Tresfilos Tavares : A la hora señalada / A LA HORA SEÑALADA

SESENTA Y TRES
_ Tavares y Car… no alcanzó a responder el detective.
_ Escucha bien por el amor de Dios, estamos en peligro…
_ ¿De qué habla comisario?
_ Voy para allá, dijo sin más interrumpiendo la comunicación.
Era la primera vez que notaba la urgencia como un imperativo en la voz de Panzeri  y el abreviado mensaje hacía presuponer que algo no andaba bien.
Tavares encendió un cigarrillo y observó el monitor, 10:22 p.m. de un verano que no cejaba de agobiar a los montevideanos. La pantalla inmóvil registraba el movimiento ocasional y los claroscuros de la calle y el pasillo del segundo piso, pero no era más que un costoso artilugio, cómplice de los amantes que buscaban un lugar amigable en la penumbra como también de los malvivientes que asolaban el barrio.
¿Qué podía haber sucedido de extraordinario como para alterar al comisario de esa manera? Panzeri tenía cuarenta años de calle y nada le resultaba extraño en el mundo del delito, el hombre había demostrado incontables veces poseer un fino olfato como para adelantarse a los acontecimientos, invisibles, en desarrollo, y por eso se destacaba entre muchos policías altamente entrenados en las filas de I.P. Era un hombre que difícilmente se dejaría sorprender y no cometería el error al que fue inducido la “chancha” Martínez, desde el momento que confió en alguien conocido, sino un traicionero contacto, como para precipitarlo a un abismo mortal en los arrabales de la avenida Aparicio Saravia.
Encendió otro cigarrillo, ese había sido un día terrible desde que cada comentario esbozado, cada palabra pronunciada por Cristian le devanaba los sesos mientras era sometido, como en un interrogatorio, al ruido imperante en aquel maldito local de moda.
No dejarse sorprender, pronunció al vacío, voz que tocaba el techo de pino laqueado y rebotaba como un eco sobre el amoblamiento modernista elegido por Cardozo. En un acto tardío fue hasta el armario donde guardaba las armas, dejó a mano los cargadores y la caja de balas para la Bersa Thunder .380 seguidamente repitió el ademán retirando una caja de tiros para el S&W.
Observó el modesto arsenal y mientras fumaba se dio a la tarea de reconstruir lo que el comisario traía entre manos. Era muy probable que sus investigaciones se hubiesen acercado demasiado a gente poderosa. El crimen de la Maizani giraba entre los casos a resolver, la muerte dudosa del abogado sumaba otro episodio oscuro que enrarecía, aún más si cabe, el entorno del magnate de M&M. Faltaban encajar dos piezas, el intento fallido de asesinar a Perdriel que remite a la ex y al maldito hijo de Saldaña.
El crimen de Martínez  había afectado a Panzeri de modo evidente. Como si se tratase de una enfermedad silenciosa deslizó en el Bristol un comentario, provisorio, dolorido, al decir que no podía asociarlo ni descartarlo a la buba que solapadamente afectaba al cuerpo de Inteligencia Paralela. Porque los cuadernos de la “chancha” y un par de llamados de su teléfono celular, parecían orientar hacia algunas evidencias mínimas pero suficientes para hacer nuevas especulaciones en otra dirección.
Quedaba por saber, con la ayuda de los técnicos, qué información guardaba el teléfono hallado entre el barro y otras cosas de valor incierto en el automóvil sumergido en las aguas del arroyo.
A las 10:44 p.m. el comisario se mostraba inquieto frente a la cámara, recelando de las sombras circundantes. Un automóvil con las luces bajas pasó en dirección a la plaza mientras Panzeri con una Magnun en la mano no lo perdió de vista hasta que llegué y abrí la puerta.
Subimos las escaleras. Sólo se escuchaban las voces de los televisores y el ruido crujiente de los zapatos tanto como para eclipsar el rítmico resoplar del agitado comisario, mientras, una calma chicha se infiltraba en sus pensamientos alterados a partir del llamado advirtiendo el peligro inminente.
