El lado (más) oscuro del capitalismo / por GEORGE SCIALABBA

El lado (más) oscuro del capitalismo
El poder de las mafias, la desregulación financiera y los abusos en internet son ejemplos de cómo un sistema salvaje amenaza nuestro futuro.
por GEORGE SCIALABBA
Son tiempos oscuros para la república [estadounidense], concuerdan en decir todas las personas de derechas. Desafortunadamente, la mayoría de las personas de derechas no saben de la misa la media. Estamos comprensiblemente obsesionados con el hecho de que un cazurro vengativo y mezquino tenga un dedo en el botón nuclear y poder de veto sobre importantes esfuerzos para prevenir una catástrofe climática mundial. Eso es perturbador, lo reconozco, pero el elefante en la cacharrería y sus facilitadores republicanos son al menos un mal conocido. Sus expolios se llevan a cabo a plena luz del día, podemos cuantificar el daño que provocan y sabemos (en teoría) cómo frenarlos.
Mucho más insidiosos son los efectos sistémicos de un conjunto de nuevas prácticas (algunas legales, otras no) alejadas del escrutinio público. El equipo político de demolición que nos gobierna está desgarrando el tejido de nuestra economía y sociedad desde fuera. Estos nuevos depredadores, de los que se habla en tres recientes libros, están consumiéndolo desde dentro.
El libro que más te abre los ojos (hasta casi hacerlos salir de las órbitas) es Dark Commerce. How a New Illicit Economy Is Threatening Our Future [El comercio oscuro: cómo una nueva economía ilícita amenaza nuestro futuro], de Louise Shelley, una profesora de la Universidad George Mason y sin duda la decana de los estudios ilícitos, si tal disciplina existe. (Y si no, claramente debería existir). A los lectores que todavía no conozcan uno de los libros clásicos sobre este tema, como por ejemplo McMafia de Misha Glenny o Ilícito de Moisés Naím, o cualquiera de los anteriores libros de Shelley, podría resultarles sorprendente enterarse de lo profunda y extensa que es la ilegalidad económica contemporánea.
Las cantidades de las que hablamos son desorbitadas:
– El ingreso anual que se calcula que generan todos los tipos de delincuencia transnacional oscila entre 1,6 y 2,2 billones de dólares, más o menos el 7% del comercio mundial, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y la Delincuencia.
– El ingreso anual que se calcula que genera la venta de drogas ilegales: 320 mil millones de dólares.
– Las ventas anuales de productos falsificados o pirateados (por ejemplo, ventas online de fármacos ‘rebajados’): 461 mil millones de dólares.
– La tala y exportación ilegal de madera: entre 30 mil y 100 mil millones de dólares.
– El comercio ilegal de pescado, especies silvestres, minerales y residuos: entre 91 mil y 258 mil millones de dólares.
– Fármacos desviados y de baja calidad: 75 mil millones de dólares.
– Minería ilegal: entre 12 mil y 48 mil millones de dólares.
– Contrabando de tabaco: entre 8.700 y 11.800 millones de dólares.
Estas son las fuentes de ingresos más lucrativas, pero algunas otras actividades ilegales no son menos peligrosas o despreciables. La venta de armas de pequeño calibre y ligeras (1.700–3.500 millones de dólares) generan beneficios para grupos como las FARC, Los Zetas, ISIS, Al-Nusra y Al-Shabaab, que son tanto clientes como proveedores de este vasto mercado. Los componentes de las armas de destrucción masiva se venden en la dark web, una red informática inmensa y secreta a la que solo se puede acceder mediante un software especial que otorga anonimato. Los países menos desarrollados o asolados por los conflictos también sufren el saqueo de antigüedades por la bonita suma de unos 1.500 millones de dólares cada año.
Y luego está el tráfico de personas, que existe en diferentes formatos. Está el tráfico de órganos, por un valor aproximado de 1.000 millones al año. El tráfico de refugiados y de trabajadores forzosos o en condiciones de servidumbre produjo entre 4.700 y 5.700 millones de euros en Europa solo en 2015. Se trafica con mujeres tanto para la prostitución como para el matrimonio forzoso. Shelley no aporta un cálculo numérico para cuantificar el tráfico de mujeres, pero sí señala que la Organización Mundial del Trabajo calcula que 25 millones de personas sufren una u otra forma de trabajo forzoso.
Las cifras de facturación no son las únicas estadísticas sorprendentes de El comercio oscuro. La internet oscura, escribe Shelley, es “quinientas veces más grande que la internet superficial”. ¿Es eso cierto? Pues ahí no se queda la cosa. Cuatro de cada cinco visitas a la internet oscura “fueron hacia destinos online con material pedófilo”. ¡Caray! Si la internet oscura es quinientas veces más grande que la internet iluminada y si un 80% de los visitantes buscan pornografía infantil, ¿qué nos dice eso sobre la humanidad? Pues parece decirnos que somos una especie muy retorcida y que quizá deberíamos rendirnos ante el calentamiento global y esperar que lo que se salga del océano de aquí a varios millones de años tenga unos valores morales mejores que los nuestros.
El mundo no basta

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