LA LATINOAMÉRICA DE LOS LACAYOS Y VENEZUELA por Héctor Casavieja Piriz / RFU


Lo que está sucediendo con Venezuela en estos días lleva a un ápice de claridad y oscuridad al mismo tiempo la confrontación del gobierno venezolano con los intereses hemisféricos de EEUU. Hace años el discurso chavista antiimperialista pudiera haberse visto como una mera retórica de izquierda pero hoy está más que claro que EEUU realmente ha estado y está dispuesto a todo lo que esté a su alcance a través de sus instituciones, diplomacia, títeres políticos, servicios de inteligencia y medios de comunicación, para descalabrar y triturar al gobierno izquierdista de Venezuela. La maniobra realizada por Juan Guaidó proclamándose presidente de Venezuela desde la Asamblea Nacional no fue avalada por EEUU inmediatamente de manera casual sino que es fácil suponer que fue orquestada desde el norte con mucha anticipación. Y el Grupo de Lima finalmente ha mostrado descarnadamente su carácter no meramente de alianza casual sino de representante brillante y exitoso de la Latinoamérica de los lacayos, de los genuflexos que no dejan de soñar con arrastrarse a los pies de nuestro hermano del norte, encabezados por el actual secretario de la OEA.
Tal vez se piense que EEUU interviene por tratarse de un gobierno de izquierda o que el Grupo de Lima, ahora integrado por el Brasil de Bolsonaro y la Argentina de Macri como los lacayos fundamentales, representa simplemente una respuesta de derecha frente a una izquierda venezolana a punto de fracasar. Pero quizás sea necesario pensar aquí que lo que radicalmente debe estar perturbando a la élite conservadora de EEUU es que en Venezuela se está dando un proceso político que no solo no controla sino que puede comprometer sus intereses de dominio hemisférico sobre América Latina. Basta considerar para ello que Venezuela posee gigantescas reservas petrolíferas muy cercanas al territorio de EEUU y ha impulsado a su alrededor durante un buen tiempo el ascenso de gobiernos como el de Evo Morales en Bolivia o el de Rafael Correa en Ecuador, nunca dispuestos a acatar la vía del sometimiento frente a la política exterior estadounidense. Y eso no es poca cosa ni merece menos atención por parte de EEUU de la que le ha estado dando no solo en los últimos años sino quizás desde hace muchos años hasta llegar a constituir este abultado y prolífico atajo de lacayos que secundan a la élite estadounidense.
Lo más lastimoso es precisamente ello: que una vez más millones de latinoamericanos confunden sus intereses con intereses extranjeros, que se mantienen divididos, que una buena parte de los latinoamericanos no solo hacen alarde de un elitismo rastrero mezclado con clasismo , racismo y xenofobia barata, sino que son directamente adoradores masoquistas de la situación de sujeción que sufre Latinoamérica a manos del hermano del norte. Y por supuesto que no han de ser los países latinoamericanos, víctimas de la irresolución, el divisionismo y la ausencia de miras independentistas, los que impidan que EEUU use la actual situación creada por la oposición venezolana para invadir militarmente a Venezuela sino que serán potencias como Rusia o China las que lo intenten, ambos países habiendo sido capaces de desarrollar su vida con independencia y propio criterio y dispuestos en esta hora de la historia a contradecir el impulso hegemónico criminal de los gobiernos estadounidenses.
Latinoamérica está fracasando nuevamente a la hora de ponerse a la altura de la historia y su dificultad para lograrlo no es ni lo fue nunca meramente material sino mental y espiritual. Solo un pueblo mentalmente colonizado y mayoritariamente manipulado y engañado es humillado incontables veces mediante dictaduras, desapariciones forzadas, golpes de estados, etc. y aún así ni siquiera entiende que debe luchar por su dignidad no cayendo en la división y la bajeza de odiar y despreciar a quienes padecen un mismo destino y tratan de una manera u otra de sobrellevarlo, sino apostando a la unidad frente al enemigo externo que es, en nuestro caso, el intervencionismo estadounidense.

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