_ ¿Un whisky?
_ Mejor un café, propuso el comisario mientras observaba la calle en el monitor.
_ ¿Qué está ocurriendo? preguntó el detective.
_ Me siguen discretamente dos automóviles… en los últimos tres días no me han dado tregua.
_ Entiendo, dijo Tavares dominado por la inquietud.
_ Deja a oscuras, con el resplandor de la ventana alcanza…
El comisario sugirió permanecer junto al monitor entendiendo que en esa parte de la Ciudad Vieja el peligro estaba a la vuelta de la esquina, dijo sin dramatizar, pero en estas circunstancias intuía que el peligro es de otra naturaleza.
Pidió permiso para sacarse los zapatos y dejó el arma, a mano, sobre el escritorio.
_ ¿Tiene idea de quienes son los tipos que lo persiguen? preguntó Tavares a modo de reinterpretar una situación de la que algo conocía, compleja y cambiante como para alterar los nervios de cualquiera.
_ Los mismos tipos que quieren deshacerse de vos…
Tavares encendió un cigarrillo, apenas asomado a la ventana, evitando convertirse en un blanco fácil. Observó los destellos del faro, las enceguecedoras luminarias de las grúas pórtico y los buques panamax conformando, según opinión de Raúl, la simbiosis oculta del comercio global, la destrucción del bien común, el asesinato de Adam Smith y las causas de la pobreza de las naciones.
En la garita el vigilador permanecía enfrascado en la lectura, el termo y el mate a mano, relacionando vaya uno a saber que mundos imaginarios con las miserias humanas. Decía Raúl que algunos buenos escritores le producían nauseas al escucharlos, desde que una especie de quiebre abismal, entre la fidelidad al relato ficcional contrapuesto con las expresiones taimadas del político fracasado.
Por caso, el peruano distinguido con el premio Nobel… disparó Raúl sin atenuantes.
_ Permiso dijo el comisario y fue por una botella de agua y hielo.
Te cuento dijo, porque siento que vos y yo estamos en el ojo de la tormenta.
_ Lo escucho compadre, dijo el detective presintiendo los sinsabores de la violencia.
_ Desde hace mucho tiempo tengo la sensación de estar vigilado a cada paso que doy.
Llegué a pensar que ni siquiera podía confiar en vos… tal era el estado de presiones y desvaríos que se acumulaban día tras día a la sombra de los hechos criminales y las repercusiones, a veces descabelladas.
Te pasará a vos, dijo con la mirada clavada en el monitor. Leyó, 11:28 p.m.
_ Lo entiendo comisario, tengo parecida sensación…
_ …
_ …
_ Estuve dedicado con la paciencia de los artesanos a descifrar los cuadernos de la “chancha”.
A diferencia de un diario personal no registra una línea del tiempo ni secuencia de razonamiento en el transcurrir de los días, sino que se ocupó en reunir datos según un criterio exploratorio y así sucesivamente con las cuestiones que consideraba de interés. De alguna manera, Martínez imaginó un mapa detallado que fue creciendo a medida que avanzaba en sus deducciones y al que no faltaban tachaduras y advertencias al margen, surgidas  al calor de posteriores revisiones.
Martínez era obsesivo en la tarea investigativa y es de suponer que a medida que dibujaba el mapa, asomaba la estructura delictiva que resultaba poco menos que increíble.
En esas hojas la “chancha” acopió datos como números de teléfonos, marcas y patentes de automóviles, formaciones detalladas de equipos de fútbol desde principios de los ochenta, listas de los jugadores transferidos a otros países como las incorporaciones, que él llama importaciones, de extranjeros al fútbol local.
