casa. Mi madre ante una situación que se veía venir, estrechó filas en auxilio de Yoli y mis sobrinos. Mi padre se desentendió, como siempre, con la excusa que trabaja de sol a sol.
La casa de mis padres es chica y los gastos ajustados, dijo ella dando el marco de la nueva situación.
¿Qué podía hacer yo para no enloquecer? se preguntó entonces.
Así las cosas nos fuimos a vivir a una pieza de pensión en la calle Nueva York, a tres cuadras del Palacio Legislativo. Una solución barata, aunque húmeda y sucia.
Subsistíamos con trabajos por aquí y por allí. Y los temores de Doris, a cada noche con el fantasma de su padre tal como ella lo recordaba, parco al hablar, de saco raído, una maleta de cuero con las herramientas y el ruido acompañante en el pecho.
Doris soñaba con ser pianista.
Con la mediación de un tío de ella, oficial retirado de la dirección de material naval, iniciamos los estudios y la instrucción para ingresar a Inteligencia Paralela, una división creada secretamente en el 2002, como una consecuencia indirecta del atentado a las Torres Gemelas. Seleccionaban a personal muy joven, civil y militar altamente calificado, con el ambicioso objetivo de interpretar a la nueva sociedad y los delitos complejos en tiempos de modernidad.
Doris egresó con diploma y medalla de oro.
Al principio, fuimos asignados a distintas geografías. Ella, incorporada a Fronteras Invisibles en algún lugar desconocido aledaño a Colonia del Sacramento. Él por su parte, al principio integró el selecto plantel de Descontrol Tangible, una denominación cifrada para designar a un departamento secreto que hace como que piensa y hace, disimulado tras la fachada de un insospechable shopping en la Ciudad de la Costa.
Cuando escuchó los gritos penetrados por el dolor como balazos del “gallego” García y de Pedemonte se despertó sobresaltado.

Encontró unas latas de Bohemia en la heladera y alcanzó a mordisquear un resto del taco, picante a chile jalapeño como ilustra la lista de Rolling. El silencio dominaba a la oscuridad del apagón salvo por las detonaciones de armas de fuego que se escuchaban a lo lejos. Tuvo un mal presentimiento y buscó la pistola en el cajón de la mesita. Después observó desde la ventana y vio el tenue resplandor del cigarrillo que fumaba Raúl.
_ ¿Todo bien Raúl? gritó perforando la oscuridad.
_ ¿Qué quiere que le diga?... esto así es campo orégano para los ladris.
¿Qué puede hacer un tipo solo en una miserable garita con las alarmas desactivadas?, se preguntó Tavares. De las cámaras ni hablar…
_ Enseguida bajo.
Estaba cantado que por el resto de la noche no podría conciliar el sueño. Guardó un cargador extra en el bolsillo, buscó la linterna en el cajón de los cubiertos y salió. A Cardozo que todo lo piensa y calcula se le olvidó instalar una luz de emergencia.
¿Cómo entender que nuestro país vende la energía proveniente de los parques eólicos a los brasileros y los argentinos, mientras la UTE nos deja a oscuras?
Buscaron la protección de un muro y compartieron media botella de whisky nacional a la espera del amanecer.
_ Tengo la sospecha, dijo el vigilador,  que no veremos más las botellas de ANCAP… los diarios anuncian el cierre sin peros.
_ Es curioso, algunos ministros parecen gobernar borrachos y en nombre de la globalización importan todo de afuera… y asfixian  la poca industria local sin que les importe.
_ Por eso usted habrá escuchado que cualquier botija le zampa: ¿Decime con una mínima razonabilidad para qué estudiar en este país? ¿Para ser un emigrante calificado?
Tavares no dijo nada, pero intuía que la mayoría de los estudiantes lo hacía como un desafío personal a sabiendas que las oportunidades de empleo, a futuro les serían negadas. Los trabajadores como lo habían sido nuestros abuelos, en la era de la modernización éramos arrinconados a un callejón sin salida. Los que trabajaban más por menos dinero eran tildados de privilegiados por los nadies.
Y sin horizonte a la vista, máxime cuando por boca del ministro mandan a sus anchas los banqueros extranjeros.
_ Mientras manden los banqueros no esperemos nada bueno, ni en este país ni en ningún otro, dijo Tavares poniendo voz a sus cavilaciones.
Con Doris no acostumbrábamos a llevar el trabajo a casa, intercambiábamos  alguna referencia mínima que no alcanzaba para deducir en que andaban cada uno.
Esta profesión es así, pasa más por imaginar que por describir, y esta fue una de las primeras máximas cuando ingresamos a Inteligencia Paralela. Los secretos a buen resguardo eran un seguro de vida, otro de los ítems de la supervivencia.
Tanto él como Doris habían hecho numerosos viajes al exterior. Becados por mérito propio a cursos de formación profesional, a conferencias sobre geopolítica dictadas por premios Nobel. O la instrucción sobre los grandes acuerdos por la paz mundial, pos Hirosyhima, a cargo de generales veteranos de las guerras en Irak, en Afganistán y en Kosovo.
El primer viaje de Doris a la Argentina obedeció a un objetivo desconocido, que en principio encajaba con los protocolos de I.P., dando por descontado que encubría tareas de inteligencia supranacionales. En cambio, el mensaje de despedida en el teléfono conducía en cierto sentido a una pista falsa.
Y el que posteriormente recibió Tavares unas semanas más tarde, confirmaba para mayor sorpresa que algo en el ambiente no andaba bien. El texto del mensaje alertaba sin dar mayores precisiones: “Alerta! alg raro en la oper. Paracazar a M. Le Blanc”
Transcurridos seis meses, no trascendió información ni siquiera un rumor, de a que obedecía Doris para decidir establecerse en Buenos Aires.
En dos escapadas de fin de semana a Montevideo viajó de incógnito para estar fugazmente con Dieguito y ni mi madre estuvo anoticiada de su visita. Yo necesitaba hablar con ella porque se suponía que el operativo Mieles Negras estaba en conocimiento del comisario Panzeri y dos o tres personas más. Una de ellas, estimo que era el ministro. Y nadie más…
¿Qué estaba pasando? ¿Por qué Doris alertaba sobre una posible anomalía en relación al caso Le Blanc?
_ Van a ser las cinco, un rato más y amanece dijo Raúl.
_ Ha…
_ Durmió de lo lindo jefe.

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