Así mismo, los ítems o nombres o eventos subrayados en el texto daban lugar en otras hojas a un entramado de fechas, el listado de nuevos millonarios y en espejo una columna donde figuran los nombres de los procesados en EEUU y países europeos por corrupción, y las cuentas bancarias en nuestro país u off shore por otro lado.
Fue delineando con exactitud el caos que perfilaba la estafa.
A pie de hoja escribió referencias con un código que remite a archivos donde guardaba recortes periodísticos de diarios memorables y desaparecidos de toda la región, desde el año (glorioso para la Celeste) 1930 a la fecha.
Con redondeada letra manuscrita la “chancha” se aventuró en una bitácora imaginaria a explorar el mundo real del fútbol profesional y entonces en una manifestación catártica y caótica se dio a escribir de modo automático e inteligente. No se trata de unos papeles donde al leerlos se percibe fácilmente la falta de fermento característico del cortar y pegar.
2015 Sepp Blatter presidente de la FIFA, jefe de la Uefa, el crack francés Michel Platini / Ricardo Texeira y Eduardo Deluca, Joao Havelange y Julio Grondona, respectivamente. Rafael Calleja miembro de la Comisión de Televisión y Marketing de la FIFA. Ex presidente de la F.F.H. y subrayado: expresidente de la República de Honduras de 1990 a 1994.
En renglón aparte enfatizó el comisario Panzeri, la “chancha” puso bajo la lupa de Sherlock Holmes con quién compartía el gusto por el opio y el rapé, a Eugenio Figueredo, expresidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol y de Conmebol, personaje que intenta ser juzgado en Uruguay a pesar del pedido de extradición de Estados Unidos. Apuntó al final de una sinuosa flecha: el sujeto permanece detenido en Suiza.
Además de Webb, siete involucrados más se declararon culpables: Zorana Danis, Fabio Tordin, Luis Bedoya, Alejandro Burzaco, Roger Huguet, Sergio Jadue, José Margulies con el común afán de los arrepentidos, delatar sin escrúpulos a sus ex socios a cambio de morigerar las condenas.
En un recuadro a mano alzada la “chancha” expuso en letras de imprenta la síntesis entre los estafadores y la gran estafa. EL ESCÁNDALO EN CIFRAS: 47 cargos ejecutivos - US$150 millones en sobornos recibidos por autoridades de la FIFA y entre paréntesis (para facilitar los derechos de transmisión, de publicidad y patrocinio de torneos de fútbol como adjudicar las sedes de futuros campeonatos) - 14 acusados de 11 países - 25 conspiradores… entre otros datos jugosos.
Tavares encendió un cigarrillo y fue por el pan y fiambre, última reserva en una heladera semivacía.
_ Comamos algo, sugirió al comisario.
Panzeri fue por otra botella de agua y más hielo.
_ Margarita es de mucha ayuda, reconoció Panzeri mientras mordía el refuerzo,  porque logró mutar el desconsuelo ante la pérdida por la continuación de su trabajo. Entre el masticar afanosos dijo que la mujer se abocó a investigar la documentación acopiada por Milton y no sólo eso, dándose a la invalorable tarea de recordar conversaciones de sobremesa en las que su esposo filtraba pensamientos esbozados sobre la mafia deportiva o anécdotas surgidas de las heroicas contiendas del balón pie.
No sé si a vos te ocurrirá con tus mujeres…
A veces, continuó monologando el comisario, entre el amor y la confianza ciega que se tenían, él valoraba las opiniones de su mujer palabra por palabra y por eso la hacía partícipe de deducciones y especulaciones que se escurrían entre el fárrago de las noticias cotidianas.
De qué llevó a eliminar de un tiro en la sien a “el raja postes” Mendieta, a los tres millones de dólares que desaparecieron en la transferencia, (Macri) entre paréntesis, de Carlos T., el joven crack de Boca Juniors a un club en las tierras de Pelé, pasando por la espiral mafiosa de la multibillonaria corporación FIFA.
En otras hojas iba registrando los posibles vínculos en las exportaciones trianguladas, entre los presidentes de los clubes y directivos de la AUF, como los políticos de perfil bajo, los dueños de pases en el mercado internacional, incluyendo en un apartado a exfutbolistas y periodistas deportivos sospechados. No faltaban nombres de entrenadores y médicos deportólogos, sicólogos y nutricionistas, abogados, narco empresarios, comisarios, astrólogos y cazadores de fortunas variopintos…
El teléfono de Tavares vibró de modo insistente.
El monitor mostraba la calle desierta insinuada entre las brumas de la 1:15 a.m.
_ Entiendo. Mucho cuidado y no te expongas.
_ …
_ Sí, volvé a llamar.
_ …
_ Tranquilo, los estaremos esperando con el comisario.
_ ¿Qué está pasando? dijo Panzeri empuñando la Magnun.
_ No sé, respondió clavando la vista en el monitor, Raúl vio pasar dos automóviles con las luces apagadas.
_ Son ellos…
Al paso de la noche y la vigilia, los dos hombres se turnaron en observar el monitor y los alrededores desde la ventana. Mientras tanto, Raúl se escabulló de la garita buscando protección detrás de los muros y la mercadería estibada.
Los tres hombres embotados en sus pensamientos, esperaron…
A poco la tensión declinó al no producirse nada relevante, por lo pronto, la noche recuperó los sonidos característicos en la bulla de los trasnochadores o en la sirena de los remolcadores, mientras a no dudar, en la mesa de póquer de un lujoso edificio se tramaba la ejecución de otro delito con el virtuosismo de los artistas.
La bonhomía de los uruguayos parecía languidecer frente a las nuevas encrucijadas.
El reloj del monitor señalaba las 3:50 a.m.
La oficina a oscuras propició la conversación entre los hombres.
_ En efecto, el teléfono encontrado en el barro por los peritos pertenecía al abogado Moral, respondió el comisario.
Los muchachos de técnica hicieron un gran trabajo al recuperar los componentes, en particular la memoria. En tanto, están abocados a mapear el entramado de llamadas.
En resumen, detectaron la agenda y las comunicaciones telefónicas más usuales, y los archivos fotográficos que desnudan sutilmente el alma de los cuerpos retratados. El abogado está muerto pero podemos reconstruir e imaginar las últimas horas, una mirada retrospectiva del maldito, insisto, comenzando a partir de analizar los contactos más frecuentados y los desplazamientos durante sus últimos días.
Están en la investigación preliminar pero te puedo adelantar algunos vínculos que te van a sorprender. Están como era de imaginar los números de Eleonora y Victoria Perdriel, como extrañamente el número de los dos sospechosos de matar a la “chancha” Martínez. ¿Sabías que el abogado participaba de la compra y tráfico de jugadores y era conocido en el ambiente como representante de futbolistas juveniles?
Pero hay algunos números que llaman más la atención, el de la secretaría del magnate de M&M, de Arteaga el ex mano derecha de míster Harris, del subcomisario Milton Martínez y de un tal… Tresfilos Tavares, detective privado.
_ ¿Arteaga?
_ Sí, el círculo se va estrechando… una de las mujeres del asalto al shopping de Carrasco como supimos más tarde, fue una funcionaria expulsada de I.P. en 2014.
Mi hipótesis sobre el tiroteo surge del informe de los muchachos de balística. Es llamativo que casi todos los disparos iban dirigidos hacia el automóvil blindado del americano y en línea a tu posición… Estaba todo arreglado, alguien te entregó y de mi parte no me extrañaría, que exprofeso o una bala perdida, se cobró la vida de Arteaga.
El vibrador nuevamente alertó a Tavares dando el aviso de Raúl, el comisario empuñó la Magnum mientras en el monitor veían detenerse a dos automóviles y bajarse a cinco o seis tipos grises.
La hora señalada era a las 4:38 a.m.

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